The Project Gutenberg eBook of Proyecto de traslacion de las fronteras de Buenos Aires al Rio Negro y Colorado

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Title : Proyecto de traslacion de las fronteras de Buenos Aires al Rio Negro y Colorado

Author : Sebastian Undiano y Gastelu

Release date : July 1, 2006 [eBook #18723]

Language : Spanish

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*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK PROYECTO DE TRASLACION DE LAS FRONTERAS DE BUENOS AIRES AL RIO NEGRO Y COLORADO ***

  

[Nota del transcriptor: Se conservaba la antiqua ortografía de la obra.]


PROYECTO DE TRASLACION

DE LAS

FRONTERAS DE BUENOS AIRES

AL

RIO NEGRO Y COLORADO,

POR

SEBASTIAN UNDIANO Y GASTELU.

Al que se agrega el itinerario de un camino, desde Buenos-Aires hasta Talca, por Jose Santiago Cerro y Zamudio.

Primera Edicion.

BUENOS-AIRES.

IMPRENTA DEL ESTADO.

1836.


ADVERTENCIA DEL EDITOR.
PROYECTO
ITINERARIO
EXCELENTISIMO SEÑOR VIREY.

ADVERTENCIA DEL EDITOR.

El proyecto que publicamos sobre la extension de que es susceptible nuestra frontera, es debido al celo ilustrado de un español, que pasó gran parte de su vida en este país. Residió en Mendoza, donde se enlazó con una familia respetable, y tuvo relaciones íntimas con el comandante Amigorena, á cuyo lado empezó á recorrer el vasto territorio que se desplega al este de los Andes.

La idea de ocupar la isla de Choelechel es la que domina en este proyecto; y todas las ventajas que pueden sacarse de esta ocupacion estan tan claramente indicadas, que el que prescindiese de la fecha, creeria que esta memoria fuese un comentario apologético de la última campaña del Señor General ROSAS.

Undiano permaneció en este país hasta el año de 1827, en cuya época por un disgusto doméstico regresó á Europa, y falleció poco despues en Pamplona, su pátria.


PROYECTO

De traslacion de las fronteras de Buenos Aires, &c.

REPRESENTACION AL REY.

SEÑOR:—

D. Sebastian de Undiano y Gastelu, Capitan del regimiento de voluntarios de caballería de milicias disciplinadas de la ciudad de Mendoza, vireynato de Buenos Aires, deseoso del mayor bien del Estado, me atrevo á proponer á V. M. la conquista pacífica de diez y siete mil leguas cuadradas de tierra, situadas en el mejor suelo del universo, y en una de las orillas de su estendidísimo imperio:—conquista para la cual no hay que chocar con ninguna potencia extrangera, porque toda ha de hacerse en un país que pertenece á la corona de Castilla. Tampoco ha de derramarse sangre, porque algunas pequeñas tribus de indios errantes, que discurren por él sin asiento fijo, al modo que andaban antes los gitanos por esa península, ni querrán, ni podrán oponerse al proyecto que en ninguna manera les perjudica. Ellos, desde el año de 1784, poco ó nada han dado que hacer, y si ahora no cometen hostilidades, con ser que tienen una retirada segura, es de creer continuen en la misma buena armonia al verse cercados de los establecimientos que voy á proponer. Tampoco han de ocasionarse erogaciones á la hacienda pública, porque con lo que produce el ramo de guerra que se administra en esta capital, y se destinó á la seguridad y poblacion de estos campos, comprendo que habrá suficiente dinero para ocurrir á los gastos que se han de impender; ni menos ha de necesitarse sacar tropas del Viejo Mundo para las guarniciones de los fuertes que se han de fundar; porque trasladando á ellos la que hay en los que actualmente tenemos en estas fronteras me parece que quedará bien defendida la nueva línea, si se atiende á que esta ha de formarse de la natural defensa que proporcionan los dos caudalosos rios, Negro y Diamante, y hasta los cuales deberán avanzarse nuestras fronteras, desde esta capital hasta Mendoza, que es á lo que se reduce todo el proyecto. Los terrenos de que trato son los comprendidos entre el rio Negro del sud, y las fronteras de Buenos Aires, Santa-Fé, Córdoba, San Luis y Mendoza. Ellos forman una figura de cuatro lados desiguales, que aunque no son en todo rigor rectilineos, por las inflexiones de las costas y de los rios que se ven por sus extremidades, puede muy bien, si se mira el todo, y hablando en términos geométricos, llamarse un trapecio.

En sus dos ángulos agudos viene á caer la boca del Rio de la Plata y Mendoza, y á los de los obtusos corresponde la confluencia del rio Diamante con el Negro, y la desembocadura de este en el Océano Atlántico austral. Su mayor lado es el del norte, y lo forman las fronteras dichas, tomadas en toda su extension este-oeste, desde Buenos Aires hasta Mendoza, el cual he corrido muchas veces. Síguese por el ancho el lado del oeste, que se extiende desde los 32 grados 56 minutos de latitud sud, en que está Mendoza, hasta los 39 grados escasos, en que el piloto D. Basilio Villarino colocó la confluencia del Negro con el Diamante. Este lado lo forma este último rio, que corre desde la jurisdiccion de Mendoza, y el camino que desde aquella ciudad se dirige hasta la union del Diamante con el actual, el cual tambien he reconocido en dos expediciones hechas por aquel lado contra los indios del sud; habiéndonos internado en la del año 84, hasta los toldos de los Manantiales, no muy lejos de la junta del Diamante con el Negro. El tercer lado, que por su extension debe seguirse á los dos precedentes, es el del este, que lo compone la costa de Patagones, desde el Rio de la Plata hasta la desembocadura del Negro, y que han recorrido muchos por mar, y aun atravesado por tierra.

El 4.º último y menor lado, es el del sud, que forma la caja del rio Negro, desde su confluencia con el Diamante hasta el Océano. Este lo anduvo Villarino: resultando de aquí, que estan vistos los cuatro ángulos y los cuatro lados de tan extendido trapecio, que comprende no menos que diez y siete mil leguas de superficie. No puede dudarse de la optima cualidad de todos los terrenos que encierran aquellas dilatadas extremidades, que han sido casi todas atravesadas y recorridas, ya desde Buenos Aires y Santa-Fé, ya desde Córdoba, San Luis y Mendoza, en las varias expediciones hechas, desde sus respectivas fronteras, contra los indios pampas cuando las invadian: y se ha visto que se componen de unas muy pastosas y grandísimas planicies, llamadas pampas , interrumpidas de lomas y cañadas, y de medianas y frondosas serranias, con muchos bosques de buenas maderas á trechos, en especial hácia el oeste, entre los meridianos de Córdoba y Mendoza. Ellos estan situados entre el 4.º y 6.º clima, en el mejor de la zona templada meridional, y por su situacion geográfica, deben ser los parages que no se han visitado de la misma ventajosa cualidad que los ya vistos ó acaso mejores, mayormente no habiendo cordilleras que alteren su benigno temperamento. Podrá decirse que tan grande país tiene pocos rios: es verdad que no tiene mas que el Negro, Colorado, Diamante, Tunuyan ó Bebedero, y otros mas pequeños, que caen luego á la costa, ó al de la Plata, y todos distantes del centro; pero lo que importa es, que se pueblen las riberas del Negro y del Diamante, fijándose en ellos y no en otra frontera, que no tardaria muchos años en irse poblando todo lo demas, sin que quedase nada yermo. ¿No tenemos pobladas de muchos y grandes pueblos las secas llanuras de la Mancha? Pues ¿por qué no estas, mucho mas frescas que aquellas? ¿Estas, donde el agua se halla tan cerca, que nadie dudó encontrarla de cuantos se han establecido y establecen, sin mas agua que la de sus pozos de balde, en estas fronteras de Buenos Aires y en las de Santa Fé y Córdoba? La sierra de la Ventana, la del Volcan, las cañadas que siguen, llenas de manantiales, desde donde se pierde el Rio Quinto hasta las cabeceras del rio Colorado:—los parages de las Vívoras, Mamilmapu, y otros muchos, donde los indios hallan el agua sin mas trabajo que el de cavar unos pequeños pozos con sus cuchillos ó machetes:—las muchas y grandes lagunas que hay repartidas por todas esas pampas, inducen á creer muy prudentemente que en todo el país, contenido entre los linderos expresados, no hay lugar alguno que no pueda habitar el hombre. ¿Qué no debe esperarse, pues, de una tierra como esta, si aprovechándose de sus inmensas llanuras de las aguas de los caudalosos rios Atuel y Diamante, y de la elevacion de su orígen, se acudiese á la hidrometria, y se cruzase todo él de canales de riego y de navegacion? ¿Y qué, si reduciéndose á cajas mas estrechas y sólidas las aguas de los rios Tunuyan, rio Quinto y Cuarto, se dirigiesen al sud con el mismo objeto? Ni se diga que estos dos últimos son de poco caudal, porque mucho mas pobre es el Manzanares, y en él se vé de cuanto es capaz el hombre, cuando sabe usar de este elemento con acierto.

Poblaríase, pues, este país, comenzando por la traslacion de los fuertes de esta frontera de Buenos Aires á la orilla izquierda ó septentrional del rio Negro: ellos son seis, y seis los fortines, y con el que ya hay en la desembocadura de aquel rio Colorado, en sitios convenientes, serian suficientes á cubrir la distancia que hay desde ella hasta la junta del Diamante: teniendo el cuidado de peinar bien las barrancas, dejando el menor número de pasos que sea posible, y quedando estos precisamente dominados de nuestro cañon. De este modo, aprovechándose de la natural defensa que presta este rio caudaloso y navegable, quedaria enteramente á cubierto nuestra línea por la parte del sud, estableciendo los principales fuertes en los pasos, y colocando en los intermedios atalayas, fortines y telégrafos, por cuyo medio corriesen en pocos minutos los avisos por toda ella.

En la confluencia del Diamante, con el Negro seria bien poner la mayor fuerza, ya por ser este el punto mas remoto de nuestras fronteras actuales, ya tambien por oponer la mayor resistencia á las avenidas de los indios Ranqueles y Guilliches, que en caso de atacarnos habrá de ser mas bien por aquel punto que por otro: por allí ha sido y es el paso de los indios serranos que se dirigen á las pampas del sud (que hoy lo hacen por Choelechel), dando la vuelta al oeste, buscando el paso del Negro frente al Payen, y cayendo luego al dicho del Diamante para lograr su ingreso al país vedado. Por tanto digo, que la defensa de este punto exige la mayor atencion. La ribera del Diamante, que he corrido algunas veces, y que desde el ángulo que forma donde recibe el Atuel, compone el lado del oeste del trapecio, debe tambien asegurarse con mucho cuidado; porque de no, de poco serviria fortificar el lado ó línea del sud por el rio Negro, y dejar este indefenso en la larga distancia desde la una á la otra junta. El Diamante no es rio tan grande como aquel, y por le mismo es mas fácil hallarle paso, aunque siempre á nado: en muchas partes son pantanosas sus orillas, y esta es la mejor defensa. Sus aguas son buenas, y corren desde la jurisdiccion de Mendoza, siempre por terrenos llanos. Para defenderse seria acertado escarpar todas sus barrancas, y empantanar toda la ribera opuesta en cuantas partes fuese posible, de modo que no quedasen mas pasos que los dominados por nuestros fuertes. Estos podrian establecerse despues de un maduro exámen y reconocimiento en los parages mas propios, trasladando para ello, á la izquierda de este rio, todos los que hay en las fronteras de Córdoba, San Luis y Mendoza.

Al rio Diamante, y poco mas arriba de su junta con el Atuel, que distará de Mendoza 65 leguas al sud, podria trasladarse el fuerte y villa de San Carlos, que fundó en aquella frontera nuestro Marques de Sobremonte, siendo Gobernador Intendente de Córdoba. Apenas se hallará sitio de mejores proporcioncs para una gran ciudad. Dos rios caudalosos, de buena agua, bellísimo temperamento, muchos pastos, leña en abundancia, terreno llano, muy extendido y de la mejor calidad, con despejados horizontes por N. S. E. con el Atuel y Diamante, en la mejor disposicion para sangrarlos y regar cuanto se quiera. Buenas muestras de ricos minerales en la sierra inmediata del oeste, y unas salinas inagotables de excelente sal en sus inmediaciones, es lo que ofrece ese bello parage á la vista de un observador. Mas desde esta junta es navegable el Diamante por el caudal de aguas que lleva, su poca corriente, y no tener salto alguno; por lo cual, del establecimiento que aquí se fundase podrian conducirse por agua todos sus frutos y producciones hasta el mar, con mucho ahorro de fletes y seguridad, y tambien dirigirse los auxilios y las órdenes por toda nuestra línea, y los socorros en caso de asedio de algunos de los fuertes, que no es de esperar.

Con las tropas que hoy hay en las fronteras dichas, me parece seria suficiente para establecernos solidamente en los puntos principales de la nueva línea; es á saber, por lo que mira al rio Negro, en Choelechel é isla inmediata mas arriba de este paso; y por lo que toca al Diamante, en él que se vé mas abajo de los Manantiales. En él de la esquina de San José, en el de los Algarrobos, y en la confluencia dicha del Diamante y el Atuel, y en algunos otros de que se haria un reconocimiento prolijo, si se tuviere por conveniente asegurarlos.

Para este reconocimiento deberian partir dos expediciones: una desde nuestro establecimiento del rio Negro, á la manera de la de Villarino, que podria dirigirse con dos chalupas hasta la union de este rio con el Diamante; y otra, que marchando desde Mendoza, fuese por la derecha de este rio último hasta encontrarse con la del Negro, volviendo á la retirada de una y otra á rectificar las observaciones hechas en la entrada. Bien que la de Mendoza seria muy conveniente que hiciese su viage de vuelta por la izquierda, para reconocer la union del Tunuyan con el Diamante, que yo no pude ver el año de 1784, que anduve por allí, á causa de las grandes crecientes de aquel año, que hicieron salir de madre dicho rio, inundando á mucha distancia los campos inmediatos, y estorbando el acercarse debidamente á reconocer este punto geográfico: por lo cual seria tambien muy bueno que la expedicion de Mendoza llevase dos canoas ó botes por el rio; y una y otra confiadas al mando de sugetos que diesen una descripcion completa de los dos rios, levantando planos exactos de ellos, y designando los sitios para el establecimiento de los nuevos fuertes.

Todas las poblaciones nuevas necesitan auxilios: los que pueden darse á las proyectadas gravitarian sobre el ramo de guerra; y se indemnizarian luego con el aumento de cueros. Porque, ¿quien duda, que poblados de fuertes y de villas estos dos rios, se abriria un comercio grande de unos artículos tan precisos como el cuero, el sebo y carne salada para Europa, de mulas para el Perú y Chile, y que á proporcion habian de recrecer los derechos? Dos clases de hombres son los que pueblan las fronteras actuales; esto es, soldados que llaman blandengues, y paisanos que viven bajo el cañon de los fuertes, no apeando de ochocientos á mil los que hay de estos últimos en cada uno de los fuertes de la línea de frontera de esta capital. A unos y otros seria bien repartirles los terrenos en toda propiedad y debalde, con lo cual se les veria edificar, cultivar y mejorar las posesiones, siendo esta una cadena que fija á los hombres por los siglos de los siglos. A cada blandengue seria bueno anticiparle ochenta pesos, para que hiciese su casita; porque al cabo ellos son los que defenderian y asegurarian la nueva línea, como pobladores natos y seguros, y unos verdaderos agrónomos. Militares, y con el dinero de sus sueldos, fomentarian y vivificarian al paisano que quisiera ser poblador. A estos seria conveniente anticiparles la misma cantidad sin calidad de devolucion, y ademas un real diario por familia el primer año, procurando que unos y otros sean casados, y asignándoles plazo para que lo hagan los que fuesen solteros.

Yo no puedo entrar en mayores detalles sobre el particular, porque, para hablar con fundamento, es necesario esperar las resultas de los dos expedientes dichos, y me limito solo á decir que miro muy factible y fácil establecernos, como llevo insinuado, en toda la línea referida: pues aunque quedarian algunos bárbaros en los paises intermedios, no habria motivo para temerlos, ni es bien que esto se diga entre españoles acostumbrados á vencer naciones mucho mas numerosas y valientes. Ademas que, no se atreverian á insultarnos, viendose cortados; sino mas bien se reducirian á vida social, pena de ser exterminados ó expulsados al otro lado del Negro ó del Diamante, en caso de arrostrarse ó cometer la menor hostilidad.

Pues, supongamos que se viesen pobladas y llenas de fuertes y poblaciones las riberas de estos dos rios caudalosos. ¡Cuan prodigiosa seria la multiplicacion de los ganados, en unos campos tan pastosos y propios para este objeto! ¡Y en unas estancias tan seguras como habria en su izquierda, con los pasos cortados de estos rios, para que ni una cabeza se extraviase al sur, ni al oeste! Entonces se verian las numerosas tropas de mulas, vacas y caballos, caminar de fuerte á fuerte, y de Chile á los mercados: unas por el camino del Planchon en la Cordillera, que cae poco mas al sud del paralelo de la junta de los rios Diamante y Atuel, y sale á Curicó, y otras por el de la Cruz de Piedras, que entra por los Papagayos, y sale por el rio Maipó á Santiago. Entonces se verian nuestros bastimentos llegar á las ahora desiertas costas patágonicas, en busca de cueros, de sebo y de las lanas que produciría con asombro el nuevo trapecio, y surtir la Europa toda de estos renglones tan importantes; y entonces, por último, desde el establecimiento de la junta de los rios Negro y Diamante, podrian reconocer las riquezas del próximo y famoso cerro de Payen, y hacerse excursiones muy útiles á la historia natural y á la geografia de las antiguas tierras magállanicas, de cuyas interioridades nada sabemos. Y viniendo ahora de las extremidades al centro, ¿quien ha de dudar, que poco á poco se habian de poblar los bellos paises que encierran tan extendidos y seguros confines? Primeramente se dilatarian nuestras estancias, saliendo del estrecho y vergonzoso recinto en que las fijó Garay en 1580, y en que hasta ahora subsisten: despues se irian abriendo caminos desde las viejas hasta las nuevas fronteras, haciéndoles pasar por las mejores aguadas, y ocupando estas y las Salinas con establecimientos fijos; y despues progresivamente todo lo demas de tan inmensos terrenos, donde, por decirlo así, no hay desecho.

En tiempos anteriores se pensó en asegurar la embocadura del rio Negro; la entrada desde Mendoza por el Diamante está llana; y las utilidades que han de seguirse de ello son incalculables. Todo, pues, incita á continuar: pero la conquista ha de ser pacifica; almenos así lo he llegado á creer, despues de haber tenido conmigo solo muchas consultas y meditaciones.


ITINERARIO

De un nuevo camino descubierto por el capitan retirado D. José Santiago Cerro y Zamudio, desde la ciudad de Buenos Aires hasta la de San Agustin de Talca, capital de la provincia de Maule, en Chile .

Leguas .
Enero 12
De la ciudad de Buenos Aires, comimos en el Monte de Castro.
"
Del citado monte, fuimos a dormir al Puente de Márquez.
13
De dicho puente, pasamos a comer a la cañada de Escobar.
6
"
De esta cañada a la estancia de Rodrigo, en la que dormimos.
2
14
De esta estancia, a comer al fuerte de Luján.
5
15
De este fuerte, a una chacra que no tiene nombre.
3
"
De esta chacra a la estancia de don Pedro Flores: D. [1]
3
16
De esta estancia, a una chacra cerca del fortín de Areco: C
"
De este fortín, a la estancia de don Pedro Fernández: D.
5
17
De esta estancia, al fuerte del Salto, (nos paramos dos días).
4
20
De este fuerte, a la Laguna de la Salada: C.
6
"
De este parage, al fuerte de Roxas: D.
4
21
De este fuerte, a las Toscas: C.
3
"
De las Toscas, a la Laguna de la Cabeza del Tigre: D.
6
22
De la Laguna de la Cabeza del Tigre, al fortín de Mercedes: C.
4
"
Del fortín de Mercedes a los Chañaritos: D.
4
——
64½
23
De los Chañaritos, al fortín de Melincué: C. D. [2]
4
24
Del fortín de Melincué a la Laguna Larga: C.
4
"
De dicha laguna, a otra mas chica, que no tiene nombre, y a corta distancia de ella: D.
2
25
De esta laguna chica (con el mismo rumbo), a otra que tampoco tenía nombre: C.
"
De este parage, a un descampado que no se sabe el nombre, pero siempre siguiendo el camino real de las Tunas; en el cual habia una laguna, unas vizcacheras, y cinco chañaris; y a la cual le puse por nombre, la Laguna del Comandante Hernández.
26
De la Laguna del Comandante Hernández, al monte de Llorente, y a una legua de dicho, hay una lagunita, y pasamos a ella para descansar.
4
"
De este parage, a la guardia de las Tunas, (en la que se concluyó la travesía peligrosa).
5
27
De esta guardia, a la laguna de la Totora.
"
De la laguna de la Totora, al fortín de Loboy.
28
Del fortín de Loboy, al rancho de don José Lagos.
4
"
De dicho rancho, nos paramos cerca de otro, en el mismo camino real, despues de haber caminado.
29
De dicho parage, a la villa de la Carlota.
3
31
De la citada villa, caminamos aguas arriba del Rio Cuarto, cuyo parage no tiene nombre.
3
"
De dicho parage, y con la misma direccion caminamos.
Febrero 1
De dicho parage, al fortín de San Carlos, que por otro nombre llaman las Terneras; el cual se halla a la orilla del Rio Cuarto.
"
Del fortín de San Carlos, a unas lagunas grandes y largas.
2
——
121
2
De dichas lagunas, al fuerte de Santa Catalina, advirtiendo, que primero se halla a la legua un montecito, que llaman del Cacique Bravo; y despues se halla otro, que llaman el Monte Crin.
6
4
Del fuerte de Santa Catalina, al montecito de la Ensenada, en la que hay unos pocitos. Allí pasamos la noche.
4
5
Del montecito de la Ensenada, al médano o cerrillo de Orcobi.
3
"
Del cerrillo de Orcobi, a la estancia de don Pedro Guerra.
"
De esta estancia, a la laguna del Corral de la Barranca: C.
"
De la laguna del Corral de la Barranca, al fuerte de San Fernando, el cual está a la falda de un cerrito, que llaman Sampacho, y cerca de una laguna.
3
7
Del fuerte de San Fernando, a la estancia de Chajan, que pertenece a don Gerónimo Quiroga, la cual está a la orilla de un arroyito, que lleva el mismo nombre y está en el medio de otros dos también poblados y permanentes.
8
8
De la estancia de Chajan a los Quebrachos, pasando por medio de dos cerritos, que llaman Blanco y Negro.
2
9
De los Quebrachos, a las Vizcacheras, en donde hay unos pocitos de agua muy abundante y buena: C.
4
"
De las Vizcacheras, a la orilla del monte, que se cría en las márgenes del Rio Quinto
"
De dicho monte al fuerte de San Lorenzo (jurisdiccion de la punta de la ciudad de San Luis) pasando el Rio Quinto, que es muy explayado, y de poca agua.
12
Del fuerte de San Lorenzo (aguas arriba del Rio Quinto), al paso de dicho rio: C.
4
"
De dicho rio (aguas arriba siempre del mismo), a la Barranca Grande del Rio, adonde habia un rancho destruido y corral, y donde se debía volver a pasar.
"
De dicho segundo paso, a la estancia de don Pedro Gutiérrez.
½
——
164
13
De la estancia de don Pedro Gutiérrez, al Oratorio de San Antonio, que está a orilla de dicho rio.
4
"
De dicho Oratorio, adonde nos paramos enmedio del monte, y a la distancia de un cuarto de legua del rio.
2
14
De dicho parage, siempre aguas arriba del citado rio, adonde paramos que era una barranca de piedra.
5
"
De dicho parage, al paso de las Carretas, por el Tala.
15
Del paso nuevo de las Carretas, en el Rio Quinto, que pasa adonde está poblado el capitán don Silvestre Gutiérrez, y el cabo Rufino Cabrera, a la Cruz: C.
5
"
De la Cruz, a la laguna del Pozo Pampa.
4
"
De la laguna del Pozo Pampa, a las Pampitas, que por otro nombre llaman las Encrucijadas: D.
5
16
De las Pampitas o Encrucijadas, a la orilla del Bebedero, adonde hay cuatro ranchos, y en uno de ellos vive el baqueano Xijón.
4
17
De dichos Ranchos, aguas arriba de dicho rio, al paso de las carretas que van para Buenos Aires.
"
Del citado paso, al fuerte de San José.
27
Del fuerte de San José, aguas arriba del rio que llaman del Desaguadero, al Salto: C.
"
Del Salto, a las cercanías de la orilla del mismo rio, y en un parage que no tiene nombre.
3
28
Del citado parage, a Agua Dulce, que es donde hay un rancho y estancia del Conde que está casado en la Punta de San Luis.
Marzo 1
De Agua Dulce, aguas abajo siempre del citado rio, a una abra que está a la orilla de dicho rio.
2
De dicho parage, al otro en que se volcó el carretón. [3]
¼
4
Del fuerte de San José, al paso viejo del rio, aguas abajo, que llaman de las Carretas.
½
——
211¾
4
De dicho paso (despues de haberlo pasado), nos paramos para dar descanso a las cabalgaduras enmedio de un montecito ralo, que por tener muchos nombres no lo pongo, hasta saber el verdadero.
5
"
De dicho parage, (atravesando el campo) al paso de las carretas del rio del Desaguadero.
6
Del paso de las Carretas ya citado, al Corral de Cuero.
6
7
Del Corral de Cuero a la Capilla de Corocorto.
7
"
De la Capilla de Corocorto, a la posta que está a la orilla del rio Tunuyan.
2
8
De la orilla y parage, venimos a dormir en la misma orilla del rio Tunuyan, que llaman la Dormida del Negro.
6
9
De la Dormida del Negro, al parage que llaman de la posta de don Patricio Gil, que está a la orilla del rio Tunuyan: C.
"
De dicho parage o posta, adonde se quebró el otro eje.
10
De dicho parage, a la Ramada.
¼
13
De la Ramada, al Corral de Moyano: C.
5
"
Del corral de Moyano a las Barrancas.
3
14
De las Barrancas, a una vista de la Reduccion.
4
"
De dicha Reduccion, despues de muchas vueltas y rodeo, a los corrales de don Francisco Varela.
5
15
De dicha estancia o corrales a la Cañada Blanca o rio Seco.
"
De la Cañada Blanca, al Ojo de Agua, que llaman del Durazno, el cual está a la distancia de doscientas varas de la orilla del rio Tunuyan.
"
Del Ojo de Agua del Durazno, al rio Tunuyan.
4
"
Del rio Tunuyan al Rio Viejo, el cual es mas caudaloso que el primero: C.
½
"
Del rio Viejo, al fuerte y villa de San Carlos.
23
Del fuerte y villa de San Carlos, a la orilla del Papagay, adonde está el puestito de Peralta: C.
3
"
De la orilla del Papagay, a la ciénaga de Aguanda.
2
24
De la Ciénaga de Aguanda, al fuerte de San Juan, Nepomuceno, y de allí hasta Colmaní.
"
Del fuerte de San Juan de Colmani, al Arroyo de las Peñas.
25
Del Arroyo de San Juan de las Peñas, al ranchito del Carrizalito.
3
"
Del Ranchito, al Carrizalito.
2
26
Del Carrizalito, a la cumbre del cerro en que se divisa toda la circunferencia y barranca del Diamante.
4
"
De dicha cumbre, al campamento del Diamante.
3
Abril 5
Del campamento, (en que está el paso de Romero) pasamos el paso de Romero, en el rio Diamante, y nos paramos en el bajo del Portezuelo Colorado: C.
4
"
Del bajo del Portezuelo Colorado, a la cumbre de un cerrillo, que llaman la aguada de la Casa Pintada.
2
"
De dicha aguada, a las tolderías del Cacique: creo que ahora no están; pero siempre están a la orilla del Tigre.
½
6
De la orilla del Arroyo del Tigre, a la Aguada, que llaman de Ajajueles (porque no hay otra aguada hasta el rio Atué), cuyo parage es trabajoso.
5
"
De dicha laguna de Ajajueles, a las Salinas, que dan el abasto de sal a las ciudades de Santiago de Chile y Mendoza, y a una legua corta de ellas.
3
7
De dicho parage a la Laguna Seca, (que es a donde los naturales y viageros cuando van y vienen para las Salinas, toman la agua que necesitan) en la que cavamos como una media vara en varias partes, y en, todos los pocitos sacamos agua buena y abundante.
6
"
De la Laguna Seca, al manantial del rio Atué que es adonde pasa el invierno la cacica doña Josefa.
9
De los manantiales del rio Atué, que es el boquete primero por donde se pasa para el valle de las Ánimas; al otro boquete que está en el arroyo que llaman del Saladillo (agua buena superior), y es el que solicitamos: por cuyo motivo le puse por nombre el Boquete del Marqués de Sobremonte.
2
"
De dicho boquete (aguas arriba), hasta la orilla del Saladillo, adonde lo pasamos: C.
1
"
De dicho pasa (siempre aguas arriba) atravesando dos cañaditas, al valle de las Ánimas: C.
2
"
Del valle de las Ánimas, a los toldos de la cacica María Josepha: D.
3
11
De los toldos ya citados, a los dos cerrillos, que llaman de los Morritos, que se pasa por medio de ellos.
2
"
De los dos cerrillos Morros, al arroyo del Portezuelo, que entra en el Saladillo.
½
"
De la boca del portezuelo, aguas arriba de él, que también llaman de las Amarillas, (porque se halla en aquel parage una leña larga, delgada y amarilla), a la Pascana, o pradecito del Portezuelo del Obispo (que es el nombre que le dan los españoles) y los naturales solamente de las Amarillas.
½
12
Del Portozuelo de las Amarillas o del Obispo, aguas arriba del arroyo del Portezuelo, al valle que llaman Hermoso, porque lo forma un plan delicioso, ameno y abundante en agua, pastos, aves y leña, con dos buenas lagunas muy espaciosas: C.
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De dicho Valle Hermoso, se atraviesa el arroyo que corre en él; el cual pasa por una angostura, y al sur, precipitándose en el rio Codileufú (que llaman los españoles el rio Colorado), subiendo por una ladera algo empinada, en cuya falda corre un arroyo que llaman de las Cargas, y bajando despues dicha ladera del otro lado, atravesando dicho arroyo, pasamos la noche a la falda de un cerrillo que es escaso de leña y el vallecito se llama, el Vallecito de las Cargas.
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De dicho Vallecito de las Cargas (dejando un camino algo empinado, por el que transitan los indios para ahorrar camino, aunque mucho mas corto) al Valle de las Cuevas, en que hay unas cuevas de piedra en dicho plan.
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Del valle de las Cuevas, que es un plan hermoso, dejando el camino real, porque hay en el medio una piedra muy grande: y porque un chileno que venia con nosotros, llamado Miguel Cornejo, sabía otro camino, o persuadirnos que era mejor que el conocido, mandamos al ayudante al reconocimiento, mientras que nosotros caminábamos aguas arriba, por una ladera escabrosa y algo empinada; y atravesamos dicho arroyo a la...
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De dicho paso, subimos el cerro, y dormimos en los altos y llanadas del Valle Grande, para poder el día siguiente caer en la cordillera del Planchón.
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De los altos y llanadas del Valle Grande, a la orilla de un arroyo que le llaman Colorado adonde caminamos.
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De la orilla del arroyo Colorado, siguiendo varias laderas y vallecitos, fui a dormir en el camino que descubrimos, y al frente de unos cipreses.
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De dicho parage continuamos nuestro viage por el citado rio, y por las faldas y laderas de aquellos cerros, y comimos en el Carrizal.
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Del Carrizal, que es el puesto de don José María Maturana, siguiendo las laderas, y veredas que siguen la direccion del rio, vinimos a dormir al puesto de don Manuel Vergara, que llaman la Quecera.
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De la Quecera, a la estancia de don Manuel Vergara (Rio Claro).
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De la estancia de don Manuel Vergara, a la orilla del Rio Claro; y comimos, en la estancia de don Miguel Vergara.
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De dicha estancia, a la ciudad de San Agustín de Talca, en el reino de Chile.
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EXCELENTISIMO SEÑOR VIREY.

SEÑOR:—

Muy venerado Señor: tengo el honor de remitir á V. E. el itinerario que he formado de la derrota que he seguido desde la capital de Buenos Aires, dirigiéndome por las poblaciones de todas las fronteras, hasta la orilla y márgenes del rio Diamante, en el paso antiguo que llaman de Romero, que es en donde se han abierto los cimientos del nuevo fuerte, llamado de San Rafael. De allí, pasando por los cerritos de la Casa Pintada, por las Salinas que abastecen las ciudades de Santiago de Chile y Mendoza, y á la distancia media de los dos cerros grandes, que es el Diamante al norte, y el Nevado al sur, llegué en un boquete de la Cordillera Grande, que llaman los Manantiales del rio Atué, que es adonde pasa el invierno la cacica D. a Maria Josefa: y aunque con dicha entrada podia haberme trasportado al Valle Hermoso, me pareció, por las noticias que habia adquirido, me seria mas facil hacer mi entrada por el otro boquete porque la direccion para mi regreso debia de ser mas directa. Por la que pasé la noche y el dia siguiente en dicho boquete para instruirme y observar la latitud: pero como hubiese llovido, me ví precisado á salir de dichos manantiales, el dia once, dirigiéndome para el otro boquete, que lo forma un arroyo llamado el Saladillo, agua muy superior, el que con los manantiales forma el rio Atué. Y come dicha entrada fuese la mejor que pudieramos desear para los dignos objetos de V. E., me tomé la libertad de ponerle su nombre. De allí me dirigí aguas arriba de dicho arroyo, hasta llegar á las tolderias del cacique y cacica que nos acompañaban.

En esta primera jornada, aunque buena, se halla en tropiezo de una ladera algo escabrosa, la que se puede componer con mucha facilidad, pues que es de tierra, y una piedrecitas que pueden servir para empedrar el camino; porque no hay rios, precipicios, bajadas ni subidas peligrosas, que puedan impedir el carruage.

De los toldos de dichos naturales, hasta llegar al potrero de D. José María Maturana, las subidas y bajadas, sin peligro ni precipicios, son las mismas que las antecedentes: bien que se deben gastar algunas cantidades, no muy crecidas, para componer el camino, á fin de que puedan transitar toda especie de carruage, porque toda aquella distancia, digo de los citados toldas, hasta la mesita del Planchon, no es mas que un vergel que ha formado la naturaleza.

La citada Cordillera la dividió la naturaleza de tal modo, que en el parage que llaman del Planchon, en donde debia de ser lo mas peligroso, Dios le ha colocado un terreno tan llano, como los Pampas de Buenos Aires, y á proporcion de su longitud y latitud, y con un bueno y hermoso arroyo, el cual está muy abundante de todas especies de aves silvestres y cuadrúpedos, conducentes á la situacion del terreno; como tambien pastos y bastante leña para el abasto de cualquiera tropa que puedan ofrecerse pasar. Porque en toda la extension del boquete ya descubierto, todo abunda para los fines de un viagero económico, y sin asomo de peligro, pues que jamas hemos pensado en descargar una de las diez cargas que traimos para nuestras urgencias, ni menos el apearnos temerosos de algun quebranto.

Pasado el citado Planchon, y dejando el camino que lleva para la villa de Curicó (el que es casi intransitable, por las muchas nieves y barrancos que se manifiestan á la primera vista), y el que conduce aguas abajo para el Valle Grande, se baja la citada Cordillera con une suavidad inexplicable como cuatro leguas; y de allí bajamos, y pasamos dicho rio, el que dista del otro, como cuatrocientas varas, que es el que viene caracoleando desde el Valle Grande: y de dicho paso bajando siempre como una legua, se halla el Volcancito en que hay dos sitios buenos, hermosos y cómodos para tomar baños. En este corto trecho hay una bajada muy corta pero muy mala, cuyo terreno es de tierra y piedrecitas, de fácil composicion, y de un regular gasto; respecto de que dichos arroyos, jamas podrán impedir el transito del carruage, porque la confluencia de los citados arroyos no tienen peligro algun, y el curso de los dos con una regular corriente.

De esta confluencia, hasta el puesto de D. José Maria Maturana, y tambien hasta el parage que llaman de la Quesera, el camino es malo, pero tambien de fácil composicion, pues que el terreno es igual á los antecedentes con corta diferencia. Es verdad que en todo este trecho no hay ladera, vereda, ni camino abierto; pero como hemos seguido la orilla de dicho rio, no costará una suma y regular, por la mucha facilidad de la obra: es verdad que esta maniobra la debe dirigir un facultativo instruido en el arte, y mas bien prático que teórico: y cuando no sea ingeniero de primer órden, á lo menos que sea de segunda, para poderse manejar, y conducirla con mucha economia y prudencia.

De la Quesera hasta la ciudad de San Agustin de Talca, tampoco hay embarazo alguno, aunque la distancia es casi de veinte leguas, pues que el camino es mejor que el que se transita desde la ciudad de Buenos Aires para la villa de Lujan; y que hay dos pequeños rios y un arroyo que atravesar. Pero con la circunstancia, que en todo el citado camino se hallan poblaciones con un vecindario en general muy humano y caritativo; pues lo manifestaron, no solamente con nosotros, sino con toda la tropa y demas que venian agregados.

Esto es cuanto por ahora debo manifestar á V. E., remitiéndome á mi diario; y como debo regresar por el mismo camino, suplico á V. E. se digne dispensar mi demora, prometiendo dar un exacto cumplimiento á la confianza en que me hallo obligado.—San Agustin de Talca, Mayo 16 de 1805.

Jose Sourryere de Sovillac.

NOTAS:

[1] C. y D. son iniciales de comimos y dormimos .

[2] En este punto se concluye la jurisdiccion de la capital, y comienza la de Córdoba. Advirtiendo que, como llegué tarde, no pude observar la latitud, ni tampoco la pude verificar de noche, por hallase el cielo nublado : por cuyo motivo no pude descubrir estrella conocida .

[3] Desde este parage nos volvimos al fuerte de San José, para proseguir nuestra marcha por otro camino.