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U pasaste y tu aspecto mostraba un gesto grave;
Fué así que me infundiste de tu sentir la clave.
Te erguíste y en tus ojos había un dolor tan hondo
Que penetraba en mi alma más allá de su fondo
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Detuviste tu marcha, levantaste tu brazo,
Hería tu sentencia cual destrozante mazo.
Hablaste y de tus labios sangraba la tristeza,
Como lirio entre cardos, cual rosa en la maleza.
"Veinte siglos, dijiste, ¡oh! siglos infecundos;
"Mezquindad e injusticia abruman estos mundos".
Indecisos y estériles de todo bien carecen,
Porque les falta amor, porque su vida mecen
Con febril inconsciencia y con ansias medrosas:
Son máscara de seres, carcoma de las cosas.
Porque su voz es débil y lo que dicen mienten,
Afirman lo que ignoran y niegan lo que sienten.
¡Oh! siglos de mi siglo, ¡oh! vidas de mi vida,
En pleno desvario la lascivia vivida.
Hermanos de mis venas emana vuestra esencia,
Y por mis venas corre sangre de vuestra herencia.
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Vuestro menor pecado va sangrando una herida;
El oprobio es vuestro y mía es vuestra vida.
Hermanos somos todos. ¿Por qué sois tan crueles
Y proseguís la marcha por encurvados rieles?
Hermanos en la vida, hermanos en la muerte,
Humanas criaturas, ¿cual será vuestra suerte?
¿Acaso os olvidasteis de aquel buen Nazareno,
Que con su holocausto os aproximó a su seno?
¿Acaso os olvidasteis cuando partió su entraña
Para injertar la vuestra? y que si tal hazaña.
Alejóle del Hombre, el Padre lo asilaba,
Mientras él desde entonces por vosotros oraba,
Clamaba e imploraba, se deshacía en llanto" ...
. . . . . . . . . . . . . . .
¡Oh! Señor Jesu-Cristo, misericordia, santo
Es tu grande designio, tu bondad infinita
Que aún guardas de tu amor una chispa bendita.
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Destilan aún tus manos aquel sacro rocío,
Con el que ungieras almas y fecundaras brío;
Vierten aún tus ojos una luz sin poniente,
Que abraza y encandila y brilla eternamente.
Piedad para el proscrito que lleva desolado
El corazón sin siembra y el alma sin arado.
Sin pastor que lo guíe, sin una luz que alumbre
Su senda en las tinieblas, su amarga incertidumbre.
Piedad ¡oh! Jesu-Cristo, piedad para el humano
Rebaño, cuya vida va gastándose en vano
Por campos agostados donde caídos yacen;
Piedad porque no saben, no saben lo que hacen.
Misericordia y gracia ¡ Señor tenles piedad,
Misericordia y gracia, con Ti en la Eternidad!
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