The Project Gutenberg eBook of Prehistoria de Puerto-Rico This ebook is for the use of anyone anywhere in the United States and most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this ebook or online at www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you will have to check the laws of the country where you are located before using this eBook. Title: Prehistoria de Puerto-Rico Author: Cayetano Coll y Toste Release date: March 2, 2024 [eBook #73089] Language: Spanish Original publication: San Juan: Tip. Boletin mercantil Credits: Richard Tonsing and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This book was produced from images made available by the HathiTrust Digital Library.) *** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK PREHISTORIA DE PUERTO-RICO *** PREHISTORIA DE PUERTO-RICO POR EL DR. CAYETANO COLL Y TOSTE DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA ESTUDIO PREMIADO POR _La Sociedad Económica de Amigos del País_ EN EL CERTAMEN PÚBLICO DEL 8 DE MAYO DE 1897. LEMA.—Por todas partes la mirada del investigador encuentra la _evolución_: en las tierras del planeta y en las sociedades humanas. SAN JUAN TIP. BOLETIN MERCANTIL 1907 DEDICATORIA _A la Real Academia Española de la Historia._ _Dr. CAYETANO COLL Y TOSTE, SOCIO CORRESPONDIENTE._ TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. ÍNDICE. CAPÍTULO I. El Archipiélago antillano.—Su división geológica.—Banda Norte.—Banda Este.—La corriente ecuatorial.—Opinión de Snider y Valdés Aguirre respecto á que la América estuvo adherida al Viejo Mundo.—Opinión de Humbold sobre la formación del globo.—Las grandes Antillas han estado unidas al Continente americano.—Pruebas geológicas.—Pruebas paleontológicas.—Cia, Poey y Fernandez de Castro.—El futuro Continente Antillano. CAPÍTULO II. La isla de Puerto Rico.—Situación geográfica.—Constitución geológica.— Cordillera central.—Granito.—Diorita.—Serpentina.—Sienita.—Caliza.— Canteras de mármoles, de asperón, de yeso.—Cavernas.—Margas y arenas.— Vetas minerales de oro, cobre, plata, plomo y hierro.—¿Cómo se formó la isla?—¿Ha estado unida al Continente?—Teoría de Moreau de Jonnes en contra.—Opinión de Stahl.—Parecer de Vasconi.—Nuestra opinión.— Paleontología.—Lenguas petrificadas. CAPÍTULO III. Prehistoria y protohistoria.—Indeterminación de fechas.—Thomsen: ley cronológica de la industria humana.—Mortillet: edad de la piedra y sus períodos eolítico, paleolítico y neolítico.—Colecciones etnológicas de Puerto Rico: Látimer, Acosta, Los Jesuitas, Stahl, Neumann, Nazario.— Nuestra colección prehistórica boriqueña.—Restos humanos en yacimientos del interior y de la costa de la Isla.—Fijación social del autóctono boriqueño en el período de la _piedra pulimentada_.—Opinión contraria de algunos autores.—El taller de piedra de la gruta de _Miraflores_, en Arecibo.—Pérdida del lenguaje indo-antillano.—Conservación de los idiomas indios del Continente.—El boriqueño trabajaba también la arcilla.—Utilizaba los huesos de pescado.—Conocía el oro é ignoraba el uso de los demás metales.—Desconocía el uso doméstico de la sal.— Collares de piedra. Los siete collares del tesoro de Caonabó.—Su significación.—La muerte y el olvido tras la Conquista.—Las tribus boriqueñas.—Sus jefes.—El _dujo_.—El boriqueño no había llegado en su civilización al último grado del período neolítico.—Carencia de túmulos.—_Tal vez_ se encuentren algún día. CAPÍTULO IV. Ley histórica: emigración siguiendo el curso de los ríos.—El hombre primitivo de las Antillas procedía del inmediato Continente americano.— La emigración vino de la América meridional.—Error de Guridi y de Stahl al traerlos de la América septentrional.—Los españoles encontraron _dos_ pueblos que se disputaban la hegemonía del Archipiélago: el _Aruaca_ antillano, perdida la memoria de su origen continental, y el _Caribe_, que la conservaba.—Los _Caribes_ procedían de los _Galibis_ continentales.—Invasión caribeña en el Archipiélago.—Superioridad guerrera del invasor.—Derrota del _Aruaca_ indo-antillano.—Informes de Pedro Mártir de Anglería y del doctor Chanca.—Error de Ulloa, que visto _un_ indio estaban vistos _todos_.—Linneo.—Gmelin.—Buffón.—Herder.— Kant.—Hunter.—Blumenbach.—Cuvier.—Moquin Tandon.—Dumeril.—Bory de Saint-Vicent.—D’Orbigny.—Brasseur de Bourbourg.—Retzius.—Virchow.— Broca.—Humbold.—Morton.—Nott.—Dally.—Deniker.—Brinton.—Error de Zaborowski en hacer á todos los indo-antillanos _Caribes_.—El tronco basilio-guaraní.—El _Guaraní_ español y el _Tupí_ portugués eran uno mismo.—Siboneyes, Aruacas y Caribes de Girard de Rialle.—Síntesis.— Razas, sub-razas y razas mixtas.—El _Aruaca_ y el _Caribe_, insulares, constituían dos sub-razas, cuyo entroncamiento estaba en la raza Guaraní de la América meridional. CAPÍTULO V. Nuestras investigaciones sobre los _Aruacas_.—El pueblo de _Aruacay_ en Tierra Firme.—Datos filológicos: _yaya_ é _iguana_.—Exploración de Ordaz.—Los pacíficos _Aruacas_ y los belicosos _Caribes_.—Datos aducidos por Cristóbal Colón.—La intrusión de Cedeño en la gobernación de Ordaz trajo la perturbación en Costa Firme.—Mal ejemplo de los conquistadores disputándose un fortín.—El alzamiento general.—Destrucción de _Aruacay_ y guerra á sangre y fuego.—La cacería de indígenas para sostener las cuadrillas mineras de San Juan y Santo Domingo, y la pesquería de perlas en Cubagua.—Jamás volvió el indio de Tierra Firme á una franca paz, como al principio, porque las expediciones de Ojeda y Guerra fueron también atropelladoras.—Los Oficiales Reales de Santo Domingo dieron lugar á todos estos errores.—Informe de Zuazo.—Informe y sentencia de Rodrigo de Figueroa.—Los _Aruacas_ tenían la misma alimentación que los indo-antillanos y aplicaban los mismos vocablos á sus vituallas.—Los naturales de las islas Trinidad y Cubagua también eran _Aruacas_.—La guerra trajo el error y la confusión.—Aplicación de epítetos al capricho.—Los pacíficos _Aruacas_ ocuparan primero á Venezuela y Colombia é iban siendo suplantados por los belicosos _Caribes_.—La Filología confirma esta tesis. CAPÍTULO VI. El tipo indio boriqueño.—La indígena.—El indiezuelo.—Error de Íñigo Abbad.—Facultades mentales del aborigen.—La vida en tribu ó clan.— Gobierno paternal.—El _cacique_ ó jefe supremo de la tribu.—El _bohique_ ó curandero augur.—El _nitayno_ ó sub-jefe.—Tres categorías en los jefes.—El _naborí_, especie de vasallo pechero.—La aldehuela.—El aduar _Guaynía_, del cacique _Agüeybana_, radicaba al Sur de los campos de _Boriquén_.—Fué primero la población del pacífico _Agüeybana_, cacique principal de la Isla, y luego de su hermano el valiente _Guaybana_.—Los poblejos indios ó _yucayeques_.—Las rancherías _Guaynía_, de Agüeybana; _Aymaco_, de Aymamón; _Yagüeca_, de Urayoán; _Guajataca_, de Mabodamaca; _Abacoa_, de Arasibo; _Otoao_, de Guarionex; _Sibuco_, de Guacabo; _Toa_, de Aramaná; _Guaynabo_, de Mabó; _Bayamón_, de Majagua; _Jaymanío_, de la cacica Yuisa; _Cayniabón_, de Canóbana; _Turabo_, de Caguax; _Guayaney_, de Guaraca; _Guayama_, de Guamaní; _Jatibonicu_, de Orocobix; _Macao_, de Jumacao; y _Daguao_, de Yuquibo.—El _caney_ ó casa del cacique.—El fuego.—El boriqueño más adelantado que el nativo de algunas de las islas Marianas.—La poligamia.—La compra de la mujer.—El _colesibí_ y el _guanín_ como dote.—Ninguna ceremonia religiosa para el casamiento.—El _matriarcado_ para heredar.—_Guaybana_ heredó á _Agüeybana_, y no los hijos de éste.—El boriqueño no era adúltero.—Las ablusiones.—El _tatuaje_.—El achiote ó _bija_.—La _jagua_.—El boriqueño no practicaba el hurto.—Respeto á la propiedad en los primeros tiempos de la colonización.—Alimentación del indígena.—Sus bebidas.—Uso del tabaco.—Desconocimiento de la sal para adobar su comida.—Estadios públicos.—Juegos de pelota.—_Bato_ y _batey_.—El baile.—Enfermedades y cuidados del curandero.—El ben purgativo ó _tau-túa_.—El agua fría y el masaje.—Por qué aceptamos en el boriqueño un estado político-social-religioso. CAPÍTULO VII. El indo-antillano tenía religión.—Los tres frailes Pane, El Bermejo y Tisím.—Dos grandes agrupaciones de cultos religiosos: el animismo difuso y el condensado.—¿Qué culto correspondía al indígena boriqueño?—Sitio religioso del indo-antillano en el animismo difuso.—Amuletos ó dioses penates.—Los _zemís_.—El totemismo.—Zoolatría.—Fitolatría.— Antropomorfismo.—Ídolos para proteger las sementeras, obtener la lluvia, facilitar los partos, conseguir caza, pesca y ayuda en los combates.—El espíritu benéfico morador de Luquillo.—_Yucajú_, convertido en _Yukiyu_, dios bienhechor de _Boriquén_.—Los dioses penates ó _zemís_, eran irradiaciones de _Yucajú_.—El espíritu maléfico de _Boriquén_ venía de fuera.—_Juracán._—Los fantasmas nocturnos, ó _maboyas_, eran irradiaciones de _Juracán_.—Los adoratorios.—El _bohique_ ó augur curandero.—Ofrendas.—El _cojoba_.—Consejo de jefes y toma del _cojibá_.— Stahl niega religión á los boriqueños.—García les concede astrolatría á los haytianos.—Parecer de Colón, Mártir de Anglería, Pane, Las Casas y Oviedo respecto á la astrolatría indo-antillana.—Nuestra opinión.— Nebulosa concepción de ultratumba entre nuestros aborígenes.—Idea del bien y del mal.—No podían comprender, en su estado _neolítico_ ó de la piedra pulimentada, la unidad absoluta de Dios. CAPÍTULO VIII. El indio boriqueño, en la época colombina, era ya agricultor.—Sementeras en camellones.—La _coa_.—El conuco.—Cultivo de la yuca como alimento fundamental de la tribu.—Como se prepara el _casabí_.—El _uikú_, bebida hecha con casabe fermentado.—El vinagre de la _naiboa_. El maíz ó _maisí_.—El boriqueño comía tostado el maíz.—Hacía también de él la bebida fermentada la _xixá_.—Ignoraba hacer pan de maíz como los de Tierra Firme.—La batata y los boniatos ó _ajes_.—Sus variedades.— Cultivos secundarios: el _lirén_ y el _maní_.—El boriqueño utilizaba sin sembrarlos la _yahutía_, el _mapüey_, la _imocona_, el _guayaru_ y otras raíces.—Entre las frutas cultivaba la yayama ó piña dulce; y cosechaba las otras frutas al capricho.—Cultivo del _ají_, del tabaco y de la _tautúa_.—Aprovechamiento del algodón, _majagua_ y _maguey_, sin plantarlos.—Tejidos.—Cordelería.—Tintorería.—Zumos de la _jagua_, de la _bija_ y del _jikileti_.—La cabuya.—Las _jabas_.—El tallado y pulimento de la piedra. Canteras destinadas á este fin.—La cueva de _Miraflores_, en Arecibo.—El taller indígena.—El hacha ó _manaya_.—El almirez.—Los collares.—Los _zemís_ ó dioses penates.—Los _guayos_.—El _colesibí_.—La _tatagua_.—La alfarería.—Objetos de madera.—La macana.—Arcos y flechas.— La azagaya de _cupey_.—Utensilios domésticos de higüera.—Objetos de hueso.—El boriqueño como cazador y pescador.—El aborigen estaba en harmonía con el período histórico que atravesaba y su medio ambiente. CAPÍTULO IX. Lenguaje boriqueño.—Lengua general indo-antillana.—Dialectos.—Datos del Diario de Colón.—Su carta desde Lisboa á los Reyes Católicos.—El dialecto de _Macorix_.—Fray Román Pane.—Cristóbal Rodriguez.—Datos de Bernal Díaz del Castillo.—Informes del padre Raymond Breton.— Imposibilidad de los primeros misioneros para recoger el idioma indo-antillano.—Las reliquias de la lengua general de las Antillas en ríos, montañas, árboles, frutas, lugares, puertos, cabos etc.—Lo mismo en aves, peces y objetos domésticos.—Alguna que otra palabra en los Cronistas.—Dos ó tres frases.—Error de Juan Ignacio de Armas y otros escritores en la manera de explicar las voces indo-antillanas.—El idioma indo-antillano se formó con el trascurso del tiempo, pues la separación de las tribus _Aruacas_, que invadieron el Archipiélago era muy remota, hasta el punto de haber perdido el recuerdo de ella.—Enlace del habla _Aruaca_ continental y del idioma indo-antillano.—Datos á granel en los mapas.—Viajeros modernos.—Sagot.—Los hermanos Hernhutes de Zittau.—El misionero Schultz.—Enlace del habla _boriqueña_ y del habla _caribe_ insular.—Su origen continental.—El lenguaje _boriqueño_ era rico en vocales y de muy dulce conversación.—El aborigen tenía una aspiración parecida á la del árabe.—La fijaron los Cronistas en las voces con una _h_.—Pruebas de la aglutinación y del polisintetismo. El estudio de los restos del idioma indo-antillano nos ha dado una prueba fehaciente de que el origen del _indo-boriqueño_ está en el _Aruaca_ de la América meridional. CAPÍTULO X. Vocabulario español-boriqueño.—El vocablo boriqueño comparado con el _caribe_ insular y el _caribe_ continental.—Comparación con el _galibi_, el _aruaca_, el _rucuyano_ de la Guayana, el _guaraní_, el _kogaba_, el _chibcha_, el _maya_, el _nahuatl_, el _quiché_ y el _dakota_.—Es decir, comparar los restos del lenguaje de _Boriquén_ con el caribe de _Sibuqueira_ (Guadalupe) y _Cayrí_ (Domínica); y con idiomas del Continente meridional y septentrional.—Estos vocablos, que poseemos, proceden del escrupuloso estudio de los Cronistas, Las Casas, Pedro Mártir de Anglería, Oviedo, Fernando Colón, el Diario del Gran Almirante en su primer viaje, el Informe de fray Román Pane, los trabajos del Padre Raymond Breton, las gramáticas y léxicos de los idiomas indo-americanos y los documentos inéditos del Archivo de Indias.—Además, son algunos el eco fiel de la tradición, conservada en algunos lugares de la Isla, en árboles, frutos, frutas, ríos, montañas, aves, peces y utensilios, que eran del uso del indígena de _Boriquén_.—Junto á la palabra _boriqueña_ irá una abreviación, indicando el otro idioma con que se compara.—Las abreviaciones son _Ci., caribe insular_.—_Cn., caribe continental._—_Chb., chibcha._—_Gl., galibi._—_Gní., guaraní._— _Ar., aruaca._—_Kg., koggaba._—_Ru., rucuyano_ de la Guayana.—_My., maya._—_Ntl., nahuatl._—_Qé., quiché._—_Qchú., quichúa._—_Dk., dakota._— _DD., dené-dindjiés_ (Pieles Rojas).—A la _h_, que aparece en los cronistas, como significando la aspiración de la fonética indígena, la sustituímos por la _j_. Y á la _qu_, que son dos letras, por la _k_, que es una sola, y puede representar el mismo sonido español, evitando errores de pronunciación. CAPÍTULO XI. Estudio de la oración dominical en el lenguaje de algunas tribus indígenas.—Pérdida de la traducción en el lenguaje indo-antillano.—El _padre nuestro_ en caribe Continental, conservado por el venezolano Figuera Montes de Oca.—La misma oración conservada en caribe insular por el padre Raymond Breton.—Recopilación de la traducción del _padre nuestro_ en lenguas indo-venezolanas por Arístides Rojas.—La oración dominical en _tupí-guaraní_.—La misma, en el lenguaje actual de los _arhuacos_ de la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia, recogida por el presbítero Celedón.—Un esfuerzo de construcción de una plegaria religiosa en lenguaje indo-antillano, par_a_ que se note la harmonía y suavidad del idioma de los indios de las Antillas. CAPÍTULO XII. Vocabulario indo-antillano.—Estudio de voces indígenas, que se conservan en los Cronistas.—Estudio de palabras, que se cree proceden del lenguaje aborigen y es un error, porque vienen de otros idiomas.—Apoyo de nuestras opiniones con la cita oportuna del Cronista, que ha conservado la palabra indígena.—Estudio filológico de algunos vocablos boriqueños y lo que significan en español.—Pruebas de la aglutinación y del polisintetismo en el lenguaje boriqueño. CAPITULO I. El Archipiélago antillano.—Su división geológica.—Banda Norte.—Banda Este.—La corriente ecuatorial.—Opinión de Snider y Valdés Aguirre respecto á que la América estuvo adherida al Viejo Mundo.—Opinión de Humbold sobre la formación del globo.—Las grandes Antillas han estado unidas al Continente americano.— Pruebas geológicas.—Pruebas paleontológicas.—Cia, Poey y Fernández de Castro.—El futuro Continente Antillano. La isla de Puerto Rico corresponde al Archipiélago de las Antillas; á este hermoso grupo de islas, las más privilegiadas del mundo, que enclavadas entre los dos Continentes americanos y arrulladas por las azules ondas del Mediterráneo Colombino, se extienden en semi-círculo, desde las anchas desembocaduras del Orinoco hasta frente al cabo Catoche. El Archipiélago antillano se acerca por las islas Lucayas á la península de la Florida, por las islas de Sotavento y Trinidad á las costas de Venezuela y por la isla de Cuba á la península de Yucatán. Casi en medio de esta gran cadena comba se destaca nuestra isla, entre los 17 y 18 grados de latitud Norte y los 59 y 61 grados de longitud Oeste, del meridiano de San Fernando. La costa septentrional de la América del Sur describe una línea curva, que completada por otra línea que traza el Sur de las Antillas, da lugar á la formación de una gran hoya, de forma elíptica, donde agita sus aguas el mar Caribe, mar de las Antillas ó Mediterráneo Colombino. Este mar está cerrado al S. S. O., mientras que al N. y E. está abierto por una multitud de canales, que separan entre sí las antillanas islas, las que, de diferente tamaño, forman dos bandas distintas: una al Norte y otra al Este. La banda de islas al Norte está formada de islas _estratificadas_: constituidas por rocas eruptivas antiguas, acompañadas de depósitos sedimentarios de diversas edades, desde el terreno silicoso hasta los calcáreos, conchíferos y madrepóricos de época reciente, que se continúan por los arrecifes de las islas Lucayas. Comienza, en realidad, esta banda por un apéndice calcáreo en el pequeño grupo de San Martín y San Bartolomé, al cual suceden las islas Vírgenes; y por San Thomas, Vieques, Culebra sigue á Puerto Rico, Mona y Desecheo hasta las alturas del _Cibao_ y pico del _Yaque_, nudo central de la isla de Santo Domingo. Allí se bifurca: una rama continúa su dirección por la península haitiana, yendo por el cabo Tiburón en busca de las _Montañas Azules_ de Jamaica; la otra rama se dirige al N. O. y vuelve á unir, bajo las aguas del mar, la isla de Santo Domingo, por el cabo de San Nicolás y y cabo Maisí, á la isla de Cuba; la cual después de aproximarse á la punta de la Florida se inclina hacia Yucatán. La _Sierra Maestra_, desde cabo Cruz á Santiago de Cuba, tiene una dirección casi paralela á los ejes de Santo Domingo y Puerto Rico: así como el ramal que desde el _Cibao_ se dirige al cabo Tiburón, en la dominicana isla, corresponde con el cortado é interrumpido de las _Montañas Azules_ de Jamáica. Por lo que es de suponer sean de una misma época geológica, pues, según Elie de Beaumont, las cadenas de montañas paralelas en su dirección son generalmente de igual edad. Parece que el _Continente Antillano_ tuvo por nudo y trabazón de estas cordilleras el gran triángulo oriental de Cuba; la _Sierra Maestra_, según Humbold, Lasagra y Latorre; y la _Sierra Haitiana_, según Schomburgk, Poey y Pichardo. La banda Este del Archipiélago antillano está formada de una hilera doble de pequeñas islas, que se llaman las islas de _Barlovento_ y de _Sotavento_. Las primeras están comprendidas entre el cabo Paria y la isla de Puerto Rico; las segundas están situadas á lo largo de _Costa Firme_, desde el golfo de Cariaco al golfo de Maracaibo. La primera hilera, con un poco que nos fijemos en un mapa de las Antillas, se verá que se desdobla á su vez y comprende una docena de pequeñas islas volcánicas, formando dos alineamientos, que vienen á cortarse en la Martinica, bajo un ángulo muy obtuso, lo que da al conjunto el aspecto de Una curva, cuya convexidad mira al Atlántico; y otra segunda línea de islas, colocadas con menos regularidad, casi exclusivamente compuestas de calcáreo moderno, y en el número de las cuales debe contarse la isla de Trinidad, que marca la unión de las islas calcáreas al Continente Sud-americano; y la Barbadas,[1] arrojada 60 millas de las otras, en pleno Atlántico. Estas islas constituyen una cadena exterior, que al primer golpe de vista, parece no tienen ninguna relación con la hilera anterior; pero un examen atento demuestra, que estas dos cadenas se tocan y que la isla de Guadalupe es el punto de encuentro. La Guadalupe es, en efecto, la única de estas islas, donde se encuentra una isla calcárea unida á una isla volcánica.[2] Todas las islas, que preceden de S. á N.—Granada, San Vicente, Santa Lucía, Martinica y Domínica—son exclusivamente volcánicas, sin trazas importantes de depósitos calcáreos. Después de Guadalupe la cadena se desdobla y se continúa, de un lado, por las islas de San Cristóbal, Monserrate y Santa Cruz, con las grandes Antillas; y del otro, por las islas planas y calcáreas de Antigua, Nieves, etc., á las Lucayas y á la península de la Florida donde termina su evolución geonósica[3]. De manera, que podemos considerar, que hacia el golfo de Paria una cadena de montañas primitivas de la América del Sur se hunde bajo el mar á una cierta profundidad y se prolonga horizontalmente hasta el grado 18 de latitud N., y que sobre este prolongamiento submarino se han producido levantamientos formados de capas de terrenos de diferentes caracteres, lo que indica pertenecen á épocas diversas, pero no muy lejanas: éstas son las islas calcáreas de _Barlovento_; y, posteriormente, siguiendo una línea casi regular, que sirva de limite en este sentido al Mar Caribe, se ha hecho un trabajo eruptivo, del cual los centros, tan pronto aislados, tan pronto dispuestos por grupos, han dado nacimiento á la serie de islas llamadas volcánicas.[4] La línea montañosa de las Antillas debe ser considerada como la cresta, apenas elevada en sus puntos culminantes, de una cadena de montañas, que inclinada en pendiente muy dulce hacia el litoral americano se sumerje bruscamente, al contrario, hacia la depresión atlántica. La gran corriente ecuatorial penetra en el mar de las Antillas por los canales, que dejan entre sí las islas, cuyos canales tienen menos extensión que las tierras que separan. Según Maury, el célebre director del Observatorio de Washington, la profundidad de estos canales no pasa de mil brazas (1,830 metros): é igual sucede con los mayores sondajes del Golfo de Méjico. En cambio, según el mismo Maury, frente á las islas Lucayas, Puerto Rico y las pequeñas islas de Barlovento tenemos una profundidad, en el Atlántico, de 2, 3 y 4 mil brazas, á medida que penetramos mar á fuera; y entre las islas Bermudas y el Banco de Terranova está la mayor profundidad, que rebasa de 4 mil brazas (17,320 metros).[5] La corriente ecuatorial penetra, atravesando el Mar Caribe, hasta el fondo del Golfo Mejicano y remonta, en seguida, hacia el N. por el canal de Bahama. Las potencias reunidas de esta corriente y de los alisios del E., ejerciéndose en sentido inverso del movimiento rotatorio de nuestro planeta, explican muchos de los caracteres físicos de estas tierras, principalmente la estrechez de las grandes Antillas de N. á S., sobre todo la de la isla de Cuba, en cambio de sus prolongamientos de E. á O. Mr. Snider[6] opina, que con el mapa á la vista, tenemos la prueba de que la América se separó del antiguo mundo, y de que toda su extensión corresponde perfectamente á la parte O. de las costas de Europa y Africa. Si la correspondencia es más visible á partir de los 30 gr. latitud N. hasta el cabo de Magallanes, es porque el espacio ó mar, que separa los dos Continentes, está menos sembrado de islas diseminadas á causa del cataclismo. La proyección formada por las Islas Británicas corresponde á la amplia entrada de la Bahía de Baffin. La prominencia de la costa americana en New-founland á la Bahía de Vizcaya. La parte saliente del Africa, desde el Cabo Verde hasta el Sur de Liberia, entraría muy bien en el mar de las Antillas y Golfo Mejicano. Por el contrario, la parte saliente del Brasil corresponde al golfo de Guinea en Africa, en el que se acomodaría perfectamente. Don Fernando Valdés y Aguirre, catedrático de la Universidad de la Habana,[7] tenía igual opinión que Snider.[8] Heer, en su _Flora tertiaria Hervetia_, hace ver la analogía que existe entre la Flora de los Estados Unidos y la _miocena_ de la Europa central. Mr. Conrad ha demostrado la identidad específica de las conchas terciarias de la América del Norte en las capas análogas de Francia. Unger ha descubierto, en el estudio de las floras fósiles del antiguo y nuevo mundo las mismas semejanzas. Pomel, Aymard y otros zoólogos manifiestan lo mismo respecto á ciertos vertebrados, especialmente al Mastodonte. En los lignitos del cabo Mondego (costa occidental de Portugal) las investigaciones del eminente geólogo portugués Carlos Ribeiro han descubierto la existencia de toda una flora americana.[9] Es de creer, pues, que esta unión ó comunicación existió para la época terciaria. Sin que aceptemos la _Atlántida_, creación imaginaria de Platón, como los viajes astronómicos de Cyrano de Bergerac y las aventuras modernas de Julio Verne.[10] Las islas Canarias, son de moderna creación volcánica y no los restos de las antiguas tierras, que unieron á Europa con América. Según Humbold,[11] la tierra no se ha formado de un solo impulso, y su aparecimiento es debido á grandes fuerzas subterráneas, que arrancando de la primera época de los terrenos paleozóicos siguió los períodos de su formación hasta los terrenos terciarios; y, poco á poco, después de una prolongada serie de levantamientos y hundimientos sucesivos, ha llegado á completarse por la aglutinación de pequeños continentes, hasta entonces aislados, para finalmente presentar el aspecto actual. Las grandes Antillas han estado unidas al Continente vecino. La geognosia y la paleontología lo comprueban. Una formación sedimentaria, depositándose siempre en capas más ó menos horizontales, no puede aparecer en _estratos_ inclinados sino á consecuencia de dislocaciones, posteriores á su depósito. Una cadena de montañas es, como línea de relieve, más joven que las capas que ella ha levantado, y más antigua que las que han venido después á apoyarse horizontalmente contra sus flancos. Es indudable que las partes de la tierra correspondientes á las grandes Antillas han formado todas ellas un cuerpo unido al Continente Americano; especialmente, cuando la corteza del globo gozaba de una movilidad más ó menos grande. Llegada la época de las primeras dislocaciones, pues la Geología reconoce varias, aunque dos principales á causa de su generalidad, surgió en la zona correspondiente á las grandes Antillas una línea de relieve, esbozándose en ese período, las montañas antillanas, hacia los tiempos secundario y terciario. Sabido es, que las lluvias de agua caliente, que caían en la época primitiva sobre los picos montañosos y las agujas graníticas del globo, y también los torrentes que se precipitaban á lo largo de sus flancos en los valles, desprendían los diversos silicatos, cuyos despojos terminaron por formar inmensos bancos de arcilla y de arena cuarzosa, que fueron los primeros terrenos modificados por la acción del aire y de las aguas, y los primeros sedimentos depositados por el mar. Por otra parte, por las fisuras de la corteza del globo, hacia el período _devoniano_[12] de la época de _transición_, se escapaban las aguas hirvientes, teniendo en disolución bicarbonato de cal y, algunas veces, bicarbonato de magnesia. Estas aguas calcáreas, mezcladas al mar, lo cargaron de sales de _cal_, que fueron depositándose poco á poco, y, desde este período en adelante, formando los _terrenos calcáreos_. Ahora bien, las montañas antillanas, surgiendo del fondo de los mares y elevando los terrenos sedimentosos, no son exclusivamente graníticas, sino compuestas también de rocas _esquistosas_, que estaban depositadas en las aguas, y las fisuras que se formaron en la costra térrea al verificarse esta primera dislocación, se llenaron de granito y de compuestos metálicos diversos como oro, cobre, hierro, etc. A la segunda época de las dislocaciones del globo, que podemos referir al fin del _eóceno_ y principio del _plióceno_, se acentuaron estas montañas antillanas, encontrando alguna resistencia en su dirección, ya debida al primer levantamiento granítico ó á los grandes sedimentos; y por lo tanto, sufrieron alguna variación en su gran eje. Según el ingeniero español don Policarpo Cia[13] las _Sierras de Najaza_ y _Chorrillo_ en Cuba, no son sino restos de otras masas mayores. Y, en Santo Domingo, el monte _Tina_, al S. E. del pico de _Yaque_, y al cual Schomburgk atribuye mayor altura que á este último, no corresponde directamente á la cordillera central del _Cibao_. Después, en los tiempos en que se redondeaba el actual Continente europeo y concluían de levantarse las cadenas de los Apeninos en Europa y de los Andes en América se destrozó el que nosotros llamamos _Continente Antillano_. A este gran levantamiento para constituir los Andes corresponde el hundimiento de parte de la cadena antillana y la creación de las islas colombinas, viniendo luego la caliza, los aluviones y los bancos madrepóricos á dar la forma que caracteriza actualmente á las grandes islas de nuestro Archipiélago. La Geología nos induce á creer en esta unión de las grandes Antillas al Continente. En la Jamaica existe un calcáreo conchífero de color claro cuya fauna presenta una semejanza sorprendente con la creta de Gosau.[14] La presencia de estos políperos cretáceos sobre el borde occidental del Atlántico autoriza la suposición, que, en esa época, la Europa debía estar unida á la América, ya por una cadena de islas ya por un continente, ocupando el sitio del Atlántico Norte.[15] El _oligoceno_ de la vertiente atlántica de los Estados Unidos está formado por el calcáreo _Vicksburg_, rico en numulitas y en orbitolitas (orbitoides Mantelli) y forman la edad _orbitoica_ de Heilpin. El calcáreo de orbitoides Mantelli se encuentra en las Antillas y la gran analogía de los yacimientos _oligocenos_ de estas islas, con los de Vicenti y Malta, da á suponer que, en esta época una costa continuada ó una cadena de islas unía á la América con la Europa.[16] Por la Paleontología sabemos hoy, que en el período _post-terciario_, continuaban unidas aún las grandes Antillas al Continente Americano, en virtud de los restos fósiles de animales de esa misma época hallados en Cuba y Santo Domingo. En Puerto Rico se han encontrado ya las _lenguas petrificadas_, que fueron los primeros hallazgos en Cuba. Es de creer, que para los tiempos de esa unión la tierra desde el Ecuador á las dos extremidades del eje del globo formaba una especie de pradera sin límites, y una inmensa alfombra de verdura cubría, por todas partes, su superficie.[17] Pastos tan abundantes eran necesarios para proveer al entretenimiento de esta prodigiosa multitud de herbívoros de gran talla, cuyas osamentas gigantescas admiramos, gracia á la paciente y sabia labor del gran Cuvier.[18] Los fósiles recogidos por el señor Cia, en San Lázaro, cerca de la Habana, y en las calizas terrosas de Jaruco, consistentes en dientes antidiluvianos del _Carcharodon megalodon_, Ag., denominados por el vulgo _lenguas petrificadas_,[19] y los hallazgos del sabio naturalista don Felipe Poey y del ingeniero don Manuel Fernández de Castro[20], que en la _Majagua_ (Unión), en _Bainoa_ (Jaruco) y en _Ciego Montero_ (Cienfuegos) han encontrado fósiles de mamíferos, dientes molares del _Equus_, contemporáneo del Megaterio, colmillos del _Hipopotamus major_, y la quijada inferior de un Edente, el Miomorphus,[21] comprueban “que el territorio cubano formó parte de dicho continente, cuando se encuentran en su suelo tan perfectamente conservados los restos de los hipopótamos y de los edentados, que vivieron en la última época de los terrenos terciarios, según unos, y en la cuaternaria ó _post-pliocena_, según otros.”[22] En el período post-plioceno,[23] vino, pues, el desgarre y rotura del Continente Antillano, su fraccionamiento, y la creación del Golfo de Méjico y del Mar de las Antillas, con la formación del _Gulfstream_. La corriente ecuatorial debió influir poderosamente en las temperaturas del Continente europeo, porque á su salida del canal de la Florida marcha con una velocidad de 2 metros 57 centímetros por segundo, y arroja en medio de un mar, cuya temperatura no es más que de 18 grados, aguas calientes de 25. Hoy día ejerce este tibio río submarino sobre el clima de la Europa septentrional una bienhechora influencia, debida casi toda á las circunstancias geográficas del Mediterráneo Colombino, lo que sin duda no ha existido siempre y está expuesto á desaparecer el día en que las islas antillanas formen una cadena de montañas, continuada con la costa americana[24] La vida submarina en el Mar de las Antillas y en el Golfo de Méjico presenta una riqueza zoológica tan extraordinaria y una abundancia de depósitos calcáreos tan acentuada, que probablemente en futuros siglos se constituirá de nuevo el _Continente Antillano_. De 1877 á 1879 se recogieron en estas aguas, á 3500 metros de profundidad, 214 especies de crustaceos, de los cuales 134 eran nuevos para la ciencia.[25] Es verdaderamente prodigiosa la abundancia de organismos en las aguas de esta zona tropical. Rindiendo Mr. Murray cuenta del resultado del crucero _Challenger_ ha hecho notar, que si los organismos son tan numerosos en las cien primeras brazas como en la vecindad inmediata de la superficie, se puede estimar en seis toneladas la cantidad de carbonato de cal contenido por cada kilómetro cuadrado de esta zona, bajo la forma de carapachos calcáreos de organismos. Estos seres inferiores, cuando mueren, caen en lluvia contínua al fondo, donde su materia orgánica sirve de alimento á animales más superiores. Datos científicos, que están en consonancia con los de Agassiz[26], que asevera, que á las corrientes calientes de la superficie corresponde una rica fauna en la profundidad, y que en ninguna parte este resultado se marca mejor que en los citados mares, antillano y mejicano, entre dos mil á cinco mil metros, por debajo de la superficie. Ahora bien, cuando el agua del mar contiene en suspensión una suficiente cantidad de sales calcáreas, la evaporación rápida, á la cual está sometida sobre ciertas playas, es suficiente para determinar la precipitación del carbonato de cal, que sirve, entonces, de cemento para aglutinar los fragmentos de arena á los despojos de conchas. Estos son los fenómenos de aglutinación por las aguas marinas. En el Mar Caribe el fenómeno de la formación contemporánea de piedras se produce ampliamente, bajo la acción del sol, que lleva la temperatura del agua del mar, en la superficie, hasta los 32 grados. La toba de la isla de Guadalupe, célebre por el esqueleto de un caribe, que allí se encontró, pertenece á esta formación.[27] Cuando Humbold recorrió la costa que se encuentra en Cuba desde Batabanó á Cienfuegos, hablando de estos hacinamientos calizos[28] dice: “Por la sonda se ve, que son rocas que se levantan precipitadamente sobre un fondo de 20 á 30 brazas. Unas se hallan á flor de agua y otras exceden de la superficie un cuarto á un quinto de toesa.” Lo mismo ocurre en diferentes puntos de las costas de Santo Domingo[29] y Puerto Rico. Con tal acumulación de productos calcáreos en el Mediterráneo Colombino se va levantando lentamente el suelo, y formándose esos inmensos bancos madrepóricos en torno de las Antillas, que hoy _cayos_, y mañana _isletas_ é _islones_, servirán como intermediarios para entorpecer primero, y desviar después, la corriente ecuatorial: y encauzándola probablemente por dos grandes canales, unir en siglos venideros, las islas entre sí y formar de nuevo el Continente Antillano. CAPITULO II. La isla de Puerto Rico.—Situación geográfica.—Constitución geológica.— Cordillera central.—Granito.—Diorita.—Serpentina.—Sienita.— Caliza.—Canteras de mármoles, de asperón, de yeso.—Cavernas.— Margas y arenas.—Vetas minerales de oro, cobre, plata, plomo y hierro.—¿Cómo se formó la isla?—¿Ha estado unida al Continente?—Teoría de Moreau de Jonnes en contra.—Opinión de Stahl.—Parecer de Vasconi.—Nuestra opinión.—Paleontología.— Lenguas petrificadas. Hemos dicho, en el capítulo anterior, que la isla de Puerto Rico ocupa casi el centro de la cadena circular que forman las islas antillanas en el Mediterráneo Colombino, y que está situada á los 17 y 18 gr. de latitud N. y los 59 y 61 gr. de longitud O. del meridiano de San Fernando.[30] La cordillera central puertorriqueña, cadena irregular de montañas dominando algo más hacia el sur el rectángulo que forma la isla, está dirigida de E. á O. y guarda cierto paralelismo con las de las islas de Santo Domingo, Cuba y Jamaica, lo que induce á creer, según la ley geognóstica de Elie de Beaumont[31], que esta cordillera es contemporánea con la de la _Sierra Maestra_ de Cuba, la del _Cibao_ en Santo Domingo y las _Montañas Azules_ en Jamaica. [Illustration: Fig. 1ª. Fig. 2ª. Bandas ó Collares. Fig. 3ª. Dujo.] Esta quilla central de la isla de Puerto Rico se compone de rocas eruptivas antiguas, sobre todo, grandes masas de _diorita_ y _serpentina_ en las regiones central y occidental; y de _granito_, especialmente _sienita_, en la región oriental. En Luquillo[32], Gurabo, Naguabo, Juncos, las Piedras, San Lorenzo, Maunabo y Yabucoa dominan gigantescas masas graníticas en las elevadas sierras. En la Pandura los bloques de granito señorean las cúspides; y en las montañas de Cayey y en las cuchillas de San Germán y Añasco imperan colosales bloques en sus altos picachos. Atravesando esta montaña por la vía que conduce de Yabucoa á Maunabo, hemos recogido muy buenos ejemplares de granito; formando el cuarzo, el feldespato y la mica curiosas variedades. Dan morfología á la isla los depósitos sedimentarios de diversas edades; predominando, en las ramificaciones montañosas y en las estribaciones colaterales del eje central, la _calizà_.[33] Esta es, en unas partes, compacta y resistente, y en otras, áspera y porosa. Así tenemos las variedades de _mármoles_ de Río Piedras, Caguas, Naguabo, Cayey y Coamo; las canteras de _yeso_ y _piedra blanca_ de Juana Díaz y Ponce; y las de _asperón_ de la Moca. De esta misma caliza ha generado la socavación de las aguas y sus arrastres, con el trascurso de los tiempos, amplias y vistosas cavernas, que en un tiempo fueron lugar de vivienda de los indios, pues conservan en sus paredes los _zemies_ esculpidos, á manera de dioses penates. Las cuevas de Aguas Buenas, las de Lares y las de Miraflores y el Consejo, en Arecibo, son las más hermosas de la isla. Los _llanos_ de las alturas, y de algunos puntos de las costas, están ocupados por margas compactas, llamadas en el país _barro sipey_, salpicadas á trechos de depósitos arenosos, arrancados á las rocas de las montañas inmediatas y acompañadas también de alguna escasa tierra vegetal. Otras margas, muy cargadas de óxido de hierro, y, tomando los aspectos rojo y amarillo de este mineral, constituyen los terrenos llamados _barro colorado_ y _barro amarillo_, alternando también con grandes bancos de _arenisca_. Las extensas _vegas_, regadas por los ríos que bajan de la cordillera central en dirección N. y S.; principalmente las cuencas del Plata, del Loiza, del Sibuco, del Manatí, del Grande de Arecibo y del Añasco están sobrecargadas de terrenos modernos de _aluvión_, compuestos de los desgastes de los picachos arenosos y calizos de las montañas vecinas, de abundante tierra vegetal y de cantos rodados, en un todo arrastrado por las aguas. En los otros ríos, de segundo orden, acontece lo mismo. Los montículos que figuran al N. de la vega de Yabucoa tienen un extenso yacimiento de cuarzo cristalizado, merecedor de ser explotado en industrias de porcelana y cristalería. En las vertientes de la sierra de Luquillo se descubren vetas minerales acompañadas de caliza compacta, principalmente por Naguabo y Juncos; y también en Ponce, Lajas y Maricao. Varios ríos y quebradas arrastran _arenas auríferas_[34]; los ríos Mameyes, Río Prieto, Sabána, Fajardo, Gurabo, Espíritu Santo y Río Grande, cuyos criaderos están en el _Yunque_, arrastran pepitas del preciado metal; así como las _quebradas_ Filipina, Cajones, Guaraguao, La Mina, La Máquina, Tabonuco y Anón, afluentes del Mameyes. Las cuencas hidrográficas de los ríos Corozal, Negro Congo, Sibuco y Mabiya también arrastran _arenas auríferas_. Y también hay criaderos en Coamo, Mayaguez, San Germán y Yauco. Hay mineral de _plata_ en Naguabo, Corozal, Río Grande, Fajardo, Lajas y Las Piedras. De _plomo_ en Guayama y Naranjito. De _cobre_ en Río Blanco, Gurabo, Naguabo, Corozal, Ciales, Jayuya, Maricao, Guayama y Ponce. Y el mineral de _hierro_ abunda en Loiza, Juncos, Humacao, Gurabo y San Sebastián. En el cerro de Malapascua, _carbón de piedra_; y _lignitos_ en Utuado. Vienen á terminar la configuración de la isla los conglomerados de fósiles, de varias formas y dimensiones, como los hallamos en las canteras del Islote, en Arecibo, en las de Toa-Alta, Punta de Salinas, el Condado, etc., y con especialidad en las playas, donde los _detritus_ de conchas y corales forman grandes depósitos, cuya agregación está en contínua génesis, dando nacimiento á los terrenos conchíferos y madrepóricos más recientes. ¿Cómo se ha formado la isla? Según Mr. Moreau de Jonnes[35] el núcleo de las grandes Antillas es _granito_, rodeado de terrenos de transición, calcáreos y pirógenos. Opina, que primeramente la potencia volcánica elevó los asientos del Archipiélago y que luego el mar multiplicó las islas. Nos inclinamos á creer que, estando constituido el esqueleto de las grandes Antillas por rocas de la mayor dureza, no es verosímil que la corriente ecuatorial, que ejerce una acción tan débil y limitada sobre los materiales de sus riberas, haya tenido potencia bastante para romper por más de sesenta lugares la cadena de que hacían parte, abriendo brechas de algunas leguas de ancho. El geólogo francés supone, que la corriente ecuatorial fué la generadora del Archipiélago antillano. Nosotros nos inclinamos más á creer, que tanto dicha corriente como las islas fueron un efecto del dislocamiento que produjo en la corteza térrea americana la reciente aparición de los Andes. Las estribaciones de la cordillera central de la isla de Puerto Rico están _acantiladas_ al N. E. por las Cabezas de San Juan, al S. E. por el cabo Mala pascua y al N. O. por la costa de Quebradillas á Rincón, demostrando la fractura violenta de la cadena antillana, debida indudablemente no á la acción de las aguas, incapaces de producirla, sino á una revolución geológica. Esta dislocación de la corteza térrea, que nosotros referimos al período _post-plioceno_, produjo el golfo de Méjico, el mar de las Antillas, las islas y la misma corriente ecuatorial actual. El doctor don Agustín Stahl[36] ilustrado puertorriqueño, es de parecer que la isla de Puerto Rico, es de formación geológica reciente. Acepta dos movimientos del poder central, uno para formar el núcleo de la isla, al que el agua, el aire y el calor le arrancaron después los materiales que forman las margas compactas, los lechos de arena y demás depósitos. Sin proceder inmersión alguna en el Océano, vino, en el segundo movimiento la potencia volcánica á elevar nuevamente, y con violencia, las masas primitivas y á formar el _Yunque_ de la sierra de Luquillo, arrastrando en su ascenso la cordillera de la isla, que se extiende hacia el O. El señor don Angel Vasconi, ilustrado ingeniero de minas, que ha ejercido su carrera mucho tiempo en la isla y reconocido las montañas, opina, que tirando una línea recta de Río Grande á Caguas y de Caguas á Arroyo; otras, de Caguas á Rincón y de Arroyo á Mayaguez, se dividiría la isla en cuatro zonas. Los terrenos comprendidos en la zona N. y en la zona S. pueden considerarse como terciarios, los terrenos de la zona central de la época secundaria, los de la zona E. compuestos de rocas antiguas ácidas, exceptuando la playa de Naguabo y 10 kilómetros de la costa de Mayaguez, que son cuaternarios. En Arecibo hay también un gran banco cuaternario. Sobre los flancos de la armazón principal de la isla descansan terrenos, cuyos puntos culminantes son el _Yunque_ de Luquillo, el _Torito_ de Cayey y las _Tetas de Cerro-gordo_ en San Germán, debidos á las épocas secundaria y terciaria, hasta los modernos aluviones. Hay capas margosas y arenosas, _inclinadas_, que comprenden haber sido levantadas por la fuerza interior impulsiva que esbozó los primeros delineamientos montañosos; fenómeno que se puede comprobar perfectamente observando los terrenos contiguos á la carretera central, en los cortes de uno y otro lado, que ha habido necesidad de hacer para trazar esta gran vía. La relación que guarda el _Yunque_ de Luquillo con el resto de la cordillera significa gráficamente, que en la revolución geológica del período _post-plioceno_ volvió con predilección la fuerza volcánica á ejercer presión elevadora en esta comarca, llegando en ella á la mayor altura. Subiendo desde Arecibo hasta Utuado, tan pronto se dejan los aluviones de la vega arecibeña y se llega á las primeras estribaciones de las montañas, se destacan los restos de montes de caliza, tajados de tal manera en dos partes, que aparecen estas dos grandes secciones respectivamente á cada lado del valle por donde serpentea el río. Según se avanza en dirección al centro de la isla, aparecen montañas de conglomerados y arcillas, abras, picos y farallones calizos, y hasta bloques de granito. Obra toda de una fuerza avasalladora, que accionó poderosamente sobre los _estratos_ y provocó hundimientos y destrozos. Comprueban este cataclismo, ver al pie de esas mismas montañas grandes bancos de arcilla, de arena y de cantos rodados. Estos descuajes de la costa N. de la isla en sus grandes masas calcáreas y los _paredones_ calizos, que se observan en varios puntos, y sobre todo los grandes bloques de granito desprendidos, han sido producidos por la dislocación _post-pliocena_, que ocasionó el fraccionamiento del _Continente Antillano_, la formación de las islas y la irrupción de las embravecidas olas, buscando nivelarse en el nuevo suelo submarino. Tenemos en nuestro poder, procedentes de los campos de Hatillo, y hemos visto también recogidos en Mayaguez, esos restos fósiles, que denominan _lenguas petrificadas_, y que son dientes fósiles de animales de la época terciaria. Estas mal llamadas lenguas petrificadas, han sido los primeros restos paleontológicos que en la inmediata isla de Cuba dieron la voz de alerta del paso de grandes animales antediluvianos por estos territorios. En un principio se puso la objeción, que eran debidos al arrastre de las aguas; pero los hallazgos posteriores y el encontrarlos en perfecto estado, suprimieron las dubitaciones y hoy es una verdad científica comprobada, que la isla de Cuba estuvo en un período geológico unida al inmediato Continente. El diente fósil que poseemos, y los que hemos visto, corresponden perfectamente á una de esas especies extinguidas de la época terciaria, al formidable _Carcharodon_, gigantesco _tiburón_, de más de 20 metros de longitud, destructor y voraz, á juzgar por el tamaño, configuración y fortaleza de estos dientes. Según Lacepède[37] el origen de designar á estos dientes fósiles con el raro nombre de _lenguas petrificadas_, proviene de que los primeros ejemplares fueron obtenidos por los naturalistas en la isla de Malta, donde se les encuentra frecuentemente, y donde se les llamaba así, desde tiempos tradicionales, por referir la leyenda, que fueron lenguas de serpientes, cambiadas en piedras por San Pablo, cuando este apóstol fué á dicha isla á predicar el Evangelio y encontró el país infestado de serpientes. Se les ha llamado también _glossopetras_[38], _odontopetras_[39], _ichthyodontes_[40] y _lamiodontes_.[41] Se han encontrado ejemplares de estos dientes fósiles, además de la isla de Malta, en muchas otras partes. En el Museo de historia natural de París hay uno muy grande, procedente de Dax, cercanías de los Pirineos, y que, según los cálculos del sabio naturalista Lacepède, perteneció á un tiburón de 23 metros de longitud, por lo menos. La espedición del _Challenger_ los recogió del fondo del Océano Pacífico. Y en la Florida se encuentran en los _estratos_ de la época terciaria. Creemos, que tras estos hallazgos, vendrán otros más positivos, como serán los de los grandes mamíferos ya encontrados en la isla de Cuba; y lo que es hoy una verdad científica respecto á la gran Antilla se comprobará con relación á Jamaica, Santo Domingo y Puerto Rico, según vayan adelantando los estudios de investigación. Y, al fin, esta ciencia dará la mano á la Geognosia para afirmar la unidad geológica del _Continente Antillano_. CAPITULO III. Prehistoria y protohistoria.--Indeterminación de fechas.--Thomsen: ley cronológica de la industria humana.—Mortillet: edad de la piedra y sus períodos eolítico, paleolítico y neolítico.— Colecciones etnológicas de Puerto Rico: Látimer, Acosta, Los Jesuitas, Stahl, Neumann, Nazario.—Nuestra colección prehistórica boriqueña.—Restos humanos en yacimientos del interior y de la costa de la Isla.—Fijación social del autóctono boriqueño en el período de la _piedra pulimentada_.— Opinión contraria de algunos autores.—El taller de piedra de la gruta de _Miraflores_, en Arecibo.—Pérdida del lenguaje indo-antillano.—Conservación de los idiomas indios del Continente.—El boriqueño trabajaba también la arcilla.— Utilizaba los huesos de pescado.—Conocía el oro é ignoraba el uso de los demás metales.—Desconocía el uso doméstico de la sal.—Collares de piedra.—Los siete collares del tesoro de Caonabó.—Su significación.—La muerte y el olvido tras la Conquista.—Las tribus boriqueñas.—Sus jefes.—El _dujo_.—El boriqueño no había llegado en su civilización al último grado del período neolítico.—Carencia de túmulos.—_Tal vez_ se encuentren algún día. La naturaleza es un libro abierto al investigador y en ella escudriña el hombre las huellas de la raza extinguida con el afán que le domina por conocer los orígenes de la humanidad. Hace veinte y cinco años se usaba la palabra _ante historia_ para caracterizar los tiempos que han precedido á las anotaciones de los primeros cronistas; pero hoy usamos el vocablo _prehistoria_; y cuando nos acercamos á los períodos más modernos y de alguna documentación, aunque nebulosa, usamos de la dicción _proto-historia_. [Illustration: Dujo. Mano do mortero. Cáratula Frente y perfil. Zemi, imitando un pez—Dos lados.] El punto en el cual los tiempos prehistóricos terminan es variable, según los países. Por ejemplo, para Europa, en lo que se refiere á España, Francia y Alemania, pertenece á la raza de Canstad, á la de Cro-Magnon y á la de Furfooz; viniendo además el cráneo de Neanderthal, exhumado en 1856, y la bóveda craneana de Eguisheim, en 1867, á dar mayor base científica paleo-etnológica á estos estudios; pues la mandíbula de Moulin-Quignon resultó un _engaño_ de los obreros de Abbeville, según el parecer de la célebre comisión de sabios, presidida por Milne-Edwards, que averiguó que dichos obreros pretendieron ganar 200 francos á Mr. Boucher de Perthes. Así, pues, mientras para Grecia y Roma la historia bien conocida de griegos y romanos determina en ellos la cesación de los tiempos prehistóricos; para los franceses vienen á terminar con los celtas; para los españoles con los celtíberos; y para los alemanes con la introducción del cristianismo en la época germánica. De manera que para los griegos la época de los pelasgos sería su protohistoria[42]; para los romanos la época etrusca[43]; para los franceses la época céltica[44]; para los españoles, la celtíbera[45] y para los alemanes la germánica.[46] Lo que revela la variabilidad é indeterminación de fechas cronológicas sobre este particular, en correlación únicamente con el desenvolvimiento civilizador histórico. Thomsen[47], de Copenhague, en 1836, formuló la ley cronológica del desarrollo de la industria humana, y dividió los tiempos prehistóricos en tres edades: _edad de la piedra_, en la cual el hombre no conocía los metales y explotó el _sílex_ y las piedras calcáreas; _edad de bronce_, que vino á sustituir á la piedra en las armas y en los utensilios domésticos; _y edad de hierro_, que sustituyó á la anterior con la explotación de este utilísimo metal. Y Mortillet[48] dividió la _edad de la piedra_ en otros tres períodos sucesivos: eolítico, paleolítico y neolítico. Tres palabras de origen griego, para designar respectivamente el origen de la piedra, la antiguedad de la piedra y las nuevas piedras en las manos del hombre como utensilios. El _eolítico_ es para el período geológico terciario; el _paleolítico_ es para el cuaternario; y el _neolítico_ para el período cuaternario reciente. El primero, por lo tanto, corresponde al origen de la humanidad, y los otros dos á su desarrollo en la nebulosidad de la prehistoria. En la América, la clasificación de Thomsen hay que modificarla, poniendo en lugar de la edad de bronce la edad del _cobre_, pues este metal fué el qué empezó á sustituir á la _piedra_ en el Continente Americano. En Puerto Rico pocas personas se han dedicado á recolectar objetos arqueológicos para el estudio del hombre prehistórico. Las primeras colecciones podemos referirlas á la primera Exposición que hubo en el país, el año de 1854.[49] En ese primer Certamen de nuestra actividad humana expuso don Jorge Látimer, distinguido comerciante de esta ciudad, entre una variedad de objetos, los siguientes, interesantes para el estudio del hombre indo-antillano: =Un ídolo= de mármol negro, jaspeado de verde, encontrado en una cueva de la isla de Santo Domingo. =Tres ídolos= de piedra, encontrados en una gruta del interior de esta Isla: dos blancos y el otro negro. Además, un pedazo blanco de un ídolo roto. =Dos cráneos= y un pedazo de tinaja de barro cocido, hallados en un cementerio de indios. =Una piedra=, figurando la cabeza de una higuana, con cuatro patas, cola y alas. =Cuatro hachas= de piedra. =Dos pedrezuelas= agujereadas, para colgar al cuello. Posteriormente, don Jorge Látimer siguió enriqueciendo su colección arqueológica, habiéndola regalado después á _Smithsonian Institution_, museo nacional de los Estados Unidos. En 1876, Otis T. Mason hizo un estudio especial de esta Colección[50], la que en 1903 tuvimos el gusto de ver detenidamente en aquel hermoso centro de Prehistoria antropológica. En esa misma Exposición y según la citada Memoria descriptiva del señor Viña, presentó don José Julián Acosta varios objetos, pertenecientes á muchos indígenas puertorriqueños, y fueron: =Dos ídolos= de piedra, afectando la forma de serpiente enroscada, sobre la cual se adapta una especie de cara con ciertos rasgos de fisonomía humana. Encontrados en Yauco. =Un ídolo= de piedra, que representa una figura extraña, porque en su conjunto participa de la del hombre y de la del mono. Se encontró en tierras de un ingenio de Ponce. =Un hacha= de piedra. Los Jesuitas tenían, allá por los años de 1865, en el museo del Seminario-Colegio de la calle del Cristo, en San Juan, una colección de collares, ídolos, hachas y otros objetos de piedra, pertenecientes á los indígenas. Entre todos estos objetos recordamos, por haber estudiado nuestro Bachillerato en dicho Colegio, que llamaban la atención las bandas ó collares pétreos de tres tamaños. El doctor don Agustín Stahl[51] poseía en el inmediato pueblo de Bayamón, una variada colección arqueológica, que ha cedido al museo de New York. El señor don Eduardo Neumann[52] ha cedido también los valiosos objetos prehistóricos que poseía, á Smithsonian Institución de Washington. El presbítero don José Nazario[53] tiene reunida una brillante colección de objetos prehistóricos indo-antillanos. Es de sentir que el padre Nazario no la hubiese descrito al final de su libro, como tan acertamente lo hizo el doctor Stahl en su citada obra. Nuestro sabio amigo da á conocer primero una bellísima variedad de hachas, que el indio utilizaba enclavándolas á la extremidad de un fuerte mango de madera. Pasa luego el autor á los ídolos y anota las piedras mamiformes con cara humana, ó de reptil y pies de hombre. Y finalmente detalla las figurillas grotescas de barro cocido. Los demás _amateurs_ de objetos arqueológicos, hallados en Puerto Rico, los han enviado á los museos de Europa ó Estados Unidos; ó no los han dado á conocer sus dueños. Nuestra colección prehistórica indo-antillana se compone de: =Dos collares ó bandas.= Uno tiene los trabajos de ornamentación del cincel á la derecha, el otro á la izquierda. Son de roca granítica, como la que se usa para el baldosado de las calles. Encontrados en el barrio _Bayaney_, jurisdicción de Hatillo, en dos cuevas distintas. Largo, 42 centímetros; ancho, 30 centímetros; grueso, 8 centímetros arriba y 10 centímetros abajo, entrambos. Cedimos uno al doctor Velazco de Madrid, en 1877, para su museo. =Un dujo.= De piedra de asperón gris. Largo, 40 centímetros; ancho, 11 centímetros. Cuatro patas de 4 centímetros de diámetro y 6 centímetros de alto. El respaldo figura la cola de una tortuga. Esta sillica de piedra fué hallada en Utuado. Es de suponer perteneciera al célebre cacique Guarionex, régulo del _Otoao_, que ocupaba aquella comarca, en la época de la conquista española, de 1508 á 1511. Este _dujo_ es un objeto indo-antillano simbólico de soberanía cacical. El jefe, puesto en cuclillas sobre esta pétrea sillica, presidía las asambleas de _nitaynos_ para deliberar. =Un mortero.= De asperón gris. Imita un _dujo_. Ha tenido mucho uso á juzgar por el hueco que tiene en el centro. Largo 35 centímetros; ancho 16 centímetros; alto 10 centímetros. Cuatro patas gruesas de 6 centímetros de diámetro. Hallado en Arecibo. Opinamos, que este mortero lo usaba el boriqueño para moler _bija_ (el grano que conocemos nosotros con el nombre de _achiote_), y preparar con aceite vegetal del _carapa_ el unguento con el cual se embadurnaba todo el cuerpo para preservarse de las picaduras de los mosquitos; y también para el _tatuaje_ ó caprichoso pintado de la piel. =Una mano de mortero.= De asperón gris. Es el complemento del almirez de piedra, anteriormente descrito. Esta mano de mortero está ornamentada en su terminación superior con una cara humana grotesca. Largo, 11 centímetros; ancho, 7 centímetros. Hallada en Arecibo. =Una máscara= de piedra. De roca arenisca. Largo, 17 centímetros; ancho, 13 centímetros. Interesante objeto arqueológico indígena, por tener trabajados _oblícuamente_ los ojos, al figurar una cara, que prueba la mezcla mogólica de la raza americana. Hallada en Barros. =Un ídolo raro.= Muy cincelado, figurando un pez. De roca granítica. Largo, 7 centímetros; ancho, 6 centímetros. Encontrado en Utuado. Muy original é interesante ejemplar. =Un ídolo mamiforme.= De mármol blanco. Largo, 13 centímetros; ancho, 6 centímetros; alto, 3 centímetros. Figura un cono sobre un animal. Opinamos, que simboliza la montaña _Luquillo_, el monte más alto de la Isla, reposando sobre un batracio. Es _Yukiyú_, el dios protector de Boriquén, que concedía la _blanca yuca_ al indio, para su alimenticio pan _casabí_. Encontrado en Arecibo. =Un ídolo mamiforme.= Como el anterior. De asperón. Largo, 16 centímetros; alto, 11 centímetros; ancho, 9 centímetros. Hallado en Barros. =Una piedra plana=, con el dibujo de un rostro circular, con ojos, nariz y boca. Opinamos simboliza la luna. De asperón gris. Largo, 15 centímetros; ancho, 10 centímetros. Hallado en Arecibo. =Un punzón=, de piedra pulimentada, figurando un cincel. De pedernal. Largo, 12 centímetros; ancho, 4 centímetros. Encontrado en la cueva de _Miraflores_, de Arecibo. Opinamos sería para trabajar en aquella gruta los _pillar-stones_, ó piedras pilares, que servían á los boriqueños para limitar sus juegos de pelotas. Interesante objeto, por lo raro en las colecciones arqueológicas indo-antillanas. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De asperón gris. Largo, 25 centímetros; ancho, 8 centímetros. Encontrada en Arecibo. Opinamos que es de la clase que destinaba el boriqueño á la tumba de árboles. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De serpentina. Largo, 21 centímetros; ancho, 8 centímetros. Con señales de mucho uso en el encaje del mango de madera. Encontrada en Gurabo. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De pórfido. Largo, 9 centímetros; ancho, 4 centímetros. Bello ejemplar, matizado de puntos rojos. Hallada en Arecibo. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De diorita. Largo, 12 centímetros; ancho, 4 centímetros. Encontrada en Lares. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De pórfido. Largo, 10 centímetros; ancho, 4 centímetros. Hallada en Arecibo. Este ejemplar tiene la particularidad de tener un brillo tan acentuado, que parece barnizada. Este _barniz_ es debido á la acción del medio _arenisco_, donde ha estado durante tantos años esta piedra enterrada. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De pedernal. Largo, 9 centímetros; ancho, 4 centímetros. Encontrada en Ponce. =Un hacha=, de piedra pulimentada. De roca cuarzosa. Largo, 9 centímetros; ancho, 4 centímetros. Hallada en _Arenalejos_, Arecibo. Esta hacha tiene figura distinta de las demás descritas anteriormente: la manera de terminar la parte destinada al corte es diferente á las otras. =Un hacha=, de piedra no muy pulimentada. De pedernal. Largo, 5 centímetros; ancho, 3 centímetros. Hallada en _Bayaney_, Hatillo. =Un collar=, de piedras pequeñas. Son diez y ocho pedrezuelas, como cuentas. Están taladradas en dos direcciones. Opinamos, que estos agujeritos han sido hechos para colocar en ellos plumas de colores. Dos cuentas son turquesas, seis son de mármol blanco y diez de mármol jaspeado. Este collar fué encontrado en los campos de Utuado, por el farmacéutico don Federico Legrand. Estaban las pedrezuelas dentro de una ollita de barro cocido, en unión de una pequeña vértebra de pescado, y tapada con una concha de almeja. En nuestro Repertorio Histórico de Puerto Rico[54] dedicamos un artículo á este interesante hallazgo. =Una ollita=, de arcilla roja, cocida. Muy bien trabajados sus bordes con ornamentación de líneas circulares y verticales, guardando cierto paralelismo. Opinamos, que era el joyerito de una india, pues dentro de esta ollita fué que el licenciado Legrand encontró el collar de piedras y la vértebra de pescado, descritos anteriormente. =Un mortero=, de piedra. De arenisca. Muy usado, por los desgastes que presenta al examen. Largo, 17 centímetros; ancho 15 centímetros; alto, 8 centímetros. Puesto al revés tiene la figura de la bóveda superior de un cráneo humano. Encontrado por el doctor Curvelo en una finca de su propiedad en las montañas de Arecibo. =Una mano de mortero.= De arenisca. Muy usada. Corresponde al mortero, anteriormente descrito. Largo, 13 centímetros; ancho, en la base, 6 centímetros; en el vértice, 3 centímetros. =Una cazuela=, de piedra. De asperón gris. Largo, 25 centímetros; ancho 23 centímetros; alto 10 centímetros. También revela haber prestado mucho uso. Hallada en Arecibo. =Una piedra plana=, figurando una cara. De asperón grís. Largo, 9 centímetros; ancho 7 centímetros. Procedente de Lares. =Una bola=, de piedra. De granito. Largo 11 centímetros; ancho 9 centímetros; alto 7 centímetros. Encontrada en Hatillo. =Una piedra=, de diorita, empezada á tallar. Largo 20 centímetros; ancho 14 centímetros; alto 17 centímetros. Procedente de Barros. =Una figurilla=, de arcilla roja, figurando una cara grotesca. Largo, 5 centímetros; ancho 3 centímetros. Amuleto indígena. Encontrada en Arecibo. =Una figurilla=, de arcilla cocida, imitando una rana. Largo, 4 centímetros; ancho, 3 centímetros. Amuleto indígena. Hallada en Arecibo. Entre estos despojos arqueológicos, hallados en Puerto Rico, hay que tener en cuenta, que algunos son exóticos, traidos á Boriquén en la época indo-antillana: ya mediante las relaciones comerciales que sostenía el indígena boriqueño con sus vecinos los quisqueyanos, por reducido que fuera comercio era al fin, ó ya dejados en esta isla por los Caribes de Barlovento, en algunas de sus piráticas incursiones. De nuestra colección prehistórica nos parece _caribeña_ el hacha de _Arenalejos_ (Arecibo). Y el idolito figurando un pez, hallado en Utuado, nos inclinamos á creer que no es de origen boriqueño. En varias partes de la Isla existen lugares designados con el nombre de _cementerios de indios_; y hay cavernas como la _cueva de los muertos_ de Utuado, á las que se les atribuye el haber servido para el sepelio de cadáveres en la época indo-antillana. De la investigación de estos sitios se han obtenido despojos de huesos humanos, amuletos de arcilla, alguno que otro objeto de piedra y restos de potería. El explorador doctor Pinart, de París, recogió algunos cráneos en una de las cuevas de Arecibo. Nosotros poseemos uno, indudablemente boriqueño, dadas sus condiciones craniológicas de reducida capacidad (1,420 cm), método de Broca, índice mesaticefálico (77.78), aplastamiento natural del frontal y del occipital, las órbitas cuadrangulares y megasemas y el esqueleto de la nariz mesorriniano. El encontrarse estos yacimientos de restos humanos lo mismo en las playas que en el interior del país, presupone desde luego, que el pueblo boriqueño, en la fijación de sus poblados, utilizaba los centros de la Isla y también las costas. En aquellos se refugiaba de las piraterías caribes que eran muy frecuentes al E. y al S.; y en éstos utilizaba la buena pesca marítima de algunos puntos de la Isla. No se han encontrado en nuestras costas, esos sitios llamados en la arqueología prehistórica _kjockkenmoedings_, es decir, despojos de cocina: montículo de conchas marinas, situado sobre los bordes del mar, indicando una estación de pueblo primitivo, que vivía en dicho sitio, sobre todo, de la abundancia de mariscos. Mezclado con las conchas se encuentran cenizas, carbón, huesos, objetos de piedra y restos de potería. Se han encontrado estos _joquemodingos_ (castellanizando el vocablo) en Chicago, California, Méjico, Brasil, Guayana y otros puntos de América. En Europa son comunes en Dinamarca, Irlanda y Portugal. Existen también en el Japón y Nueva Zelandia. Revelan una civilización muy rudimentaria. Le corresponden las piedras talladas en bruto, sin pulimento. Empezaban sus moradores á idear el hacha, usando un pedazo de _silex_ con corte en la punta ó en un costado. Los restos arqueológicos, que tenemos coleccionados, y los que han ido á nutrir los Museos extranjeros, son focos de potente luz para alumbrarnos en la ruta que emprendemos á fin de conocer al hombre prehistórico de Puerto Rico. La meditación sobre estos restos pertenecientes á un pueblo colombino que ya no existe, haciendo abstracción de la referencia de los Cronistas que estuvieron en contacto con él, nos revela el estado del hombre primitivo en el período de la _piedra pulimentada_. El boriqueño hacía uso de la piedra arenisca, de la diorita, del pórfido, de la piedra de toque, del feldespato, de la serpentina, del mármol y del barro cocido para trabajar sus hachas, sus ídolos, sus distintivos de mando y sus utensilios domésticos; y después los cincelaba y pulía cuidadosamente. No faltan escritores que opinan, que los indo-antillanos usaban estas piedras porque las encontraban al paso, pero que no sabían trabajarlas; y suponen que estos objetos pétreos pertenecían á otros pueblos. Este es un error craso. Los que pretenden encontrar en los indo-antillanos los restos degenerados de otro pueblo y de una civilización perdida no van por el camino de la verdad prehistórica. No solamente tallaba el boriqueño la piedra, sino la cincelaba, pulía y ornamentaba con paciente labor. La cueva de _Miraflores_, en la jurisdicción de Arecibo, era un taller de piedra de los indígenas. La hemos explorado cuidadosamente. Tenemos en nuestra colección un buril de pedernal, obtenido en ella por Mr. Denton, propietario de la finca donde radica esta gruta. Todavía se encuentran allí iniciados los trabajos de algunos _pillar-stones_, de las columnitas que servían á los indígenas para limitar sus juegos de pelotas, tan bien descritos por Las Casas. Aquellas caras esculpidas en los paredones no son _zemís_ ó dioses, sino los remates superiores de los pilares ó columnitas, no acabados de desprender del bloque de arenisca del paredón. Sorprendió al artista, ó á los artistas, la invasión colonizadora europea que introdujo en la Isla otra vida y otros usos y costumbres. Al llegar los españoles al Archipiélago, la vida indo-antillana se perturbó por completo y no podemos exigir á los cronicones detalles minuciosos de toda ella. Ni siquiera se pudo recoger el lenguaje. Ni el más sencillo vocabulario. El que poseemos lo hemos formado con suma paciencia, recogiendo las palabras perdidas en las narraciones. ¿Cómo iban á continuar los infelices isleños en sus difíciles trabajos pétreos, que requerían tan paciente brega, al caerles encima la terrible irrupción extranjera? ¡Cuántas cosas se tragó la conquista de las islas, que en la invasión del continente se pudieron conservar con la ayuda de los misioneros franciscos y domínicos! Entre ellas, los idiomas. Empero, no faltó explorador que viese al antillano afilando su hacha, pues Pedro Mártir de Anglería en su correspondencia á Pomponio Leto[55] le dice entre otras cosas: “Hierro no tienen, pero de ciertas piedras de río forman instrumentos fabriles.” El boriqueño manejaba también la arcilla hasta someterla cuidadosamente al fuego como cualquier moderno alfarero. Fabricaba vasijas, cazuelas, tinajones y grandes platos, de dos dedos de grueso, llamado _burén_, para coser al fuego las tortas de casabe. De barro cocido hacía también sus amuletos ó dioses penates, figurillas que abundantemente se encuentran en los cementerios de indios. En cuestión de alfarería llegaba al refinamiento artístico de adornar las abrazaderas de las cazuelas con grotescas caras, y hacer ollitas para guardar las indias sus collares, á estilo de un modesto joyel. Nuestro indígena utilizaba los huesos de pescado. Las pequeñas vértebras para clavar en éllas fácilmente plumas de colores; y atar la vértebra á la cabellera, á modo de horquilla. Y los dientes de algunos peces para fijarlos en las puntas de sus azagayas, después de afilarlos bien. El boriqueño conocía el oro, porque este metal se encuentra en estado natural en los placeres auríferos de nuestra Isla. El oro, por su brillantez, ha sido fácil de hallar y utilizar, desde los primeros comienzos de la humanidad. Estos datos sobre el oro lo debemos á las narraciones de los conquistadores; pues no tenemos en nuestra colección ningún objeto indígena de éste metal. Desconocía el boriqueño el cobre, el bronce y demás metales. Los objetos de _cobre_ que tenían los indo-antillanos, especialmente algun _guanín_, procedían del inmediato continente donde el indio conocía ya este metal y empezaba a trabajarlo. Aunque en las grandes Antillas hay buenas minas de cobre no supo el indígena explotarlas. También le era desconocida la sal para usos domésticos, aderezando siempre sus comidas con _ají_. Si no se han encontrado objetos indios de oro, en el país, se han hallado bastante número de _collares_ de piedra, diseminados por las grutas de la Isla. Y sobre el uso de estas _bandas pétreas_ guardan profundo silencio los cronistas. Unicamente, en una Relación de objetos pertenecientes al cacique Caonabó encontramos haberse recogido entre sus despojos _siete collares de piedra_; pero sin indicar el anotador el uso que tuvieran entre los indígenas.[56] Estos collares de piedra, encontrados en diferentes puntos de la Isla, son de tres tamaños. El que guarda un término medio es muy parecido á una _collera_ de arnés para caballo de coche. Están, en general, estas bandas pétreas muy bien pulimentadas y tienen ciertos grabados de ornamentación, unos á la derecha y otros á la izquierda. El encontrarse en poder del régulo dominicano Caonabó _siete_ collares de estos es un dato revelador de que para los caciques indo-antillanos tenían un determinado valor. No conocemos ningún cronista, ni comentador, que haya hecho hincapié en este dato histórico que apuntamos. Hasta ahora, todas han sido conjeturas y suposiciones sobre estas bandas; pero, sin afianzar las hipótesis, como hacemos nosotros, sobre el hallazgo de _siete collares de piedra_ en poder de un jefe de tanta importancia y poderío entre los suyos como el cacique destructor del fuerte de Navidad. Opinamos, que las bandas ó collares de piedra encontrados en poder del régulo Caonabó tenían por objeto dar _distintivo_ de mando al indio á quien fuese entregado, electo sub-jefe de alguna comarca ó valle, y que el _nitayno_ ó lugarteniente lo guardaría en su choza como _signo material_ de que radicaba en él el mando de aquella zona insular. Podemos, por lo tanto, considerar estas _bandas pétreas_ como una especie de _escudo señorial_. Como existen tres tamaños en estos collares, hay que suponer en esa diferencia cierto _valor jerárquico_. Y teniendo en cuenta además que el de mayores dimensiones había de exigir mayor labor de ornamentación de parte del artista, cuya brega de cincelación debería durar mucho tiempo, quizás años, hay que concederle también mayor valor real. También son los que más escasean. Nosotros no hemos conocido más que tres de estas formas agrandadas. Los que se conocen generalmente son los comparados con _colleras_ de arneses de caballos de coche. Los pequeños tampoco es frecuente hallarlos. A la venida de los españoles, estos objetos los guardaron los indígenas de tal manera, que los nuevos pobladores no tuvieron noticia de ellos. Lo mismo ocultaron muchos de sus dioses tutelares. Se les imponía con rigor una nueva vida social y una nueva religión y tuvieron los infelices que apelar al disimulo para ocultar ante los conquistadores tan venerandos objetos para ellos. Prontamente la muerte y el olvido barrieron con toda aquella rudimentaria civilización neolítica. El pueblo boriqueño estaba constituido en tribus; y tenía sus jefes de primero y segundo orden, ocupando los mejores valles de la Isla con sus aduares. Cuando el conquistador Juan Ponce de León vino al Boriquén, en 1508, visitó al régulo _Agiievbana_, cacique principal de la Isla, en su ranchería _Guaynía_. Después al cacique _Guaraca_ del _Guayaney_ que le facilitó las primeras muestras de oro, obtenidas del _Manatuabón_, hoy río de Maunabo. Prosiguiendo su viaje por el E. el Esplorador capitán llegó al N. y obtuvo las segundas pepitas de oro del cacique _Guacabo_, del _Sibuco_. Al retornar, en 1509, utilizó los caciques nombrados y además al régulo _Caguax_ de las orillas del _Turabo_, á _Majagua_ de _Bayamón_, á _Mabó_ de _Guaynabo_, á _Aramaná_ del _Toa_, á _Canóbana_ de _Cayniabón_, á _Orocobix_ del _Jatibonicu_ y _Guamaní_ de _Guayama_. También destinó á las granjerías de los Reyes Católicos y á las minas, el personal de la cacica _Yuisa_ del _Haymanio_, bautizada con el nombre de _Luisa_, y de donde se diriva el actual _Loiza_, fácilmente trastocados unos vocablos en otros. El 28 de Octubre de 1509, tomó Juan Cerón el mando del Boriquén, como Alcalde Mayor, por orden del Almirante Don Diego Colón, que había entrado á gobernar en La Española y tenía jurisdicción sobre todas las tierras descubiertas por su padre, con arreglo al fallo del Consejo de Indias. Juan Cerón, lugar-teniente del Virrey don Diego, hizo el primer Repartimiento de los indios del Boriquén, pues Ponce de León se había concretado hasta entonces á explotarlos en harmonía con la Capitulación celebrada con el gobernador Ovando el 2 de Mayo de 1509, en Santo Domingo. En este primer Repartimiento de los indios del Boriquén tocóle á don Cristóbal de Sotomayor el cacique _Agiieybana_ con 300 súbditos. Como este régulo, amigo de los españoles, vivía en _Guaynía_, allá se fué el afortunado castellano á explotar su rica encomienda. Así hicieron los otros Encomenderos hasta que fueron sorprendidos por el alzamiento de 1.511.[57] Es un error, por ende, que el distinguido historiador señor Brau[58] manifieste, que el pueblo boriqueño se encontraba á la venida del Almirante descubridor, en estado nómada, á semejanza de las tribus de la Guayana, mudando de domicilio á lo largo de las riberas. Extraña aseveración, cuando ya el doctor Stahl, en su estudio etnológico sobre los aborígenes, determina con sano criterio la exacta división de nuestra ínsula en cacicazgos, al igual de Haytí, aunque comete el autor sensibles equivocaciones.[59] Natural era que las aldehuelas indígenas del Boriquén, construidas sus chozas con troncos de palmera al exterior, é interiormente un solo estante hasta la cumbrera, con ramaje y hojarasca por seto, bejucos por trabazón, y sin mayor resistencia, fueran destruidas fácilmente al empuje turbulento de la conquista y en el alzamiento de 1511. Pronto estas exíguas agrupaciones indígenas fueron absorbidas por los incipientes poblejos que fundaban los españoles. Todavía la actual casucha de nuestros campesinos conserva mucho de la construcción del primitivo _bohío_ indio. Entre los restos del primitivo pueblo indígena se encuentra, aunque muy raro, cierto banquillo, de madera ó piedra, que los boriqueños llamaban _dujo_. Está formada esta sillica de una sola pieza y suele tener algunos trabajos de ornamentación, al capricho. En nuestra colección arqueológica hemos descrito un _dujo_, pétreo, que conjeturamos perteneciera al régulo utuadeño _Guarionex_. Esta sillita es reveladora de que el indio boriqueño procuraba tener ya utensilios que sirvieran para fijar sus diferencias jerárquicas, en ciertos momentos; pues los _dujos_ no tienen comodidad alguna para posarse en ellos. Opinamos, que sirviera el _dujo_ para colocarse el cacique sobre él, en cuclillas, frente á sus _nitaynos_, congregados los sub-jefes con algún fin de carácter público. No pueden ser considerados estos objetos de uso doméstico, como nuestras sillas ó banquetas, por ejemplo, si tenemos en cuenta que para reposar podían disponer los indígenas de la gran comodidad de la hamaca, ó tenderse al _dolce far niente_ á la umbría de la copuda ceiba ó á la fresca sombra de un grupo de palmeras de yaguas. Con estos antecedentes podemos fijar bien el estado social á que llegó el autóctono boriqueño. Hemos dicho, que nuestro indígena se encontraba en el período social de la _piedra pulimentada_; y hablando con más propiedad paleontológica diremos, en el período _neolítico_ de la edad de la piedra. El instrumento cuneiforme característico de esa época es el _hacha pétrea_, que poseía el boriqueño en abundancia. El indo-boriqueño había abandonado ya la gruta como vivienda y construido la choza. De cazador y pescador errabundo, había pasado, dando un paso avante, á agricultor. De la horda y la incipiente familia había avanzado á la tribu ó clan. Tenía jefes y subjefes y casta sacerdotal. La idea religiosa del bien y del mal dominaba en sus manifestaciones religiosas. Para defender sus _yucayeques_ ó pueblos, disponía de aprestos guerreros y procuraba poner límites á sus cacicazgos, por lo que empezaba á tener idea de la propiedad, tanto individual como también de la colectiva. En la industria, además del mortero de _silex_ para triturar el grano trabajaba la arcilla y hacía recipientes para la cocción de sus viandas, vasijas para el agua y tinajas para la fermentación de sus licores. Sabía sacar partido de algunas maderas de ebanistería como la _maga_ y de la cubierta recia de algunos frutos como la _jigüera_. En la escultura, había iniciado el grabado y había avanzado á la ornamentación de grutas y chozas, de lo cual dan buenas muestras las pictografías de algunas cavernas. Y finalmente, cinselaba y bruñía pacientemente sus fetiches, sus bandas, sus _dujos_ señoriales y sus armas, sin tener la pasión por la escultura decorativa sobre madera, tan desarrollada en otros pueblos primitivos, como por ejemplo, entre los Papúas de la Nueva Guinea; ni había llegado al gusto artístico del modelaje cerámico, que tenían los indios mejicanos y peruanos. No tenía el boriqueño túmulos, de los cuales el _dolman_ constituye la última palabra de esa edad prehistórica; sino únicamente simples cementerios para el sepelio vulgar de los cadáveres, que enterraban sentados, proveyéndolos de su _zemi_ tutelar y de agua y viandas para el viaje de ultratumba, lo que comprueba su religiosidad. En la llanura de Toa-Baja, poco antes de llegar á la estación ferroviaria de ese poblejo, á mano izquierda, yendo desde San Juan hacia el Dorado, se divisa un montículo, que induce á creer sea artificial, pues las montañas se columbran muy á lo lejos, y el montículo se destaca solo, imperando en su torno una gran sabana, ó vega, en todas direcciones. _Tal vez_, sea un panteón indo-antillano, que merecería ser cuidadosamente esplorado. Hasta ahora no se ha encontrado ningún túmulo indio en la Isla; por lo que podemos considerar á nuestro indígena del Boriquén, en su estado social, sin haber llegado aún al último grado del período neolítico. CAPITULO IV. Ley histórica: emigración siguiendo el curso de los ríos.—El hombre primitivo de las Antillas procedía del inmediato Continente Americano.—La emigración vino de la América Meridional.—Error de Guridi y de Stahl al traerlos de la América Septentrional.— Los españoles encontraron dos pueblos que se disputaban la hegemonía del Archipiélago: el _Aruaca_ antillano, perdida la memoria de su origen continental y el _Caribe_, que la recordaba.—Los _Caribes_ procedían de los _Galibis_ continentales.—Invasión caribeña en el Archipiélago.— Superioridad guerrera del invasor.—Derrota del _Aruaca_ indo-antillano.—Informes de Pedro Mártir de Anglería y del doctor Chanca.—Error de Ulloa, que visto _un_ indio estaban vistos _todos_.—Linneo.—Gmelin.—Buffón.—Herder.—Kant.—Hunter.— Blumenbach.—Cuvier.—Moquin Tandon.—Dumeril.—Bory de Saint-Vicent.—D’Orbigny.—Brasseur de Bourbourg.—Retzius.— Virchow.—Broca.—Humbold.—Morton.—Nott.—Dally.—Deniker.— Brinton.—Error de Zaborowski en hacer á todos los indo-antillanos _Caribes_.—El tronco basilio-guaraní.—El _Guaraní_ español y el _Tapí_ portugués eran uno mismo.— Siboneyes, Aruacas y Caribes de Girard de Rialle. Síntesis.— Razas, sub-razas y razas mixtas.—El _Aruaca_ y el _Caribe_, insulares, constituían dos sub-razas, cuyo entroncamiento estaba en la raza _Guaraní_ de la América Meridional. La marcha de los pueblos, colonizando territorios, se relaciona con el curso de las aguas. De las márgenes del Mississipí se han extendido tribus americanas hasta inundar las Floridas; é idénticamente de las riberas del Amazonas y del Orinoco avanzaron también pueblos errantes hasta poblar la península de los Caracas y penetrar en el Archipiélago antillano. Ya los sacerdotes de las orillas del Indo, los magos de las riberas del Tigris, los profetas del Jordán, los sacrificadores del Nilo y los ribereños del Danubio y del Rhin nos testifican luminosamente cómo los pueblos avanzan por las márgenes de los ríos y se dilatan por las costas marítimas. [Illustration: La macana. Hacha de piedra Manaya montada. Haciendo fuego. Tambor-Magüey. Para tomar cojibá por la nariz.] Es muy lógico presumir, que el habitante primitivo de las Antillas procedía del inmediato Continente americano. En un principio, creímos que siendo el estrecho floridano el más fácil de atravesar, por allí debió haber venido la inmigración indo-antillana.[60] Nos hicieron caer en esta errónea opinión el escritor dominicano Javier A. Guridi[61], diciendo “que los haytianos procedían del tronco _Waicure_ de la costa occidental de la América del Norte,” y el doctor Stahl[62], que también los traía del Continente septentrional, haciéndolos proceder de los Aztecas ó de los Semínolas. Pero, la emigración á las islas del Archipiélago partió indudablemente de la América meridional, salvando los indios las distancias oceánicas mediante sus hermosas almadías, que podían llevar de cincuenta á cien personas. Hoy descansa esta opinión nuestra en poderosos datos de toponimia y filología, que expondremos oportunamente en otro capítulo, para comprobar nuestro aserto. A la llegada de los españoles, comandados por el gran Ligur, dos pueblos americanos se disputaban el imperio de estas islas. El pueblo, que podemos llamar por ahora _autóctono_, vivía tranquilo, adueñado de la mayor parte del Archipiélago, perdida la memoria de su origen, conservando en sus nebulosas tradiciones que sus antepasados habían nacido en una cueva, como narra la leyenda referida á Fray Román Pane por los indios del cacicazgo de _Guarionex_, en Haytí. Para la época del Descubrimiento ya tribus indias muy guerreras se habían apoderado de la península de la Florida. Estos eran los valientes _Semínolas_, que tanto dieron que hacer á los conquistadores Juan Ponce de León y Fernando de Soto. Si los _Semínolas_ hubieran lanzado de la Florida á los antepasados de los indo-antillanos, rastros positivos de éstos hubieran quedado en la toponomia de aquel país, huellas de sus costumbres al apropiarse las mujeres de los conquistados, y algunas palabras filtradas en el idioma del triunfador, procedentes de la lengua dominada. Es ley de la historia que el vencedor no hace desaparecer por completo, en un país, las huellas del pueblo vencido. En cambio, las tribus _caribeñas_, que se habían adueñado de las islas de Barlovento, se acordaban perfectamente que descendían de los _Galibis_ de la América meridional: lo que indica que la invasión _caribeña_ en el Archipiélago no era remota, sino inmediata, y que en el período colombino se estaba desenvolviendo aún. El padre Raymond Breton[63] dice: “Los caribes manifiestan, que ellos vinieron del Continente para conquistar las islas.” Y Rochefort[64] afirma que los caribes de las Antillas se acuerdan descender de los _Galibis_; tienen la pronunciación más dulce que los caribes del Continente; pero, desde luego, no difieren más que en el dialecto. Opinamos, que el pueblo _caribeño_, procedente de la América del Sur, alejándose de las márgenes del Amazonas y del Orinoco, fué domeñando los pueblos vecinos hasta llegar á las costas de Venezuela; y de allí, en son de conquistador, penetró en el mar de las Antillas, asimilándose primero los habitantes de las pequeñas islas cercanas á Costa Firme, de donde extendió sus correrías á las mayores del Archipiélago. Al poner el Almirante el pie en _Guanahaní_ la lucha de estos dos pueblos continuaba á muerte; siendo los campos situados al E. de la isla _Boriquén_ la marca invasora de los conquistadores _Caribes_, aunque aún no habían podido apoderarse del territorio insular boriqueño, donde hacían frecuentes incursiones, deteniéndose largo tiempo, á veces, en las costas á reparar sus embarcaciones. Los _Caribes_, más audaces y más potentes que los autóctonos indo-antillanos, se habían adueñado de las islas de Barlovento; y desde _Cayrí_ (Domínica), _Sibuqueira_ (Guadalupe) y _Ay-ay_ (Santa Cruz) organizaban sus piraterías á la pacífica _Boriquén_ (Puerto Rico), acantonándose en las islillas del E. de nuestra Isla, principalmente en _Bicque_ (Vieques). El triunfo de los invasores hubiera sido seguro en todo el Archipiélago, andando los tiempos, si no se interpola el hecho del Descubrimiento. Ya los conquistadores españoles pudieron observar patentemente la superioridad guerrera del audaz caribe sobre el manso indo-antillano. El cronista Pedro Mártir de Angleria[65] nos refiere, que “lo mismo los varones que las mujeres de las islas, que ya podemos llamar nuestras, cuando advierten que vienen los _Caribes_ no encuentran más salvación que la fuga. Aunque usan saetas de cañas, muy agudas, saben, sin embargo, que les aprovechan poco para reprimir la violencia y furor de los _Caribes_, pues confiesan todos los indígenas, que en la lucha, diez _Caribes_ vencerían fácilmente á ciento de ellos.” El doctor Chanca[66], que acompañó á Colón en el segundo viaje á las Indias Occidentales, dice: “La costumbre de esta gente de _Caribes_ es bestial: ocupan tres islas: esta se llama _Turuqueira_ (Guadalupe);[67] la otra, que primero vimos, _Cayre_ (Dominica); la tercera se llama _Av-ay_ (Santa Cruz); éstos, de estas tres islas, todos son de conformidad como si fueran de un linaje, los quales no se hacen mal entre sí; unos é otros hacen guerra á todas las otras islas comarcanas; van por mar ciento é cinquenta leguas á saltar con muchas canoas que tienen, que son unas fustas pequeñas de un solo madero.” Ahora bien, estos dos pueblos, que se disputaban el dominio de las islas antillanas, tenían distinta procedencia. La frase de Ulloa,[68] de que “_visto un indio de qualquier región, se puede decir que se han visto todos en quanto al color y contextura_” ha hecho caer en error á muchos historiadores. También podría decirse que _visto un hombre amarillo están vistos todos_, y cuánta diferencia hay entre un chino y un japonés. Y _visto un negro están vistos todos_, y qué desemejanza entre un congo y un cafre. Y volviendo la oración por pasiva, lo mismo pudiera decir el hombre rojo, amarillo ó negro del _blanco_, y sabido es, arrancando desde las ramas alófila, fínica, semítica y aria, cuantas razas hay entre los _blancos_. La historia etnológica de la América es más complicada aún que la de la Oceanía; y muchos autores están ya contestes, que el vasto territorio americano no ha sido habitado por una sola raza de hombres.[69] Linneo, al dividir la especie humana en cuatro razas, según las cuatro partes del mundo, se conformó con separar enteramente de los demás al _hombre rojo_ de América.[70] Gmelin clasificó á los hombres, según el color de la piel, en cuatro variedades, conservando la _cobriza_ para todas las razas americanas.[71] Buffón, formando seis variedades del hombre, dejó al _americano_ enteramente fuera, cuyo sistema siguió Herder y Prichard.[72] Pownal colocó á los _americanos_ y _mogoles_ entre las razas blanca y roja.[73] Kant aceptó el _americano cobrizo_.[74] Hunter al _americano rojo_.[75] Blumenbach, en sus cinco variedades del hombre, dedicó la cuarta al _americano ferruginoso_, opinión que siguió Laurance en 1822.[76] Cuvier clasificó al hombre en tres razas, dejando al _americano_ fuera, sin quererlo situar en ninguna.[77] Moquin-Tandon siguió á Cuvier[78]. Dumeril separó al hombre en seis razas y dedicó la cuarta á los americanos.[79] Hasta aquí todos los autores hacían de los americanos una sola raza. En adelante, clasificando mejor, van reconociendo variedad de razas en América. Malte-Brun clasificó al hombre en diez y seis razas: en la décima sexta colocó á los americanos, _menos aquellos_ de las partes más septentrionales, que supuso procedían de otros continentes.[80] Bory de Saint-Vicent separó al género humano en quince especies; y en la sexta, la _hiperbórea_, comprendió todo el norte de América y una parte del Asia rusa; en la séptima, la _neptuniana_, reunió los americanos de California á los de Chile, en unión de peruanos y mejicanos de las costas occidentales; en la novena, la _colombina_, puso los habitantes de la Florida, los caribes de las Antillas, los naturales de una parte de Méjico, de Tierra Firme y las Guayanas; en la décima, la _americana_, situó todos los habitantes de la América meridional, menos los de la parte oriental y de las partes ya citadas; en la undécima, la _patagona_; y en la décima cuarta, la _melaniana_, los habitantes de la tierra del Fuego.[81] Esta labor de Bory de Saint-Vincent, aunque defectuosa, tiene la utilidad científica de que ya no se veía á los americanos con los _cristales_ de Ulloa, de que visto _uno_ estaban vistos _todos_. D’Orbigny recorrió la América meridional, desde los años de 1826 á 1833, y opina, que los territorios recorridos por él, ó sea el Brasil, la República oriental del Uruguay, la Argentina, la Patagonia, Chile, Bolivia y Perú, estaban ocupados por _tres_ razas: la ando-peruviana, la pampeyana y la brasilio-guarianana, comprendiendo en ellas treinta y nueve naciones distintas.[82] La raza brasilio-guaraniana cubría toda la parte oriental de la América meridional, desde las Antillas menores hasta el Plata. Ocupaba el Brasil, el Paraguay, lo que se llamó las Misiones, las Guayanas y las islas de Barlovento. De manera que para este sabio investigador los habitantes de las Antillas menores, los _Caribes_, procedían de los _Guaranís_ del continente meridional y habían destruido á los habitantes de dichas islas al apoderarse de ellas.[83] El abate Brasseur de Bourbourg opinaba, que los americanos procedían de los _Cares_, que tuvieron gran poder en Asia, Africa y Europa; que de ellos procedían los _Guanches_ de las islas Canarias, los _Berberiscos_ del norte africano y también los _Caribes_ é _Indo-antillanos_.[84] Esta opinión cae por su base, pues tanto los guanches como los berberiscos son _blancos trigueños_ y los caribes é indo antillanos _oliváceos canelas_. Aquellos, en su índice cefálico, dolicocéfalos (cabezas alargadas), y éstos, casi todos sub-braquicéfalos ó mesaticéfalos (cabezas redondas ó medianas). En el sistema piloso, aquellos barbudos, más ó menos, y éstos barbilampiños; y en el índice nasal, aquellos leptorrinos (narices alargadas) y éstos mesorrinos (narices cortas). Lo demás que nos refiere dicho abate, de los hermanos _Tupí_ y _Guaraní_ abordando á las costas del Brasil, después de una gran inundación, es una leyenda. Y más desacertado está este autor, en sus investigaciones históricas é interpretaciones de manuscritos mejicanos, cuando asevera, que los hombres americanos salieron de la isla _Boriquén_ á poblar la América, convirtiendo de golpe y porrazo nuestra ínsula en el paraiso terrenal indio, de donde salieron los indígenas Adan y Eva de su leyenda. Lo cual, como idea ingeniosa, no es nueva, pues ya la tenemos apuntada en la leyenda haytiana, que nos narra Fray Román Pane, pero atribuyendo el cuento á la inmediata Quisqueya.[85] Es de creer, que Brasseur de Bourbourg se apoyaba en Retzius, que agrupaba los aborígenes americanos en dos grandes divisiones: una, ocupando el oeste, la braquicefálica; y la otra, el este, la dolicocefálica; y _ésta_ procedente de guanches y berberiscos.[86] Virchow ha demostrado que tal clasificación es insostenible, porque los cráneos redondos y alargados se encuentran en ambos lados del continente americano[87]: aunque Topinard quiso explicar la hipótesis de Retzius, suponiendo que el _autóctono_ es el esquimal, arrinconado por una raza braquicéfala venida del Asia.[88] El profesor Broca piensa, que se ha exajerado mucho la unidad de las razas americanas. Para establecer la pluralidad de ellas, entre otras pruebas, atribuye el autor una gran importancia al color de la piel, puesto que se encuentra entre los americanos tintes muy constantes y muy diversos, desde el blanco hasta el casi negruzco, más pronunciado aún que el de los mulatos.[89] Humbold notó, que no había raza en el mundo que tuviera el frontal tan inclinado hacia atrás como la de los americanos; y en la cual la frente fuese tan pequeña. Haciendo observar que la pequeñez de la frente estaba compensada de alguna manera por su longitud, que es generalmente grande.[90] Según Morton, el habitante de la Tierra del Fuego tiene los mismos rasgos característicos que el indio de los planos tropicales, aunque sea en un grado exajerado. Se parece el fuegoniano al indígena de las tribus que están al O. de las _Montañas Rocosas_, á los del valle del Mississipí y á los esquimales del Norte. Todos poseen igualmente cabellos largos, lisos y negros, piel morena ó color de canela, cejas gruesas, pestañas espesas, ojo melancólico y adormido, labios gruesos y apretados, y nariz sobresaliente y dilatada. La misma conformidad de organización en los caracteres osteológicos, con cráneos redondos, ó casi cuadrados, occipucio aplastado ó vertical, mandíbulas gruesas, grandes órbitas cuadrangulares y frente estrecha y ligera.[91] Pero, después el mismo Morton ha notado diferencias considerables y ensayó una clasificación, con la guía del índice cefálico y la división en braquicéfalos y dolicocéfalos de Retzius.[92] Nott sigue también la separación en cráneos alargados y redondos; haciendo hincapié en que los _Toltecas_ tienen la braquicefalia acentuada y los _Iroqueses_, _Cheroqueses_ y _Choctaws_ la dolicocefalia.[93] Y el sabio Virchow ha demostrado grandes diferencias entre las razas del Nuevo Mundo por la configuración de los cráneos; pero sin precisar su antigüedad, ni procedencias genealógicas.[94] Dally es partidario del _tipo étnico_ americano, pero aceptando las _razas_, con diferencias más ó menos marcadas, como en el antiguo Continente.[95] Deniker utiliza los rasgos característicos de la nariz, además de la configuración del cráneo, para clasificar los aborígenes americanos.[96] Y Brinton separa las razas americanas en tres grandes ramas y siete troncos.[97] ¡Qué lejos nos encontramos ya de la clasificación de Ulloa, que visto _un_ indio estaban vistos _todos_! Zaborowski cayó en el error de opinar, que todos los indígenas de las Antillas eran _Caribes_, representados hoy por los _Galibis_ de la Guayana y del Bajo Amazonas.[98] Los indígenas del Archipiélago antillano, grandes y pequeñas islas, antes de la invasión caribeña, eran todos _Aruacas_. Y en el periodo del Descubrimiento las grandes islas estaban aún en poder de los _Aruacas_ y todas las de Barlovento habían caido en poder de los _Caribes_. Los indo-antillanos _Aruacas_ tenían con los indo-antillanos _Caribes_ el punto de unidad de proceder del gran tronco brasilio-guaraniano de D’Orbigny: tronco que es necesario _desligar_ ya, pues los _Botocudos_, primeros habitantes del Brasil, eran de cráneo dolicocéfalo, demostrado por Lacerda y Peixoto.[99] El punto de unidad, pues, de _Caribes_ y _Aruacas_ está en el grupo étnico importante _Guaraní_. El _Guaraní_ de los españoles es el _Tupí_ de los portugueses. El guaraní tenía el ojo ligeramente oblicuo, aspecto _mongoloide_ que hemos comprobado en las pictografías de la cueva de _Miraflores_, de Arecibo, y en una cara pétrea de nuestra Colección arqueológica, hallada en Barros. Martius perfeccionó la obra iniciada por D’Orbigny, diferenciando los _Aruacas_ de las Guayanas de los _Caribes_ de Venezuela y Colombia.[100] Por eso, dice con mucha razón Girard de Rialle, que los habitantes de las Antillas cuando la venida de los españoles, pertenecían á varias naciones; que la más antigua, la de los _Siboneyes_, en Cuba, parecía haber sido originaria de la América Central; venía, en seguida, la de los _Aruacas_, comedores de harina de yuca; á la cual recientemente se le había sobrepuesto en algunas islas del Archipiélago, la de los terribles _Caribes_. Opinión que corrobora _en parte_ la nuestra, pues nosotros opinamos, apoyándonos en la Filología, que los indios de Cuba eran tribus hermanas de los haytianos, jamaiquinos y boriqueños. Sintetisemos. Sea de origen asiático el hombre americano, ó vice-versa[101]; haya habido varios centros de creación, ó no: cuestiones todas que se debaten aún en el campo de la ciencia y que no nos corresponde en este estudio ocuparnos de ellas; lo cierto y positivo es, que la piel roja, la cabeza redonda ó cuadrada, el cabello abundoso y acrinado, con ojos pequeños por lo general, la pupila oscura, la nariz comunmente aguileña, la cara barbilampiña y los pies y manos pequeños, en tallas variables, constituyen un _tipo_ antropológico, que dentro de la unidad de la especie humana, podemos considerar como un _tronco principal_. Es ya una variedad dentro de la unidad. Si uno ó muchos rasgos individuales, característicos, se exageran de manera de hacer del individuo que los presenta una excepción marcada, este individuo constituye, _per se_, una variedad. Cuando los caracteres propios á una variedad vienen á ser hereditarios y sostenidos, de manera que se va esbozando un grupo distinto por muchos conceptos típicos del originario, nace la _raza_. Así, de la _especie_ se puede engendrar un número indefinido de _razas_. Además, cada raza puede á su vez presentar individuos que se distingan de sus hermanos por algunos caracteres especiales sostenidos y se origina la _subraza_.[102] El cruzamiento trae las _razas mixtas_. La especie es la unidad: las razas y sub-razas fracciones de la unidad. En el _tipo étnico_ americano tenemos cabezas redondas y alargadas y cabezas de configuración mediana; bajo el índice céfalico vienen á ser dos razas fundamentales y una tercera por cruzamiento. Encontramos, en general, ojos pequeños ó grandes, horizontales ú oblicuos; piel olivácea canela hasta blanquear, y en otros descender el rojo fundamental hasta el negruzco; nariz aguileña tendiendo á alargarse, ó recta tendente á corta. Todo esto es la influencia del medio ambiente, con el trascurso del tiempo; aunque los caracteres adquiridos en el período de formación de las primeras razas no se borran jamás por completo; se modifican, pero cada una mantiene sus diferencias de origen.[103] El _Caribe_ insular, comedor de carne fresca, de instinto belicoso y aventurero, sanguinario y cruel antropófago era antitético del _Aruaca_, el aborigen antillano, comedor de harinas, pacífico, hospitalario, dulce é indolente. No producía tal estado en el _Caribe_ la escacez de vituallas en las pequeñas islas de Barlovento, porque en el continente inmediato, con abundancia de comida, era también carnívoro y antropófago, activísimo y batallador. Y el _Aruaca_ de las islas Lucayas era más pobre y desprovisto de bastimentos que el _Caribe_ de Santa Cruz y Guadalupe, y tenía los instintos y condiciones de los naturales de las grandes Antillas. Era que estos dos pueblos, el _Aruaca_ y el _Caribe_ constituían dos sub-razas, á pesar del entronque genésico continental. El carácter moral de esos dos pueblos, esas aptitudes é inclinaciones tan bien conservadas en las crónicas y tradiciones colombinas, eran indudablemente efecto de caracteres físicos especiales, temperamentos y constituciones diversos, é influencias desconocidas, cuyas causales ignoramos aún, pero cuyos resultados nos son patentes por la veracidad histórica. Las investigaciones paleontológicas y el detallado estudio osteológico de sus osamentas las han de confirmar. Según Girard de Rialle[104] el cráneo del _Caribe_ es dolicocéfalo y los ojos pequeños; según nuestras investigaciones el _Aruaca_ continental era braquiocéfalo y el _Aruaca_ antillano mesaticéfalo y de ojos grandes. Es innegable que dos razas fundamentales, la dolicocéfala y la braquicéfala, en la noche de los tiempos, se han superpuesto y fusionado en el suelo de América hasta originar la intermedia, mesaticéfala; y que esta influencia, que originó razas y sub-razas, se sintió también en el Archipiélago antillano.[105] CAPITULO V. Nuestras investigaciones sobre los _Aruacas_.—El pueblo de _Aruacay_ en Tierra Firme.—Datos filológicos: _yaya_ é _iguana_.— Exploración de Ordaz.—Los pacíficos _Aruacas_ y los belicosos _Caribes_.—Datos aducidos por Cristóbal Colón.—La intrusión de Cedeño en la gobernación de Ordaz trajo la perturbación en Costa Firme.—Mal ejemplo de los conquistadores disputándose un fortín.—El alzamiento general.—Destrucción de _Aruacay_ y guerra á sangre y fuego.—La cacería de indígenas para sostener las cuadrillas mineras de San Juan y Santo Domingo, y la pesquería de perlas en Cubagua.—Jamás volvió el indio de Tierra Firme á una franca paz, como al principio, porque las expediciones de Ojeda y Guerra fueron también atropelladoras.— Los Oficiales Reales de Santo Domingo dieron lugar á todos estos errores—Informe de Zuazo.—Informe y sentencia de Rodrigo de Figueroa.—Los _Aruacas_ tenían la misma alimentación que los indo-antillanos y aplicaban los mismos vocablos á sus vituallas.—Los naturales de las islas Trinidad y Cubagua también eran _Aruacas_.—La guerra trajo el error y la confusión.—Aplicación de epítetos al capricho.—Los pacíficos _Aruacas_ ocuparon primero á Venezuela y Colombia é iban siendo suplantados por los belicosos _Caribes_.—La Filología confirma esta tesis. ¿Qué datos fehacientes podemos tener para opinar que los indios de _Boriquén_ procedían de las tribus _Aruacas_ del Continente meridional de la América? Veamoslos. [Illustration: Caney. Canoa pequeña.] La primera noticia sobre los _Aruacas_ la encontramos en Oviedo.[106] El conquistador Diego de Ordaz, nombrado gobernador de Paria por el emperador Carlos V., remontó el río Orinoco, en 1532, y llegó á un pueblo que los naturales llamaban _Aruacay_. ¿Dónde estaba situada esta aldehuela indígena? No lo dice el historiador Oviedo, pero nosotros podemos determinarla gracias á los trabajos y mapas de Codazzi y Schomburgk. Este poblejo _aruaca_ estaba emplazado cerca del actual pueblo venezolano de San Rafael de Barrancas. En el ángulo formado por la confluencia de los grandes caños _Macareo_ y _Manamo_, frente á una islilla, que los indígenas llamaban _Yaya_, y cerca de la cual está la actual isla de _Tórtola_, que los nativos denominaban _Iguana_. Empezamos por recoger estos dos datos, que nos suministra la Filología: _Yaya_ é _Iguana_, son dos vocablos, que encontramos en el lenguaje boriqueño y en el indo-antillano general.[107] Refiere el cronista Oviedo, que los naturales de _Aruacay_ y todos sus vecinos vinieron de paz en seguida ante el conquistador, pero que Diego de Ordaz los trató muy mal. Los atropellos de la soldadesca y la caza establecida para obtener indios y llevarlos á La Española y San Juan al laboreo de las minas ocasionó el alzamiento total de la costa de Paria. Los _Aruacas_ tuvieron que unirse á sus mortales enemigos los _Caribes_, para rechazar á los conquistadores. De este hecho surge la confusión de creer algunos escritores que todo el pueblo indígena venezolano era _caribe_. Y no hay tal cosa. Todavía en nuestros días pueden encontrarse los pacíficos _Aruacas_ representados por los _Guaraúnos_ de los deltas del Orinoco; y con el mismo nombre de _Aruacas_ se hallan también en la sierra de Santa Marta, de la República de Colombia. Estos indígenas son los despojos de un gran pueblo, que, en el período del Descubrimiento, venía ya de derrota en derrota bajo el formidable empuje de los audaces y crueles _Caribes_, acabando de sucumbir en la servidumbre á que lo sometió el conquistador con sus _Encomiendas_, nutridas con la cacería de hombres en Tierra Firme. Bondadoso el _Aruaca_ se acogió al lado del invasor, buscando en los nuevos hombres, apoyo y alianza para hacer frente á su terrible é irreconciliable enemigo el _Caribe_. Teniendo en cuenta lo ya anotado, oigamos al cronista, y veremos como del relato de los mismos historiadores van surgiendo los _dos_ pueblos antagónicos precolombinos. Dice Oviedo: “Tornando á la historia, el gobernador Diego de Ordaz, é su gente, entendieron en la pacificación de las tres provincias, que se dijo de suso, Curao, Tuy é Baratubarú; é porque los indios de Baratubarú, en un pueblo que tienen quatro leguas de _Aruacay_... no quisieron dar casabí á ciertos christianos... fué Ordaz allá con gente é hizo otra crueldad, é los indios vinieron de paz y él los recibió. Paresciera mejor perdonarlos, pues no habían herido ni muerto ningún christiano, é traerlos á concordia é buena amistad, que no mostrarse tan riguroso con gente que á él se vino desarmada. Hízolos meter en un bohío é allí los mandó poner á cuchillo, é porque algunos dellos por escapar de muerte se escondían entre los otros muertos, hizo poner fuego al bohío para asegurar su sospecha é que ninguno quedase con vida. Así fueron quemados más de cien indios, é tomando las mujeres de estos para hacer casabí, é repartirlas por las casas del pueblo de _Aruacay_, donde fueron llevadas prisioneras.”[108] Nótese, que estos indígenas venezolanos no habían herido, ni muerto, ningún español. Recuérdese lo que decía Cristóbal Colón de la mansedumbre de los _yucayos_ de las islas Bahamas y de la bondad del cacique _Guacanagarí_ y su gente, cuando tan lealmente le auxiliaron en el naufragio de una de las carabelas, la Santa María, ocurrido frente á Haytí, en el primer viaje. Fijémonos también en que el conquistador Velázquez se apoderó de la isla de Cuba sin pérdida de un solo hombre, porque los _Siboneyes_ no hicieron mayor resistencia al conquistador, y el cacique _Hatüey_, que los impelía á la guerra y al combate era _haytiano_ y tal vez de sangre _caribe_. Los indios de Boriquén y los de Trinidad eran más flecheros que los de Cuba y Santo Domingo, porque ya se encontraban en la _marca_ de la invasión caribeña, y la lucha por la existencia les obligaba á ser guerreros. Creemos más: opinamos que entre ellos había ya jefes de orígen caribe. _Caonabó_, el destructor del fuerte de Navidad, en Quisqueya, era de procedencia caribe; y es de aceptar que el valiente _Guarionex_, soberano del _Otoao_ (Utuado), que atacó é incendió á _Sotomayor_ en las cercanías de Aguada, lo fuera también. En Santo Domingo había otro cacique llamado _Guarionex_, también luchador. Los indios de Trinidad habían avanzado hasta usar rodelas y flechas envenenadas, como los caribes. Sabido es que la guerra es un medio de progreso y que los combatientes suelen tomar unos de otros el modo de pelear y la clase de armas. En la _marca_ ó frontera también suelen los pueblos mezclar su sangre, por enemigos que sean, porque el amor se impone imperiosamente. Lo positivo es que lo mismo los indios de _Boriquén_, que los de Trinidad y Costa-Firme recibieron, en un principio, á los españoles de paz: y que el alzamiento en una y otra parte, lo originó el abuso y atropello de los conquistadores. Oviedo y Las Casas están contestes en este punto. Después de la inútil matanza de _Baratubarú_, en Tierra Firme, Diego de Ordaz remontó el Orinoco unas doscientas leguas y se encontró con los _Caribes_, que, aún siendo en menor número, no tuvieron miedo en combatir y hacer frente. Los indios serían unos setenta con arcos, flechas, macanas y rodelas. Los españoles, seis de á caballo y cien de á pie. La caballería atacó por retaguardia á los indígenas. Los Caribes pelearon con bravura é intrepidez. No se rindió ninguno. Hubo doce españoles heridos. Ordaz, viendo la _nueva clase de gente_ con quien tenía que habérselas, regresó desconsertado al poblejo de _Aruacay_, donde fué siempre bien recibido por sus pacíficos habitantes. _Aruacay_ se componía de 200 bohíos redondos grandes. El régulo principal se llamaba _Naricagua_ y tenía á sus órdenes nueve caciques. La alimentación de esos _Aruacas_ era, además de caza y pescado, el casabe hecho de la harina de la yuca brava, preparada de igual modo que lo hacían los indo-antillanos; y tenían las mismas viandas y frutas, aplicándoles los mismos nombres á las batatas, boniatos, maíz, guayabas, guanábanas, hicacos, tunas, piñas, jobos, etc. La bebida se componía de casabe ó maíz fermentado. Vese, pues, que los indígenas de _Aruacay_ tenían las mismas costumbres y modo de vivir que los boriqueños y daban los mismos nombres á sus productos agrícolas, porque eran indudablemente tribus de igual origen. Del relato de la expedición de Diego de Ordaz se deduce claramente la existencia también en los territorios de Venezuela de los dos grandes pueblos antagónicos y enemigos irreconciliables, los _Aruacas_ y los _Caribes_. Ordaz no pudo pactar con los _Caribes_; y haciéndose _guaitiao_ (amigo) de los _Aruacas_ fundó, mucho más arriba de la aldehuela indígena _Aruacay_, una población de españoles, que se llamó la villa de San Miguel de Paria; y dejando allí un destacamento hizo rumbo al Océano. Fijémonos ahora en la descripción que hizo el Almirante de los naturales de la costa de Paria, en Costa Firme. Este relato se conserva en la obra del hijo del Descubridor.[109] Refiere el historiador, que una canoa con tres indios se acercó á las carabelas para indagar quienes eran ellos, que los indígenas fueron conducidos á la presencia del Almirante, quien los agasajó, regaló y envió á tierra, en cuyas playas se divisaba una gran multitud de indios. Visto el recibimiento cariñoso que tuvo á bordo la primera canoa, inmediatamente se vió el mar cubierto de almadías, y empezó desde luego el canje de objetos. El indio trocaba sus cosas, _que eran como las de las islas descubiertas antes_, por las chucherías que querían darles los españoles. Hemos subrayado esta última frase de Colón por lo confirmativa que es de nuestras opiniones. Y el gran Explorador genovés anotó en sus apuntes, que aquellos indios no tenían rodelas ó tablachinas, ni yerba envenenada para las flechas. Gente más tratable aún que los de La Española. Algunos indígenas traín unos espejillos de oro[110] al cuello y también perlas en brazaletes y collares. Colón recogió á bordo seis de estos _Aruacas_, para hacerlos intérpretes; y siguió viaje costeando hacia Occidente; y antes de llegar al canal _Boca de la Sierpe_ torció el rumbo hacia el Norte, admirando el cultivo de los campos y las rancherías de indios. Pasó el canal _Boca del Dragón_ y llegó á la islilla llamada _Cubagua_, donde obtuvo de los pacíficos naturales hermosísimas perlas á cambio de cascabeles y otras baratijas. El Almirante encontró todos los indios de aquellas costas tan pacíficos y buenos, que los consideró por sus atenciones y zalamerías hasta importunos. Los halló más blancos que cuantos había visto hasta entonces, de gentil presencia, mejor cara y los cabellos cortados al nivel de la mitad de la oreja. Todos estos indígenas á que hace referencia el célebre Explorador genovés eran _Aruacas_. Cuando Antonio Cedeño, en 1530, fué desde Puerto Rico á tomar el cargo de Gobernador de la isla de Trinidad, desembarcó primero en Costa Firme, en las tierras del cacique _Turipari_, quien le recibió de paz y fué con él á Trinidad, donde puso á dicho Gobernador en muy buena amistad con el cacique _Maruaná_, uno de los régulos de aquella isla, acompañándole además á las rancherías de otros cuatro caciques. No quiso Cedeño poblar aquella ínsula de su gobernación y regresó al inmediato Continente, á la aldehuela de _Turipari_, levantando un fortín de madera á una legua de distancia del aduar del régulo indio y dejando allí un pequeño destacamento español. Este fortín vino á ser la manzana de la discordia entre aquellos conquistadores. Cedeño no tenía derecho á poblar en Tierra Firme. Su concesión real se limitaba á la gobernación y colonización de la isla de Trinidad. Diego de Ordaz, que ya hemos citado más arriba como explorador del río Orinoco, había obtenido en la Corte cédula del Emperador para ser Gobernador de Paria. Al ir á tomar posesión de su gobierno fué Ordaz muy bien recibido por los indígenas, hasta el punto, que aprovechando sus buenas disposiciones de amistad y cordialidad, bautizó unos ochocientos indios. Al encontrarse Ordaz con el fuerte levantado por Cedeño hizo presente sus derechos á aquella gobernación; y dejando en él una fuerte guarnición, marchó á explorar el Orinoco. Ya hemos hablado de esta expedición al gran río, que dió por resultado encontrar á _Aracuay_ y toparse con los indomables _Caribes_. Diego de Ordaz, hombre rico, esperaba de España otra armada, que había ordenado preparar á su teniente Alonso de Herrera. Esta escuadrilla había llegado á la isla de _Cubagua_, para secundar la acción de Ordaz; pero las autoridades de esta islilla, que marchaban de acuerdo con Antonio Cedeño, hombre también rico y Contador por S. M. en Puerto Rico, le avisaron del violento ataque de Ordaz al fortín de Paria. Cedeño, que era tan impetuoso en sus medidas como Ordaz, tomó sus resoluciones y dió sus órdenes reservadas. Y cuando Diego de Ordaz, regresando de su expedición al alto Orinoco, hizo rumbo al Océano y quiso reconocer á _Cariaco_, al llegar á _Cumaná_, el fuerte de S. M. en este sitio le largó un par de tiros, con pólvora solamente, en señal de _alerta_, y no le permitió saltar en tierra, ordenándole pasara de largo á recalar á _Cubagua_. En Nueva Cádiz, capital de esta islilla, estaba preso Alonso de Herrera, y al llegar Ordaz lo hicieron prisionero también y lo enviaron á La Española, bajo partida de registro. El atropellado Gobernador de Paria marchó á España á querellarse á S. M. contra Cedeño y en la travesía sucumbió. Este desacuerdo entre los conquistadores, hasta el punto de llegar á batirse á sangre y fuego, no debió pasar desapercibido para los indígenas, á juzgar por lo que vamos á referir. Cedeño envió veinte y cuatro soldados y una mujer á Trinidad, los que fueron bien acogidos por los caciques; pero, á los ocho días fueron todos muertos. La carabela fondeada en la costa pudo cortar las amarras y en ella se salvaron tres españoles y una negra; fugitivos que fueron á recalar á _Cubagua_. Desde esta islilla se dió aviso inmediatamente á Cedeño, que se encontraba en Puerto Rico. Activó sus aprestos el perturbador Cedeño y llegó á Trinidad con ochenta hombres y un caballo; desembarcó de noche, sorprendió al cacique principal, puso fuego al cacerío indígena y pasó á cuchillo á todos sus habitantes. Se salvaron algunas mujeres y niños, porque se acogieron á las inmediatas maniguas. Diez días estuvo el terrible Cedeño recorriendo la isla; y no hallando gente que pasar al filo de su espada, ni tampoco suficientes bastimentos, se embarcó con su gente en dirección á Paria, de donde fué rechazado por los españoles del _célebre_ fortín, cuya guarnición se mantenía aún por Ordaz, viéndose precisado á hacer rumbo á la Margarita. En esta isla reunió Cedeño otros ochenta hombres y seis caballos, pidió auxilio á Puerto Rico, donde aún continuaba siendo Contador por S. M. y marchó contra Paria, recuperando entonces á viva fuerza el disputado fuerte de madera, que había construido á una legua de distancia del aduar del cacique _Turipari_. Triunfante Cedeño en Paria, retorna á la isla de Trinidad á poblar. En el entre tanto, Alonso de Herrera, el teniente de Ordaz, pasa desde la isla _Cubagua_ á Tierra Firme y se apodera nuevamente, en Paria, del fortín en cuestión. Sabedor de ello Cedeño, en Trinidad, no pudo marchar en seguida contra Herrera, porque acababa de ser atacado por los indios de aquella isla, quienes se habían reunido en un formidable cuerpo de tres mil combatientes. Del primer encuentro resultaron veinticinco españoles heridos y cinco caballos fuera de combate. Apurados los españoles tuvieron que levantar trincheras. Estando en este difícil trance, llegó á manos de Cedeño una provisión de la Real Audiencia de Santo Domingo, ordenándole que Alonso de Herrera, teniente de Ordaz, fuera reconocido como Gobernador de Paria. Entonces, se le amotinó la gente á Cedeño; y después de preso y maltrecho pudo darse por feliz con retornar vivo á Puerto Rico. ¡Qué perniciosos ejemplos de odios y asechanzas recibían los aborígenes, que presenciaban estos combates sangrientos entre los hombres nuevos llegados á sus costas! Quedó al frente de Paria, Alonso de Herrera, teniente que había sido de Ordaz, nombrado Gobernador interino de aquella comarca por la Real Audiencia de Santo Domingo, en lo que el Emperador Carlos V. resolvía otra cosa. Entre tanto, Gerónimo de Ortal, tesorero que había sido de Ordaz, obtuvo en la Corte la gobernación de aquellos nuevos países de Tierra Firme y preparó en Sevilla una armada. Llegado Ortal á Paria, nombró por su teniente á Herrera, á quien encontró al frente de la guarnición del tristemente disputado fortín. Mas, ya en esa época los pacíficos _Aruacas_, á quienes se les cazaba cruelmente para venderlos á los mineros de La Española y San Juan, y á los pescadores de perlas de Cubagua, por haberse agotado los cuarenta mil indefensos _yucayos_ de las islas Bahamas, estaban declarados en completa rebelión en muchas partes de Costa Firme. Oigamos al cronista Oviedo[111]: “Toda aquella provincia (Meta) y la costa estaban de guerra, muy alterada, por muchos desatinos é malas obras que los christianos, que allí estuvieron primero, habían fecho á los indios; así por estar sin gobernación é haber faltado Diego de Ordaz, como por las contenciones de Antonio Cedeño, que también pretendió ser aquello de su gobernación. E, por tanto, nunca Gerónimo de Ortal pudo traer los indios á la paz, como primero habían estado en tiempo de Ordaz.” Escusamos anotar que la aldehuela _Aruacay_ fué completamente destruida por los conquistadores; y así mismo todas las rancherías que tenían los _Aruacas_ en las márgenes del Orinoco y en la costa de Paria, teniendo que refugiarse los perseguidos indígenas en los intrincados bosques para defender su libertad y sus vidas. Ortal y Herrera volvieron á remontar el gran río, bien ayudados de hombres y caballos. Herrera era un valiente que sabía más de matar enemigos que de poblar lugares, dice el Cronista arriba citado; pero, á pesar de su empuje y valentía, murió á manos de los indómitos _Caribes_, sorprendido él y su destacamento por cien indios flecheros. Herrera reposaba en un bohío y los soldados estaban colectando maíz en un sembrado. El ataque fué rápido; y Herrera fué herido con flecha envenenada. Fracasó por completo la expedición. No contento Cedeño con los pasados descalabros, envió desde Puerto Rico nueva gente á Tierra Firme, al mando de un tal Juan Bautista; y además otro navío comandado por Hernandez de la Vega. Estos expedicionarios tuvieron choques con los soldados de Ortal; pero éste tuvo la habilidad suficiente para prender los capitanes de Cedeño y atraerse los soldados á su enganche. Sabedor Cedeño en Puerto Rico de lo que ocurría en Costa Firme con sus tenientes, marchó allá en persona con mucha gente de á pie y de á caballo. Enterado Ortal de la llegada de Cedeño, se retiró á _Cubagua_ para evitar un choque, ya desalentado de los infructuosos resultados de las exploraciones del Orinoco. También esta expedición de Ortal, como la anterior de Herrera, fué un desastre. El activo Cedeño desembarcó en Tierra Firme, en el lugar llamado _Maracapana_. Corría el año de 1536. El impetuoso Capitán saltó en tierra con 170 hombres y 20 caballos. Pudo atraer á sus banderas la gente que era de Ortal, y reunió un fuerte escuadrón de 400 hombres y 98 caballos. Los indios de _Maracapana_ eran todos pacíficos _Aruacas_. Los tenientes de Cedeño penetraron tierra adentro, en territorios que no eran de su gobernación, pues ya sabemos que esta se limitaba exclusivamente á la isla de Trinidad, y se dedicaron á la guerra de montería humana, á la caza de infelices indígenas, regresando á la costa, donde les esperaba Cedeño, con unas 450 piezas, entre chicos y grandes. Mientras Cedeño salteaba indios en Tierra Firme, para venderlos á los mineros de La Española y San Juan y á los pescadores de perlas de _Cubagua_, Ortal se quejaba á la Real Audiencia de Santo Domingo de las usurpaciones del ambicioso Contador de Puerto Rico, y el Supremo Tribunal dominicano envió al lugar de la disputa á su propio Fiscal el licenciado don Juan de Frías, como juez en comisión, para dirimir la contienda. Cedeño, que era hombre de pelo en pecho y audaz á toda prueba, retuvo preso al Fiscal de S. M.; y en tan crítica situación, sólo la inesperada muerte de Cedeño vino á poner término por un momento á estos escándalos de Costa Firme. Hemos hecho hincapié en estos relatos para que se vea patente la comprobación de los pacíficos _Aruacas_ y los indómitos _Caribes_, en Venezuela. La expedición de Ojeda, en 1499, confirmó todas las observaciones de Colón respecto á los indios de _Paria_ y sus hábitos bondadosos y hospitalarios; viniendo á darse Ojeda con los terribles _Caribes_ en el lugar llamado hoy _Punta de Chichiriviche_. El viaje de Pedro Alonso Niño y Cristóbal Guerra testimonió tambien que los naturales de _Curiana_ y _Cumaná_ eran pacíficos y generosos _Aruacas_. Niño y Guerra fueron rechazados también en _Chichiriviche_, al igual de Ojeda; pero en otros sitios hicieron tranquilamente valiosos rescates en perlas. Los segundos viajes de Guerra y Ojeda fueron de rapiña. Ojeda saqueó traidoramente á los _Aruacas_ de _Curiana_, después de haberse hecho _guaitiao_ (amigo) de ellos; y Guerra se atrevió hasta llevar indios esclavos á España (1501), cuyo cargamento de carne humana el gobierno le obligó á restituirlo á las Indias, como hizo Isabel la Católica con el que remitió Colón de haytianos. La mayoría de estos conquistadores de Tierra Firme pereció á manos de los terribles _Caribes_. La culpabilidad de esta inhumana cacería de indígenas, que se hacía en Venezuela, correspondía á los empleados de Santo Domingo y Puerto Rico, que faltos de brazos para el laboreo de las minas, por la desaparición del indo-antillano á consecuencias de la ruda labor, del mal trato y de la escasa alimentación, recurrían al Gobierno para que les permitiera traer indios del inmediato Continente, agotadas ya las otras islas del Archipiélago. El Rey concedió se esclavizaran los indomables _Caribes_ y _todos_ los que no quisieran recibir de paz á los _Christianos_. Levantada la compuerta, el torrente se desbordó; y los más audaces se fueron á Roma por todo. Este escandaloso é inhumano tráfico, ocasionó, como era natural, la desaparición primero de cuarenta mil pacíficos isleños de las Bahamas; y después, el desastre de los bondadosos _Aruacas_ de la península y golfo de _Paria_ y costas de _Cumaná_; salvándose de esta destrucción horrenda los indígenas que pudieron acogerse á los intrincados y cenagosos territorios del Delta del Orinoco; de cuyos fugitivos _Aruacas_ descienden los actuales indios _Guaraúnos_. Vamos á aducir más comprobantes sobre nuestra opinión, de que había dos pueblos importantes, los _Aruacas_ y los _Caribes_, en Venezuela, en el período colombino. En 1518 escribía el licenciado Zuazo, desde la ciudad de Santo Domingo, á Monseñor de Xevres, del gobierno del Emperador, y pedíale, entre otras cosas, para el _remedio de las Indias_, lo siguiente: “Hay necesidad también de que los _Caribes_ de Tierra Firme, que comen carne humana, se puedan traer por esclavos á esta Isla, porque viven bárbaramente. Señálese el lugar donde se puedan traer, que ha de ser junto á nuestros _guaitiaos_, que quiere decir nuestros _amigos_, ó que están de paz en servicio de S. M. Los _Caribes_ se los comen é hácenles mucho daño. Aprovecharse han dos cosas desto, la una es que esta Isla será muy aprovechada de gente, que es bien menester, porque los indios della van de caida. La otra es, que nuestros _guaitiaos_ serán favorecidos é defendidos, cuya defensa é amparo será ocasión del rescate que ahora hay con ellos de perlas; é para que otros pueblos é comunidades se junten con los dichos _guaitiaos_, viendo la honra que se les hace por los castellanos, é como los defienden é amparan de sus enemigos.”[112] Completaremos este estudio é investigación sobre los _Aruacas y los Caribes_ del inmediato continente meridional con el _Informe_ hecho en 1520 por el licenciado Rodrigo de Figueroa acerca de la población india de las islas y costas de Tierra Firme y la sentencia que dió en nombre de S. M. Dice así el importantísimo documento: “Por mí, el licenciado Rodrigo de Figueroa, juez de residencia é justicia mayor desta isla Española é juez de la Audiencia Real de las apelaciones, en estas partes; é repartidor de los caciques é indios desta dicha Isla, por la Reyna é Emperador, nuestros Señores; Vista la Instrucción á mí dada por la Majestad de la Reyna é del Emperador, nuestros Señores, en que me mandan haber larga información de las islas é parte de Tierra Firme, en que los indios é pobladores dellas son _Caribes_, é pueden, é deben ser de los chrystianos traidos é tenidos por esclavos, é que dello haga declaración por sentencia; Vista la Información sobre lo susodicho por mí habida, é las otras contenidas en la dicha Instrucción á lo susodicho anexas é concernientes, la qual fué quanto en esta Isla se pudo haber de los pilotos, maestres é marineros, capitanes é otras personas que han usado ir á la costa de Tierra Firme é islas é partes andadas é descubiertas en el mar Océano, é la que así mesmo pude haber de religiosas personas, é vista otra Información, que cerca de lo susodicho, hubo el licenciado Zuazo; por lo qual dió ciertas licencias, la qual mando poner en el cabo de la mía, para enviar á S. M. Fallo, que debo declarar é declaro: que todas las islas que no están pobladas de chrystianos, excepto la de Trinidad, Lucayos, Barbados, Gigantes[113], é la Margarita las debo declarar é declaro ser de _Caribes_, gentes bárbaras, enemigos de los chrystianos, repugnante la conversión dellos, tales que comen carne humana, é no han querido, ni quieren, recibir á su conversasión á los chrystianos, ni á los predicadores de nuestra Santa Fe Católica. E quanto á lo de Tierra Firme, en lo que hasta ahora por la Información habida de las cosas della se pudo averiguar, debo declarar é declaro, que en lo de más arriba de la dicha Costa, que han alcanzado los que de estas partes van á la _Costa de las Perlas_, hay una provincia que se dice _Paracuya_, la cual es de _guaitiaos_. E de ahí abajo, viniendo por la costa hasta el _golfo de Paria_, hay otra provincia que llega hasta la que se dice de _Aruaca_, que se tiene por de _Caribes_; é pasada la dicha provincia por el dicho viaje abajo, está la dicha provincia de _Aruaca_, la qual debo declarar, é declaro, por de _guaitiaos_, amigos de los chrystianos, é dignos de ser amigos de los castellanos é ser muy bien tratados. E pasada la dicha provincia por el dicho viaje abajo está la provincia de _Uríapana_, la qual debo declarar, é declaro, ser de _Caribes_, enemigos de los chrystianos, é comen carne humana. E más abajo, por la misma costa del _golfo de Paria_ está otra provincia que se dice _Uníraco_, la qual debo declarar é declaro, de _guaitiaos_, amigos de los chrystianos é que tratan é conversan con ellos pacificamente, é con los otros _guaitiaos_, que son amigos de los chrystianos. E más abajo, en la dicha costa del dicho _Golfo_, está otra provincia por donde pasa un río, que se dice _Taurape_; los indios de la qual provincia debo declarar, é declaro, ser _Caribes_, sujetos a la misma condición de los susodichos. E más abajo, en la ensenada del dicho _Golfo_, está otra provincia, que se dice de los _Oleros_, los quales así mesmo debo declarar, é declaro, ser _Caribes_. Los de la provincia de _Parianá_, hasta la punta de la _Boca del Dragón_, de mar á mar, debo declarar, é declaro, ser _guaitiaos_, é muy pacíficos, é amigos de los chrystianos. E dende _Cariaco_, entrando la misma provincia é todo lo que está en la costa de _Cariaco_, además de Cumaná, _Chiribichí_ é _Maracapana_, hasta el río _Unarí_, por toda la dicha costa, debo declarar, é declaro, ser _guaitiaos_, pacíficos é muy amigos de los chrystianos. E dende la dicha provincia de Unarí, por la costa abajo, con el cabo de la _Codera_ é _Coquíbacoa_, al presente debo declarar, é declaro, no estar suficientemente averiguado si son _Caribes_ ó _Guaitiaos_; é me reservo de lo declarar así, cuando más suficiente información de lo susodicho se pueda haber. E dende la provincia de _Coquíbacoa_, la costa abajo, debo declarar, é declaro, ser al presente habidos y tenidos por _guaitiaos_, é por amigos de los chrystianos, é que los reciben á su contratación, exceptos los _Inotos_, los quales no sé declarar de la condición que son, hasta que se pueda haber mayor información. E dende _Coquibacoa_ hasta el río de _Cenú_, que cae á cinco leguas del Darien, porque no se ha averiguado al presente sean _Caribes_ ó _Guaitiaos_, reservo en mí el declarar, hasta que más información tenga. En quanto á los indios, que caen la tierra adentro, en las dichas provincias de suso declaradas, desde _Uríapana_ hasta el cabo del _Isleo Blanco_, que es junto al puerto de la _Codera_, dejados los _guaitiaos_ ya nombrados, los debo declarar, é declaro, ser _Caribes_. E la isla de la Trinidad especialmente declaro, que debe ser habida é tenida por de _guaitiaos_, amigos de los chrystianos; é así la debo declarar é declaró. A las quales provincias é tierras, declaradas de _Caribes_, los chrystianos que fueren con las licencias é condiciones é instrucciones, que les serán dadas, pueden ir, é entrar, é los tomar, é prender, é cautivar, é hacer guerra, é tener, é traer, é poseer, é vender por esclavos dichos indios de las dichas tierras é provincias é islas; é pueden haberlos como _Caribes_ declarados en qualquier manera; con tanto, que los chrystianos que fueren á lo susodicho, no vayan ha hacerlo sin el veedor ó veedores, que les fueren dados por las Justicias ú Oficiales de S. M., que para las dichas armadas diesen licencia. E que lleven consigo indios _guaitiaos_ de las islas é de las partes comarcanas á dichos _Caribes_, para que vean é se satisfagan de ver como los Chrystianos no hacen nada mal á los indios _guaitiaos_, y sí á los _Caribes_, pues los _guaitiaos_ se van con los castellanos é quieren ir con ellos de buena gana. E quanto á las demás islas é tierras de la dicha costa, declaradas por de _Guaitiaos_, é de las que esta sentencia hace mención, desde lo de más arriba hasta lo de más abajo, que no son declaradas por de _Caribes_, declaro, é mando, é defiendo, que ninguna persona de qualquier estado é condición que sea, fuere en armada, ó de otra manera, sea osado de les hacer á los indios vecinos, pobladores, ó estantes en las dichas tierras é provincias, guerra, ni fuerza, ni violencias, ni extorsiones; ni tomar por fuerza é contra su voluntad, de las dichas partes, personas, ni ganados, ni mantenimientos, ni _guanines_, ni perlas, ni otra cosa alguna; porque las dichas guerras, fuerzas, é extorsiones, é tomas, están prohibidas, defendidas, é no concedidas por la Majestad de la Reyna é Emperador, nuestros Señores. Pero declaro, é digo, que llevando la dicha licencia é instrucción que será dada á las personas que á las dichas armadas quisieren ir, puedan ellos con su voluntad rescibir, é rescatar, todas las dichas cosas, con tanto que los indios que rescataren del poder de las tales gentes sean _Caribes_, que de otra manera, no lo seyendo, no las puedan traer, ni traidos sean habidos por esclavos. Contra la qual provisión é defendimiento mando, por virtud de los poderes que de S. M. tengo sobre dicho caso, que ninguna persona sea osada de ir, ni pasar, so pena de muerte é de perdimiento de bienes. Los quales aplico, los dos tercios para Cámara é Fisco de S. M., é el otro tercio para la persona, ó personas, que lo denunciaren ó acusaren. En las quales dichas penas, mando que caigan é incurran qualesquier personas que contra la dicha provisión é defendimiento fueren, así de esta Isla Española, como de las otras Islas é Tierra firme destas partes del Mar Océano, é de los Reynos de Castilla, ó de otras qualesquier parte. Las quales dichas penas no se entienden con los que de poder de _Guaitiaos_ rescataren é trujeren, con su voluntad, de los indios que no sean _Caribes_; mas de no serles dados por esclavos, según dicho es. La qual declaración é sentencia mando que sea pregonada en esta Isla, en esta ciudad de Santo Domingo, en tres lugares públicos della, é llevada así mismo á las islas de Cuba é de San Juan, para que allá sea también apregonada, é ningún pueda pretender ignorada; con cartas requisitorias á los jueces de las dichas islas que las hagan apregonar. E por esta mi sentencia, juzgando así, lo declaro, é pronuncio, é mando en estos escritos.—El licenciado _Rodrigo de Figueroa_.—Copia autorizada por Diego Caballero, Escribano de S. M. en la ciudad de Santo Domingo.”[114] Hemos transcrito íntegro este documento por muchas razones. Primeramente, nos comprueba la existencia de los _Aruacas_ en el interior y en las costas de Venezuela, luego, junto á ellos aparecen los _Caribes_, disputándoles los territorios y las márgenes del Orinoco y las de sus afluentes. Las tribus _Aruacas_, sin gran enlace entre sí, sin confederación alguna, solían coger el nombre del jefe guerrero que las comandaba, ó el de cualquier otro cacique anterior, ya muerto, pero conservado su nombre y culto por _Totemismo_; y de este modo vemos que surgen en la historia de Venezuela y Colombia un sinnúmero de pueblos indígenas con distintas denominaciones, todos ellos _guaitiaos_, es decir, amigos de los conquistadores; teniendo la generalidad iguales usos y costumbres, comerciando con las mismas cosas que los naturales de las islas, como dice Colón y hemos anotado anteriormente, entendiéndose bien con los intérpretes _quisqueyanos_ y _boriqueños_ y á la vez siendo enemigos mortales de los _Caribes_.[115] Nosotros opinamos, que todo el suelo de Venezuela y Colombia estuvo ocupado, con anterioridad al período colombino, por las tribus _Aruacas_, cuyos dominios se extendieron hacia el Amazonas, por un lado, y hacia el istmo de Panamá por el otro, hasta el lago _Managua_; y que este pueblo indígena fué rudamente combatido por las tribus _Caribes_, que poco á poco, con sus terribles hordas guerreras, venidas de las márgenes del Amazonas, iban anexionándose los territorios que violentamente arrancaban á los _Aruacas_. Lo ocurrido en el Archipiélago antillano á la venida del Descubridor europeo, (de ocupar ya los _Caribes_ parte de las islas), había sucedido también en determinadas comarcas del Continente meridional. Al ponerse en contacto los conquistadores con los indios de Tierra Firme los clasificaron primero en _pacíficos_ y _guerreros_, usando el vocablo _guaitiao_ para designar al _Aruaca_ y dejando el de _Caribe_ para el batallador. Luego, cuando unos y otros se pusieron en abierta oposición á los españoles se originó la dificultad de diferenciarles. Según fué avanzando la conquista en Tierra Firme, los españoles usaron el sistema de aplicar á las tribus _Aruacas_ y lo mismo á las _Caribes_, el nombre del cacique principal que las dirigía en el combate, ó averiguaban la designación particular que ellas se daban, ó les aplicaban caprichosamente un mote cualquiera.[116] El cronista Oviedo ya hizo una observación sobre esta costumbre, anotando, que los cosmógrafos mudaban los nombres en las cartas de navegar, poniendo los que los navegantes les decían; y que cada día quitaban y ponían nuevos nombres, _al sabor de temerarios_, lo que ponía confusión en todo. Lo que sucedía con las costas, pasaba con las regiones del interior. Tantos epítetos, aplicados á los indígenas de Venezuela y Colombia, originó gran dificultad para precisar los puntos ocupados por los _Aruacas_. Pero, la Filología nos da la luz necesaria en este caso, como nos la ha dado en otros, para determinar con exactitud hasta donde se extendió el poderío de las tribus _Aruacas_. En el capítulo dedicado al lenguaje indo-antillano nos ocuparemos de esta otra prueba que tenemos á favor de la tesis desarrollada en este capítulo con documentación histórica fehaciente. [Illustration: Carátulas. Mortero. Macha boriqueña. 25 centim.] CAPITULO VI. El tipo indio boriqueño.—La indígena.—El indiezuelo.—Error de Iñigo Abbad.—Facultades mentales del aborigen.—La vida en tribu ó clan.—Gobierno paternal.—El _cacique_ ó jefe supremo de la tribu.—El _bohique_ ó curandero augur.—El _nitayno_ ó sub-jefe.—Tres categorías en los jefes.—El _naborí_, especie de vasallo pechero.—La aldehuela.—El aduar _Guaynía_, del cacique _Agüeybana_, radicaba al Sur de _Boriquén_.—Fué primero del pacífico _Agüeybana_, el cacique principal de la Isla y luego de su hermano el valiente _Guaybana_.—Los poblejos indios ó _yucayeques_.—Las rancherías _Guaynía_ (de Agüeybana), _Aymaco_ (de Aymamón), _Yagüeca_ (de Urayoán), _Guajataca_ (de Mabodamaca), _Abacoa_ (de Arasibo), _Otoao_ (de Guarionex), _Sibuco_ (de Guacabo), _Toa_ (de Aramaná), _Guaynabo_ (de Mabó), _Bayamón_ (de Majagua), _Haymanio_ (de la cacica Yuisa), _Cayniabón_ (de Canóbana), _Turabo_ (de Caguax), _Guayaney_ (de Guaraca), _Guayama_ (de Guamaní), _Jatibonicu_ (de Orocobix), _Macao_ (de Jumacao) y _Daguao_ (de Yuquibo).—El _caney_ ó casa del cacique.—El fuego.—El boriqueño más adelantado que el nativo de las islas Marianas.— La poligamia.—La compra de la mujer.—El _colesibí_ y el _guanín_ como dote.—Ninguna ceremonia religiosa.—El _matriarcado_, para heredar.—_Guaybana_ heredó á _Agüeybana_, su hermano, y no los hijos de éste.—El boriqueño no era adúltero.—Las ablusiones.—El _tatuaje_.—El achiote ó _bija_.— La _jagua_.—El boriqueño no practicaba el hurto.—Respeto á la propiedad en los primeros tiempos de la colonización.— Alimentación del indígena.—Sus bebidas.—Uso del tabaco.— Desconocimiento de la sal para adobar su comida.—Estadios públicos.—Juegos de pelota.—_Bato_ y _Batey_.—El baile.— Enfermedades y cuidados del curandero.—El ben purgativo ó _tautúa_.—El agua fría y el masaje.—Por qué aceptamos en el boriqueño un estado político-social-religioso. El indígena boriqueño era de estatura regular, de menor talla que el español, bien formado y de buen aspecto; el tronco desenvuelto y las manos y pies pequeños. La piel de color _canela_[117], pero tirando al amarillo oliváceo, como si dijéramos _bronceado_, que hizo á Cristóbal Colón llamarle, de la _color de los canarios_[118]; al cronista Oviedo decir, que era loro y á Las Casas anotarle de color _moreno_. El cráneo no muy redondo, sub-braquicéfalo, tendente á mesaticéfalo[119]; la cara grande, cameprosópica[120] y ancha; la frente fugitiva, inclinada hacia atrás; la boca con labios gruesos, sin ser negroides, y la comisura labial alta, dando así á la fisonomía aspecto bondadoso; la mandíbula algo pronunciada, prognática[121]; los ojos negros, más bien grandes que pequeños, megasemes[122], separados, y la oblicuidad palpebral ligeramente determinada; turbia la esclerótica; la nariz corta, estrecha, leptorrina[123]; recta y con las ventanas dilatadas. La cabellera negra, abundosa y crinada. Barbilampiño. Solía deformarse el cráneo, apretando con vendas de algodón la cabeza de los recien nacidos.[124] Tenía los cinco sentidos corporales muy bien templados, con esquisito desarrollo de la vista y tacto. Era muy parco en su alimentación. Predominaba en él el espíritu de bondad, siendo muy poco afecto al rencor y la venganza. A pesar de su mansedumbre y delicada complexión era resistente y varonil. Fué buen flechero, y cuando la colonización, cargaba tres y cuatro arrobas de peso[125] y las llevaba en luengas caminatas, cantando y riendo con sus compañeros de fagina. La india boriqueña era agraciada y guapa hembra. Los caribes de las islas de Barlovento, cuando ejercían sus depredaciones sobre el _Boriquén_, se proveían de ellas para convertirlas en sus mujeres. Por eso extrañó tanto al misionero francés Fray Raymundo Breton encontrar en las islas Domínica y Guadalupe, que los indios hablaban un lenguaje y las indias otro. Estas indias eran boriqueñas. Cuando Colón tocó en su segundo viaje, en la isla de Guadalupe, recogió á bordo algunas indígenas, que á nado se fueron á las carabelas, y resultaron ser _boriqueñas_.[126] La historia quisqueyana nos habla de la hermosura de la cacica _Anacaona_ y de los novelescos amores de su hija _Higüemota_ con el pulido español Güevara; y también de las hermosas doncellas indígenas de la tribu de _Bojekio_, el célebre cacique haytiano. Las Casas nos refiere, que conoció en La Española (en la Vega y Santiago) indias casadas con españoles, que eran de _mirable hermosura y cuasi blancas, como mujeres de Castilla_.[127] Era la boriqueña muy fecunda[128]; siendo bien conformada, y de fáciles partos.[129] Los niños eran de buena índole, graciosos y vivarachos; y muy dóciles á las enseñanzas de los frailes. Algunos tenían el cabello tirando á castaño, indicio de algún lejano cruzamiento ó _mestizaje_. Fray Iñigo Abbad comete el error de escribir, que el indio boriqueño era de color _cobrizo_ y de narices _chatas_.[130] El benedictino escribía de referencia, como nosotros, y al terminar el párrafo de su capítulo, dedicado á este asunto, puso una llamada y anotó como cita, á Oviedo, libro 3º folio 25, con esta letra (f). Pues bien, he aquí la prueba de que hay que beber en fuentes puras para no caer en equivocaciones. Oviedo no dice tal cosa. Véase la edición de la Academia Española de la obra de Oviedo, publicada en Madrid en 1851, tomo 1º página 68, línea 23, y se verá, que el Cronista dice: “La color de esta gente es _lora_.” Este vocablo viene del adjetivo latino _luridus_, cetrino. En castellano es sinónimo de color amulatado, _moreno_, lo que concuerda con la nota de Las Casas. Algunos escritores puertorriqueños han caido en error, por seguir á Iñigo Abbad. Y respecto á la nariz, confundió nuestro primer historiador la nariz _corta_ con ventanas dilatadas del indo-antillano con la nariz _chata_ de la raza africana. En el lenguaje antropológico la nariz de nuestro indio era _mesorrina_ y la del africano es _platirrina_. Las facultades mentales del boriqueño correspondían á las del hombre natural en el período _neolítico_; con la inferioridad comprobada de la raza roja ante la raza blanca; más, la influencia deprimente de los trópicos sobre un organismo, que no tenía las ventajas positivas del cruzamiento étnico. El _mestizaje_ es favorable á ciertas razas. El desarrollo intelectual del boriqueño era escaso, la voluntad tardía, pero la memoria feliz, porque la cultivaba para la recitación de sus historitos _areytos_. Refiere Las Casas, que de veinte á treinta pliegos de papel, escritos sobre doctrina cristiana, el indígena los conservaba todos en la memoria y los repetía sin tropezones.[131] En la numeración el boriqueño llegaba hasta 20. Se conservan los nombres de los cuatro primeros números. El indo-antillano tenía vocablos hasta diez. De once en adelante hasta veinte recurría á los dedos.[132] Entre los caribes la palabra usada para decir _diez_ significa los dedos de ambas manos, y para decir _veinte_ la voz equivale á los dedos de pies y manos. Según el padre Gumilla, los indios del Orinoco se servían también de los pies y de las manos juntos para indicar veinte.[133] Según Dobritzhofer, el _guaraní_ no tenía palabras más que hasta _cuatro_, y de ese número en adelante decía _incontable_. Si ésto es cierto, el _Caribe_ y el _Aruaca_ habían adelantado á su progenitor, pues llegaban hasta 10 con palabras y hasta 20 con signos. No es de extrañar tan penosos avances en el cálculo, porque nada hay más abstracto que la idea del número. El boriqueño no tenía ideas cronológicas. El tiempo corría para él impensadamente. Sólo procuraba retener en sus históricos _areytos_ los sucesos más memorables de su pueblo, ó los que más herían su imaginación pueril. El tiempo para él se concretaba á la división patente del día y la noche. Estaba lejos de poder utilizar los cuartos de luna como los peruanos; y mucho menos la marcha del sol como los mejicanos. Cuando los conquistadores pusieron el pie en _Boriquén_, los naturales vivían ya en clans ó tribus, diseminadas por varios puntos de la Isla.[134] El gobierno de estas agrupaciones era patriarcal, tratando los régulos á sus súbditos como si fueran sus propios hijos: palabras textuales del obispo de Chiapa.[135] Amor que fué correspondido fielmente por los indígenas, cuando el triste período para ellos de la Conquista, en el que procuraron ocultar cuidadosamente á sus jefes de la activa persecución de los invasores, que tendían siempre á apoderarse de los caudillos para sofocar las iniciativas guerreras en contra de la colonización española. Lo que podríamos llamar la constitución política del boriqueño, era monárquica, con su soberano, el _cacique_; el gobierno paternal con los subjefes ó _nitaynos_, y la casta sacerdotal de _bohiques_. Naturalmente, con todos los defectos de una sociedad humana incipiente: como que era el hombre de la edad de la piedra. En Boriquén había un jefe principal, que en la época de Ponce de León (1508) era _Agüeybana_, á quien los otros caciques de la Isla veían como más potente. _La Española_, ó sea _Haytí_, estaba dividida en cinco cacicazgos principales, con sus correspondientes reyezuelos _Guarionex_, _Guacanagarí_, _Bojekio_[136], _Caonabó_ é _Higuanamá_. La división social de los indios de Boriquén era: el _cacique_, ó jefe de la tribu; el _bohique_, ó augur curandero, como si dijéramos médico-sacerdote; el _nitayno_, subjefe ó lugarteniente á las órdenes del cacique; y el _naborí_, ó miembre de la tribu. Esta sencilla agrupación tenía desde luego su plan administrativo y la división del trabajo con arreglo á su limitada civilización y reducidas necesidades. Correspondía al _cacique_, como jefe supremo de la aldehuela y su comarca, cuidar de los aprestos guerreros y de la defensa general del poblejo, mantener las buenas relaciones con los régulos vecinos y obedecer las órdenes del jefe más fuerte de la Isla, que vivía al Sur. El _nitayno_, ó sub-jefe, venía á ser el lugarteniente sustituto del cacique. Eran varios: uno cuidaba de los límites del cacicazgo; otro atendía á los cultivos y recolección de frutos; otro á la caza; otro á la pesca; otro á la confección del _casabí_; etc. Disponía cada _nitayno_ de un pelotón de _naborís_, que trabajando en cuadrillas podían cumplir con sus faenas. Las mujeres no eran agenas á algunas de estas labores. Es indudable, por lo tanto, que las incipientes industrias de alfarería, tallado y pulimento de hachas y demás utensilios de piedra ó madera, tejido de algodón y cordelería de _majagua_ y _maguey_ para hamacas, redes de pescar, taparrabos y faldellines, construcción de arcos, flechas, azagayas y macanas, estaban regularizadas de algún modo; pero era una reglamentación al fin. Así estaría también el comercio de estos objetos entre las aldehuelas é islas vecinas. Los jefes indo-antillanos tenían tres categorías, como si dijéramos las de capitán, teniente y alferez que venían á corresponder á los vocablos _Matunjerí_, _Bajarí_ y _Guaojerí_.[137] No eran títulos de nobleza, ni mucho menos; pero, sí expresiones de aprecio y distinción para establecer cierta distinción social de personas entre ellos. La humanidad en sus procedimientos, se repite con frecuencia en distintas zonas, porque el hombre ha tenido que pasar por fases muy parecidas en todas las partes del planeta. El _bohique_, curandero augur, cuidaba como agorero de los ritos y ceremonias religiosas; y como médico de la salud de los miembros de la tribu. Atendía también á la educación de los indiezuelos en lo correspondiente á enseñarles los _areytos_ ó romances históricos, para que conservaran en sus memorias las hazañas de sus antepasados y la sucesión de las cosas. Era ayudado en esta labor, de la música, que siempre atrae sobremanera al hombre natural y sencillo. Un recitado monótono con alguna nota discordante y su obligado estribillo era la canción _boríqueña_. Acompañaba al _areyto_ el ritmo cadencioso del tamboril de madera, llamado _magüey_, y el ruido acompasado de la sonajera hecha con una _higüera_ pequeña y vacía, con pedrezuelas dentro, la _maraca_, que ha llegado hasta nosotros, conservada por tradición entre nuestros campesinos. A la recitación del _aretyo_ se unía la danza ó _araguaco_. Estos espectáculos no sólo tenían carácter histórico, sino algunas veces religioso ó guerrero. También era costumbre del _bohique_ preparar á los jóvenes indios, que habían de sustituirle en el ejercicio de la hechicería y curandería. Y, finalmente, el último miembro de la tribu era el _naborí_, el hombre más inferior del clan, dedicado á labriego, sirviente, cazador, pescador ó guerrero, según las necesidades de la agrupación. El _naborí_ venía á ser como el vasallo pechero de la antigüedad. Este era el orden correlativo social de nuestro indígena, que atravesaba en la época del Descubrimiento, el tercer período de la edad de la piedra, ó sea el _neolítico_; no conociendo aún el uso de los metales útiles; pero si utilizando la madera y la roca pulimentada, y viviendo en pacífico consorcio, sujeto á un método civil patriarcal; rindiendo culto á sus ideas religiosas de pueblo primitivo, y desenvolviéndose en la agricultura, la industria y el comercio, en harmonía con su rudimentaria civilización. Hemos dicho, que el aduar de _Agüeybana_, el régulo principal de _Boriquén_, demoraba al Sur de la Isla. Opinamos, que se llamaba _Guaynía_, vocablo indio, alterado en los cronicones con el cambio de la _n_ en _d_ (Guaydia). Era el mejor caserío indígena; y estaba junto al río de su mismo nombre, que naciendo en las alturas de _Macaná_, vierte sus aguas en el mar Caribe.[138] Fué visitado _Guaynia_ por el conquistador Juan Ponce de León, en 1508, cuando practicó la primera exploración del _Boriquén_. En el repartimiento de indios, que hizo Juan Cerón, en Noviembre de 1509, adjudicó _Agüeybana_ con su ranchería y trescientos súbditos á don Cristóbal de Sotomayor, hijo de la condesa de Caminar, que trajo á las Indias una Real Cédula, en la que se le hacía merced, como poblador, del _mejor_ cacique de esta Isla.[139] Las otras aldehuelas principales de _Boriquén_ radicaban en valles apropiados: la del cacique _Caguax_ junto al río _Turabo_; la del cacique _Mabó_ en Guaynabo; la del cacique _Majagua_ en Bayamón; la del cacique _Guacabo_ junto al _Sibuco_, río de Vega Baja; la del cacique _Guaraca_ junto al _Guayaney_, en Yabucoa; la del cacique _Guamaní_ en los territorios de Guayama; la del cacique _Canóbana_ junto al _Cayniabón_, en los campos de la actual Carolina; la del cacique _Orocobix_ en las alturas del _Jatibonicu_, hoy Aybonito, Barranquitas y Barros; y la del cacique _Aramaná_ en las márgenes costeras del río _Toa_. Cuando la conjura general de indígenas, contra los conquistadores, aparecieron otros caciques, no pacificados, que se pusieron al frente del alzamiento, y que también tenían sus correspondientes aldehuelas. La de _Guaybana_ era la misma de su hermano _Agüeybana_, cuyo cacicazgo había heredado, no inclinándose á ser _guaitiao_ de los españoles; y fué puesto este valiente indio, uno de los primeros jefes instigadores de la rebelión de 1511. La ranchería de _Urayoán_ estaba junto al _Guaorabo_, en _Yagüeca_, comprendiendo los territorios de Añasco y Mayaguez; la de _Aymamón_ en las riberas del _Coalibina_, por la Aguada; la de _Mabodamaca_, en el Guajataca, comprendiendo los llanos de Quebradillas é Isabela; y la del valiente _Guarionex_, destructor del fortín de Sotomayor, en el _Otoao_. Posteriores al alzamiento de 1511, aparecieron alzados en armas los caciques _Jumacao_, de _Macao_ y _Yuquibo_ del _Daguao_, siendo éste el último cacique que hizo frente á los españoles. Indudablemente habría algunas otras aldehuelas en el _Boriquén_; así como las de segundo orden, correspondientes á los _nitaynos_ ó sub-jefes; pero sus rastros no hemos podido encontrarlos con fijeza en los cronicones del Archivo de Indias. La historia nos conserva detallada la descripción del poblejo, que creemos perteneciera al cacique _Aymamón_. Hé aquí como nos lo pinta el hijo de Colón, narrando el segundo viaje de su padre: “Después aportó (el Almirante) á la isla que llamó _San Juan Bautista_, que los indios llamaban _Boriquén_. Y surgió con la armada en una canal de ella á Occidente; donde pescaron muchos peces, algunos como los nuestros, y vieron halcones[140], y parras silvestres[141] y más hacia Levante fueron unos cristianos á ciertas casas de indios, que según su costumbre estaban bien fabricadas, las quales tenían la plaza[142] y la salida hasta el mar, y la calle muy larga, con torres[143] de caña á ambas partes, y lo alto estaba tejido con bellísimas labores de plantas y yerbas como están en Valencia los jardines, y lo último hacia el mar era un tablado en que cabían diez ó doce personas, alto y bien labrado.”[144] En todas estas aldehuelas la casa del jefe se diferenciaba en construcción de la de sus súbditos. El _bohío_ del régulo, llamado _caney_, tenía configuración cuadrilonga con un pequeño pórtico, frente al _batey_ ó plazoleta; las de los demás indígenas eran circulares, y procuraban construirlas dejando un callejón entre ellas y dos calles principales. Cualquiera población se llamaba _yucayeque_ y cada una tenía su nombre propio para diferenciarlas. Algunos nombres se conservan, adjudicados hoy á lugares ó ríos. Otros se han perdido. Hemos podido salvar del olvido diez y ocho: _Guaynía_, de Agüeybana; _Aymaco_, de Aymamón; _Yagiieca_, de Urayoán; _Guajataca_, de Mabodamaca; _Abacoa_, de Arasibo; _Otoao_, de Guarionex; _Sibuco_, de Guacabo; _Toa_, de Aramaná; _Guaynabo_, de Mabó; _Bayamón_, de Majagua; _Haymanio_, de la cacica Yuisa: _Cayniabón_, de Canóbana; _Turabo_, de Caguax; _Guayaney_, de Guaraca; _Guayama_, de Guamaní; _Jatibonicu_, de Orocobix; _Macao_, de Jumacao; y _Daguao_, de Yuquibo. El descubrimiento del fuego y su uso en el hogar ha sido uno de los pases de avance de la humanidad. Antes de la invención de sacar chispas de un trozo de cuarzo y de las pajuelas de azufre, parece inverosímil creer las grandes dificultades del hombre antiguo, de todos los paises, para procurarse lumbre. De estos contratiempos se originó en algunos pueblos primitivos el dedicar ciertas personas á conservar el fuego; después se castigó con extremado rigor á sus guardadores, si dejaban que se apagara. Tal ha debido ser el origen de las _vestales_, que trajo la santidad y culto del fuego. El boriqueño, en la época colombina, contaba ya con este progreso humano. Lo obtenía por el frotamiento sostenido de maderas apropiadas. Sobre la juntura de dos troncos, muy secos, pareados y atados con un fuerte _bejuco_, hacía jirar perpendicularmente un recio palo, de punta, dándole el movimiento de vaivén, que se suele imprimir al molinillo de madera de una chocolatera. ¡Con qué regocijo vería el indígena brotar el ansiado _guatú_ (el fuego) y con qué solicitud procuraría conservarlo! Refiere Pigafetta, en la relación del viaje de Magallanes, que en algunas de las islas Marianas no se conocía el fuego. Este viaje fué en 1521. De manera, que nuestro indígena, en 1493, estaba más adelantado que los naturales de algunas islas del Pacífico. En cambio, en otras le superaban en todo.[145] La aptitud afectiva se desarrolla en el hombre al par de la inteligencia: primero imperan las necesidades animales; y satisfecho el incentivo del hambre y apagada la sed surge el deseo bestial. Estos han debido ser los primeros móviles del salvaje; y luego, al constituir familia y cultivar el suelo, pasando el hombre de la _horda_ á la _tribu_, ha desenvuelto ya los sentimientos afectivos del amor. El boriqueño, en la relación de sexos y vida doméstica practicaba la poligamia, principalmente los caciques. Adquiría muchas veces su mujer mediante el _dote_ de un collar de cuentas marmóreas, llamado _colesibí_, á cuya prenda daba extremado valor y estimación. Entre los jefes solía obtenerse la hija de un cacique ó de un nitayno mediante la dote de un _guanín_. Naturalmente, que no ocurriría esto con el infeliz _naborí_, que se procuraría su mujer á más bajo precio, ó aceptando los despojos de sus jefes. La compra de la mujer la encontramos en todos los pueblos. Entre los boriqueños el matrimonio no tenía carácter religioso. Lo mismo sucedía en la América del Norte.[146] Los _Aruacas_ de la América meridional, de cuyo tronco procedían nuestros indígenas, no observaban ninguna ceremonia para el casamiento.[147] Igual costumbre tenían los _Guaranís_ del Brasil[148], generadores de los _Aruacas_. El pueblo romano, en la noche de los tiempos, tenía la poligamia jurídicamente permitida[149], y tuvo el matrimonio por compra (_coemptio_), que llegó hasta la época de las Doce Tablas, donde fué elevado á una especie de matrimonio civil.[150] Los babilonios vendían las mujeres para el casamiento, en pública subasta, mediante un pregonero y al mejor postor; y con el dinero que producía la venta de las hermosas se dotaban las feas, para que pudieran colocarse maritalmente.[151] Empero, el amor entre nuestros aborígenes era algo más que el deseo de posesión de la hembra; y aunque cada cacique retenía para sí dos, tres ó más mujeres, al capricho, siempre había una predilecta; conservando respecto á las herencias el _matriarcado_, por lo que los hijos de las hermanas sucedían á los caciques en el gobierno de los cacicazgos.[152] Los hijos de _Agiieybana_ no heredaron de su padre el gobierno de _Guaynía_ y la supremacía de _Boriquén_, sino su hermano _Guaybana_. Las delicadezas y sentimientos morales del verdadero amor era natural fueran desconocidos á nuestros indígenas, dado el estado de cultura inferior en que se encontraban; pero, á pesar de esta poligamia no había adulterio entre ellos, ni ningún indio forzaba á mujer alguna.[153] El boriqueño, al levantarse por las mañanas solía bañarse en el río ó la quebrada; y después, ayudado de la india hacía su _tatuaje_ correspondiente, el _embijamiento_ de la piel. El indo-antillano era muy afecto á las abluciones y se lavaba con frecuencia noche y día.[154] Usaba el _tatuaje_ para preservarse de las inclemencias del tiempo y de la molesta acción de los insectos, principalmente de las picaduras del mosquito grande, el _corasí_, y del mosquito pequeño, el _jején_. Preparaba sus adobes y cosméticos con el grano del achiote, la _bija_[155], el cual reducido á polvo en el pétreo morterillo y mezclado con aceite vegetal, quedaba hecho un ungüento para el _embijamiento_ de todo el cuerpo, después del matutino baño. Cuando los jefes se preparaban para una guerrilla, ó cuando el _bohique_ iba á impetrar los augurios de la divinidad, solían hacerse grandes fajas, alternas, con el teñido del negruzco jugo de la _jagua_.[156] La guerrilla, ó _guasábara_, era provocada generalmente porque el vecino invadía el territorio en busca de pesca ó caza, ó por haber hecho la petición de la hija de un cacique inmediato para casamiento y recibir una negativa de parte del otro régulo, ó dársela á otro cacique. Respecto á la idea de la propiedad, Pedro Mártir de Anglería cayó en el error de anotar, que los indo-antillanos no conocían lo _mío_ y lo _tuyo_. El célebre cronista escribía sobre este punto bajo la impresión de los informes del primer viaje del Almirante, limitado á las islas Lucayas y á una exigua parte de Cuba y Haytí. El boriqueño, en la época colombina, tenía ya idea rudimentaria de la propiedad y de la división del trabajo; y era leal á sus vecinos no practicando el hurto de los objetos particulares. Refiere Las Casas,[157] que en los primeros tiempos de la colonización de La Española, no usaban los pobladores llaves ni cerraduras en las arcas, y que jamás faltó un granillo de oro en las casas, ni una ropilla, ni objeto alguno. El boriqueño era en sus comidas muy frugal. Su alimento común era la batata ó el boniato, asados, é impregnados del picante _ají_. Su pan, el _casabí_. Utilizaba las frutas silvestres, que no cultivaba. El maíz lo comía crudo ó tostado. Pescado, ave ó reptil era plato extraordinario, en cuyo guiso usaba el vinagre de yuca. No conocía el uso de la sal en confecciones culinarias. El indígena de Cuba y Santo Domingo tenía varios animalillos, como la _jutía_, que aprovechaba en su alimentación, el boriqueño carecía de ellos, ó si los tuvo fueron muy escasos. Por bebida común tenía el agua, aunque sabía sacar partido del casabe y del maíz, fermentados, para preparar una bebida excitante. Tomaba su alimento por la mañana y por la noche. Después de la cena fumaba su _tabaco_. Y como no todos eran fuertes á la acción de la _nicotina_, y habría también sus novicios, algunos solían vomitar la comida: lo que indujo á creer que el indio usaba la _nicociana_ planta como vomitivo. Y el error fué más grande aún al anotar, que el curandero tomaba siempre de la _misma medicina_ que su doliente clientela, cuando vieron los primeros invasores que el indígena enfermo y el _bohique_ fumaban _juntos_ los informes cigarros y quedaban envueltos en bocanadas de humo. No hubiera sido entonces muy socorrido el oficio de médico; ni, aceptada la disparada noticia, puede concebirse organismo humano que la resistiera. En este punto el ermitaño Pane y el cronista Oviedo cayeron en error craso. Existen en determinados puntos de la Isla unos estadios ó palenques, que los actuales habitantes del país designan con el impropio nombre de _juegos de bolas_. Indudablemente el _boriqueño_ trabajó y preparó estos sitios para congregarse en ellos con algún fin. Estos palenques están limitados por bloques pétreos de diversos tamaños. Las piedras mayores no exceden de una vara; y vienen á determinar un espacio de seiscientos á mil pies cuadrados, en forma rectangular. Estas plazoletas servían para juegos de pelota, danzas y cantares (los _areytos_) y ejercicios guerreros. Pobres esbozos del estadio griego y del circo romano. En ellos tendrían también los caciques, bohiques y nitaynos sus asambleas para resolver sus algaradas bélicas, ó _guasábaras_, á fin de defenderse de las invasiones caribeñas y también para tomar consejo sobre sus luchas internas, por límites de cacicazgos. El doctor Stahl partió de ligera, al aceptar la leyenda de nuestros campesinos, de que esos sitios eran _juegos de bolas_.[158] He aquí como Las Casas describe estos estadios, que en Santo Domingo llaman _corrales de indios_ y nuestros jíbaros les han dado el impropio nombre de _juegos de bolas_: “Tenían los indígenas una plaza, comunmente ante la puerta del señor, muy barrida, tres veces más longua que ancha, cercada de unos lomillos de un palmo ó dos de alto; y el salir de los quales la pelota era falta. Poníanse veynte ó treinta indios de cada parte, á lo largo de la plaza. Cada uno ponía lo que tenía... Echaba uno la pelota é rebatíala el que se hallaba más á mano. Si la pelota venía por alto, la rechazaba con el hombro; si venía por lo bajo, con la mano derecha. De la misma manera la tornaban hasta que alguno caía en falta. Era alegría verlos jugar cuando encendidos andaban, é mucho más cuando las mujeres unas con otras jugaban é rebatían la pelota con las rodillas é con los puños cerrados.”[159]. El boriqueño hacía la pelota con motas de algodón, fibras de palmera y la pez del fruto del árbol _cupey_. Cerca de algunos ríos y quebradas se encuentran los restos pétreos de estos palenques, llamados _batey_, y radicaban cerca de alguna corriente de agua, por la sencilla razón de que los boriqueños, después de sus agitados juegos, se bañaban con placer. El vocablo _batey_ se ha conservado entre nosotros pasando á designar la plazoleta que hay frente á las casas de campo, y en los ingenios azucareros frente á la fábrica ó trapiche. En la aldehuela indígena no había _batey_ más que frente á la casa del jefe. Si aficionado era el boriqueño al juego de pelotas no lo era menos al baile. Al son de sus roncos atabales y tarareando una coplilla danzaban alegremente y bailaban su _araguaco_. Colocaban los brazos de unos sobre los hombros de otros, formando hileras. Las indias, por su parte, bailaban con el mismo compás, tono y orden que los hombres. La cancioncilla iba al tenor de sus sencillos instrumentos.[160] Todavía conservamos de ellos la alborotadora _maraca_, y el áspero _güiro_; y al seco tamboril ó _magüey_, se le ha agregado el retumbante cuero para hacerlo más sonoro. El boriqueño tenía quien le atendiera en sus enfermedades. El hombre primitivo de todos los pueblos ha considerado las enfermedades como enviadas por un poder sobrenatural. Ha creido entonces que era su deber aplacar á la divinidad ofendida. Y de ese amalgama imaginario de espíritus maléficos y enfermedades nació la idea de hermanar y fundir en una sola las dos facultades, la del médico y la del sacerdote. Por eso el _bohique_ era curandero augur. Cuando sus auxilios eran solicitados para un paciente, empezaba el _bohique_ por _sugestionar_ al enfermo, haciendo una invocación á los espíritus, como lo hacen hoy los _mediums_ espiritistas, que se dedican al arte de curar. Hecha la invocación al _zemí_—algún muñeco de piedra, barro, madera ó algodón, que no faltaba como _dios penate_ en la choza indo-antillana—empezaba el _bohique_ á reconocer al enfermo. Entre las maneras que tenía de curar á los enfermos descollaba el _masaje_. Empezaba por los hombros y brazos, continuaba por todo el cuerpo y terminaba por las piernas, estregándolo siempre y soplando.[161] Si consideraban al enfermo muy malo daban orden á los parientes que lo sacaran del _bohío_ y lo llevaran al monte. Allí lo acomodaban, le dejaban algunas vasijas con agua fresca y algunas cosas de comer. Y de cuando en cuando iban á lavarlo con agua fría, por lo adicto que eran á las abluciones corporales.[162] El _bohique_ purgaba á sus enfermos con la semilla del _tau-túa_, ó ben purgativo; y probablemente también con la semilla del _tártago_, llamado hoy en Cuba y Santo Domingo _piñón_, y cuyo nombre primitivo hemos perdido. Estos arbolitos medicinales los cultivaba el indígena junto á su choza.[163] El boriqueño enterraba sus muertos lejos de la casa, en simples sepulturas, colocando los cadáveres sentados. Al indo-antillano le acompañaba su amuleto, ó dios tutelar, hasta la fosa. Con el cacique difunto solía algunas veces enterrarse espontáneamente alguna de sus mujeres. Era el amor ciego y consecuente más allá de la tumba. Era la hembra fiel, siguiendo á su macho hacia lo desconocido. El amor violento y brutal arrostrando toda clase de peligros. Hoy pasa lo mismo con distinta morfología. La mujer, más sensible que el hombre, siempre está dispuesta al sacrificio. Estrañará á algunos, que hayamos concedido civilización y un estado político-social-religioso al pueblo indio _boriqueño_, que vivía en completa desnudez, los hombres con un simple taparrabo, las mujeres casadas con un faldellín de algodón, la _nagua_[164], desde la cintura hasta los tobillos, y las doncellas como sus madres las parieron. Mas, esta sorpresa desaparece tan pronto tengamos en cuenta, que era un pueblo primitivo, morando en una zona tropical. El hombre de los países fríos, aunque sea salvaje, es el que procura satisfacer como una de sus principales necesidades el cubrir sus carnes, para resguardarlas de la inclemencia de las estaciones. El pueblo ario, que procedía de una zona cálida, al invadir la Europa, llevaba únicamente como vestido un mandil de cuero.[165] Y respecto á civilización, nosotros opinamos, que desde el momento en que el hombre empezó á trabajar el _silex_ para procurarse armas y utensilios, rompió la cadena que le ataba á la vida nivelada de los demás animales y comenzó para él la civilización, lenta y trabajosa, pero progresiva, que ha llevado á la humanidad al estado actual de cultura y civismo. [Illustration: Zemi. Amuletos. Bohio.] CAPITULO VII. El indo-antillano tenía religión.—Los tres frailes Pane, El Bermejo y Tisím.—Dos grandes agrupaciones de cultos religiosos: el animismo difuso y el condensado.—¿Qué culto correspondía al indígena boriqueño?—Sitio religioso del indo-antillano en el animismo difuso.—Amuletos ó dioses penates.—Los _zemis_.—El totemismo.—Zoolatría.—Fitolatría.—Antropomorfismo.—Idolos para proteger las sementeras, obtener la lluvia, facilitar los partos, conseguir caza, pesca y ayuda en los combates.—El espíritu benéfico morador de Luquillo.—_Yucajú_, convertido en _Yukiyu_, dios bienhechor de _Boriquén_.—Los dioses penates, ó _zemis_, eran irradiaciones de _Yucajú_.—El espíritu maléfico de _Boriquén_ venía de fuera.—_Juracán._—Los fantasmas nocturnos, ó _maboyas_, eran irradiaciones de _Juracán_.—Los adoratorios.—El _bohique_ ó augur curandero.—Ofrendas.—El _cojoba_.—Consejo de jefes y toma del _cojibá_.—Stahl niega religión á los boriqueños.—García les concede astrolatría á los haytianos.—Parecer de Colón, Mártir de Anglería, Pane, Las Casas y Oviedo respecto á la astrolatría indo-antillana.— Nuestra opinión.—Nebulosa concepción de ultratumba entre nuestros aborígenes.—Idea del bien y del mal.—No podían comprender en su estado _neolítico_, ó de la piedra pulimentada, la unidad absoluta de Dios. El indio boriqueño rendía culto á la Divinidad en las rudimentarias formas de un pueblo _neolítico_. Las ideas religiosas de los pueblos primitivos vienen á ser á las ideas religiosas modernas lo que la alquimia á la química y la astrología á la astronomía. No podemos, por ende, exigir al indígena boriqueño una religión á la moderna. Entonces, les negaríamos el culto religioso y les llamariamos _ateos_, como calificaban los griegos á los primeros cristianos. La fe del hombre salvaje en un poder sobrenatural es el alborear del sentimiento religioso bajo la honda impresión de un miedo cerval á lo Desconocido. La ignorancia supina de las leyes físicoquímicas, que rigen el cosmos, le sugestiona de contínuo ante cualquier fenómeno de la naturaleza, del cual no puede darse explicación alguna. En este sentido el salvaje está al nivel del niño; es pueril en sus concepciones. Hubo tres frailes que se dedicaron al principio del Descubrimiento de las Indias al estudio de las ideas religiosas de los indios. Fray Román Pane, que vino con Cristóbal Colón en el segundo viaje, y á quien el Almirante encargó inquiriese lo más que pudiera saber de los ritos y religión de los haytianos; por lo que Fray Román dejó el _Macorix_ abajo, donde vivía y se marchó á _Maguá_, el cacicazgo del valiente _Guarionex_, quien tenía á sus órdenes veinte y un _nitaynos_ ó caciques subalternos, que gobernaban los territorios de _Batey_, _Sabanacóa_, _Corojay_, _Cotuí_, _Cibao_, _Ciguay_, _Tuna_, _Guaybamoca_, _Goacoa_, _Janique_, _Marien_, _Maymón_, _Majagua_, _Macorix_ arriba, _Moca_, _Mayonix_, _Maguey_, _Manicú_, _Samaná_, _Yaguax_ y _Yaguahayucú_. Entre la gente de estos sitios de La Española fué que el decidido eremita benedictino hizo sus investigaciones religiosas. Su trabajo lo tituló _Creencia é idolatría de los indios é cómo observaban sus dioses_. El informe original, dado al Almirante en latín, se ha perdido y no se conserva de él más que una mala traducción al castellano, tomada de una hecha al italiano.[166] Los otros dos frailes eran Fray Juan Borgoñón, el Bermejo, y Fray Juan de Tisím, ambos de la orden de San Francisco, que vinieron con el comendador Ovando, en 1502, cuando por vez primera arribaron los franciscos á La Española. Uno de ellos, el _Bermejo_, acompañó á Fray Román Pane á _Maguá_: cuya misión duró dos años, ayudados de un buen intérprete indio llamado _Guay Sabána_, que les fué muy adicto. Las Casas trató, íntimamente á estos tres frailes y tomó de ellos suficientes noticias; por lo tanto, el obispo de Chiapa es una buena fuente de información histórica sobre estos asuntos. Todos los cultos religiosos pueden comprenderse en dos grandes agrupaciones. La primera abraza el _animismo difuso_ con sus correspondientes zoolatría, fitolatría, litolatría, falismo, cultos del agua, de la atmósfera, de los cuerpos celestes, de la tierra y el cielo, de instrumentos é industrias, de circunstancias y accidentes de la vida, de facultades, de cualidades y conceptos, de las representaciones figuradas, de los espíritus y de la vida de ultratumba. La segunda agrupación comprende el _animismo condensado_ con sus correspondiente naturalismo, politeismo, simbolismo, misticismo, sincretismo y monoteismo. El animismo condensado representa ya un gran progreso religioso de la humanidad. Tenemos, por consiguiente, que buscar sitio para nuestro indo-antillano en el seno de la primera agrupación, ó sea en el animismo difuso. En los cementerios de nuestros indígenas se encuentran con profusión unas _figurillas_ de arcilla roja, cocida, que semejan animaluchos, como el sapo, ó una cara humana grotesca. Estos objetos, ocupando las fosas sepulcrales, demuestran patentemente, á parte los datos suministrados por los Cronistas, que el boriqueño tenía una creencia supersticiosa en estas figurillas. Es verdad que las encontramos también en las asas de algunas vasijas y platos; pero en estos recipientes tienen entonces más carácter de ornamentación que simbólico. El indio era enterrado con su amuleto ó _dios penate_; y teniendo el idolillo unas veces aspecto de animal y otras forma humana, la interpretación á esta variedad de figuras no puede ser indiferente. El _totemismo_ es el culto de la naturaleza, que se manifiesta de varios modos. El vocablo viene de _totem_, blasón, y tiene por fundamento el aplicar nombres de animales á jefes de tribu; cuyos nombres, con la acción de la leyenda pasa á la tribu misma y termina por convertirse en _mito religioso_ con el tiempo. La cara de _sapo_ en el idolito indígena es la conservación del _totemismo_ en el período de zoolatría; cuyo culto, al tener el amuleto cara humana, había pasado lentamente de la _zoolatría_ al _antropomorfismo_, ó idolatría, en la que el _dios penate_ adquiere completamente naturaleza humana. Aún vemos estos tránsitos religiosos en nuestra actual sociedad, desde el trozo de _coral_ (litolatría) al cuello del niño, para ampararle del _mal de ojo_, hasta las imágenes y escapularios de los católicos. Los generales romanos más valientes solían llevar al cuello figurillas de sus dioses al marchar á la guerra, creyendo ciegamente en la protección y ayuda de ellos en los combates.[167] En el _totemismo_ se tienen ideas confusas de un poder sobrenatural, al cual se le tiene más miedo que amor, y cuya influencia directa se admite en todos los sucesos de la vida. De ahí surge el _dios penate_. La fe por teoría y la adoración por práctica. Apenas alborea entonces el elemento moral. Refiere Las Casas, que “cuando algún indio iba caminando é veía algún árbol que con el viento, más que otro, se movía, de lo cual el indio tenía miedo, llegaba á él é le preguntaba: Tú, ¿quién eres? é respondía el árbol: Llámate aquí á un _bohique_ y él te dirá quien yo soy.”[168] Venía entonces el augur, practicaba unas cuantas ceremonias, cortaba el árbol, hacía fabricar á los artistas de la tribu una grotesca estatua del tronco y le consagraban una casa y sus ofrendas. La explicación de esto es bien sencilla: el pobre indio, sugestionado por el miedo, había oido todas esas voces, y era explotado por otro indio, el _bohique_, un embaucador, más listo que él. Generalmente el augur marchaba de acuerdo con el jefe de la tribu, el _cacique_. La historia de todos los tiempos. El culto de los árboles ha existido en Asiria, Grecia, Polonia, Francia, Vizcaya, Alemania, Inglaterra y otros muchos países, bajo otras formas, y hasta prestándole veneración profunda al mismo árbol. En los ídolos _mamiformes_, de piedra, se encuentran muchos con la faz de múcaro, lagarto, ú otro reptil ó ave; y también algunos con pies humanos, los que comprueban el pase lento de la zoolatría al antropomorfismo. Luego vienen ídolos con cara y pies humanos, que confirman la completa transición mitológica. Había, pues, tres clases fundamentales de estas piedras _cónicas_. Describiendo el historiador Las Casas[169] los dioses de piedra de los indo antillanos dice, que unos eran para favorecer sus sementeras. Creemos nosotros, que estos serían los que tienen cara de lagarto, sabandija que anda siempre por los campos entre los sembrados. Otros ídolos eran para impetrar la lluvia y el buen tiempo. Opinamos, serían los que tienen faz de pájaro porque el ave cruza la atmósfera y se pierde á veces con su alto vuelo entre las nubes. Y los terceros eran para que las indias tuvieran buena dicha en parir. Estos ídolos corresponderían á los que tienen cara y pies humanos. Aunque el obispo de Chiapa no cita más que estas tres clases, nosotros, por inducción lógica, nos inclinamos á creer que los ídolos con figura de tortuga, ó de pez, serían para obtener buena pesca. Los de cara de múcaro para la buena caza. Y los que les recordaban sus valientes jefes los invocarían al emprender sus guerrillas.[170] Vése, empero, en toda esta morfología la variedad en la unidad religiosa. Adelantemos más aún en nuestras apreciaciones. El indio de Boriquén creía desde luego en un _espíritu benéfico_, al tener en sus piedras cónicas determinadas aspiraciones religiosas á su favor: creencias que nos ha conservado el venerable Las Casas, observadas personalmente por él mismo y corroboradas con los informes precisos de sus cofrades, los otros tres religiosos citados. La cordillera central de la Isla, con su abrupto monte _Luquillo_, tuvo que impresionar vivamente la infantil imaginación de nuestros indígenas. En el _totemismo_, ó culto de la naturaleza, obsérvase la adoración de las montañas; pues bien, nosotros creemos que el artista boriqueño figuraba en sus ídolos _mamiformes_ pétreos el monte _Luquillo_, donde moraba para ellos el _espíritu benefactor_ de su país, representado en animal (zoolatría); en animal con pies humanos (período de transición mitológica); y en ídolo completo humano (antropomorfismo); llevando siempre á cuestas la Isla. Una de las grandes preocupaciones de los pueblos primitivos ha sido idear cómo fué la creación de cielo y tierra. No hay que olvidar nunca, dice Lubbock[171], que la idea de los salvajes sobre la Divinidad es esencialmente diferente de la que profesan las razas superiores. Para ellos, el dios forma parte del cosmos. Así, pues, para nuestro boriqueño su benéfica divinidad formaba parte de la naturaleza de su Isla. Ahondemos algo más en esta tesis religiosa. Fray Román Pane nos asevera, que los haytianos creían que su dios les daba y conservaba la _yuca_. Según Las Casas el dios de Hayti se llamaba _Yucahú Bagua Maorocotí_; manifestando el ingenuo cronista que no sabía lo que por este nombre los haytianos querían significar. Estudiemos filológicamente estas palabras. _Yucajú_ (Las Casas escribe _Yucahú_) palabra compuesta de _Yuca_ y _jú_. Ya sabemos que _yuca_ ó _yuka_ es el utilísimo tubérculo farináceo del cual hacían los indo-antillanos su pan _casabí_. El sufijo _hú_, _jú_ ó _yú_ significa _blanco_, según Rafinesque.[172] El segundo vocablo es _Bagua_, que en el habla indo-antillana equivale á la _mar_. En la palabra _Maorocotí_ hay aglutinación de raices. Ya sabemos que las lenguas americanas son polisintéticas. (Duponceau, Lucien Adams, etc.) Descompongamos, pues, este vocablo, _Ma-o-roco-tí_. En esta palabra, es nuestro parecer, están condensados los atributos de la divinidad haytiana. _Ma_, grande; _ti_, alto, elevado, poderoso; _o_, montaña; _roco_, el verbo, que da á conocer (_roco_ significa _conocer_) dichos atributos. Es decir, que _Yucajú Bagua Maorocotí_ equivale á _Yuca Blanca_; _grande y poderosa, como el mar y la montaña_. Este era para los haytianos su dios bienhechor. Robertson[173] incurre en un error, al afirmar que los habitantes de estas islas admitían seres, á quienes llamaban _Cemís_, y que los tenían por autores de todos los males que aflijían á la especie humana. Reflexionemos un poco sobre las dificultades primeras de los indo-antillanos para poder extraer de un tubérculo venenoso, como la _yuca_, su alimenticio pan; y no nos extrañará su adoración simbólica (Fitolatría) á la bienhechora y misteriosa planta que los sustentaba. ¡Qué sorpresa, cuando manipulándola bien, por vez primera obtuvieron la buena harina! ¡Qué terror, cuando los mataba rápidamente, sin saber extraerle el farináceo producto! ¡Terrible misterio para la infantil imaginación de aquellos hombres primitivos! ¡Cuántos tanteos debieron haber tenido para llegar á la realidad conveniente de separar el _venenoso_ jugo de la _útil_ harina! Así como el hombre primitivo, al ver hervir el agua y percibir el rumor que se desprendía de la vasija, el movimiento contínuo de las burbujas de aire, y la agitación creciente del hirviente líquido, creyó que _allí_, en el fondo de la marmita, había un _espíritu supremo_, que de repente se le manifestaba, de igual modo el indo-antillano creyó que en la misteriosa acción de vida y muerte que se encierra en la _yuca_, existía un _poderoso espíritu_, que le convenía acatar y venerar para tenerle propicio, á fin de que le favoreciera siempre con la parte bienhechora de la misteriosa planta. Corrobora nuestro aserto el valor que le daban ciertos pueblos indios al vocablo _yuca_. En el lenguaje _tupí-guaraní_ significa _matar_. De _yuká_, matar, derivaron los _tupí-guaraní_ el vocablo _tupá_, dirigido á la Divinidad, y que equivale á _quién es_, significando _qué espíritu_ residiría en _aquella_ planta, la _manioca_ ó _yuca_, que producía á veces la _muerte_, y también daba la _vida_, mediante su alimenticia harina. Y nosotros opinamos, que esta lengua, la tupí-guaraní, ha sido la madre de la _caribe_ y de la _aruaca_. Todavía encontramos la palabra _yuca_, con igual significación, _matar_, entre los Oyampis del Brasil[174] y los Cumanagotos[175] y Tamanacos de Venezuela.[176] Pasemos á _Boriquén_. La misma unidad religiosa tenían los boriqueños. Solamente que á nosotros no ha llegado más que el primer vocablo _Yucahú_, conservado en el nombre que se le asigna hoy al monte _Luquillo_, el más alto de la Isla. Los primeros españoles que vinieron al Boriquén oyeron á los indios decir _Yuquiyú_, y sin precisar la difícil fonética de una lengua desconocida, juzgaron que se trataba de algún cacique _loco_; adjudicándole desde luego, sin más reflexión, el diminutivo de esa palabra. Los indios de la isla _Yucayú_, de las Bahamas, han pasado á la historia con el nombre de _Lucayos_, trastocando los cronistas la _Y_ en _L_, y la _u_ final en _o_, para castellanizar la palabra. Lo mismo ha pasado, con otros muchos vocablos indo-antillanos, cambiando, suprimiendo ó agregando letras y sílabas. De _Luquillo_ tenemos, depurando la palabra filológicamente, _Yuquiyu_— _Yukiyu_—_Yukayu_—_Yucajú_. La aspiración fonética, que tenían los indo-antillanos como los árabes[177], la fijaban los cronistas en sus notas, indistintamente, con una _h_, una _y_ griega ó una jota. De manera que los boriqueños y los haytianos veneraban el fruto que les producía su _blanco pan_, su _casabí_, bajo un simbólico _dios_, protector de sus sementeras. El culto de las plantas útiles, ó dañinas, forma parte de las mitologías. La palmera, el árbol del pan, la higuera, el trigo, la viña, etc., han sido adorados en la antigüedad. Es el efecto del animismo difuso. En la virtud íntima de las plantas el hombre primitivo creyó que residía _un espíritu_ que le concedía aquel don. De ahí nos ha quedado el simbolismo litúrgico del trigo y de la uva, que de los misterios eleusianos ha pasado á la eucaristía de los católicos. De Brosses[178] dice: “Los primeros hombres consagraron las plantas que brotan de la tierra y las tuvieron por _dioses_ y las adoraron, aunque vivían de ellas.” Una gran verdad, que vemos comprobada con el desenvolvimiento mitológico que hemos explicado en el indo-antillano. En ese pedrusco _cónico_ ó mamiforme, figurando una montaña, que descansa sobre un animal, pájaro ó ser humano, y que parece que la lleva á cuestas, hay toda una leyenda religiosa. Tras el _totemismo_ de los boriquenses adorando la planta _yuca_ (fitolatría) y venerando animales y pájaros (zoolatría) surge la figura humana de otros ídolos (antropomorfismo); pero en esta variedad de formas está la unidad fundamental de la Divinidad, radicando en el espíritu bienhechor _Yucajú_, que moraba en la alta montaña, formando parte de ella, y á quien los boriqueños invocaban para todas sus necesidades; siendo los _zemís_, ó dioses tutelares, unas irradiaciones del gran _Yucajú_, convertido en _Yukiyu_ el dios protector de _Boriquén_.[179] El espíritu maléfico de los indo-antillanos era _Juracán_, cuyo vocablo ha pasado á nosotros conservado en _Huracán_: palabra con que se designan esos violentos ciclones, que periódicamente visitan las islas de nuestro Archipiélago, produciendo grandes estragos y destruyendo vidas y haciendas. Natural era que estos terribles meteoros impresionaran hondamente las sencillas imaginaciones de nuestros indígenas; y á juzgar por el destrozo de sus sementeras, derrumbamiento de sus bohíos, caida de las corpulentas ceibas y demás árboles, arrancados de raíz, desbordamiento de los ríos, y daños por todas partes, concibieran la idea de un _espíritu perverso_, dirigiendo la trayectoria del ciclón y encarnado, por decirlo así, en el mismo dañífico meteoro. Y, como una prueba más fehaciente de lo que aseveramos, véase que para designar al _espíritu maligno_ los Chaymas dicen _Yorocián_, los Tamanacos _Yolokiamo_, los Cumanagotos _Yroklamo_, los Galibis _Yurakán_, los Caribes _Yoroko_, los Apalay _Yoloco_, los Guayanenses _Yoloc_ y los Ypurocotes _Yucreca_.[180] El mismo vocablo, designando al _espíritu maléfico_, en fermentación fonética, ha sufrido alteraciones de letras ó sílabas y ha cristalizado por fin con algunas variantes, más ó menos acentuadas, en todos estos dialectos indios.[181] _Jurakán_ era, pues, el espíritu maligno de los indo-antillanos. Llamaban _Maboyas_ á los fantasmas nocturnos, que creían ellos rondaban por sus sementeras, atribuyéndoles los pequeños daños ocurridos en sus labranzas, los perjuicios en sus casas y las enfermedades de sus hijos y mujeres. Los _Maboyas_ eran irradiaciones de _Jurakán_. Como los indígenas tenían gran miedo á los fantasmas de noche, creían en las apariciones de las ánimas de los difuntos, las que llamaban _jupias_, y de lo cual daban cuenta inmediatamente al _bohique_, quien tenía buen cuidado de atemorizarlos por la tal aparición y les pronosticaba algún mal.[182] El _bohique_ tenía su puesto social en el pueblo boriqueño, completamente independiente del _cacique_. Este era el jefe de la tribu, aquel el curandero y el augur, intermediario con la divinidad indígena. En la época de la recolección de las mieses se llevaban ofrendas de casabe, boniatos, batatas y maíz al _zemí_, que estaba en la casa grande de los caciques, llamada _caney_; y también llevaban ofrendas á la choza del _bohique_. Los niños consumían estas viandas. No había templos públicos, pero sí alguno que otro _adoratorio_, llamado _ku_, que era una casa de pajas, como las otras comunes, _algo apartada_ de las demás, según Las Casas. También solían utilizar algunas cavernas para adorar sus _zemis_.[183] Pasemos á la liturgia. Cuando el _bohique_ iba á consultar al ídolo, antes hacía la ceremonia llamada _cojoba_, que era absorver por las narices el _cojibá_, tabaco en polvo, tomado de un plato redondo, hecho de madera negra, muy lisa y pulimentada. Esta ceremonia la hacía el _bohique_ mediante un instrumento, también de madera negra, en forma de una Y griega mayúscula, según Oviedo, ó dos tubillos de cañas huecas, pareadas, según otros autores. Estimulado el augur por el narcotismo del tabaco, como un poseido, empezaba á profetizar. Igual ceremonia solían practicar juntos _bohique_, _cacique_ y _nitaynos_ cuando había que resolver, en consejo de jefes, alguna cuestión ardua, como sus guerrillas, que eran muy frecuentes por motivo de los límites de sus cacicazgos. Dato importantísimo, anotado por Las Casas, y que desvirtúa por completo el consignado por Mártir de Anglería, de que los indo-antillanos no conocían _lo mío_ y _lo tuyo_, ó sea que no tenían los rudimentos principales del derecho de propiedad. El fumar tabaco nunca fué una ceremonia religiosa entre los indígenas, sino un uso común, como se deduce claramente del libro de bitácora del Almirante y de la historia del Obispo de Chiapa. El tabaco entraba en la liturgia religiosa en forma de _rapé_. Son curiosos los detalles del ceremonial. El primero que tomaba _polvos_ era el _cacique_, sentado en un _dujo_, reinando un gran silencio. Aspiraba el _cobijá_ por las narices, se quedaba un rato con la cabeza vuelta á un lado y los brazos puestos encima de las rodillas. Después, alzaba el rostro hacia el cielo, hablaba ciertas palabras y daba, por fin, su opinión á la concurrencia de jefes.[184] Así procedían los demás concurrentes. El _bohique_, ó agorero, practicaba el ayuno para tener propicia á la divinidad, lo que prueba tenía alguna buena fe en sus actos religiosos, y obligaba á sus discípulos á practicarlo también. El doctor Stahl niega que nuestros boriqueños tuvieran religión alguna.[185] Dice el estudioso etnólogo: “Todo inclina á creer, que los indios boriqueños carecían en absoluto de ideas religiosas”. Balmes, el profundo filósofo catalán, aconseja que jamás será exajerado el cuidado que pongamos en fijar con propiedad y exactitud el sentido de las palabras, especialmente de aquellas que sean el eje sobre que jira una cuestión. Fiel á este consejo precisemos el valor del vocablo _religión_. Para nosotros, religión es el culto que el hombre rinde á la Divinidad, en harmonía con su estado de civilización; es el culto á lo Desconocido: la aspiración á lo Infinito: la idea vaga del Ser Supremo: la sensación humana de que en la naturaleza palpita una Inteligencia Suprema. El indo-antillano pasó del fetichismo al totemismo y á la idolatría, manteniendo restos de cada uno de estos períodos mitológicos en su teogonía, como ha ocurrido con otros pueblos. A la llegada de Colón se hallaba el indígena en el dualismo de las ideas religiosas del _bien_ y del _mal_, creyéndolas ligadas á la naturaleza é interpretándolas vagamente.[186] El ilustrado historiador dominicano don José Gabriel García[187] opina, que los indígenas dominicanos “rendían también _fervoroso culto_ á cuatro estrellas que consideraban como transformaciones de _Racuno_, _Sabaco_, _Achinao_ y _Coromo_, hijos predilectos de _Louquo_, ser omnipotente, que había premiado sus buenas obras, colocándoles en el firmamento, revestidos de un poder celestial.” Esta es una leyenda religiosa, que no tiene base en que poderla cimentar el señor García. Ha cometido esta equivocación por seguir á Champlain, Laborde y Souvestre en la teogonía caribe de las Islas de Barlovento. El Almirante, en la carta que dirigió á los Reyes Católicos, escrita en el mar cuando regresaba de su _primer viaje_, y enviada desde Lisboa á Barcelona, en Marzo de 1493, dice: “Y no conocían ninguna secta, ni idolatría, salvo que todos creen que las fuerzas y el bien están en el cielo.” De modo que Pedro Mártir de Anglería tomó sus informes de los papeles del _primer viaje_ de Colón y de los relatos de los españoles vueltos á la Península, por aquellos tiempos, y aseveró “que no adoraban más que á las lumbreras visibles del cielo”. Esto decía en su carta al cardenal Luís de Aragón, escrita en Granada el 23 de Abril de 1494, añadiendo: “Sábete, que yo escogí estas pocas cosas de los originales del mismo Prefecto marítimo, Colón.” Después, al cotejar los trabajos de Fray Román Pane, que son de 1496 á 97, aceptó, que “observaban varias ceremonias y ritos.”[188]. Las Casas, que vivió entre los haytianos largo tiempo, nada dice respecto al culto del sol, la luna, ó las estrellas. Oviedo tampoco. Sin embargo, las piedras figurando estos astros se han encontrado en Puerto Rico. En nuestra propia casa, cuando éramos niños, había una media luna de piedra, artísticamente trabajada. Fué extraída por el ancla de un buque del fondo del puerto de Arecibo. Creemos que estos ídolos no procedían de la industria pétrea indo-antillana, sino que eran del inmediato Continente, traídos á _Boriquén_, donde empezaba á iniciarse la _astrolatría_, en su forma primitiva, sin diferir esencialmente del culto natural de una montaña ó de un animal. (Totemismo). De manera que entre los indo-antillanos no había adoratorios al sol ó á la luna, como en el Perú y otros países de América, ni culto, ni ofrenda, ni sacrificio alguno; ni siquiera la danza de salutación de los _Semínolas_, al salir el sol. Según el doctor Crévaux, los indígenas de las Guayanas no adoraban los astros.[189] Los indo-antillanos llamaban al cielo _turey_; pero sin rendirle culto alguno, ni á ninguno de sus luminares. Respecto á los astros, Pane dice á Colón, en su célebre informe: “Saben los indios de donde tuvo origen el sol y la luna.” Y más adelante trasmite la leyenda sobre la procedencia de los luminares celestes, manifestando, que los indígenas decían, “que el sol y la luna salieron de una cueva que está en la tierra del cacique _Maosiá Siboex_; y á la cueva llamaban _Jobobaba_, y la tenían en mucha estimación, pintada sin figuras, á su manera, adornada con follajes y cosas semejantes. En esta cueva había dos _zemís_, de piedra, del tamaño de medio brazo y los tenían en gran veneración y á los cuales pedían la lluvia y otras cosas. Uno de los ídolos se llamaba _Boiníaex_ y el otro _Marojú_.” De modo que también los datos suministrados por el informador eremita benedictino son contrarios á la astrolatría de los indo-antillanos. El boriqueño tenía una nebulosa idea de ultratumba. Para los indo-antillanos no todo terminaba con la muerte. No comprendían la inmortalidad del alma; y tenían una creencia esencialmente distinta de la nuestra sobre la vida futura. El ánima del difunto, la _jupía_, se replegaba á un sitio apartado de la Isla, el _coaibay_, donde de día estaba quieta y de noche salía á pasear, á comer de las frutas silvestres, hasta comunicarse con los demás seres vivientes. Estos _espíritus_, tenían para los indígenas envoltura mortal. El hombre primitivo empieza por rendir adoración á aquello que le tiene miedo y se imagina que le hace _mal_; después venera lo que cree que le hace _bien_; y surge entonces el terrible _dualismo_ mitológico, que tanto ha dado, y da que hacer, en todas las religiones. El bien y el mal físicos son innegables; y esta realidad subjetiva guía al hombre inculto. Ansioso mira en torno, levanta la cabeza al cielo y desea conocer el origen de las cosas, con el mismo anhelo que vemos estalla en el niño ese deseo tan pronto le ilumina la luz de la razón. Ve el día y la noche, la alborada y las tinieblas, el sol y la luna, el fuego y el agua, la tierra y el cielo, el abismo y la montaña, el río grato con sus claras linfas para apagar la sed, y el mar amargo con sus diáfanas ondas, el mismo líquido agrio y dulce, la vida y la muerte en torno suyo.... y piensa.... y reflexiona. ¡Cuán profundo misterio!.... La luz ahuyenta las tinieblas, que retornan para no darse por vencidas: el fuego consume el agua y ésta cae en benéfica lluvia para combatir el calor: el mar golpea la tierra de continuo y ruge y se encrespa, y los ríos desde la altura desaguan humildemente en el mar: las nubes ocultan el sol y el luminar del día rasga el tempestuoso nublado y resplandece de nuevo: el rayo quema el árbol, y el aniquilado tronco reverdece prontamente: el buen tiempo favorece sus labranzas y el huracán destroza su choza y su sementera. ¡Qué terrible dualismo! El hombre primitivo tuvo que quedar absorto y abrumado ante estos sublimes fenómenos de la naturaleza y caer en tierra, postrado por la emoción. Y ante el dolor, que lo aterra, y el miedo que se apodera de sus sentimientos, crea en su imaginación el mito del _espíritu del mal_; y procura aplacarlo, rindiéndole culto y sacrificio. Por el contrario, ante el placer que exalta sus sentidos, relampaguea su razón y se expande entonces el sentimiento de la gratitud; y el amor al _espíritu del bien_, que él cree que le proteje y ayuda, le hace rendirle adoración con ritos, ceremonias y ofrendas. Nuestro indio de _Boriquén_ estaba en este período del _animismo difuso_. Tenía su espíritu del bien en _Yuquivú_, que protegía su vida y sus labranzas, y moraba en la gran montaña. Cuando menos lo pensaba, se aparecía en la Isla _Jurakán_, el espíritu del mal, ocasionando la muerte y la destrucción por todas partes. Como irradiaciones de este dualismo mitológico, los _zemís_ y los _maboyas_. El _zemí_, el dios tutelar, de ambos sexos[190], apegado al hogar, y como fiel amuleto acompañando al indio hasta el sepulcro. El _maboya_, el fantasma nocturno, que le hacía daño en sus sembrados, y ante el cual huía aterrado, rindiéndole sacrificios desde lejos y por mediación del _bohique_, el agorero. Todavía al llegar al _animismo condensado_ de las religiones superiores de nuestros días, ¡con qué poderosa fuerza se presenta aún el _dualismo_ del bien y del mal, en el orden moral, á combatir la unidad incontrastable del Ser Supremo, Creador é Infinito! CAPITULO VIII. El indio boriqueño, en la época colombina, era ya agricultor.— Sementeras en camellones.—La _coa_.—El conuco.—Cultivo de la yuca como alimento fundamental de la tribu.—Como se preparaba el _casabí_.—El _uikú_, bebida hecha con casabe fermentado.—El vinagre de la _naiboa_.—El maíz ó _maisí_.—El boriqueño comía tostado el maíz.—Hacía también de él la bebida fermentada la _xixá_.—Ignoraba hacer pan de maíz como los de Tierra-Firme.— La batata y los boniatos ó _ajes_.—Sus variedades.—Cultivos secundarios: el _lirén_ y el _maní_.—El boriqueño utilizaba sin sembrarlos la _yahutía_, el _mapüey_, la _imocona_, el _guayaru_ y otras raíces.—Entre las frutas cultivaba la _yayama_ ó piña dulce; y cosechaba las otras al capricho.— Cultivo del _ají_, del tabaco y de la _tau-túa_.— Aprovechamiento del algodón, _majagua_ y _maguey_, sin plantarlos.—Tejidos.—Cordelería.—Tintorería.—Zumos de la _jagua_, de la _bija_ y del _jikileti_.—La cabuya.—Las _jabas_.—El tallado y pulimento de la piedra.—Canteras destinadas á este fin.—La cueva de _Miraflores_, en Arecibo.— El taller indígena.—El hacha ó _manaya_.—El almirez.—Los collares.—Los _zemís_ ó dioses penates.—Los _guayos_.—El _colesibí_.—La _tatagua_.—La alfarería.—Objetos de madera.—La macana.—Arcos y flechas.—La azagaya de _cupey_.—Utensilios domésticos de higüera.—Objetos de hueso.—El boriqueño como cazador y pescador.—El aborigen estaba en armonía con el período histórico que atravesaba y su medio ambiente. El indio boriqueño, en la época del Descubrimiento, era ya agricultor. También el hombre prehistórico europeo en la época _robenhausiana_ ó de la piedra pulida, lo era también.[191] El aborigen no había pasado por el período del _pastoreo_, porque no tenía animales domésticos que pastorear. El hombre se ha ido desenvolviendo en el planeta en harmonía con el medio ambiente del suelo que ha ocupado. Nada más flexible que las reglas sociológicas. El hombre natural vive como puede, utilizando los medios que se le presentan. Por eso el boriqueño, de cazador y pescador, pasó á agricultor; y fué más pescador que cazador, á consecuencia de la escasez de aves y animales monteses en la Isla y la abundancia, por el contrario, de peces en los ríos y ensenadas. [Illustration: 12 centim. Un punzón. Piedra tallada. Hacha caribe.] El indio de _Boriquén_ trabajaba la tierra con un palo tostado al fuego, la _coa_, que le servía de azada. Con este tosco instrumento arreglaba muy bien sus sementeras en camellones, labrando sus campos con sumo cuidado. Llamaba sus labranzas _kunúku_, vocablo que ha pasado á nosotros conservado en el castellanizado _conuco_.[192] Hoy usamos la misma palabra para designar una pequeña heredad, ó campito, con su rancho. Debemos á Las Casas la descripción de cómo el indígena preparaba sus tierras para la siembra de sus yucas, _ajes_ y batatas. “Hacían los indios, narra el célebre clérigo sevillano, unos montones de tierra, levantados del suelo como una vara de medir, é tenían en contorno nueve ó doce pies: un montón estaba apartado del otro dos ó tres pies: todos por su orden: rengleras de mil é dos mil é diez mil de luengo: é otros tantos de anchura, según la cantidad que determinaban poner.”[193]. Ya el ilustrado cubano don Alvaro Reinoso presentó al Congreso Internacional de Americanistas de Madrid, el año de 1882, un interesantísimo trabajo sobre el cultivo en camellones, como dato de la agricultura de los indígenas de Cuba y Haytí en la época precolombina.[194] Y los boriqueños estaban en todo más adelantados que los siboneyes de Cuba y en el arte _lítico_ más que los haytianos. El cultivo de la _yucubía_ se extendía en el _Boriquén_ á grandes plantíos; á veces, de más de diez mil montones de matas. A los cinco ó seis meses los sembrados presentaban un bonito aspecto. Al año ya se cosechaba la raíz, ó fruto, llamado _yuca_; y se podían explotar los yucales hasta tres años. El boriqueño, ayudado de las mujeres, trabajaba el venenoso tubérculo de la _yucubía_ para obtener su alimenticia harina. Lavada la _yuca_ y raspada la película externa con una conchita de almejas, llamada _caguará_, reducíanla á una grosera harina, la _catibía_, rayando el tubérculo en las asperezas de una tabla cuadrilonga de palma de yagua, sembrada de piedrecitas silíceas, que llamaban _guayo_.[195] Recogían los boriqueños la harina de la yuca en un sitio ó artesa, llamado _guarikitén_, según iban rallando los tubérculos. Luego, echaban esta harinosa masa en un saquito hecho de empleita de palmera, llamado _sibucán_, el cual colgaban de un árbol, y dos indios ó indias, mediante un palo enganchado en el otro extremo de la manga, según refiere Las Casas,[196] ó ayudado del peso de grandes piedras, como dice Oviedo, esprimían el saquito, para extraer de la yuca el jugo venenoso, llamado _naiboa_. Retirado el mortífero zumo, tomaban el farináceo producto y lo cernían en el _jibi_, una especie de cedazo hecho de cañitas muy finas de carrizo; obteniendo así muy buena harina, la que extendían en panes redondos, del grueso de dos dedos, en una cazuela ó plato llano de barro, llamado _burén_, que ponían al fuego sobre piedras, dando vueltas á las tortas con una tablilla, llamada _küisa_, hasta que el pan _casabí_ quedaba hecho. Con la mejor flor de harina de yuca hacían un casabe selecto, muy blanco, que llamaban _xau-xau_. Sabían también extraer el almidón de la harina de yuca, cuyo producto llamaban _anaiboa_ y la utilizaban en sus comidas. Era toda una industria de panadería, tanto ó más complicada que la de nuestros días con la harina de trigo, cuyo origen se pierde también en la noche de los tiempos prehistóricos.[197] Los indígenas de la islita la _Mona_[198] sembraban mucha yuca y confeccionaban mucho casabe, y cuando Juan Ponce de León vino por vez primera á _Boriquén_, en 1508, tocó en aquella islilla de paso, y pudo aprovicionarse en ella de pan _casabí_ para su gente, enviando luego, desde San Juan, la carabela al mando de su lugarteniente don Juan Gil Calderón, para que los naturales de la _Mona_ le facilitaran de nuevo bastimento de casabe para los cincuenta hombres de su expedición. Otros dos productos sacaba el boriqueño del tubérculo de la _yucubía_. Solía hacer un vinagre para sus guisos, hirviendo bien el jugo venenoso de la yuca, el ponzoñoso _naiboa_, para que se evaporase el tósigo mortal, y después de hervido este zumo lo guardaba para que se acidulase.[199] El otro producto era la bebida _uikú_, que la obtenía poniendo pedazos de casabe á fermentar en vasijas llenas de agua, agregándole algunos trozos del mismo casabe, masticado por indias jóvenes, para utilizar la saliva como agente de fermentación. El aborigen cultivaba además el maíz, dos veces al año. El vocablo español _maíz_ procede del indo-antillano _maisí_. El boriqueño comía el maiz tostado; y le servía también para hacer una bebida fermentada la _xixa_,[200], que le gustaba mucho, como la otra bebida obtenida del casabe, el _uikú_. Necesitaba también nuestro indio de la _diastasa_ de la saliva para provocar la fermentación del maíz; por lo que ponía indias jóvenes á mascar granos de _maisí_ y á echarlos impregnados de saliva en los tinajones donde se iba á preparar su preciada original cerveza. El boriqueño no sabía hacer pan de maíz, como algunos terrícolas de Tierra Firme, lo que prueba que este avance en la alimentación fué posterior en Venezuela á la separación de las tribus _Aruacas_, que invadieron el Archipiélago antillano. Fenómeno que se ha repetido mucho en la historia de la humanidad: porque el hombre no produce nada completo de una vez. El ario trituraba el grano de trigo, pero desconocía el molino de brazos; el indo-europeo llegó á este avance cuando se situó en los terrenos de aluvión de la cuenca del Volga.[201] El aborigen cultivaba en gran escala la _batata_, de la que la historia nos conserva los nombres de algunas variedades. Llamaba á la blanca _guanaguax_; á la morada _guanagüey_; y á la que era blanca y morada, _guanaraca_. El fruto que hoy se llama boniato, los indígenas denominaban _aje_; y al morado lo llamaban _aniguamá_; y al rojo, _xaxagüeyú_. Plantaban también en sus labranzas el _lirén_ sabroso y el _maní_, rival de la avellana. Y utilizaban, al azar, la _yahutía_, el _mapüey_, la _imocona_, el _guayaru_ y otros tubérculos alimenticios; pero sin ocuparse en sembrarlos. También cosechaban los boriqueños, sin cultivo, las frutas silvestres de los montes y maniguas, el _mamey_, la _guayaba_, el _anón_, el _jobo_, la _guanábana_, la _pitajaya_, el _guamá_, la _tuna_, el _jicaco_, el _caimito_, el _cajuil_, las _guiabaras_ ó uvas de playa, la piña, que llamaban _yayama_, y las olvidadas hoy de la _guaba_, el _ausubo_ y la _yagruma_.[202] Había otras tres plantas, que con cuidadosa atención procuraba el aborigen replantar cerca de su bohío; y estas eran el _ají_, el _cojibá_ ó tabaco y el ben purgativo. Del _ají_ tenía dos especies principales, una dulce y otra picante, y unas cuantas variedades. No se conserva más que el nombre indígena del picante, que lo llamaba _guaguao_; á todas las demás variedades nuestros campesinos le han puesto nombres caprichosos. Nuestro indio cultivaba el tabaco, su _cojibá_, con dos fines, uno común y otro religioso. Después de la cena, algunos mascaban la nicociana hoja:[203] otros sabían hacer unos mosquetes ó cigarros mal enrollados, que llamaban _tabacos_, y aspiraban su humo embriagador. No faltaba indígena, que tras la intoxicación de la _nicotina_, arrojase cuanto había comido. Lo que indujo á creer, á los que primeramente observaron esta costumbre, que el indio usaba esta planta como _vomi-purgativo_. Error en que han incurrido después otros escritores modernos. Según el Dr. Crévaux, los _Oyampis_ de las Guayanas, usan la _fumigación de tabaco_ contra los _cólicos_, lanzado el humo directamente sobre el sitio dolorido por el mismo curandero: cuya medicación está de acuerdo con los _soplos_ y _frotes_ de que nos hablan los Cronistas y es lógico aceptarlo. Para las ceremonias religiosas preparaba el _bohique_, como augur de la tribu, una especie de _rapé_, del _cojibá_, que se tomaba por las narices con su correspondiente instrumento litúrgico y ceremonial _ad hoc_. El acto de tomar estos polvos se llamaba el _cojoba_. Lo hacía el hechicero _bohique_ antes de impetrar al _zemí_ bienhechor; y también en determinadas asambleas, ó consejos de jefes, en unión de los _caciques_ y _nitaynos_. La tercera planta, que el boriqueño procuraba cultivar cerca de su choza, según lo anota cuidadosamente Las Casas, era la _tau-túa_, con la que se había de medicinar. Tenemos en Puerto Rico tres arbolitos, que dan semillas purgativas: el _tau-túa_, ó _jatropha gossypifolia_, que los franceses llaman _grand ben purgative_ y _avelines purgatives_; y los ingleses denominan _bastard french physic-nut_ ó _spanish physic-nut_. El _tártago_, ó sea la _jatropha curcas_, que en Cuba y Santo Domingo llaman _piñón_; los franceses denominan _grand pignon d’ Inde_ y _noix de Barbades_; y los ingleses conocen con el nombre de _Barbados seeds_. Y finalmente _don Tomás_, ó sea _jatropha multifida_, que los franceses dicen _medicinier a fleurs scarlates_; y los ingleses _french multifid_. Las Casas, como indicamos más arriba, nos da la prueba histórica de nuestro aserto, describiendo el _ben_ y el cuidado con que el indígena procuraba sembrarlo junto á su casa. Es probable que el boriqueño usara indistintamente de estas semillas purgativas, así como de algunos _bejucos_.[204] Por supuesto, que la enfermedad del indio siempre era considerada por el curandero augur, ó _bohique_, como un daño hecho por los espíritus malignos ó _maboyas_. Aunque el boriqueño no cultivaba el algodón, ni la _majagua_, ni el _maguey_, que abundaban por doquiera silvestres, los cosechaba para utilizarlos. La india hilaba bastante bien el algodón, el _sorobei_, y tejía con él los faldellines para las mujeres casadas y los taparrabos para los hombres. También trabajaba de algodón las hamacas, y unas especies de pulseras para los brazos y tobillos; algunas carátulas para los ídolos y otras cosillas; y los hombres tejían de _sorobei_ sus redes de pescar. En su reducido gusto estético tenía ya el aborigen el conocimiento de la _tintorería_, y algunos de esos objetos de algodón los teñía con el jugo de la _jagua_, dándoles visos negruzcos, ó con el zumo del _jiquilete_, añil cimarrón, hermoseándolos de color azul, ó los coloraba de amarillo con la _bija_, nuestro vulgar _achiote_, voz ésta de origen azteca, que ha prevalecido en el lenguaje, en vez de la boriqueña _bija_. También solía maridar en franjas, ó listas pareadas, estos colores. La _majagua_, cuya fuerte corteza facilita larga fibra, y el _maguey_, cuyos blancos hilos son resistentes, eran destinados por los boriqueños á cordelería, haciendo con ellos muy buenos cordeles, que llamaban _cabuyas_, y unas cestas redondas, llamadas _jabas_, que acostumbraba el indio llevar al hombro, á las extremidades de un palo, cuando viajaba: costumbre que aún perdura entre nuestros campesinos. Vemos, pues, que nuestro indígena, á la par que _agricultor_ era también _industrial_. El aprovechamiento del algodón, de la _majagua_ y del _maguey_ eran ya industrias nacientes, á las cuales tendrían que dedicarse determinadas personas, con su correspondiente aprendizaje. En las edades prehistóricas el arte de tallar y pulimentar la piedra, la alfarería, la cordelería y el tejido rudimentario de algunas telas, así como la caza, pesca, pastoreo y agricultura, tuvo que estar confiado á determinados individuos, que lo hicieron _privativo_, primero, de sus familias, pasando luego ese _derecho_ á ciertas tribus. El tallar la piedra debe haber requerido su laborioso aprendizaje y el pulirla suma paciencia. Debieron haberse escogido canteras apropiadas y en las cercanías de ellas fijarse familias de obreros, dedicadas constantemente á esta industria. Mediante la _permuta_, que es el alborear del _comercio_, se aprovisionarían de bastimentos para vivir y realizarían á su vez los efectos pétreos. El boriqueño tenía canteras escogidas para fabricar sus utensilios de piedra. La gruta de _Miraflores_, en Arecibo, es una muestra patente de lo que decimos. Nosotros llamamos á esta cantera el _taller indo-boriqueño_. Examinada la caverna, lo primero que llama la atención del investigador es un _stone-pillar_, ó monolito, á medio concluir. El artista llegó á cincelar los ojos y la boca; y después empezó á formar _el pilar_ y á separarlo de la roca. En el lado izquierdo de su labor alcanza hasta unos 40 centímetros, formando la columna: en el lado derecho hasta unos 25 centímetros. Las cuencas de los ojos de la figura están trabajadas ligeramente oblicuas; pero con una oblicuidad dirigida de abajo y fuera hacia arriba, de modo que si se prolongaran los ángulos internos de estas cuencas irían á encontrarse en el centro de la frente. Oblicuidad completamente distinta á la fig. 45 de la colección Látimer, del museo Smithsonian Institution, de Washington, que guarda relación con una carátula de piedra de nuestra Colección y con otra cara grabada en una de las paredes de la citada caverna. Este monolito, á medio concluir, está en la arcada principal de la gruta que mira al E. en el lado derecho del observador. En este mismo sitio están casi todos los trabajos. La segunda figura de importancia es una cara con los ojos oblícuos, á estilo _mogol_, pero muy acentuada la _oblicuidad_. Están delineados los ojos, la nariz y la boca: y habían empezado á fijar el óvalo de la cara. En este estado, el trabajo fué suspendido por el artista. A poca distancia hay otra cara también muy interesante. Tiene los ojos circulares y paralelos, las cejas unidas, la boca pequeña, el límite del rostro en forma triangular con la frente baja y el mentón pronunciado. Tenemos en nuestra Colección un ejemplar parecidísimo, que nos induce á creer que esta cara pétrea del _taller indo-boriqueño_ estaba también en vías de fabricación. Más abajo, en la misma rocosa pared, hay grabados ojos y bocas, pero sin óvalos: trabajos incipientes en período de iniciación. En uno de los paredones del camino que conduce á la gruta, hay también una _carita_ comenzada. Era, pues, indudablemente una cantera en explotación, un verdadero taller lítico para objetos pétreos y no un templo, como equivocadamente han anotado algunos viajeros. Es el primer taller de que se da cuenta, hallado en nuestra Isla. Razón tenía Ratzel[205] para afirmar que “las antiguas esculturas de piedras de Puerto Rico demuestran una habilidad especial en el labrado de la piedra, que no encontramos en ningún otro punto de las Indias Occidentales”. Los _siboneyes_, los _yucayos_ y los _jamaikinos_ desconocían el arte de trabajar la piedra. Los naturales de _Boriquén_ estaban más adelantados que los de _Haytí_ en esta industria. El obrero boriqueño, en los trabajos _líticos_, era el primero del Archipiélago antillano. El objeto de piedra más necesario para el boriqueño era el hacha ó _manaya_. En nuestra Colección tenemos cuatro tamaños principales; pero el indígena tendría indudablemente una completa variedad de mayor á menor tamaño, según sus necesidades. Servíale la _manaya_ para tumbar el árbol, el _giié-giié_; ahuecar el tronco corpulento de los cedros y ceibas y hacer la almadía, la _canoa_, cuyo vocablo ha tomado carta de naturaleza en nuestros idiomas. Tenía el boriqueño una pequeña _canoa_, en la que escasamente cabían dos personas, y otras de capacidad mayor, que podían conducir un pelotón de hombres. El Almirante vió esquifes de éstos, que él llamó _almadías_, que contenían de setenta á ochenta indios; Fernando Colón cita una de capacidad para 150 personas; y Las Casas dice, que vió canoas, que podían llevar de cincuenta á cien indígenas. Dedicaba la pequeña canoa el boriqueño á la pesca; y la grande al desarrollo paulatino de su incipiente comercio entre las islas, cuyo tráfico era principalmente con los terrícolas de la _Mona_ y los naturales del _Higiiey_, de la inmediata Haytí. Calculemos, por un momento, la actividad desplegada en la cantera, en el _taller indo-boriqueño_. Unos tallando hachas; otros, morterillos; aquí _dujos_; allí, collares; acá, cincelando monolitos para los límites de sus juegos de pelota; allá, ídolos mamiformes de _Yukiyu_, el dios bienhechor de _Boriquén_. Cada cual dedicado á su especialidad _lítica_. Habría manos privilegiadas para ciertas labores. El gusano roedor de la envidia profesional también en el _taller indo-boriqueño_ hincaría su venenoso diente. Los trabajos más sencillos serían encomendados á los aprendices, como los _guayos_, que requerían solamente fijar pedacitos de _sílex_ en una tabla de palma de _yagua_, para hacer el utilísimo rallo. También se les conferiría á los aprendices la penosa labor de pulir hachas, una vez talladas. En el cincelamiento y ornamentación entraría _el maestro_ á dar los últimos toques. El _colesibí_ ó collar de piedrezuelas marmóreas, la _tatagua_ ó arracada, revelan ya el incipiente gusto artístico. ¡Con qué infantil orgullo contemplaría el artista de la edad de la piedra pulimentada su pétreo objeto ya terminado! Igual actividad habría en la alfarería. Lo primero que se harían cuidadosamente serían los _burén_, para el cocido del pan _casabí_ al fuego. Era necesario que estos lebrillos quedasen bien templados para que no se resquebrajasen á la fuerte lumbre á que tenían que someterlos. Otros se dedicarían á hacer cazuelas; otros, _canaris_ para el agua, ó tinajones para el _uikú_ y la _xixá_. El refinamiento de adornar las abrazaderas de las cazuelas y ollitas correspondería á los más expertos en el arte. El escogido de la arcilla y su manipulación para ponerla en condiciones de modelaje requiriría inteligente dirección. Las grotescas figurillas de barro cocido, que constituían los dioses penates del indígena, tendrían obreros _especiales_, para no separarse del modelo del _zemí_ tutelar. ¡Con qué positiva seguridad puede nuestra mente retrotraerse á aquellos lejanos tiempos y darse cuenta exacta del desenvolvimiento de la época _neolítica_! ¡No en vano avanza la Paleontología, arrancándole al pasado sus secretos! También trabajaba el boriqueño la madera con esmero. En la Isla de _Guanabo_[206] se hacían primorosamente dujos, bateas, cucharas y otros objetos de una madera negra, que suponemos fuera la _caoba_ ó la _maga_, ó tal vez la negruzca raíz del mangle viejo. Refiere el cronista Pedro Mártir, que catorce de esos curiosos asientos, llamados _dujos_, labrados con arte maravillosa, fueron regalados por _Bojekio_, cacique de _Jaragua_, en Haytí, á don Bartolomé Colón, cuando el Adelantado visitó el cacicazgo del célebre hermano de _Anacaona_; y que, además, le obsequió con sesenta utensilios de arcilla, propios para el servicio de mesa.[207] De varas de _cupey_[208] hacía el aborigen sus azagayas; y de corteza de palma de yagua[209] sus _macanas_, fuertes garrotes de combate, de cuatro palmos de largos. Como arma ofensiva, también tenía la flecha. Hacía el arco, el _paira_, de un grueso bejuco; y con cogollos de caña silvestre preparaba la flecha, en cuyo extremo colocaba una espina de pescado ó una punta de pedernal.[210] Aprovechaba el fruto maduro de la _higiiera_[211] para hacer cucharas y vasijas útiles para el uso doméstico. Las pequeñas vértebras de pescados sabía utilizarlas para sugetar plumas de colores en sus espesas cabelleras; y también de algunos huesos de peces hacían anzuelillos de pescar. Buenos flecheros los boriqueños, más diestros que sus vecinos los quisqueyanos y siboneyes, cazaban en las costas la _yaguasa_ y otras aves marinas; y en los montes y sabanas el _guaraguao_, el _mukáru_, la _iguana_, la _sasabí_ (la cotorra) y las tórtolas, en abundancia. También eran hábiles pescadores, y con sus redes de algodón, anzuelos de hueso, y otros medios artificiosos, se proveían de _dajaos_, lisas, anguilas, _biajacas_, jureles, _guabinas_, pargos, mojarras, _manatíes_, cazones y otra multitud de peces, que tanto abundan en nuestros ríos y mares. Los ribereños del _Abacoa_ (río Grande de Arecibo) y los de Camuy y Manatí tenían abundantemente el _setí_, en los plenilunios de Agosto, Septiembre y Octubre. Entre los crustáceos, disponían los indígenas del _carey_ (tortuga de mar), la _jicotea_ (tortuga de agua dulce), el _juev_ (cangrejo de mangle), la _jaiba_ (congrejo de agua dulce) y la _buruquena_ (cangrejillo de río); y además, langostas y camarones. Por lo tanto, el boriqueño, con su agricultura é industria incipientes, había avanzado en su rudimentaria civilización, guardando harmonía con el período de la edad de _la piedra pulimentada_, en que se encontraba, y en relación también con el medio ambiente de que disponía. Prisionero en una triste roca, en pleno mar, se adelantó á los _siboneyes_, _yucayos_ y _jamaikinos_ y rivalizó con los _haytianos_ y _quisqueyanos_, al par que mantenía á raya á los audaces _caribes_, que invadían piraticamente de cuando en cuando el _Boriquén_.[212] CAPITULO IX. Lenguaje boriqueño.—Lengua general indo-antillana.—Dialectos.—Datos del Diario de Colón.—Su carta desde Lisboa á los Reyes Católicos.—El dialecto de _Macorix_.—Fray Román Pane.— Cristóbal Rodríguez.—Datos de Bernal Díaz del Castillo.— Informes del padre Raymond Breton.—Imposibilidad de los primeros misioneros para recoger el idioma indo-antillano.—Las reliquias de la lengua general de las Antillas en ríos, montañas, árboles, frutas, lugares, puertos, cabos, etc.—Lo mismo en aves, peces y objetos domésticos.—Alguna que otra palabra en los Cronistas.—Dos ó tres frases.—Error de Juan Ignacio de Armas y otros escritores en la manera de explicar las voces indo-antillanas.—El idioma indo-antillano se formó con el trascurso del tiempo, pues la separación de las tribus _Aruacas_, que invadieron el Archipiélago era muy remota, hasta el punto de haber perdido el recuerdo de ella.—Enlace del habla _Aruaca_ continental y del idioma indo-antillano.— Datos á granel en los mapas.—Viajeros modernos.—Sagot.—Los hermanos Hernhutes de Zittau.—El misionero Schulz.—Enlace del habla _boriqueña_ y del habla _caribe_ insular.—Su origen continental.—El lenguaje _boriqueño_ era rico en vocales y de muy dulce conversación.—El aborigen tenía una aspiración parecida á la del árabe.—La fijaron los Cronistas en las voces con una h.—Pruebas de la aglutinación y del polisintetismo.—El estudio de los restos del idioma indo-antillano nos ha dado una prueba fehaciente de que el orígen del _indo-boriqueño_ está en el Aruaca de la América Meridional. El boriqueño usaba un lenguaje en el período de aglutinación, con _polisintetismo_, sin escritura que fijase sus vocablos.[213] En todo el Archipiélago antillano ocurría lo mismo; y estando el idioma en perenne fermentación, habían de producirse necesariamente neologismos, en cada isla, que tenían que alterar en algo la común lengua. [Illustration: Pictografías del taller indo-boriqueño de la Cueva de Miraflores, en Arecibo.] Por el Diario del primer viaje del Almirante vemos, que los indios que tomó Colón en _Guanahaní_ para que le sirvieran de intérpretes, cumplieron su cometido en todas las islas del grupo de las Lucayas á que arribara el Descubridor, y también en Cuba y Haytí. El Almirante, sagaz observador, anotó en su libro de bitácora, con fecha 16 de Octubre, las siguientes palabras, comprobatorias de la unidad de lenguaje: “Los habitantes de esta isla Fernandina[214] se parecen á los de las demás, hablan el mismo idioma y tienen las mismas costumbres.” Al llegar el gran Navegante á la isla de Cuba, los enviados, ó embajadores, Rodrigo de Jerez y el judío Luis de Torres, muy versado éste en idiomas, no pudieron entenderse con el cacique del _Camagiiey_. El políglota Torres, creyendo que ellos habían llegado al reino del Gran Kan en el Continente asiático, habló primero al régulo cubano en hebreo, después en caldeo y por último en árabe, teniendo que apelar al intérprete de _Guanahaní_, el cual hizo al cacique del _Camagiiey_ y á sus asombrados súbditos una fogosa descripción del poder de los españoles. Luego pasó el Almirante á la isla de Haytí, á la cual bautizó con el nombre de _La Española_, y prontamente entró en fáciles tratos y amistosa correspondencia con los aborígenes. Corrobora lo dicho la carta que escribió en el mar á los Reyes Católicos, remitida desde Lisboa, en Marzo de 1493, diciéndole entre otras cosas: “En todas estas islas no vide mucha diversidad en la fechura de la gente, ni en las costumbres, ni en la lengua, salvo que todos se entienden, que es cosa muy singular.” Al regresar Colón á España se llevó diez indígenas, de los cuales algunos sirvieron de intérpretes en la segunda aventurada empresa; sabiéndose por ellos, en virtud de los diálogos tenidos con las mujeres _boriqueñas_, cautivas recogidas en la isla de Guadalupe, que los indios _caribes_ eran belicosos y antropófagos.[215] Al llegar la expedición colombina al puerto de Navidad, las indias de _Boriquén_, recogidas á bordo, concertaron su fuga con el hermano del cacique _Guacanagarí_, lo que efectuaron por la noche. Estos datos prueban, que usaban una misma lengua _yucayos_, _haytianos_ y _boriqueños_. En el Memorial que dió el Almirante al piloto Antonio de Torres, en la Isabela, á 30 de Enero de 1494, para entregar á los Reyes Católicos, léese: “Como esta gente platican poco los de la una isla con los de la otra, en las lenguas hay alguna diferencia entre ellos, según como están más cerca ó más lejos.”[216]. De manera que, según confirmaba el mismo Colón, por experiencia propia, entre las lenguas no había más que alguna _diferencia_. En el Archipiélago existía, por lo tanto, _un idioma general_; y con motivo del aislamiento insular, y los neologismos, se iban formando los _dialectos_ yucayo, siboney, haytiano, boriqueño y jamaiquino. En La Española, en el departamento de _Macorix_, se hablaba un dialecto que lo llegó á dominar Fray Román Pane. La lengua general, ó común, de la isla de Haytí, según Las Casas, únicamente la sabía bien un marinero de Palos de Moguer, llamado Cristóbal Rodríguez. Hemos probado, con la tradición histórica, la más pura que poseemos, como los indios intérpretes de Colón se comunicaron muy bien con los indígenas de las islas Lucayas y con los de Cuba, Haytí y Boriquén. Respecto á Jamayca, concluyente será también la prueba. Refiere Bernal Diaz del Castillo[217], que al desembarcar con Juan de Grijalba en la isla de Cozumel “vino una india moza, de buen parecer, é comenzó á hablar la lengua de la isla de Jamayca... é como muchos de nuestros soldados é yo entendimos muy bien aquella lengua, que es la de Cuba, nos admiramos é la preguntamos cómo estaba allí.” Resultó, que el naufragio de una canoa de pescadores de Jamayca la había llevado á la isla de Cozumel. Queda, pues, plenamente comprobado nuestro aserto, de un idioma general en el Archipiélago antillano, con la excepción de las islas ocupadas por los _Caribes_. Y respecto á estas islas de _Barlovento_, refiere el padre Raymond Breton, en su Diccionario caribe-francés, contado á él por jefes indios de la isla Domínica, “que cuando la conquista de las islas, el jefe caribe había exterminado todos los naturales del país, reservando solamente las mujeres, las que siempre han guardado muchas cosas de su lenguaje.”[218] Ahora bien, esta lengua común indo-antillana, así como sus derivados ó dialectos, se han perdido. Las órdenes religiosas, que dominaron en las Antillas mayores, no pudieron dedicarse á conservarlos, mediante vocabularios y léxicos, como tuvieron la gloria de hacerlo en otras partes de América. La brega del desarrollo de la conquista y el pugilato de las ideas, de si debía continuar el indio _encomendado_ ó dársele absoluta libertad, entorpecía la acción cristiana de los misioneros, cuanto más la labor literaria de estudiar y conservar el idioma indo-antillano: máxime cuando los Domínicos se inclinaron á favor de los indígenas y los Franciscos en pro de los Encomenderos: rivalidad que les obligó á enviar sus representantes ante el Rey. No pasó así en el Continente, ni en las Antillas menores. Pasada la perturbación del choque de dos razas antitéticas, y sometidas casi todas las Indias, las misiones pudieron trabajar en paz y dedicar sus hombres inteligentes al estudio de las lenguas de los aborígenes. Al padre Raymundo Breton, de la Orden de Predicadores, debemos poder estudiar la lengua _Caribe_. Al domínico Santo Thomás y al jesuita González Holguín el conocimiento de la _Kechúa_ del Perú. A los manuscritos de los misioneros de Bogotá la lengua _Chibcha_, que hoy nos da á conocer Uricoechea[219], así como la de los _Paos_ ó indios de tierra adentro de Colombia.[220] Al jesuita Bertonio[221] debemos la _Aymara_. A los misioneros Vega, Valdivia, y Santisteban y al jesuita Andrés Febres[222] somos deudores de tener el idioma _Araucano_, de Chile. A los padres Anchieta[223] y Figueira[224], y al limeño Ruiz de Montoya el _Tupí-Guaraní_.[225] A los misioneros de la Guayana francesa el _Galibi_, que hoy Celedon, Brinton, Coudreau y Crevaux nos han dado á conocer mejor. A los franciscanos y jesuitas de Méjico el _Azteca_ ó _Nahuatl_.[226] Y así sucesivamente. Por todas partes las misiones recogieron el lenguaje de los indios. Tan sólo los indo-antillanos, por las razones anotadas, quedaron imposibilitados de legar á la posteridad su dulce idioma. Quedan únicamente las reliquias de esta lengua general del Archipiélago. En Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico se conservan muchas palabras indo-antillanas en ríos, montañas, árboles, frutas, lugares, puertos, cabos, etc. Lo mismo en aves, peces y objetos de uso doméstico. En los mismos Cronistas hemos hallado algunos vocablos con su correspondencia en castellano y hasta alguna que otra frase. La mano del tiempo conserva estos despojos como margaritas perdidas de un rico joyel. Las hemos ido recogiendo pacientemente para que nos ayudaran á descubrir el origen del pueblo indo-antillano. Y efectivamente, gracias á ellas y á la Filología hemos podido ver claramente que el autóctono de las Antillas procedía del Continente meridional, esplicándonos perfectamente el proceso evolutivo de las tribus _Aruacas_ en las isla, perdida ya la memoria de su inmigración. El escritor cubano don Juan Ignacio de Armas opina[227], que no ha existido un idioma general en las Antillas, lo cual está en abierta oposición con lo que nosotros afirmamos, apoyándonos en el estudio de los Cronistas. Es verdad, que las Antillas son _islas desparramadas en el Océano_, como dice el señor Armas; pero ésto no fué un impedimento para que fueran pobladas por individuos procedentes de unas mismas tribus y de idéntico origen étnico; y después mantuvieran siempre entre sí ciertas relaciones, con el auxilio de sus canoas. El dialecto _mallorquín_ y el dialecto _catalán_, proceden de la lengua _lemosina_ y á pesar de estar separadas las islas Baleares de Cataluña, los dos dialectos conservan la unidad de la lengua madre. No faltan, en nuestros días, quienes digan, por ejemplo, que _lucayo_, viene de la dicción castellana _cayo_; que los españoles vieron las chozas de los indígenas en forma de _cono_ y las llamaron _conucos_; que _caney_ procede de _cana_; _maíz_ se origina en _mahizo_; y los vocablos _ají_ y _cacique_ vienen del árabe; _cocuyo_ y _seboruco_, del latín; _Anacaona_ y _Baracoa_, del vascuence, etc. Los que de tal manera opinan abrevan en las fuentes de Juan Ignacio de Armas. Manera muy socorrida y original de hacer semejantes estudios etimológicos en voces, que algunas están corrompidas por el uso, y otras presentan similitud de sílabas idénticas y de pronunciación parecida con voces de nuestros idiomas. Vamos á echar por tierra semejante modo de razonar con tres ejemplos. Esos mismos etimologistas, al leer nuestra geografía boriquense y hallarse la palabra _Caguas_, dirían enfáticos, que esta voz procede indudablemente de la castellana _agua_. Al hojear la historia de Méjico y tropezarse con _Cuernavaca_ asegurarían firmemente, que se trata de un vocablo compuesto de dos voces castizas _cuerno_ y _vaca_. Y al oir á nuestros campesinos llamar á un fruto del país _tallote_, rotundamente sostendrían, que el neologismo se había originado en el genuino y castellano _tallo_. No teniendo en cuenta al hacer tales afirmaciones, que los conquistadores y pobladores de Indias adaptaban á su idioma los vocablos indígenas como mejor les parecía y más fácil se les hacía su pronunciación. He aquí las pruebas de nuestro aserto. En la relación ó extracto de una carta que escribió el conquistador Diego Velazquez, teniente de gobernador en Cuba, á SS. AA. sobre el gobierno de ella, el año de 1514[228], se lee el siguiente párrafo, donde se ve claramente que _Caguas_ es palabra indo-antillana: “Y que de todo lo susodicho fué capitán un indio de la isla Española, criado intérprete del cacique _Yacahiiey_, que se decía _Caguax_, el qual ya es muerto.” Y para comprobar que el mismo vocablo es boriqueño, véase la distribución hecha por Ponce de León de los caciques y labranzas del Boriquén, en 1510, para ocurrir á los gastos de la incipiente colonia, y se verá que el cacique _Caguax_, con su ranchería junto al río _Turabo_, correspondió en venta á Francisco de Robledo y Juan de Castellanos.[229] Para asegurarnos que la dicción _Cuernabaca_ no es más que la evolución y cristalización castellana, por corruptela, de un vocablo mexicano, léase la tercera carta de Hernán Cortés al Emperador Carlos V.[230], y en ella se verá designar una población con el nombre de _Coadnabaced_. Y el capitán Bernal Diaz del Castillo anota en sus célebres crónicas:[231] “é otro día fuimos camino de otro mejor é mayor pueblo, que se dice _Coadalbaca_, é comunmente corrompimos ahora aquel vocablo é le llamamos _Cuernabaca_”. Otros escribían _Quanabuac_; siendo el verdadero nombre azteca _Quahaunahuatl_. Y respecto á que _tallote_ no viene de _tallo_, como erróneamente induciría á creer la similitud de sílabas, desaparecen las dudas con la lectura del siguiente párrafo, que también recogemos del mismo Bernal Diaz del Castillo, y que revela el origen mexicano de la palabra. Refiere el capitán narrador, que después de la batalla de Otumba “ibamos muy alegres, é cogiendo unas calabazas que llaman _ayotes_, é comiendo é caminando hacia Tlascala.”[232]. Y cuando refiere el mismo autor, el viaje en que acompañó á Hernán Cortés á la exploración de Honduras, anota: “hallamos cuatro casas llenas de maíz é muchos frísoles, é sobre treinta gallinas, é melones de tierra, que se dicen _ayotes_.” Con el trasiego de voces y dicciones de las islas antillanas al Continente americano, y vice versa, se importó el vocablo dicho, aplicándolo al fruto del _sechium edule_. Y de _ayotes_ derivaron los pobladores, _chayotes_, _tayotes_, y finalmente _tallotes_.[233] En cambio, tales etimologistas tendrían por indígenas, por no encontrar dicción ortográfica ú ortológica homóloga, á las palabras _plátano_, cuando es griega; _dita_, que procede del latin; _zafra_, que es arábiga; _cobija_, siendo castellana; _fotuto_, de origen italiano; _guarapo_, que viene del quechúa; etc. Todo lo cual nos indica, que en el campo de las investigaciones etimológicas de las voces indo-antillanas es preciso entrar con pie tardo y suma precaución, para no caer en sensibles equivocaciones. Si el color rojo de la piel le da derecho al americano indígena para constituir un _tipo étnico_, un _tronco_, el polisintetismo único de sus lenguas coadyuva firmemente al sostenimiento de esa tesis. No se debe confundir la aglutinación con el polisintetismo: de aquel se viene á este: y sólo las lenguas indo-americanas son polisintéticas.[234] Los indo-antillanos procedentes de las tribus _Aruacas_ del Continente meridional habían perdido la noción de este origen: lo que es una prueba fehaciente de que esa separación era de fecha muy remota. Desprendimiento de tribus, que con el trascurso del tiempo, dió nacimiento al pueblo indo-antillano y á una lengua propia. El suelo es un gran factor en la génesis de un pueblo. Los idiomas necesitan la lenta acción del tiempo para crearse. Véase, como el español, el francés, el lemosín y el italiano han ido derivándose del latín. De igual modo el habla general indo-antillana se fué formando en las islas del Mediterráneo Colombino, conservando, empero, enlace filológico con el _Aruaca_ continental. El lenguaje es la imagen fiel de la realidad y deja huellas profundas por donde quiera que pasa. Sobre los territorios de Venezuela vamos á investigar algunas de las huellas del lenguaje de los _Aruacas_ y á interpretarlas en harmonía con los restos del habla indo-antillana, que poseemos, lo que probará su enlace. Al gran río venezolano llamaban los Caribes _Orinoco_. Los Aruacas le llamaban _Huyaparí_. Pero esta voz aparece ya corrompida en los cronicones de la Conquista. La mayoría de los vocablos _aruacas_ de Venezuela, que se conservan, ha permutado la letra _b_ en la letra _p_, por accidente fonético; y también la letra _n_ en la letra _r_. Cosa muy natural en un lenguaje cuyas voces no estaban fijadas en escritura alguna. _Huyaparí_ es, por lo tanto, corrupción de _Huyabaní_, es decir, _lugar de mucha agua_. Explicación filológica: _Huy_ por _juy_, equivalente á _guay_, exclamación de sorpresa, como si dijéramos _hé aquí_! _Ya_, sitio ó lugar, por _yara_. Por polisintetismo no aparecen dos _y_ en el vocablo, ni el _ra_ de _yara_. Igualmente sucede en _ba_ por _bana_, grande, mucho. _Ní_, agua. El vocablo que estudiamos, sin la encapsulación polisintética, sería, _Huy-yara-bana-ní_, ó sea _Huyyarabananí_. Y con el polisintetismo _Huyabaní_, corrompida la palabra en _Huyapari_. El nombre de _Maracapana_ es corrupción de _Maracabana_, es decir _Maraca-bana_, equivalente á _Higiiera grande_. El vocablo _maraca_ está en los lenguajes boriqueño y aruaca aplicado á un mismo objeto, á una _higiiera_, vacía de su endocarpio y demás sustancia interior y llena de pedrezuelas, que la hacen una sonajera, y que servía á los indígenas de instrumento musical. De modo que la provincia de _Maracapana_ era, traducido al español, el territorio de _Higiiera Grande_. Así tenemos en Puerto Rico, por ejemplo, _Sabána Grande_, para designar un pueblo puertorriqueño, habiendo unido al vocablo indio _Sabána_, llano, con la voz española _grande_. Hoy, ya no se pronuncia la palabra india con el acento en la penúltima sílaba, sino que se ha hecho la voz esdrújula, confundiéndola con la castellana _Sábana_. En Cuba tenemos también _Xagua la Grande_: una voz indígena con una española. Esto nos recuerda la construcción de los vocablos greco-latinos. _Maracaibo_ es palabra _aruaca_ y sus raices todas están en el lenguaje boriqueño. El vocablo _Maracaibo_ significa _lugar de higiiera_ y _agua_. Explicación filológica: _Maraca_, higüera; _i_ por _ní_, agua; _bo_ por _abo_, lugar. La palabra, sin la encapsulación polisintética es _Maracaniabo_. Y con el polisintetismo _Maracaibo_. _Aruaca_, tal como se encuentra consignado el vocablo en los cronistas, es una corrupción de _Aragua_. De este modo se encuentra la palabra original de aquel gran pueblo enclavada aún en su tierra por distintas partes, designando una islilla de la desembocadura del Orinoco, también en uno de los caños del Delta y en su desagüe en el mar, en un río y en unas sierras. Ha prevalecido más, en las crónicas, el vocablo _Aruaca_; y por eso, lo hemos usado en lugar del legítimo _Aragua_. Los lectores no muy versados en estos asuntos creerán que nosotros cambiamos nombres para facilitar la explicación filológica. Y no hay tal cosa. Estas transformaciones en las palabras son muy corrientes; así como la elipsis de letras y sílabas, y la metátesis. _Zaragoza_ procede de _Cesárea augusta_; _Lima_ nace de _Rimac_; y en nuestra propia islilla y muy moderno tenemos el vocablo _Ciales_ aplicado á un pueblo del interior y es corrupción de es _Lacy_, apellido de un célebre general español, fusilado en Palma de Mallorca. Estudiemos ahora filológicamente la palabra _Aragua_; y tendremos _ara_ por _yara_, sitio, lugar; y _gua_, como sufijo equivalente á _he aquí_; como si dijéramos: _he aquí sitio_. En nuestro lenguaje moderno, _el hogar_, _la patria_. Cuando Pelayo, después de derrotar á los moros, bajó de Covadonga al llano é inició la reconquista del suelo español, su gente le preguntó dónde fundaban población y el caudillo contestó: _ubi edo_, que quiere decir en latín, _donde estoy_: de ahí procede el actual _Oviedo_. _Cumaná_, provincia de _aruacas_, significa, _Lugar llano_ y _grande_: de _cu_ por _cua_ ó _coa_ lugar; _ma_, llano; y _ná_ por _bana_ grande. Y _Cumanacoa_ vocablo derivado de Cumaná. _Cumaná-coa_, sitio de Cumaná. _Cariaco_, palabra aplicada á un golfo y á un río, quiere decir _Lugar de agua_. _Ca_ por _gua_, he aquí; _ri_ por _ní_, agua; y _aco_ por _coa_, lugar. La metátesis de _aco_ por _coa_ es frecuente. Los que deseen ahondar más en este estudio pueden tomar un mapa de Venezuela y verán inmediatamente por doquiera una serie de nombres aplicados á islas, golfos, ríos, valles y montañas, cuyas radicales y componentes son los mismos del lenguaje indo-antillano. _Seiba_, _Guayabal_, _Guayo_, _Cocuisa_, _Yguana_, _Yaya_, _Sipao_, por _Cibao_, _Guarico_, _Guariquén_, _Yaruma_, _Guanaja_, _Caguas_, _Guiria_, etc., son vocablos que se encuentran también en el lenguaje boriqueño; procedentes desde luego del _Aruaca_; palabras que es lógico congeturar pasaron del Continente meridional al Archipiélago antillano, porque también se encuentran entre los haytianos, quisqueyanos, siboneyes y boriqueños. Debemos al doctor Sagot[235] y á los hermanos Hernhutes de Zittau[236] y especialmente al misionero Theodoro Schulz[237] bellísimos trabajos lenguísticos sobre el lenguaje _aruaca_. Como es natural, la acción del tiempo trascurrido, desde que las tribus que invadieron las islas se separaron de las tribus continentales, tal vez muchas centurias, ha originado cambios radicalísimos con el fermento cuotidiano del vocablo en un pueblo del período _neolítico_, hasta el punto de formarse un habla propia, el lenguaje indo-antillano. El vocablo indígena, según la filiación nacional del escritor que lo anota, sufre también cierta variante. Un simple ejemplo dará la prueba de lo que indicamos. La sílaba _gua_, oida por un inglés, anotará en su cartera _wa_; si la recoje un francés, escribirá _goua_: si un alemán _wa_; y si un español ó portugués _gua_. Así los exploradores, según la educación fonética de sus oidos y el valor de las letras en sus respectivos idiomas, han hecho los Vocabularios de las lenguas indias. Todavia encontramos en los trabajos de Sagot, Hernhutes de Zittau y Schulz las palabras _cabuya_, _calichi_, _burén_, _conuco_, _hamaca_, _maisí_, _siba_, _ní_, _ají_, _maraca_, _canoa_, _iguana_, _manaca_, y otras muchas significando lo mismo que en el lenguaje boriqueño. Así, pues, la Filología viene á ayudar á las crónicas y relaciones de Colón, Ojeda, Las Casas, Oviedo, Bastidas y Rodrigo de Figueroa, para dilucidar, que los indo-antillanos autóctonos descendían de los _Aruacas_ del Continente meridional. Vamos á probar también, con el auxilio de la Filología, que el pueblo _boriqueño_ tenía común origen continental con el pueblo _caribe_ de las islas de Barlovento; á pesar de ser dos pueblos, que se odiaban á muerte; y cuya odiosidad y estado de perpetua guerra trajeron á las islas, desde el inmediato Continente, donde sus antepasados vivieron de igual modo. Ahondemos en las oscuras profundidades de la prehistoria de cada uno de ellos. Los boriqueños llamaban á su dios tutelar _zemí_; pues igual denominación le aplicaban los caribes antillanos. El Padre Raymond Breton[238] escribe _chemij_: pero esta _ch_ debe pronunciarse como _z_ ó _c_. La j final es la consecuencia del vocablo en fermentación fonética: hoy mismo oimos decir _Madrí_, _Madrid_, _Madriz_, y es corrupción del latino _Madritum_, que á su vez lo es de _Matritum_, la _Mantua Carpetanorum_ de los romanos. De modo que los dos pueblos, el boriqueño y el caribe, para significar su _dios penate_ conservaba aún la misma palabra, traida indudablemente del Continente inmediato. Los boriqueños llamaban á su curandero augur _bohique_. Los caribes lo mismo. Los cronistas escriben _boyez_. Pero es, sin duda alguna, el mismo vocablo ya corrompido. _Bo-y-ez_ equivale perfectamente á _bo-hi-ques_. El tiempo trascurrido desde la separación de estas tribus, iba imprimiendo el transformismo fonético en la morfología de las palabras: tanto es así, como que tuvieron lenguas completamente diferentes, y en el mismo Continente meridional infinidad de dialectos. Los caribes llamaban á su dios protector, según el mismo padre Raymond Breton[239], _Icheiri_; según el padre Labat[240], _Akambú_; y según Champlain, Laborde y Souvestre[241] _Loucuo_. Opinamos, que estos tres vocablos son originados del primitivo _Yuká_ guaraní, al igual que el haytiano _Yukajú_ y el boriqueño _Yukiyu_. Analicemos el vocablo _Ycheiri_ que trae el padre Breton: _Ycheiri_— _Ychei-ri_—_Yquei-ri_—_Y-ki-ri_—_Yu-ki-ru_—_Yuki-yu_—_Yukiyu_, el dios bienhechor de Boriquén. Veamos la dicción _Akambú_, del padre Labat, _Akambú_—_Akam-bú_— _Ya-kam-jú_—_Yukajú_, el dios bienhechor de Haytí. Ya hemos visto en el Capítulo VII de este libro, como el dios de Haytí, _Yukajú_, y el dios de Boriquén, _Yukiyu_, proceden del dios guaraní _Yuká_. Descompongamos el vocablo _Loucuo_ ó _Luquo_ de los escritores franceses Champlain, Laborde y Souvestre.[242] Lu-qu-o—Yu-ku-o—Yu-ki-o—Yu-ki-ú— _Yukiyu_, el dios bienhechor de Boriquén. Al espíritu maléfico llamaban los boriqueños _Jurakán_, y lo mismo los caribes insulares y los chaymas, tamanacos, cumanagotos, rucuyanos y galibis continentales, con pequeñas variantes fonéticas. A los fantasmas perjudiciales llamábanles, unos y otros, _maboyas_. Y designaban, al igual, al padre _baba_, á la madre _bibí_, á su planta alimenticia _yuca_, al pan _casabí_, al sol _güey_, á la luna _nonum_, al río _tuna_, á su embarcación _canoa_, á su cama colgante _jamaca_, á sus bebidas fermentadas _uikú_ y _xixá_, y al cántaro _canarí_. Estas voces no podemos decir, que las tomaron los unos de los otros en su trato, comercio ó continuadas guerrillas, pues son palabras fundamentales al lenguaje de toda tribu. Opinamos, que el conservarlas en una y otra habla, revelan que ambos pueblos las han traido de muy lejos, tomadas de una fuente común. Y esta fuente ha debido estar en las tribus originarias, antes de sus respectivas emigraciones del Continente meridional á las islas; porque allí se conservan muchos de esos vocablos todavía y los recogen los viajeros modernos en sus vocabularios; más ó menos desfiguradas las palabras por la acción del tiempo, y la fonética del idioma del viajero. Así pasa con la radical guaraní _i_ significando _agua_; en unos pueblos la encontramos convertida en _ní_, en otros _di_ y en otros _tí_, ó con otras vocales ó consonantes agregadas. Cuando se separaron esas tribus primitivas, allá en la noche de los tiempos pre-colombinos, opinamos nosotros que aún eran nómadas en Tierra Firme. Asegura Ihering[243], siguiendo á Schleicher[244], que el pueblo ario, en la época en que el pueblo hijo se le separaba, había vivido por lo menos diez mil años. Y que en ese tiempo había llevado una vida vegetativa en un ínfimo grado de cultura y civilización, sin conocer la agricultura, ni los metales, usando hachas de piedra y lanzas de madera. Igual debió haber ocurrido con el pueblo _Guaraní_ en la América meridional, en sus primitivos tiempos, dando origen á innumerables tribus, que se iban extendiendo á lo largo de las riberas de los ríos y por sus afluentes, penetrando en los extensos valles, para no entenderse luego; y, cuando los intereses materiales de la vida fueron encontrados, hacerse cruda guerra de exterminio, en la lucha por la existencia. Por eso, al _asentarse_ en las islas las tribus que cruzaron el mar, empezó en ellas la necesidad de nuevos vocablos para aplicarlos á las cosas nuevas; y entonces el _caribe_ insular llamó á su choza _tubana_, cuando el _aruaca_ insular, que le había precedido en la ocupación del Archipiélago antillano ya la había llamado _bojío_. Y cuando el indo-antillano _aruaca_ tuvo necesidad de agrandarla, llamó _barbacoa_ á la ampliación del rancho y el _caribe_ la denominó _ajupá_. En cambio, vemos que á sus embarcaciones continuaron llamándolas _canoas_ unos, y _canuas_ los otros; y al mar _bagua_ los de Boriquén y _balana_ los de las islas de Barlovento. El lenguaje indo-antillano _aruaca_ era rico en vocales y de _muy dulce conversación_, al decir del gran Almirante.[245] Nuestro aborigen tenía una aspiración por estilo de la de los árabes y los cronistas españoles la fijaron en sus anotaciones mediante la letra _h_. Este signo puesto por los historiadores en las palabras indo-antillanas tiene su valor fonético lo mismo al principio del vocablo que interpuesto en él; aunque nosotros, hoy día, no la pronunciamos en algunas palabras que han pasado al uso común, y en otras sí. Aún conservamos los vocablos indo-antillanos _bohío_, _bihao_, _dahao_, _duho_, _pitahaya_ y otros más, escritos con _h_, para fijar la aspiración india, y que se pronuncian _bojío_, _bijao_, _dajao_, _dujo_ y _pitajaya_. En la Carta de Colón escrita en el mar, cuando regresaba el Descubridor de su primer viaje, y que envió desde Lisboa, en Marzo de 1493, á Barcelona, donde se encontraban los Reyes Católicos, se lee: “A la primera isla que yo fallé puse nombre _San Salvador_, á conmemoración de Su Alta Majestad, el qual maravillosamente todo esto ha dado: los indios la llaman _Guanayaní_.”[246]. Después, se ha escrito siempre por los cronistas _Guanahaní_. Vése por la cita, que hacemos, que Colón trató de fijar con una _y_ griega la aspiración india. Que los conquistadores se fijaron en este modo de hablar de los indo-antillanos lo confirma Pedro Mártir.[247] No existe nada en la naturaleza que tenga más vida que las palabras; y para llegar á poseer tal vitalidad ha debido el lenguaje estar en un estado de fluctuación ó indecisión hasta llegar á constituir un verdadero organismo. Hoy podemos admirar la diversidad que existe en el modo de expresarse, por medio de las palabras, entre unos y otros pueblos; pero, con un detenido examen, se pueden señalar los jalones de una marcha evolutiva, llegando hasta encontrar las tres grandes divisiones del lenguaje: el monosilabismo, como en el chino; la aglutinación, como en el malayo; la incorporación, como en el basco ó éuskaro; el polisintetismo, propio de las lenguas indo-americanas; y la flexión, correspondiente á los idiomas indo-europeos y semitas. El lenguaje indo-antillano, por lo poco que conservamos de él, debemos considerarlo en el período de aglutinación y polisintetismo. Había atravesado el monosilabismo, ó primer medio que los hombres han tenido para comunicarse sus afectos, sus necesidades y sus ideas, prescindiendo de la mímica y de la onomatopeya. He aquí una frase del lenguaje indo-antillano. Solicita de amores un haytiano á una india, estando ésta en un templo católico: la india lo rechaza con las siguientes palabras: _Teitoca, teitoca, teketa cynatu guamíkení_, que significa: _Estate quieto, estate quieto, que el señor de tierra y agua se enojará mucho_. El enamorado indio le contestó _Guaibá, cynatu makabuca guamíkení_, que quiere decir: _Véte, ¿qué me importa que el señor de tierra y agua se irrite?_ En la frase citada se comprueba la aglutinación en _teitoca_, estate quieto; _guamíkení_, señor de tierra y agua; y _makabuca_, qué me importa.[248] De la aglutinación pasó el lenguaje indo-antillano, como todas las lenguas indo-americanas, al polisintetismo. Un ejemplo de polisintetismo en castellano tenemos en _usted_ por _vuesa merced_ y en _hidalgo_ por _hijo de algo_. En el lenguaje boriqueño tenemos _Guayama_ por _Guayarama_[249], en _Canuy_, el actual _Camuy_, por _Canuaní_[250], y _Guanajibo_[251], por _Guasabánaniabo_. En las investigaciones del lenguaje indo-antillano todo es tinieblas; no nos queda un dialecto siquiera, que pueda servir de apoyo para rectificar nuestros estudios. Unicamente palabras sueltas, ya designando un árbol, una comarca ó un río, ya el nombre de un cacique, alguna que otra palabra recogida por los cronistas y dos ó tres frases. Todo esto lo hemos recopilado con paciente labor. No para reconstruir un lenguaje, lo cual es imposible; pero sí para el estudio y averiguación de sus raices, temas y desinencias. El estudio de los elementos de un vocablo es el estudio de la formación de la palabra. Esta labor nos ha dado el rico fruto de poder fijar el origen del _indio boriqueño_; su diferenciación del caribe insular; su primitiva procedencia de tribus _aruacas_; y el entroncamiento del _caribe_ y del _aruaca_ en el _guaraní_ de la América meridional. CAPITULO X. Vocabulario español-boriqueño.—El vocablo boriqueño comparado con el _caribe_ insular y el _caribe_ continental.—Comparación también con el _galibi_, el _aruaca_, el _rucuyano_ de la Guayana, el _guaraní_, el _kogaba_, el _chibcha_, el _maya_, el _nahuatl_, el _quiché_ y _dakota_.—Es decir, comparar los restos del lenguaje de _Boriquén_ con el caribe de _Sibuqueira_ (Guadalupe) y _Cayrí_ (Domínica); y con idiomas del Continente meridional y septentrional.—Estos vocablos, que poseemos, proceden del escrupuloso estudio de los cronistas Las Casas, Pedro Mártir de Anglería, Oviedo, Fernando Colón, el Diario del gran Almirante en su primer viaje, el Informe de fray Román Pane, los trabajos del padre Raymond Breton, las gramáticas y léxicos de los idiomas indo-americanos y los Documentos inéditos del Archivo de Indias.—Además, son algunos el eco fiel de la tradición, conservada en algunos lugares de la Isla, en árboles, frutos, frutas, ríos, montañas, aves, peces y utensilios, que eran del uso del indígena de _Boriquén_.—Junto á la palabra _boriqueña_ irá una abreviación, indicando el otro idioma con que se compara.—Las abreviaciones son Ci, _caribe insular_.—Cn, _caribe continental_.—Chb., _chibcha_.—Gl., _galibi_.—_Gní._, _guaraní_.—Ar., _aruaca_.—_Kg._, _koggaba_.—_Ru._, _rucuyano_ de la Guayana.—_My._, _maya_.—_Ntl._, _nahuatl_.—_Qé._, _quiché_.—_Qchú._, _quichúa_.—_Dk._, _dakota_.—DD., dené-dindjiés (Pieles Rojas).—A la _h_, que aparece en los cronistas, como significando la aspiración de la fonética indígena, la sustituimos por la _j_. Y á la _qu_, que son dos letras, por la k, que es una sola, y puede representar el mismo sonido, evitando errores de pronunciación. A Achiote.—_Bija_; Ci. rocú; Cn. urukú; Gl. anoto; Ru. onoto; Ntl. achiotl; Chb. zica. Agua.—_Ni_; Ci. tona; Cn. tuna; Ar. unía; Gl. tuna; Gní. i, ti; Kg. ní; My. ab, ha, háab; Ntl. atl; Chb. sie; Dk. mini; DD. tion.[252] Alma de difunto.—_Jupía_; Chb. fijizca. Kg. aluna. Algodón.—_Sorobei_; Ci. manjulú; Gl. maurú; Ru. maurú; My. pitz; Chb. quijisa. Kg. mula. Almidón de yuca.—_Anaiboa_; Kg. nausú. Alto, elevado.—_Tí_; Kg. guijilocá. Amasar.—_Buríkedan_; Ar., buirikedan. Amigo.—_Guaitiao_; Ci., nale-ué; Gl. banaré; Ar. debetíratejí; Chb., banuaré; My., onetlzil; Kg. pebo. Ano.—_Yarima_. Añil silvestre.—_Jikíleti._ Arbol.—_Giié-Giié_; Ci. hué-hué; Gl. vué-vué; Ru. ué-ué; Gní. ibira; Ntl. quauitl; My. ché; Qé. ché; D. can; Kg. kali. Arbol medicinal.—_Guayacán._ Arbol ponzoñoso.—_Guao._ Arbol que huele á canela.—_Cúrbana._ Arbol grande.—_Seiba._ Arbol de madera roja.—_Caóbana._ Arbol de madera negruzca.—_Maga._ Arbol para hacer azagayas.—_Cupey._ Arbol para hacer canoas.—_Ucar._—_Caóbana._ Arbol para hacer fuego.—_Guásima._ Arco para tirar la flecha.—_Bairá_; Gl. payra; My. lopché; Kg. calbeijá. Araña venenosa.—_Guabá_; Kg. malkuá. Arracada.—_Tatagua._ Arrecife.—_Cáicu._ Asiento.—_Dujo._ Ave de rapiña.—_Guaraguao._ Ave de rapiña nocturna.—_Múcaru._ ¡Ay! (cuidado).—_Giiay._ Ayuno de los bohiques.—_Coima._ Azada de madera.—_Coa._ B Barro pegajoso.—_Sipey._ Batata blanca.—_Guanaguax._ Batata morada.—_Guanagiiey._ Batata morada y blanca.—_Guanaraca._ Bollitos de maíz.—_Guanimí._ De donde procede el actual vocablo provincial _guanime_, aplicado á los bollitos de plátano rallado para la olla. Boniato.—_Aje_; Ci. napi. Boniato morado.—_Aniguamá._ Boniato rojo.—_Xaxagiieyú._ Ben purgativo.—_Tau-túa._ Bebida fermentada de casabe.—_Uikú_; Ci. uikú; Gl. uikú; Ru. oki; Gní. ú; Chb. biojoti; Kg. kustushi; My. ukul. Bebida fermentada de maíz.—_Xixá._ Bebida de maíz tostado.—_Asúa._ Bebida de maíz tierno.—_Joba._ Blanco.—_Jú._ Buba.—_Yaya_; Ci. yaya; Gl. poiti; Gní. pia; My. zob; Ntl. nauaux tl; Qé. huanthi. Bueno.—_Tayno_; Cn. irupá; Gl. irupá; Ru. irupá; Ci. iroponti; Ar. uessa; Gní. catú; My. útz, utzil; QQ. alli; Kg. hanchiyé. Buho.—_Múcaru._ Boscaje.—_Manigua_; _Arabuku_; de este vocablo procede arcabuco. Bosque.—_Jibá_; Ar. kunuku; Ru. ituta; My. kaax. De la raiz _jibá_ procede nuestro vocablo provincial _jíbaro_, aplicado al hombre de campo. Conservando el acento en la penúltima sílaba tenemos en Cuba la voz _jíbára_. Batea hecha de yagua.—_Managiieca._ C Calabaza.—_Auyama_; Gl. cüí; Chb. zijiba. Calabaza pequeña, con piedritas dentro, usada como instrumento musical.— _Maraca_; Ru. maraca. Calabaza larga, rayada su cubierta paralelamente para servir de instrumento musical.—_Guajey._ Campiña llana.—_Sabána_; Ar. karau. Cama colgante.—_Jamaca_; Ru. étati; Ar. jamaca; Chb. puipcua; My. nayab. Canción romancesca bailable.—_Areyto_; Ch. tyb. Cangrejo de agua dulce.—_Jáiba._ Cangrejo de mangle.—_Jiiey._ Cangrejillo de río.—_Burukena._ Carátula.—_Guayca._ Caracolillo de costa.—_Sigua._ Casa.—_Bojío_; Ci. tubana; Gl. oca; Gní. og; Ar. bajú; Kg. húi; Chb. gue; My. otoch, na; Ntl. calli; Qé. ochoch, ha; Qchú. wasi. Casa del cacique.—_Caney._ Casa grande.—_Bajaraque._ Cedazo, para cernir la harina de yuca.—_Jibi_; Ru. manaré. Cedro.—_Caóbana._ Celestial.—_Tureyguá._ Centro.—_Nacán._ Cesta redonda —_Jaba._ Ceremonia litúrgica de tomar tabaco en polvo. _Cojoba._ Cielo.—_Turey_; Ci. ubécu; Cn. cap; Gl. cabú; Ar. conome, rú; Ru. capú; Gní. ibag; Chb. guatquica; My. caan; Ntl. ilhuikatl; Kg. nauiéndi; Dk. mahpiya. Ciclón.—_Jurakán._ Cigarro—_Tabacu._ Collar de piedrezuelas marmóreas.—_Colesibí_, Cn. cakuru. Cordel de fibra de yagua.—_Arique._ Cordel de majagua ó algodón.—_Cabuya_; Ci. caboya; Gl. koyamota; Ar. cabuya; My. káan; Qchú. wata; Kg. shibuli. Cordel de maguey.—_Jico._ Cordel más grueso que la cabuya.—_Bayabá._ Conchita de almeja.—_Caguará._ Conejo indo-antillano.—_Jutía_, _Mojuí_, _Kenu_. Conejillo boriqueño.—_Guimo_; Ci. curi; Ru. acorí. Conocer.—_Roco._ Cuatro.—_Yamocobix._ Cotorra.—_Xaxabí._ Costas de Venezuela.—_Caribana_; _Cumaná_; _Paria_; _Maracabana_; _Maracaibo_, (según los sitios). Culebra.—_Jubo_; Kg. tabi. Cosa.—_Na._ Culebrón.—_Majá._ Cueva.—_Guaca._ Cacahuete.—_Maní._ Caracol marino.—_Cobo._ D Danza.—_Araguaca_; Ci. aiuaco; Gl. ayuako; Ar. bibina; Chb. zajanasuca; Kg. cuisiji; My. balam. Danzar cantando.—_Areyto._ Depósito natural de agua dulce.—_Xagiiey._ Diente picado ó caido.—_Majití._ Dos.—_Yamoká_; Ci. biama; Ar. biama; Ru. sakeré; Kg. maujúa; My. ca; Chb. boza. E El, ella, ello—_Guá._ Embarcación.—_Canoa_; Ci. culiala; Ar. canua; Cn. piragua; Ru. canaua; Gl. canaua; Gní. iga; My. chem; Ntl. acalli; Qé. hucub; Chb. zinc. De este vocablo _canoa_ procede nuestra actual palabra _Camuy_, aplicada á un pueblo de la Isla. Camuy es corrupción de _Canuy_: voz sintética de _Canua-ní_. Canoa y agua, como si dijeramos _Pasaje_. Espíritu benéfico.—_Yukiyu_; Haytí, _Yukajú_; Ci. Ycheiri; Ar. Yuká; Kg. calguasisa; My. ku, ciumil; Ntl. tlacoc; Dk. wakan tanka. Espíritu maléfico.—_Juracán_; Ci. iulaka; Cn. yoroco; Gl. yuracán; Ru. yoloc; Dk. wakan sica; Kg. alunatzunse. Espíritu tutelar benéfico.—_Zemí_; Ci. chemij. Espíritu nocturno maligno.—_Maboya_; Ci. mapoya. Enredadera para cordaje.—_Bejuco._ Estar.—_Toca._ Estate quieto.—_Teytoca._ Extranjero.—_Ariiuna._ Este, esta, esto.—_Guá._ Empaque de yagua para trasportar casabe.—_Managiií._ F Faldellín de algodón.—_Nagua._ De esta palabra indígena procede la española _enagua_; Gl. cuyu. Fangal.—_Babiney._ Fotuto de caracol.—_Guamo._ Flor.—_Ana_; Ci. ilegué; Gní. iboti. Fuego.—_Guatú_; Ci. natú; Gl. nato; Ar. iku, ji; Guí. tata; Ru. uapot; Cn. uato; My. kak; Ntl. tletl; Qé. gag; Kg. goksein; Dk. peta. Fruta del anón.—_Anona._ Fruta del ausubo.—_Ausuba._ Fruta del caimito.—_Caimitú._ Fruta del corozo.—_Guanabina._ Fruta del guamá.—_Guamá._ Fruta del guanábano.—_Guanábana._ Fruta del guayabo.—_Guayaba._ Fruta del jobo.—_Jobo._ Fruta del hicaco.—_Jicáku._ Fruta del mamey.—_Mamey._ Fruta de la piña.—_Yayama_; Gl. nana; Ru nana; Ar. nana. Fruta de la pitahaya.—_Pitajaya._ Fruta de la tuna.—_Tuna._ Fruta del uvero.—_Guiabara._ Fruta del pajuil.—_Cajuí._ Frente ó principio.—_Simú._ Fuente de la montaña.—_Kalichi_; Ar. kalitchi. G Garrote de madera.—_Macana_; Ci. butú; Gl. butú; Kg. kálli; My. zé. Gemelo.—_Jimagua._ Guerra.—_Guasábara_; Ci. atinturagua; Gní. rupa; My. pizba. Güiro (instrumento musical).— _Guajey._ Generoso.—_Matún._ Grande.—_Ma_; Ci. ubutonti; Gl. poto; Chb. ujuma; My. mapal; Ntl. huey; Kg. ateima; Qé. nim; Dk. tanka; DD. tcho; Navajo (apaches) cha. H Harina de yuca.—_Catibía_; Gl. cuac; Ru. cuake. Hacha de piedra.—_Manaya_; Ci. ué-ué; Gl. uí-uí; Cn. uí-uí; Ar. barú; Gní. acangua; Kg. jaliguí; My. tzak; Ntl. tlateconi; Dk. onepé. Hé aquí.—_Guá._ Hijo.—_Guailí._ Hilo para canastos.—_Bijao._ Hilo de maguey.—_Jenikén._ Hombre.—_Guacokío_; Ci. güekeli; Gl. uklí; Gní. abí; My. xibil; Ntl. oguichtli; Qé. achich; Chb. muysca; Qchú. runa; Ar. guarí; Dk. wicasta; Kg. siguí; DD. dené. Hombre amigo.—_Guaitiao._ Hombre bravo.—_Guaribo._—Por confusión de las letras _r_ y _l_, y también la _g_ y la _c_, en la movilidad de sonidos en fermentación de lenguas no cristalizadas en escritura alguna, se ha anotado por los Cronistas _galibi_, _galinaga_, _galína_, _caraibe_, _caribe_, _calina_ y _calinago_ para significar lo mismo. Hormiga.—_Bibijagua._ Hornillo plano, de barro, para cocer el casabe.—_Burén._ I Ira.—_Sina._ Irritado.—_Sinatu._ Incipiente, vida.—_Bi._ Isla.—_Cáiku_; Ci. ubao; Cn. caya; Ar. káiri. Indio.—Los del alto Maroní, del Yarí y del Parú, conocidos con el nombre de Rucuyanos, se llaman entre sí _guayana_; el indio de Panamá _guanú_; el de Chapura, _guaque_; el de Chinga (Venezuela), _bakairí_; el de Cuba, _siboney_; el de la bahía de Samaná, _ciguayo_; el caribe insular _calinago_; el galibe _calina_. El aruaca llamaba al caribe continental _kalipina_ y se aplicaba á sí mismo el apelativo _luku_, y decía; _kalípina guaraúna abáka makúrkia luku uburia_; el caribe y el aruaca son de dos naciones diferentes. Interjección de dolor, de admiración ó de atención.—_Guay._ J Jardin.—_Mavna._ Jefe.—_Cacique_; Ci. ubutú; Cn. oboto; Gl. tanusi; Ru. tamuqui; Ar. toyuqui; Chb. gueca; Qchú. karán; My. chuntjan. Jefe superior.—_Guamíkení._ Jefe subalterno.—_Nitayno._ Joya de oro para el cuello.—_Guanín_; Ci. caliculi. Cn. caricuri. Joya de oro para las orejas.—_Tatagua._ Jugo venenoso de la yuca.—_Naiboa._ Junco.—_Ayraca._ L Labranza.—_Cunuku_; Ar. kunnuku; Chb. ta. Lagarto grande.—_Iguana._ Lagarto de costa.—_Bayoya._ Lagartija.—_Caguaya._ Luciérnaga.—_Cucubana_; Cuba, cocuyo; Ar. koküi. Luz.—_Cucú._ Lecho de palos y ramas.—_Guarikiten._ Lenguaje extraño.—_Macorí._ Loma pedregosa.—_Sibaruku._ De donde procede nuestro vocablo provincial _seboruco_. Lugar, sitio.—_Yara._ Hay dos sufijos que determinan también la idea de sitio ó lugar, aglutinados á otras raices. Estos son _abo_, para los puntos donde hay agua, y _coa_ para las comarcas de buenas tierras de cultivo. Este, _coa_, lo usaban también como prefijo. Lugar elevado.—_Yaití._ Lugar de limpieza.—_Yarima._ Lugar escondido.—_Guanara._ Lugar de ultratumba.—_Coaibay._ Luna.—_Caraya_; Ci. nonú; Ru. nonú; Gni. yaci; Ar. karaia; Gl. nunum; Cn. maroyo; My. ú; Ntl. metztli; Chb. chié; Qé. ik; Kg. sagha. Laguna de agua salada.—_Bibagua._ Laguna de agua dulce.—_Nitabo._ LL Llano grande.—_Sabána._ Llano pequeño.—_Sao._ Lluvia.—_Para._ M Madre.—_Bibí_; Ci. bibi; Cn. chanum; Gl. ssano; Ar. atéite; Gni. hai, ci; My, náa; Ntl. nantli; Chb. guia; Qé. chúh; Kg. hába. Dk. ina. Los caribes que ocupan ahora las riberas del Orinoco, no lejos de la embocadura del rio Caura, llaman á la madre _tata_. Mar.—_Bagua._—Ci. balana; Cn. paraná; Gl. paraná; Ru. paraná; Ar. bará; Gní. paraná; My. kanah. Maíz.—_Maisí_; Ci. aoachí; Cn. aguachí; Gl. anassí; Ar. marichí; Ru. enaí; Kg. kiaune; My. ixim. Maleza.—_Manigua._ Matar.—_Yucá_; Ci. aparacuá; Cn. atarucá; Ar. aparrá; Gní. ayucá; Tupí, yuká; Cumanagoto, iguaké; Oyampi, eyuká; Chayma, yuchá. Caribes del río Caura, atarucá; Chb. guscúa; Qé. cami-zah; Qchú. nakká; Kg. cuashi; Dk. kté. Mariposa.—_Tanamá_; Cuba, tatagua; Ru. panamá. Apalai, Oyampi y Tupí, panamá; Kg. cubi. Medio.—_Nacán._ Mentira.—_Guata._ Médico-augur.—_Bohique_; Ci. boy-ez; Gl. piaye; Ru. piaye; Chayma, piache; Cn. piacha; Gní. paye; Tamanaco, psiache; Dk. wapiye. Montaña.—_O_; Ci. ualiba; Cn. uebo; Gl. uibuí; Gní. ibiti; Chb. guá; Ru. ipuí; My. puuc, uitz, zuk; Ntl. tepetl; Dk. ina, hun; Kg. caleli. Montaña de piedra.—_Cibao._ Montaña de oro.—_Caonao._ Montaña tras montaña.—_Otoao_; Ru. tenené. Mosquito grande.—_Corasí_; Ci. aetera; Cn. mapire; Gl. mapiri, maque. Mosquito pequeño.—_Jején._ Mucho.—_Teketa_; Cn. apuimey; Ru. cole. Mujer.—_Guariche_; Ci. uelé; Cn. worí; Gl. uorí, olí, ulí; Ru. olí; Ar. yarú, yacrú; Gní. tembireco; Chb. guí; My. xchup; Ntl. cihuatl; Qé. ixcoh; Dk. winyan, tawicu; DD. eyuné. Mujer que se entierra viva con su marido.—_Atebeane nequén._ N Nada.—_Mayaní_; Kg. nalakí. No.—_Uá_; Ci. uá; Gl. uá; Kg. nalajá. Nosotros.—_Guakía_; Ci, guakía; Ar. guakia. Ñ Ñame morado.—_Mapiiey._ O Ojo.—_Cáku_; Ci. acú; Kg. úba. Ojos zarcos.—_Buticáku._ Ojos negros.—_Xeitícáku._ Oro.—_Caona_; Ci. caonau; Cn. kurí; Kg. niúba. Otro.—_Abo_; Ar. aba; Ci. amoin. Oye.—_Osama._ P Padre.—_Baba_; Ci. baba; Cn. ucuchili; Gl. baba; Ar. ababa; Gní. tuba; Ru. papa; Chb. paba; My. Ntl. tatli; Qé. ahau; Qchú. táita; Kg. hatei; Dk. ate. Palma real.—_Manaca_; Ar. maunaka; Kg. alunká. Paletilla de madera para voltear la torta de casabe puesto el burén al fuego.—_Cuisa._ Palo ahumado para cavar la tierra.—_Coa._ Pan.—_Casabí_; Ci. aleiba; Cn. ereba; Gl. alepa; Ar. kalí; Ru. uzú; Chb. fun; My. omal, pecuah. De la palabra indo-antillana procede la voz provincial _casabe_; y de la galibi la venezolana _arepa_. Pan delgado.—_Xau-xau._ Pantano.—_Itabó._ Papagayo.—_Higuaca._ Paloma torcaz.—_Biajaní._ Pato silvestre.—_Yaguasa._ Pato de la florida.— _Guanana._ Pavo común.—_Guanajo._ Pecho (la mama).—_Manatí_; Gl. manatí. Pedregoso.—_Sibana._ Pelota.—_Batú._ Pequeño.—_Bi._ Pez de agua dulce.—_Guabina._—_Biajara._ Pez para ayudar á pescar.—_Guavrán._ Pez con muchas espinas.—_Macabí._ Pez chiquito.—_Setí_; Cuba, tetí. Pendiente para las orejas.—_Tatagua._ Piedra.—_Siba_; Ci. tebú; Cn. topú; Gl. tobú; Ru. tepú; Ar. siba; Gní. ita; los indios Baré de la región del Orinoco, tiba; los indios Baniba de las riberas del Atahuapo, afluente del Guaviare, iba, ipa; My. tun, cec; Ntl. tell; Qé. abuh; Kg. hágui; Dk. inyan. Piedra grande.—_Bosiba._ Piedras muchas.—_Sibanacán._ Pimienta.—_Ají_; Ci. pomú, pomi; Cn. pomú, achí; Gl. pomí; Ar. atchí; Ru. achí; Apalai, aichí; Carijona, ají; los indios del río Guaviare, azichí; los del Caura, achí; Chb. quibsa; My. champotú; Kg. mucua. Piña.—_Yayama_; Gl. nana; Ar. nana; Ru. nuna; los Baniba, mabuiro; Kg. biguija; Qchú. achupalla. Piñón purgativo.—_Tau-túa._ Piso alto para granero.—_Barbacoa._ Plaza.—_Batey._ Pitirre.—_Guatibirí._ Planta de cuyas raices se hace el casabe.—_Yucubía._ Planta que da la batata.—_Yucaba._ Planta fétida.—_Anamú._ ¿Por qué?—_Anaque._ ¿Por qué yo?—_Naneque._ ¿Por qué tú?—_Baneque._ ¿Por qué él?—_Laneque._ ¿Por qué nosotros?-_Guaneque._ ¿Por qué vosotros?—_Janeque._ ¿Por qué ellos?—_Najaneque._ Pulga penetrante.—_Nigua_; Gl. chico; Ru. chiqué; Chb. sote; Cariniato, tchiklo; Kg. máshi. Pueblo de indios.—_Yucayeque._ Provisión de viaje.—_Guacabina._ Q ¿Qué me importa?—_Macabuca._ Quebrada de agua dulce.—_Calichi_; Ar. kalitchi. Quieto.—_Tey._ R Rallo.—_Guayo_; Ci. chimali; Cn. chinari; Ru arúa; Carijona, taruati; Kg. iláula. Raíz comestible.—_Guávaru._ Raíz para hacer el pan.—_Yuca._ Raíz para asar.—_Batata_, _Boniatu_, _Aje_. Rana.—_Cokí_; Carijona, mohaké; Piapoco, baysé; Gní. yuí, guereré; Ci. tibí; Chb. zijista; Ntl. cueyatl; Qé. xtutz; Kg. taclaká; Dk. naska. Rapé para la ceremonia religiosa.—_Cojoba._ Resplandeciente.—_Tureyguá._ Remo.—_Naje._ Romance histórico.—_Areyto._ Río.—_Ní_, _toa_.—Ci. tona; Cn. tona; Gl. tuna; Ru. tuna; Ar. uení; los Baniba, uení; los Otomacos, beaí; Gní. i; Chb. sic; Kg. nina; My. a, ukum; Ntl. atoyatl; Qé. ha, ya; Dk. wakpa. Río grande.—_Toa._ Roñoso (por enfermedad de la piel).—_Caracaracol._ S Sacerdote médico.—_Bohique_; Ci. boy-ez; Cn. piache. Saco para exprimir la yuca rallada.—_Sibucán_; Ru. kinkin. Saco de algodón, en forma de canasta.—_Jaba._ Sandía.—_Jibiría._ Señor.—_Bajarí_, _guajerí_, _guamí_, _bo_; Ci. ubutú. Si.—_Jan-ián_; Ci. han-han; Gl. ya, teré; Ru. yo; los Piapocas, haahaata; los Cauris, ahahauta; los Baniba, ché; los Carianacos, taarú; Chb. o, cam; My. hika, bayxan; Kg. azéin, uñá. Señor de tierra y agua.—_Guamíkení._ Sirviente.—_Naborí._ Sitio.—_Yara._ Como sufijos _abo_ y _coa_. Sitio de guayo.—_Jayuya._ Sitio de agua.—_Guainabo._ Sitio de yuca.—_Yabucoa._ Sitio pedregoso.—_Arasibo._ Sitio grande.—_Habana._ Sol.—_Giiey_; Ci. huei; Kg. nüi. Sol grande.—_Agiieybana._ Sub-jefe.—_Nitayno._ Solitario.—_Baracutey._ T Tabaco.—_Cojibá_; Ci, tamán; Gl. tamuí; los Cumanagotos, tam; Ru. tamuí; los Apalai, tamuí; los Carijonas, tamuinto; los Oyampi, pétum; los Otomacas, guí; los Cariniacos, tamuí; My. kutz; Chb. hosca; Kg. nóai. Tambor de madera.—_Magiiey._ Tea para alumbrar.—_Guaconax._ Tea de yagua y resina.—_Tabanuku._ Templo.—_Ku_; Qchú, puaca. Tierra.—_Ké_: Ci. nonum; Cn. monha, nonum; Gl. nono; Gní. ibi; los Baniba, yatsipé; los Apalai, pulolo; los Carijonas, nono; los Oyampi, issing; los Piapocos, carí; los Cumanagotos, nono; Chb. hicha; My. ma, lum; Ntl. tlalli; Qé. uleu; Kg. guinuí; Dk. maka; D. D. né. (Chino, tién.) Tiburón.—_Cajaya._ Tinte colorado, para tatuaje y tintorería.—_Bija._ Tinte negro, para tatuaje y tintorería.—_Jagua_; Ru. yenupa. De donde procede el nombre _jenipa_ dado á este fruto en la América meridional. Tinte azul para tintorería.—_Jikileti._ Tres.—_Yamokún_; Ru. helé-uan. Tortuga de mar.—_Carey._ Tortuga de agua dulce.—_Jicotea_; Ru. gamí. Tú.—_Uara_; Ci. amanle, bu. Trompeta hecha de un caracol.—_Guamo._ V Vasija de barro para agua.—_Canarí_; Gl. tuma; Ru. carana. Vasija de higüera.—_Guataca._—De donde se deriva nuestra voz provincial _jataca_. Vasija de higüera con agua. _Baberoní._ Vaca marina.—_Manatí._ Vagina de cada penca de palma real.—_Yagua._ Vagina de cada racimo de palma real.—_Tirigiiibi._ Vara flexido.—_Cuje._ Verdolaga.—_Manibari._ Véte (imperativo).—_Guaibá._ Viejo.—_Guatucán_; Ar. uadukán. Vega.—_Magua._ Ven.—_Guarico._ U Uno.—_Jeketí_; Ci. ábana; Ru. anirú. Uvero de playa.—_Guiabara._ Y Yautía.—_Yajutía._ Yuca dulce.—_Boniata._ Yuca dulce (Parecida á la).—_Ymocona._ Yuca brava.—_Yuka._ Yerba de sabana.—_Y._ Yerba para cubrir chozas.—_Bijao._ Yo.—_Daca_; Ci. ao, na; Gl. au; Ar. dama. Kg. nás. Yerba comestible.—_Yraca._ Z Zarzillo.—_Tatagua._ CAPITULO XI. Estudio de la oración dominical en el lenguaje de algunas tribus indígenas.—Pérdida de la traducción en el lenguaje indo-antillano.—El _padre nuestro_ en caribe continental, conservado por el venezolano Figuera Montes de Oca.—La misma oración conservada en caribe insular por el padre Raymond Breton.—Recopilación de la traducción del _padre nuestro_ en lenguas indo-venezolanas por Arístides Rojas.—La oración dominical en _tupí-guaraní_.—La misma, en el lenguaje actual de los _arhuacos_ de la Sierra Nevada de Santa Marta, de Colombia, recogida por el presbítero Celedón.—Un esfuerzo de construcción de una plegaria religiosa en lenguaje indo-antillano, para que se note la harmonía y suavidad del idioma de los indios de las Antillas. Sabemos que el _padre nuestro_ fué puesto en lenguas indígenas por los misioneros de las órdenes religiosas que vinieron á América. Indudablemente, que en el lenguaje indo-antillano fué trasladado también; supuesto que había la orden terminante de los Reyes, de _adoctrinar_ á los indios en la religión cristiana. Desde luego, que la traducción sería adaptándola á la imaginación pueril del indígena, para poderle dar una idea positiva de las nuevas creencias y poder dominar por completo su inteligencia. Este interesante trabajo, tal vez fué el primero en llevarlo á cabo fray Román Pane, ó alguno de sus dos acompañantes, el Bermejo ó Tisím. Nada hemos podido hallar sobre estas materias. No es de extrañar, cuando los cuadernos originales de los viajes del gran Almirante están perdidos ó traspapelados: y así mismo muchísimos documentos referentes á los primeros tiempos del Descubrimiento. ⁂ El erudito venezolano Figuera Montes de Oca ha conservado la traducción del _padre nuestro_ en el idioma caribe del Continente. Lo tomamos de Arístides Rojas.[253] En este trabajo nos llama la atención que Montes de Oca traduce _padre_, adaptando la palabra á la pronunciación fuerte del caribe continental, poniendo en lugar de la _d_ dos _t_; pero conservando el mismo vocablo español. No vemos la razón de no traducir _padre_ con la propia palabra caribe _umú_. El padre fray Matías Ruíz Blanco no titubea en trasladar en _cumanagoto_ la idea de padre por la indígena _papue_[254]; y el padre Breton en caribe _insular_ traduce _nuestro padre_ por _ki-umue_.[255] Nosotros, siguiendo á Lucien Adam[256], traduciríamos en caribe continental _nuestro padre_ por _ki-umú-e_. He aquí el trabajo del señor Figuera Montes de Oca: Pattre kiur hóima cap, saónte otuara adetunu, osconi nágno á nonor; íschanco íro-potomo. Póereta nagnoi cupaco coye, kíseme-péme nagnoi, yeberúlo kíseme-morate; moro-camapcú boni-mencaro-yabo. Capanosco-moro onozco-pásparo-yabo. Ameni. TRADUCCIÓN. _Pattre kiur_, Padre mío, _hóima kap_ que estás cielo _saónte otuara_ santo es tu _adetunu_; nombre; _osconí_ venga _nagno_ á nosotros _á nonor_; tu heredad; _íschanco_ haz tu voluntad _íro-pomotomo._ en todas partes. _Póereta_ Pan _nagnoi_ nuestro _cupaco-coye_; danos hoy; _kíseme-péme_ perdona deuda _nagnoi_, nuestra, _yeberúlo_ para _kíseme-morate_; perdonar nosotros; _moro-camapcú_ no nos dejes caer _boni_ en _mencaro-yabo._ pensamientos malos. _Capanosco-moro_ Sálvanos _onosco_ de _pásparo-yabo._ todo mal. _Ameni._ Amen. ⁂ En el primer fascículo de nuestro _Repertorio Histórico de Puerto Rico_[257] dimos á conocer la traducción de la oración dominical en caribe de las Antillas menores, tomada del _Petit Catechisme_ del padre Raymond Breton. Este célebre misionero fué sub-prior del convento de hermanos predicadores de Blainville. En 1664 publicó el padre Breton, en Auxerre, este interesante trabajo, con otras oraciones, en lengua caribe insular, para el uso de los reverendos padres, que se dedicaban en las islas de Barlovento á la conversión de los indios. Esta labor lenguística fué llevada á cabo por el activo misionero en la isla Domínica. El entendido catequista tuvo que adaptar la pronunciación caribe al sistema ortográfico francés. Para la pronunciación de la _u_, tal como la pronunciamos en español, escribe _ou_. Para el sonido de nuestra _e_ abierta, pone _eu_. La _ll_ vale por _l_. La _h_ debe ser aspirada. Es de notar, comparando el idioma caribe continental con el insular, que donde aquellos usaban _p_ y _r_ los de las islas cambiaban en _b_ y _l_. Vamos á procurar adaptar la traducción del padre Breton á nuestra fonética, despojándola de la ortografía francesa. Kiumúe titanyem ubécuyum, santiket ála eyéti; nembuila biubutúmali-bátali; maingaté-catú-thoatica ayéula tibuic mon ba cachi tibuic bali ubécu. Huerébali imébue bimále luágo lica huéyu coigne; royacatú-kia-bánum huénocaten hui-uine cachi roya-uábali nhiuine innocatitium uáone; aca ménepetonuahatica toróman tachauonnete buironi; irheu chibacaiketabáua tuária tulíbani. Han-han-catu. TRADUCCIÓN. 1.— _Ki-umú-e titanyem ubécuyum, santiket ála eyéti._—Nuestro padre, que estás en los cielos, vuestro nombre sea santificado. 2.— _Nembuila biubutúmali-bátali._—Vuestro reino nos venga. 3.— _Maingaté-catú-thoatica ayéula tibuic monba cachi tibuic bali ubécu._—Vuestra voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. 4.— _Huerébali im-ébue bimále luágo lica huéyu coigne._—Danos hoy nuestro pan cuotidiano. 5.— _Roya-catú-kia-bánum hué-nocaten huí-uíne cachi roya-uábali nhi-uine innocatitium uáone._ Y perdónanos nuestras ofensas, como nosotros las perdonamos á aquellos que nos han ofendido. 6.— _Aca menépeton-uahatica toróman tachauonnete buironi._—Y no nos dejes caer en tentación. 7.— _Yrheu chibapaíketa-báua tuária tulíbani. Han-han-catú._—Mas, líbranos del mal. Así sea. ⁂ El señor Arístides Rojas, ilustrado venezolano,[258] ha recopilado algunas traducciones en lenguas de los indígenas de Venezuela, tomadas de varios autores. De esta compilación, tomamos la oración dominical en _tupí-guaraní_, sometiéndola á algunas modificaciones en la anotación fonética. Héla aquí: Orerúba ibapa ereibae, imboyerobiá ripiramó nederéra toycó; tunderecomabán gatúorébe; nederemínbotára tiyayé ibipe ibape y-yayeyabé; orerembiú ara naboguara emée coára pipeorebe; nedéng-iró orey-gangai pabaipé orebe maraharupé oregn-gir onungá haeorepo eyarimé; toremboá iméganoaipá orepithiró epecatú mebae pochi guí. Amen. TRADUCCIÓN. 1.— _Orerúba ibape ereibae._—Nuestro padre en cielo tú eres quien. 2.— _Imboyerobiá ripiramó nederéra toycó._—Honrado tu nombre sea. 3.— _Tunderecomabán gatúorébe._—Venga tu ser bueno á nosotros también. 4.— _Nederemínbotára tiyayé ibipe ibape y-yayéyabé._—Tu voluntad esta sea en tierra, en cielo hecha sea también. 5.— _Orerembiú ara naboguara emée coára pipeorebe._—Nuestro sustento diario á cada necesitado da este día sobre nosotros. 6.— _Nedéng iró orey-gangai pabaipé orebe marahá-rupé oregn-gír onungá haeoropo eyarimé._—Perdona nuestras deudas á nosotros; nosotros perdonamos. 7.— _Toremboa imégan oiapá orepithiró epecatú mebae pochiguí. Amén._— Nos libra siempre sea de cosa mala. Amén. ⁂ Del presbítero Rafael Celedón[259] tomamos el _padre nuestro_ en el lenguaje de los _arhuacos_ que habitan en la _Sierra nevada de Santa Marta_, de la república de Colombia. Indudablemente, que estos indígenas son descendientes de las grandes tribus _aruacas_, de las cuales hacemos descender nosotros á los indo-antillanos. La acción del tiempo, como es natural, les ha dado idioma propio. Hé aquí dicha oración: Nauijí játei nauiendi cuéin nialáu; jankiyeile mijí acanijoca; nacua násan mijí jugucuí; mijí aluna jankibein gauanguá eikiga niguinuí narjlao nauiendi; naují gacuei nuijín nuijín ijecáuanásan kaij-ga; ainkí ijcabéita násan naují gajacuéin, eikiga narjlao násan ijcabeiki niguancalau nauijí masacacuéin, ainkí masjabalali ipeinane násan tainé; guajalicó acalegauá násan shanei. Asein. TRADUCCIÓN. _Naují jatéi_, Nuestro padre, _nauienai cuein nialau_, que en los cielos vives, _jankiyeile_ santificado _mijí acanijoca_; tu nombre; _nacua násan_ venga á nosotros _mijí jugucuí_; tu señorío; _mijí aluna jankibéin_ tu voluntad _gauanguá_ hágase _eikiga niguínuí narjlao_ así mismo en tierra _nauiendi_; como en cielo; _naují gacuei_ nuestro pan _nuijín nuiiín_ de cada día _ijecáu násan kaiiga_ dalo á nosotros hoy; _ainkí ijcabéita násan_ y perdona á nosotros _naují gajacuéin_, nuestras deudas, _eikiga narjlao násan_ así mismo como _ijcabeiki niguancalau_ nosotros perdonamos _naují masacacuéin_; á nuestros deudores; _ainkí masjabalali ipeinane_ y no nos dejes caer _násan tainé_; á nosotros en tentáción; _guajalicó_ pero _acalegauá násan_ libra á nosotros _shanei, Asein_. de mal, Asein. ⁂ Vamos ahora á intentar, á título de trabajo imaginativo linguístico, la formación de una plegaria religiosa, como si dijéramos, de una oración dominical indo-antillano, que, aunque diste mucho de la realidad de la que probablemente hubiere existido, nos trae á la mente el dulce acento de aquel desgraciado pueblo. Utilizamos, desde luego, las palabras que se conservan del extinguido lenguaje indo-antillano. He aquí dicha plegaria: Guakía baba, turey toca, guamíkení guamí-caraya-güey, guarico-guakía tayno-tí-bo-matún; bu-sicá para yucabia-aje-cazabí, juracán-uá, maboya-uá, yukiyú-ján, diosá naborí-daca. Jan-jan-catú. TRADUCCIÓN. _Guakía baba_ Nuestro padre _turey toca_, cielo estar, _guamí-ke-ní_, señor de tierra y agua, _guamí-caraya-güey_, señor de luna y sol, _guarico_ ven á _guakía_ nosotros _tayno-tí_, bueno, alto, _bo-matún_; grande, generoso; _busicá_ da á _guakía_ nosotros _bo-matún_; grande, generoso; _para-yucubía_, lluvia, planta, _aje-cazabí_; boniato, pan; _juracán-uá_; espíritu malo, no; _maboya-uá_ fantasma, no; _yukiyú-jan_; espíritu bueno, sí; _Diosá_ de Dios _naborí daca_. siervo yo. _Jan-jan catú._ Así sea. CAPITULO XII. Vocabulario Indo-antillano.—Estudio de voces indígenas, que se conservan en los Cronistas.—Estudio de palabras, que se cree proceden del lenguaje aborigen y es un error, porque vienen de otros idiomas.—Apoyo de nuestras opiniones con la cita oportuna del cronista, que ha conservado la palabra indígena.— Estudio filológico de algunos vocablos boriqueños y lo que significan en español.—Pruebas de la aglutinación y del polisintetismo en el lenguaje boriqueño. A _Abá._—Arbusto de la isla de Pinos. (Pichardo.) _Abacoa._—Nombre boriqueño del río _Grande_, de Arecibo. Conservado el vocablo en el Informe dado al Rey, en 1582, por el Bachiller Santa Clara y el Pbro. Juan Ponce de León, nieto del Conquistador. _Abey._—Arbol silvestre de Cuba. (_Poepigía exelsa._) _Abuje._—Insectillo que pica y provoca comezón. En las cercanías de Holguín (Cuba) según Pichardo, se le llama _babuje_. Gundlac indica, que es un piojillo de ocho patas. En Puerto Rico se le llama _abuse_. _Abija._—Río de Santo Domingo, tributario del Macorix. _Abita._—Río de Santo Domingo, tributario del Ozama. _Acana._—Arbol silvestre. (_Achras acana_). Algunos lo llaman _Jácana_ y otros escriben _hácana_. _Acanorex._—Cacique haytiano, encomendado á Pedro de Murcia en el Repartimiento de indios de 1514. _Acubá._—La fruta silvestre del _mamey sapote_ (_achras mamosa_). Los franceses llaman á este árbol _sapotillier_; y los ingleses, _mamme sapote_. La voz _sapote_ procede de la mejicana _cochiztzapotl_. _Achiote._—Arbol. El vocablo es de origen mejicano, _achiohtle_. La palabra indo-antillana es _bija_, que se conserva en la clasificación científica, _bixa orellana_. Hay dos clases, que dan semillas roja y amarilla. Los franceses lo llaman _rocouver_, _rocou_, derivado del vocablo indígena _urucú_, de Costa-Firme. _Achinao._—Véase _Louquo_. _Adamanay._—La islilla _Saona_, frente al cabo Palmillas de Santo Domingo. En la época de la conquista de _La Española_ estaba ocupada ya por los caribes. A ella se refugió el batallador cacique haytiano _Cotubanamí_, cuando fué derrotado por Esquivel y Ponce de León, en el _Higüey._ _Agabáma._—Río de Cuba: se llama también _Manatí_. _Aguacate._—Arbol frutal. (_Persea gratíssima_). Palabra mexicana, derivada de _ahuacatl_. _Aguají._—Pez en Cuba. La planta que da el _ají_. _Agüeybana._—Nombre del cacique principal de _Boriquén_, cuando visitó la isla Juan Ponce de León en 1508. Nombre también de otro cacique, que en 1514 se encomendó á las haciendas é minas é granjerías del Rey, en Santo Domingo, y se llamaba Francisco de _Agüeybana_, de la Saona, con 154 personas. Las Casas dice, que á la provincia _Cayacoa_, de Haytí, se la llamaba también _Agüeybana_. Fray Iñigo anota erróneamente en su Historia de Puerto Rico, _Agüeynaba_. Es fácil que esta equivocación venga del impresor Valladares, que editó la obra de Abbad por vez primera en Madrid, no pudiendo el célebre benedictino corregirla. No debe confundirse el primer cacique _Agüeybana_ con su hermano _Guaybana_, que le sustituyó. Significa: _El gran sol_.—_A_ por _gua_, el; _güey_, sol; _bana_, grande. _Aje._—El boniato. Colón, cuando lo vió por vez primera en Haytí, lo llamó _niame_ ó _ñame_, porque así lo oyó nombrar en Guinea, cuando visitó este africano país, viajando con los portugueses. En la anotación del Diario del Almirante, del primer viaje (4 de Noviembre) se lee _mames._ El doctor Chanca anotó en su Carta al Cabildo sevillano: “todos vienen cargados de _ages_, que son como nabos, muy excelente manjar.” Oviedo dice (lib. VII. cap. III): “En esta isla Española é en todas las otras islas é Tierra Firme, hay una planta, que se llama _ajes_, los quales quieren parecer algo á la vista á los nabos de España, en especial los que tienen la corteza ó tez blanca de encima; porque estos _ajes_ haylos blancos é colorados, que tiran á morado, é otros como leonado; pero todos son blancos de dentro por la mayor parte, é algunos amarillos, é muy mayores que nabos comunmente.” El mismo autor, en el cap. 82, distingue los _ajes_ de las _batatas_. Pedro Mártir en su Década III, libro V. cap. III, describe los _ajes_ y las _batatas_. Las Casas, no los confunde, cuando dice (t. v. pág. 307): “Hay otras raices que llamaron los indios _ajes_ y _batatas_: é son dos especies dellas: estas postreras son más delicadas é de más noble naturaleza: siémbrase de planta en montones, de la manera que la _yuca_, pero la planta es diversa.” Hay escritores modernos, como el señor Pichardo, que cree que el _aje_ es el _ñame_ blanco. Este fruto, el _ñame_, se trajo de Africa con la importación de los negros á América. _Ají._—(Capsicum). Planta de la cual hay varias especies. Pedro Mártir (Déc. 5. lib. IV. cap. III) dice: “Digamos ahora un poco acerca de la pimienta de las islas y del Continente. Tienen selvas llenas de frutales, que crían pimienta: pimienta digo, aunque no lo es, porque tiene la fortaleza y el aroma de la pimienta, ni vale menos que la pimienta aquel grano; ellos le llaman _haxí_, con acento en la final: es más alta que la adormidera. Se cogen sus granos como los del enebro ó el abeto, aunque no llegan á ser tan grandes. Hay dos especies de aquel grano; cinco dicen otros; la una es de largo como dedo y medio de hombre; más picante y aguda que la pimienta; y la otra es redonda y no menor en fortaleza; otra tercera hay que no es acre; sino solamente aromática.” De todas las variedades de _ají_ que hay en las Antillas, sólo se conserva el epíteto indígena en el picante, llamado _ají guaguao_. El doctor Chanca cita el _ají_ “como una especie para adobar.” En Santo Domingo, según García, al _ají_ bravo le llaman _ají-jijí_. Las Casas (t. v. p. 304) dice: “En todas las cosas que comían estas gentes, cocidas, asadas ó crudas, echaban de la pimienta que llamaban _axí_.” _Ajiaco._—Vocablo provincial, derivado del indo-antillano _ají_; y aplicado á una olla compuesta de pedacitos de calabaza, plátanos, y yuca dulce y otras verduras; á la cual se le agrega bollitos de maíz, carne de puerco y tasajo. El caldo es abundoso y lleva un poco de limón y ají picante. _Alcatraz._—Algunos escritores modernos han cometido el error de creer que esta voz procedía del lenguaje indo-antillano. Se aplica al _pelícano_. Pedro Mártir (Déc. VI. lib. VIII. cap. II.) dice: “A estas aves llamaban los españoles _alcatraces_.” En arabe existen las palabras _alcafal_, caparazón, _alcafaz_, jaula, _alcartaz_, cucurucho de papel. Dada la figura del alcatraz, puede proceder este nombre de algunas de las voces árabes citadas. _Amanex._—Cacique de Haytí, encomendado al bachiller Alonso de Parada, en el Repartimiento de indios de La Española, en 1514. _Amaguey._—Dice Las Casas: “Entre otros valles, es uno que se llamaba _Amaguey_, la sílaba del medio breve; y creo que se denominaba del río que pasa por él.” _Anacahuita._—Palabra de origen mexicano, aplicada á un árbol medicinal. (_Cordia Boissieri_). Algunos pronuncian _anacagiiita_. Viene de _anatcahuitl_. _Anacaona._—Célebre cacica haytiana, hermana del cacique _Bojekio_ y mujer del cacique _Caonabó_. Pedro Mártir (Déc. III. lib. IX. cap. II.) dice: “á Anacaona se la reputaba entre los más egregios vates para componer _areytos_ ó ritmos.” Por orden de Ovando fué aprisionada y ahorcada en Santo Domingo, no obstante haber encarecido Isabel la Católica, que esta cacica fuera respetada. Su nombre significa _flor de oro_, según Bachiller y Morales, (Ob. cit. p. 200); pero nosotros dudamos que _ana_ signifique _flor_. _Anaiboa._—El almidón sacado de la yuca. Dice Echagoian (Relación de las cosas de la isla Española. 1561.). “De la flor de la harina desta raíz (la yuca), que se llama _anaiboa_, se hace un potaje con leche, como _manjar blanco_, que es muy sabroso.” No debe confundirse este vocablo con _naiboa_, que es el jugo venenoso de la yuca, como lo ha hecho un escritor moderno. _Anamá._—Río de Santo Domingo, tributario del Soco. También una de las Islas Turcas del Archipiélago antillano. _Anamú._—Planta silvestre. (_Petiveria octandra_). _Anana._—La piña (_Bromelia ananas_). El vocablo es del Brasil, generalizado por los portugueses; la voz caribe continental es _nana_: la indo-antillana es _yayama_. _Anamuya._—Río de Santo Domingo, que desemboca en la costa del Este. _Aniguamar._—Según Oviedo (lib. VII. cap. IV) los indios llamaban así á una variedad de batatas, que tenían por la mejor. _Aniguayagua._—Las Casas escribe _Haniguayagua_, y la describe junto al _Baoruco_, en Haytí. _Anibón._—Lugar en los campos de Morovis, Puerto Rico. _Anón._—Fruta del árbol del mismo nombre. Oviedo escribe _hanón_; Las Casas, _anona_. (_Anona squamosa_). _Apasote._—Vocablo de orígen mexicano. Planta (_Anserine antelmintique_). _Arabo._—Arbol silvestre de Cuba. (_Erythroxilum_). Según Pedro Mártir (D. 3a. lib. VII, cap. III) una región de la parte oriental de la isla de Haytí. También es el nombre de un cacique haytiano bautizado Martín de los Arabos; y encomendado, en 1514, á Cristóbal de Tapia. _Arasibo._—Cacique boriqueño, encomendado, en 1515, á Conchillos. De él procede el actual vocablo _Arecibo_, aplicado á una población de Puerto Rico, cuya fundación arranca de 1580, á juzgar por el Informe del bachiller Santa Clara y presbítero Ponce de León. Todos los textos de instrucción tienen equivocada la fundación de este pueblo. Tenía el cacique _Arasibo_ su ranchería junto al río _Abacoa_, que hoy se llama _Grande_. _Aramoca._—Cacique haytiano, encomendado á Diego de Vergara, en 1514, en el Repartimiento de La Española. _Aramaná._—Cacique boriqueño, encomendado, en 1510, á las granjerías de S. A. en el Toa. _Ariguanabo._—Laguna al norte de San Antonio de los Baños, en Cuba. _Arique._—Cordel hecho de una tira de yagua, utilizado para atar pequeños bultos. _Arimao._—Río que riega las vegas de Manicaragua, en Cuba. _Arijuna._—Extranjero. _Areyto._—Canción romancesca, acompañada del baile. Pedro Mártir (Déc. III. lib. VII. cap. II) dice: “ambas cosas de preceptos (origen y sucesión de las cosas y hazañas de sus padres) las tienen compuestas en ritmos, en su lengua; á su modo cantan los _areytos_ y danzan al son del cantar. También tienen areytos de amores, y otros lastimeros, otros bélicos, con sus respectivas sonatas acomodadas.” Entre los populares de Haytí, según Guridi, había el areyto _ijí_, _ayá_, _bongbé_: primero, muerto que siervo. Si las dos primeras palabras llevan radicales indo-antillanos, la tercera parece africana. Creemos que esta canción pertenece á la época en que los negros empezaron á alzarse en La Española y á irse á los montes en son de rebeldía para sacudir la esclavitud. Del largo período de alzamiento del cacique _Enriquillo_ en el _Baoruco_ debería conservarse algún _areyto_ guerrero; pero los cronistas no dicen nada sobre este particular. En la conjura de los caciques boriqueños, en _Guaynía_, se cantó un areyto, jurando y prediciendo la muerte de los invasores, antes del alzamiento de 1511, pero se ignora la letra y ritmo de este areyto. _Aruacas._—Nombre de tribus indias de Tierra-Firme. Nosotros opinamos, que los indo-antillanos procedían de los _aruacas_. Este vocablo procede de _araguacu_. Todavía se conserva enclavada en Venezuela la voz _Aragua_ en muchos sitios. _Aruacay._—El primer pueblo de _Aruacas_, encontrado por los españoles en Tierra Firme. _Asuba._—La fruta silvestre del mamey sapote. _Atabex._—Las Casas (t. v. p. 434) dice: “La gente de la Isla Española...... mezclaron estos errores, de que Dios tenía madre, cuyo nombre era _Atabex_ y un hermano suyo _Guaca_.” _Ateque._—Arbol de Cuba. (_Cordia callococca_). _Athebeane nequen._—Según Oviedo, llamaban así los haytianos, á la india que viva, se enterraba con el cadáver del cacique. Cuando murió _Bojekio_, régulo de _Xaragua_, en Haytí, la más hermosa de sus mujeres, llamada _Guanajatabenekena_, y dos compañeras más, fueron enterradas vivas con el cadáver del célebre cacique. Pedro Mártir (Déc. 3a. lib. IX. cap. II) escribe _Guanahattabenechena_, y añade “que en toda la isla no había otra tan hermosa.” _Atibuineix._—Según Oviedo (lib. VII. cap. IV.) una variedad de batata. _Atol._—Palabra de origen mexicano. Corrupción de _atotli_. Primeramente, se hacía de harina de maíz, después de sagú, y hoy de maranta. Viene á ser un caldo, ó compuesto farináceo, hecho de una cucharadita de harina, una cucharada de azúcar y cinco ó seis onzas de agua; una vez hervido toma punto gelatinoso. Hoy se le suele aromatizar con un poco de agua de azahar; y hasta se le mejora agregándole leche de vaca. _Auyama._—La calabaza común en Haytí, según García y Bachiller y Morales. Las Casas no hace referencia que el aborigen la cultivara. Oviedo (lib. VII cap. VIII) confunde la calabaza alimenticia (_cucurbita pepo_) con la _candungo_ ó _marimbo_ (_cucurbita lagenaria_ ó _moschata_) y con el fruto _totumo_ ó _jigüero_ (_crescentia cujete_). Probablemente, después de importada la calabaza alimenticia por los españoles y multiplicarse prodigiosamente, los indígenas le pusieron el nombre de _auyama_. No es de extrañar este error, cuando todavía hay escritores modernos que creen que los _cocos_ y los _plátanos_ eran naturales en las Antillas, antes del Descubrimiento. _Ausúa._—Arbol de Santo Domingo. (Guridi). _Ausubo._—Arbol de Puerto Rico. (_Achras disecta_). _Ausuba._—La fruta del ausubo; parecida algo al níspero. No se cultiva. _Ayúa._—Arbol de Cuba. (_Xanthoxylum lanceolatum._) _Aymaco._—Lugar de Boriquén, el poblejo ó _yucayeque_ del cacique _Aymamón_, donde asentó sus reales Juan Ponce de León, después de ganada la batalla á los boriqueños, en 1511, á orillas del río _Coayu_, río que llama Oviedo _Coayuco_. Hoy, _Yauco_. _Aymamón._—Un cacique de Boriquén. Herrera (Déc. 1ª lib. VIII, cap. XII) dice: “y entre otros fué, que un cacique llamado _Aymamón_ prendió descuidado á un mozo, hijo de Pedro Xuarez, natural de Medina del Campo, y mandó á los de su casa, que lo jugasen á la pelota, que decían el juego del _batex_, para que los vencedores lo matasen.” Diego de Salazar salvó al garzón y _Aymamón_ se hizo _guaitiao_ del capitán castellano. Este cacique boriqueño tenía su _yucayeque_ ó ranchería, llamada _Aymaco_, al noroeste de la Isla, cerca del río _Coalibina_. _Ayraguay._—Cacique haytiano, encomendado á Conchillos en el Repartimiento de La Española de 1514. _Ay-Ay._—Pedro Mártir (Déc. 1ª lib II. cap. III.) dice: “se descubrió otra mayor que todas las demás, la cual llamada, _Ay-ay_ por los indígenas, quisieron ellos apellidarla con el nombre de _Santa Cruz_.” El doctor Chanca también la cita en su Carta al cabildo de Sevilla. Río tributario del Manatí. _Ayamuynuex._—Cacique haytiano, encomendado en 1514, á don Fernando de la Vega, comendador mayor de Castilla. _Ayaguatex._—Cacique haytiano, encomendado en 1514, al licenciado Becerra. _Auyén._—Planta de Santo Domingo. (Guridi.) _Azua._—Ciudad de Santo Domingo, á orillas del Bía, fundada por Diego Velazquez en 1504, llamándola Compostela de Azua. Las Casas aplica también el vocablo á un puerto dominicano y una villa. _Amoná._—La islilla la Mona, que tan poblada estaba de indígenas en la época del Descubrimiento. En una carta de Oviedo, desde Santo Domingo, á 31 de Mayo de 1537, decía al Rey: “Ha de mandar V. M., que en la isla de la _Mona_ que está entre esta isla y la de Sant Xoan, se haga otra fortaleza, porque está en el paso, é allí no hay sino un estanciero é pocos indios, é hay buena agua é de comer, é puerto...” B _Baba._—Padre. _Babeque._—Vocablo indo-antillano que ha dado origen á varias interpretaciones. El Diario de Colón (Lunes 12 de Noviembre) dice: “partió del puerto y río de _Mares_, al rendir el quarto del alba para ir á una isla, que afirmaban los indios que traía, que se llamaba _Babeque_, adonde, según dicen por señas, que la gente della coge el oro con candelas de noche en la playa y después con martillo diz que hacían vergas dello, y para ir á ella era menester poner la proa al Leste quarta del Sueste... No se quiso detener... para ir demanda de _Babeque_.” Hoy se aplica esta palabra á la isla _Grande Inagua_. Para unos escritores, los indios que informaban á Colón, se referían á Santo Domingo; para otros á Costa Firme; otros eligen otras islas; y otros que el vocablo no se dirigía á significar ninguna isla. Estamos con éstos y utilizamos la Filología para explicarnos la palabra. Los indo-antillanos determinaban con prefijos, aplicados á los vocablos, los pronombres: para el singular eran n, b, l, t. La voz _aneque_ significa _por qué_. De modo que _n-aneque_ ¿por qué yo?—_b-aneque_ ¿por-qué tú? etc. Así, pues, cuando Colón, ó Pinzón, interrogaba al indígena con mímico lenguaje, por los sitios donde se hallaba el preciado metal, enseñándole al mismo tiempo monedas ú objetos de oro, el indio, afectado vivamente con la extraña presencia de aquellos hombres, después de señalarles al horizonte, indicando vagamente de donde venían aquellas particulas que ellos adquirían comercialmente, porque sus isletas no las producían, exclamaba con insistencia _baneque_, _baneque_. Es decir: y _tú, ¿quién eres?_ _¿quién eres, tú?_ El vocablo, sin polisintetismo, es bú-aneque: tú, por qué? Por lo tanto, _babeque_ ó _baneque_ fué tomado por el nombre de una isla, cuando era la exclamación natural del sorprendido aborígen. _Babiney._—Fangal, lodazal. _Babisí._—Río del territorio de Jaragua, en Santo Domingo. _Bagua._—Oviedo (lib. XIII, cap. IX) dice: “llaman los indios de aquesta Isla Española á la mar _bagua_.” _Baigua._—Cierta yerba usada por los indios para adormecer los peces y pescarlos fácilmente. La describe Oviedo en el libro XIII, cap. I. _Bairoa._—Río tributario del Loiza, en Puerto Rico. _Bacüey._—Vegetal de Cuba. (Pichardo). _Banao._—Sierra en Santa Clara, Cuba. _Bainoa._—Lugar del cacicazgo de Marien, en Santo Domingo. Las Casas escribe _Baynoa_. _Baní._—Valle que se extiende desde el Nizao hasta Ocoa, en Santo Domingo. Según carta de Velazquez (1514) una provincia de Cuba, en tiempos de la conquista. _Babosico._—Región del Cibao, en Santo Domingo. _Bánica._—Lugar del cacicazgo de Maguana. _Bao._—Río tributario del Yaque, en Santo Domingo. _Baitiquiri._—Nombre que daban los indios al cabo de la isla de Cuba, que Colón llamó _alfa_ y hoy se denomina punta _Maisí_. Las Casas anota _Bayatiquiri_. Corrupción de _Bayatikeri_. _Bacupey._—Lugar de los campos de Arecibo, en Puerto Rico. _Bajarí._—Palabra de distinción entre los indo-antillanos. Las Casas (t. V. p. 484) escribe _baharí_. _Bajareque._—El bohío que tenía mucha extensión. _Bahoruco._—Gran cadena de elevadísimas montañas, que recorre parte del territorio de Jaragua. Las Casas escribe _Baoruco_ sin h. _Bacoanabo._—Planta silvestre de Santo Domingo. _Banes._—Puerto de Cuba, visitado por Colón en su primer viaje. Corrupción de _Baní_. _Bahamá._—Una de las islas Lucayas, que hoy se llama _Bahama_, sin acento en la final. _Banique._—Lugar en La Española. _Barbacoa._—Piso alto de tablas de palma de yagua, para guardar frutos, granos, etc.: servía también de camastro. Oviedo (libro VII. cap. I) dice: “Así como el maíz va creciendo tienen cuidado de lo deshervar, hasta que esté tan alto que señoree la hierva; é cuando está bien crecido es menester ponerle guarda, en lo qual los indios ocupan los muchachos, é á este respecto los hacen estar encima de los árboles é de andamios que les hacen de madera é cañas é cubiertos con ramadas por el sol é el agua, é á estos andamios llaman _barbacoas_”. _Baracutey._—Ave, animal ó persona sin compañero, equivalente á solitario. _Baraxagua._—Cacicazgo cubano, según Velazquez (1514), en tiempos de la conquista. _Baría._—Arbol silvestre de Cuba. (_Cordia geraschantoides._) _Baramaya._—Según Oviedo, río al Sur de Puerto Rico. Creemos sea el actual _Portugués_. _Barahona._—Puerto en la costa Sur de Santo Domingo. Nombre de una cacica haytiana, encomendada á Conchillos, en el Repartimiento de 1514. _Baracoa._—Puerto de Cuba. Gomara anota _Barucoa_. _Batabanú._—Hoy _Batabanó_, punto de Cuba. _Batata._—Pedro Mártir (Déc. II. lib. X. cap. I) dice: “Cavan también de la tierra unas raices, que nacen naturalmente, y los indígenas llaman _batatas_; cuando yo las ví, las juzgué nabos de Lombardía ó gruesas criadillas de tierra. De cualquier modo que se aderecen, asadas ó cocidas, no hay pasteles, ni otro ningún manjar de más suavidad y dulzura”. Las Casas (t. v. pág. 307 y 308) anota: “Hay otras raíces que llamaron los indios ajes é batatas.” Y llama _yucaba_ la planta que produce la _batata_. Oviedo da los nombres indios de seis variedades: _aniguamar_, _atibuniex_, _guaraco_, _guacara_, _cayca_ y _guananagax_. _Boniama._—Una variedad de piña. _Batea._—Algunos escritores modernos, como Pichardo, cometen el error de suponer esta voz de origen indo-antillano, Moura la trae del árabe _batiya_; pero en el griego tenemos _bazeia_ y en el bajo latín _baccea_. En el sánscrito hay _vadha_, vasija, barca, que opinamos sea el origen ario de la palabra _batea_, pasando á los idiomas indo-europeos, al griego y al latín; y al árabe por la línea sémita. _Batey._—El espacio cuadrilongo delante de la casa del cacique, destinado á plaza por los indios para jugar la pelota y para sus asambleas. Las Casas aplica el mismo nombre á la pelota y al juego. _Batú._—La pelota. Las Casas (t. v. p. 507) dice: “Era bien de ver cuando jugaban á la pelota, la qual era como las de viento nuestras, al parecer; mas no quanto al salto que era mayor que seis de las de viento; tenían una plaza comunmente ante la puerta de la casa de su señor, muy barrida, tres veces más luenga que ancha, cercadas de unos lomillos de un palmo ó dos de alto; salir de los quales lomillos la pelota era falta. Poníanse 20 é 30 de cada parte, á la luenga de la plaza. Cada uno ponía lo que tenía, no mirando que valiese mucho más lo que el uno más que el otro á perder aventuraba; é así acaecía, después que los españoles llegamos, que ponía un cacique un sayo de grana é otro metía un paño viejo, é esto era como si metiera cien castellanos. Echaba uno de los de un puesto la pelota á los del otro, é rebatíala el que se hallaba más á mano, si la pelota venía por alto, con el hombro, que la hacía volver como un rayo; é cuando venía junto al suelo, de presto, poniendo la mano derecha en tierra, dábale con la punta de la nalga, que volvía más que de paso; los del puesto contrario, de la misma manera la tornaban con las nalgas, hasta que, según las reglas de aquel juego, el uno ó el otro puesto cometía falta. Cosa era de alegría verlos jugar cuando encendidos andaban, é mucho más cuando las mujeres unas con otras jugaban, las quales no con los hombros ni las nalgas, sino con las rodillas la rebatían é con los puños cerrados”. _Bayabé._—Cordel más grueso que la cabuya. En Cuba _bayabá_. _Bayamón._—Pueblo y río de Puerto Rico. _Bayamo._—Cacicazgo cubano, según Velazquez, (1514): hoy ciudad de Cuba. _Bayaney._—Lugar en los campos de Hatillo, en Puerto Rico. _Bayatiquiri._—Véase _Baitiquirí_. _Bayaguana._—Lugar de Santo Domingo. _Bayajá._—Bahía de Santo Domingo y monte de Haytí. _Bajacú._—El lucero de la mañana. (García). _Bayoya._—Lagarto de costa. _Beminí._—Véase _Biminí_. _Behechio._—Uno de los cinco caciques principales de Haytí. Dominaba en el cacicazgo del _Bahoruco_, situado en las sierras que dan á la mar del sur de dicha isla. Otros escriben _Bohechio_. Es corrupción de _Bojekio_. _Behique._—Véase _Bohique_. _Bejuco._—Variedad de lianas llevan este nombre. Oviedo y Las Casas escriben _Bexuco_. Servían á los indios como cuerdas y para medicinarse. Las Casas (t. v. p. 320) dice: “Otra cosa para purgar, no sé para que enfermedades, hay en esta isla, é sospecho que debe de ser para males de flema, é ésta es una correa ó raíz, no porque esté debajo de tierra, sino que tiene su raíz debajo della y encarámase por los árboles de la manera de la hiedra, é así parece algo, no en la hoja, porque no la tiene, sino en parecer correa é encaramarse como la hiedra; llamábanla los indios _bexuco_, la penúltima sílaba luenga. Pueden atar cualquiera cosa con ella, como una cuerda, porque es nervosa é tiene 20 ó 25 brazas é más de luengo. Generalmente hay muchos _bexucos_ en todos los montes; é sirven para todas las cosas de atar é son muy provechosos”. _Bí._—Principio, vida, pequeño. _Biajaca._—Pez. Las Casas dice (t. v. p. 279) que los indios las llamaban _diahacas_. _Bibí._—Madre. Barrio y río de Utuado, en Puerto Rico. _Biajáiba._—Pez de Cuba. (Pichardo). _Bibijagua._—Una especie de hormiga. _Bija._—El árbol llamado en Puerto Rico _achiote_. (_Bixa orellana_). La semilla del fruto servía sola, ŏ mezclada con aceite vegetal, para el _tatuaje_ de los indígenas, embetunándose de rojo. Las Casas dice, que llamaban á este color los indios _bixa_. _Bijagua._—Arbol silvestre de Cuba. _Biajaní._—La paloma torcaz. _Bijirita._—Variedad de pajaritos de Cuba. _Bieque._—La pequeña isla de Viequez, al E. de Puerto Rico. De _Bí_, pequeño y _que_ por _ke_, tierra. El padre Labat (_Voyage aux isles de l’Amerique. A La Haye._ 1724, t. II. p. 283) comete el error de llamar á esta isla _Boriquén_. _Bijao._—Yerba que utilizaban los indígenas para techar sus bohíos. Oviedo escribe _bihao_. _Bia._—Río de Azua. _Biajama._—Serranía situada al E. de Neiba. _Biautex._—Cacique haytiano, según Oviedo. (lib. III. cap. V.) _Biminí._—La isla que hoy figura en el Archipiélago antillano con el nombre de _Beminí_. Descubierta y explorada por Juan Ponce de León, que recogió de los indios la fábula de que había en ella una fuente que rejuvenecía á los hombres, haciendo los viejos tornarse mancebos. Asensio (Fuentes Históricas, t. IV. pág. 78) cae en error, al traducir esta palabra de Pedro Mártir, no comprendiendo que se trataba de la _isla Biminí_. _Bo._—Como radical indo-antillano equivale, á veces, á grande; otras da la idea de _señor_. _Bojío._—La choza indígena. Los quisqueyanos aplicaban este nombre á la parte setentrional de la isla de Haytí, como significando su casa, su hogar. Oviedo y Las Casas escriben _bohío_. Escritores modernos han corrompido el vocablo escribiendo _buhío_. Dice Colón, en su Diario (Lunes 24 de Diciembre): “Y digo que es verdad, que es maravilla ver las cosas de acá y los pueblos grandes de esta _Isla Española_, que así la llamé; y ellos la llaman _bohío_”. Pedro Mártir (Déc. I. lib. II. cap. II.) dice: á las casas llaman _boís_, con acento en la _í_. _Bojékio._—El anciano cacique, régulo de Jaragua, en Haytí. Unos escriben _Behechio_ y otros _Bohechio_. _Bocuí._—Río de Santo Domingo, tributario del Camú. _Bohique._—El augur curandero indo-antillano. Por corrupción se ha escrito _behique_, _buhití_, _boitío_ y _buitibu_. Las Casas, en el t. v. p. 436, trae _bohique_. Debiera escribirse para precisar la fonética _bojike_. _Boma._—Río de Cuba, examinado por Colón en su primer viaje. Río de Santo Domingo, tributario del Camú. _Bonao._—Lugar de Santo Domingo. _Bonasí._—Pez de Cuba. _Boniata._—La yuca dulce, según Oviedo. Las Casas no la menciona. Fué importada de Tierra Firme á Haytí, en el período colombino. _Boriquén._—Nombre indígena de la isla de Puerto Rico. Así está anotado en el mapa de Juan de la Cosa (1500) y en el mapa de Martín Waldseemüller (1508) conocido con el nombre de _Tabula Terræ Novæ_; y así aparece en las obras de Oviedo (1535) y Las Casas (1550). Este cronista empezó á escribir de los asuntos de Indias el año de 1527. También está Boriquén en el Informe que dieron al Rey, en 1582, el bachiller Santa Clara y el presbítero Ponce de León, de orden del gobernador Melgarejo, desde San Juan. Fernando Colón (1571), Castellanos (1589), Herrero (1601), Laet (1640), Torres Vargas (1647), don Juan Bautista Muñoz (1793), Irving (1828), Tapia (1854), Gomara (1549), y los modernos historiadores Lafuente (1860), Cronau (1891) y Castelar (1892), siguieron á Las Casas y á Oviedo. El doctor Chanca, que hizo con Colón el 2º viaje (1493) escribe _Buriquén_, trastocando la _o_ en _u_. Pero, fijémonos, que en ese mismo viaje venía Juan de la Cosa capitaneando la carabela _Niña_ y, como cartógrafo, anotó en su mapa _Boriquén_. Pedro Mártir (lib. II. cap. IV), estropeó más el vocablo cuando anota _Burichena_. Es verdad que escribía en latín y tal vez los copistas hayan sido los que estropearon la palabra. Mártir empleó la _ch_ en lugar de la _qu_, lo que no es de extrañar porque en la antigüedad era frecuente ese uso, escribiendo por ejemplo, _cherubín_, _chimera_, por querubín, quimera. También cometió Mártir la mudanza de la _o_ en _u_ como Chanca. Los caribes llamaban á su punto de parada, en sus correrías piráticas por el archipiélago, _boekén_: indudablemente se referían á _boriquén_; á nuestra isla. Fray Iñigo Abbad (1782), siguiendo la obra de Donaldson y Reid (Edimburgo. 1762); interpoló una _n_ en el vocablo y escribió _Borinquen_. También cometió el error de anotar _Agiieynaba_ en vez de _Agiieybana_. Y Pastrana (1852), en su Catecismo geográfico, cambió el acento de la _é_ á la _í_, variando la fonética, y creó la voz _Borínquen_, que ha tenido popular aceptación, principalmente entre los poetas. Navarrete, interpretando el Diario de Colón, llamó _Carib_ á Puerto Rico y cayó en error; igual equivocación cometió en llamar _Guanahaní_ á una de las _Islas Turcas_. Algunos escritores modernos, siguiendo á Navarrete, han cometido el mismo error. _Boriquén_ significa _tierras del valiente señor_. Véase Colón en Puerto Rico, pág. 128; y Brau en _Puerto Rico y su Historia_, pág. 20. _Boricua._—Letronne, en su Geografía universal (1844) y Pastrana, en su Catecismo geográfico de Puerto Rico (1852) llaman á nuestra isla así. El error procede de que antiguamente solían escribir _cu_ por _qu_, y de este modo es fácil anotar _Boricue_ y luego _Boricua_. Todavía en nuestros días en la _Revue des Deux-Mondes_ (1893) hemos visto el vocablo escrito de este modo _Boriqve_. _Bosiba._—Piedra grande. _Botío._—Valle situado en la montaña de Samaná. _Boyá._—Lugar de Santo Domingo, en el cacicazgo de Higiiey. _Bovuca._—Según Gomara, isla á la que se dirigió Juan Ponce de León, después que dejó la gobernación de Puerto Rico, buscando la fuente que tornaba mozos á los viejos. No conocemos ninguna de las islillas del archipiélago con este nombre. _Bucaná._—Barrio y río de Ponce, Puerto Rico. _Boyucar._—Cacicazgo de Cuba, cuando la conquista, según carta del conquistador Velazquez, en 1514. _Bucarabón._—Barrios de Maricao y Las Marías, en Puerto Rico. Hoy escriben _Bucarabones_. _Burén._—Especie de hornillo de barro cocido para preparar el casabe. Dice Las Casas: “la harina, así limpia é aparejada, tienen ya los hornos calientes, tres é quatro, si quieren hacer cantidad de pan; estos hornos son como unos suelos de lebrillos en que amasan é lavan las mujeres de Andalucía; son hechos de barro, redondos é llanos; de dos dedos en alto, como una rodela grande, toda llana; llamabanlos _burén_, aguda la última. Tiénenlos puestos sobre tres ó quatro piedras, é debajo todo el fuego que cabe”. _Buitío._—Véase _Bohique_. _Buba._—Dice Gomara: “Probó la tierra (Haytí) á los españoles con muchas maneras de dolencias, de las quales dos fueron perpétuas: _bubas_, que hasta entonces no sabían qué mal era; é mudanza de color en amarillo, que parecían azafranados.” Y más adelante añade: “Desde aquella fortaleza (Santo Tomé del Cibao) salían los cristianos á tomar vituallas; é arrebataban mujeres, que les pegaron las _bubas_”. Roderico Diaz ó Rui Diaz (1550) atribuye á la llegada de Colón á Barcelona, después de su primer viaje, la aparición de una epidemia de _bubas_. Bachiller y Morales toma de Capmani en _Questiones críticas sobre varios puntos_, 1808, que á su vez lo toma de Rui Díaz de la Isla (1534), que los indígenas de la Española llamaban á las bubas _buavnara_. Las Casas reconoce la sífilis entre los haytianos y escribe: “Dos cosas hobo é hay en esta Isla, que en los principios fueron á los españoles muy penosas: la una es la enfermedad de las _bubas_, que en Italia llaman el _mal francés_, y ésta sepan que fué de esta Isla. Yo hice algunas veces diligencias en preguntar á los indios desta Isla si era en ella muy antiguo este mal, y respondían que sí, antes que los chrystianos á ella viniesen”. Oviedo también atribuye la sífilis á Haytí. El cronista de Sevilla don José Velazquez y Sanchez, en sus _Anales epidémicos_, impresos y publicados en 1866, asegura erróneamente que la voz _buba_ es americana. El vocablo es español: viene de bubón, en griego _bwboón._ En una carta de Pedro Mártir de Anglería (_Opus epistolarum Petri Martyris Angleri._ Mediol. nº 1. lib. II. epist. 67) y que lleva fecha de 1489, se lee: “Me escribes, que la enfermedad especial de nuestra época, es llamada en español _bubas_”. Queda, pues, fuera de dudas, que el vocablo no es americano. La cuestión del origen de la sífilis ha sido muy discutida. Han sobresalido tres opiniones: la importación del _virus_ de América; el desarrollo expontáneo; y el origen antiguo. En una sepultura de la edad de la piedra pulida, Mr. Pruniéres, de Marvejols, ha encontrado cráneos sifilíticos. El Dr. Parrot ha reconocido cráneos mexicanos, anteriores á la conquista española, con lesiones características de sífilis hereditaria. La enfermedad, por lo tanto, se pierde en la noche de los tiempos, porque también se encuentra en China, dos mil años antes de Jesucristo, según Letourneau. Este estigma ha sido común á los tres grandes troncos de la especie humana, blanco, amarillo y negro, desarrollándose en los respectivos continentes, con variedades morfológicas. Véase _Yaya_. _Buaynara._—Véase _Buba_. _Buruquena._—Cangrejo pequeño de orillas de ríos y quebradas. Debe escribirse _burukena_. _Buticacu._—Ojos zarcos. Las Casas (t. V. p. 488) dice: “Las injurias, que entre sí unos á otros, cuando reñían é más airados é turbados estaban, é contra quien se enojaban, decían por injuriallo é hacelle mayor daño, eran, si tenía los ojos zarcos, _buticaco_, conviene á saber: andá, que tenéis los _ojos zarcos_; si los tenía negros, _xeyticaco_; é si le faltaba algún diente, _mahite_.” _Buvavbá._—Pueblo haytiano, que tenía un _zemí_ célebre, llamado _Zemí de Buyaybá_, por otro nombre _Baybama_. Las Casas escribe _Vaybrama_ (t. V. p. 471). _Baybama._—Véase _Buyaybá_. _Bahomamey._—Barrio de San Sebastián, en Puerto Rico. _Biáfara._—Corrupción de _Biajara_, pequeño lugar de los campos de Arecibo, en Puerto Rico. C _Cabacú._—Hacienda en Cuba. (Bachiller y Moreles). _Cabima._—Arbol de Santo Domingo. _Cabuya._—Cordel ó soga delgada, hecha de _majagua_ ó maguey. Las Casas (t. V. p. 486) dice: “en cada una de aquellas asas (de las hamacas) ponen unas cuerdas muy delgadas é bien hechas é torcidas, de mejor materia que de cáñamo, pero no tan buena como de lino, é ésta llaman _cabuya_, la penúltima luenga.” Algunos creen erróneamente que la voz _cabuya_ viene de _cabo_. _Cacao._—El vocablo es de origen mexicano, de _cacauti_. Los indo-antillanos no conocían este árbol (_theobroma cacao_), ni su fruto. _Cacey._—Río tributario del de Añasco, Puerto Rico. _Cacique._—Dice el Diario de Colón: “(Lunes 17 de Diciembre). Vieron á uno, que tuvo el Almirante por gobernador de aquella provincia, que lo llamaban _Casique_.” Y, en Martes 18 de Diciembre, anota: “Este vino á la nao, después del rey, al cual dió el Almirante algunos de los rescates, y allí supo que al rey llamaban en su lengua _Casique_.” En la carta del doctor Chanca se lee: “Vienen aquí continuamente muchos indios, é _caziques_ con ellos, que son como capitanes dellos, é muchas indias.” Las Casas escribe _cacique_. Oviedo (libro II, cap. VI) dice: “E allí salió el Almirante con toda su gente, é luego vinieron á habla é conversación con los chrystianos muchos indios de paz de aquella tierra, la qual era del señorío del rey _Guacanagarí_, que los indios llaman _cacique_, así como los christianos decimos _rey_.” Pedro Mártir (Déc. I. lib. II cap. VI) dice: “... llaman al rey _cacique_.” Juan Ignacio de Armas en sus _Orígenes del lenguaje criollo_ (Habana. 1882), siguiendo á Fr. P. Simón (_Noticias historiales_) cree que el vocablo _cacique_ procede del árabe. Eguilaz en su _Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental_, Granada, 1886, no la consigna. El árabe tiene _al-qadi_, juez: de donde procede nuestra voz _alcalde_; _al-qaid_, jefe capitán: que origina nuestra palabra _alcaide_; _cheikl_, señor; _charif_, noble; _ualí_, gobernador; _al-wazir_, el vizir: de donde viene nuestro _alguacil_; _al-faris_, el caballero, que trajo nuestro _alferez_, etc. pero, cacique es voz indo-antillana. _Caguabo._—Lugar de Añasco, Puerto Rico. Entre este barrio y el de _Playa_ se encuentran en una gran extensión de terreno, los escombros del primitivo San Germán, fundado allí, en 1511, por orden del virrey don Diego Colón, gobernador de La Española, á orillas del _Guaorabo_, hoy río _Grande_ de Añasco. Punto histórico, algo dudoso, y negado por algunos escritores puertorriqueños, y cuyas pruebas hemos desarrollado extensamente en nuestro _Repertorio histórico de Puerto Rico_, pág. 6. _Caguax._—Nombre de un cacique boriqueño, que tenía su ranchería junto al río _Turabo_. Correspondió en el Repartimiento del Boriquén á Juan Cerón. Hoy se conserva su nombre en una ciudad, que por corrupción del vocablo indígena, se anota _Caguas_. También hubo en Cuba un cacique llamado _Caguax_, según la carta del conquistador Velazquez. _Caguana._—Río tributario del Grande de Arecibo; y barrio de Utuado, en Puerto Rico. _Caguama._—Una especie de tortuga, parecida al _carey_. _Caguairán._—Arbol de Cuba. (_Hymenaca floribunda_). _Caguará._—Una conchita común de almeja para raspar la película externa de la yuca. _Caguayo._—La lagartija. _Caguasa._—Fruta silvestre de Santo Domingo. _Caguaní._—Lago del territorio de Jaragua, hoy _Lago de Enriquillo_. _Cáicu._—Arrecife, islote, isla, tierra. Por derivación _caiu_, _cayu_, _cayo_. El árabe tiene _caique_, barco pequeño con vela y mástil. (Eguilaz). _Caimán._—Reptil parecido al cocodrilo. No le había en Puerto Rico. _Caimito._—Arbol frutal. (_Chrysophyllum caimito_). Hay también el _Chrysophyllum oliviforme_, cuya fruta se denomina vulgarmente, en Puerto Rico, _tetas de burra_. Las Casas escribe _Caymito_. De él hacían los indios arcos. _Caybay._—Lugar de penas. Dice el Informe de fray Román Pane al Almirante: “Creen que hay un lugar adonde van los muertos, que se llama _Coaibai_”. _Cajai._—Región del cacicazgo de Jaragua. Las Casas escribe _Cahay_. _Cajaya._—Tiburón. (García). _Cainabón._—Véase _Caynabón_. _Cairabón._—Oviedo comete el error de decir que es el río más grande de la isla de Puerto Rico. Hoy se llama _Espíritu Santo_. Existe un tributario del río _Manatí_, que se llama _Cañabón_, corrupción de _Caynabón_. _Calaguala._—Vegetal silvestre. Es el polipodio de las Antillas. (_Polypodium calaguala_). _Camuy._—Pueblo y río de Puerto Rico. Oviedo escribe _Canuy_. Ya en 1582 el Bachiller Santa Clara y el Presbítero Ponce de León anotaron _Camuy_. _Camagiiey._—Región de Cuba. _Camagua._—Arbolillo silvestre de Cuba. _Camiguama._—Pez de río, en Santo Domingo. _Camú._—Río del territorio de Magua. _Cana._—La palma de sierra, la cual da una yagua pequeña, que sirve para cobijar bohíos. Dice Pedro Mártir (Carta CLVI, á Pomponio Leto): “Las casas son redondas, construidas de diversas vigas, cubiertas con hojas de palmas ó con tejido de ciertas yerbas.” Continúa igual uso de las yaguas entre nuestros campesinos para cobijar sus ranchos. Hay un barrio y un río de Ponce, Puerto Rico, que lleva este nombre, solamente que lo escriben en plural, _Canas_. _Canarí._—Vasija de barro. _Canalete._—El pagayo con el cual impulsaban los indígenas sus canoas. Los hacían de tabla de palma de yagua. _Canabacoa._—Región del cacicazgo de Magua. Río de Cuba. _Canabo._—Río de Cuba. _Canasí._—Montes de Cuba, llamados los _Arcos de Canasí_, en la provincia de la Habana. _Caney._—Según Las Casas (t. v. p. 468) la casa grande de los señores y caciques. Por error de copista, tomando la e por una s, han hecho el vocablo _cansí_, algunos escritores. _Caniaco._— Barrio de Utuado, en Puerto Rico. _Canareo._—Lugar cubano, donde residió Las Casas, á orillas del _Arimao_. El obispo al hablar de este lugarejo indígena, anota: “_creo que_ se llamaba _Canarreo_, con dos r.” Debe haber aquí error de copista. Tal vez sería _Canakeo_, escrito _Canaceo_. _Cana_, palmera; _ke_, tierra; _o_, montaña: lugar montañoso de palmeras. _Canoa._—Embarcación hecha ahuecando el tronco de un árbol, mediante el fuego y el hacha de piedra. Dice Colón, en su Diario: “Lunes 3 de Diciembre. Halló una caleta en que vido cinco muy grandes almadías, que los indios llaman _canoas_”. En la carta del Almirante, escrita en el mar, cuando regresaba del primer viaje, y enviada desde Lisboa, en Marzo de 1493, á Barcelona, donde se encontraban los Reyes Católicos, se lee: “Ellos tienen en todas las islas muy muchas _canoas_, á manera de fustas de remo; dellas mayores, dellas menores, é algunas, é muchas, son mayores que una fusta de diez y ocho bancos; no son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no terná con ellas al remo, porque van que no es cosa de creer; é con estas navegan todas aquellas islas, que son innumerables, é tratan sus mercaderías. Algunas destas _canoas_ he visto con setenta y ocho hombres en ella é cada uno con su remo”. Pedro Mártir (Déc. 1ª, lib. 1º, cap. II) dice: “... en sus botes, que llaman _canoas_”. Las Casas (t. v. p. 506) dice: “Tenían sus barcos, hechos de un madero cavado, que llamaban _canoas_, donde cabían 50 y 100 hombres; los remos son como palas de horno”. Fernando Colón (cap. XXIX) dice, (luego de describir una canoa fabricada de un tronco de árbol, que era tan grande como una fusta de doce bancos): “Después, encontraron otra canoa, hecha como la que va referida, de 95 palmos, en que cabían 150 personas”. Los indígenas las hacían con troncos de ceiba, jabiya, cedro, etc. Los galibes, los chaymas, los caribes y los aruacas conservan el mismo vocablo con ligeras variantes de fonética. Los mexicanos decían _acatli_, de _atl_, agua, y _calli_ casa. _Canóbana._—Nombre de un cacique boriqueño, encomendado á Miguel Diaz en 1510. Hoy se conserva el nombre en una región y un río de Puerto Rico, que corre por Loiza. _Canuy._—Véase _Camuy_. _Cao._—El cuervo de Cuba, según Gundlac. _Caoba._—Arbol. (_Swietenia mahogani_). _Caobán._—Dice Las Casas: “Tiene también otros árboles esta Isla (la Española), que llaman _caobán_, la _o_ letra luenga, los indios; tiene muy buena madera para arcas é mesas, algo colorada ó encarnada, con algún olorcillo bueno, que parece que quiere ser _cedro_, pero no lo es, porque en esta Isla no hay cedros, en la de Cuba sí, muy excelentes.” _Caobana._—El cedro. Hay dos variedades en Puerto Rico, conocidas vulgarmente con el nombre de macho (_Cedrus mahogani_) y hembra (_Cedrus olorata_). _Caoyuco._—Según Oviedo, río de Puerto Rico, en cuya desembocadura dieron los españoles la primera batalla á los boriqueños, en 1511. Es _Caoyu_, hoy _Yauco_. _Caonao._—Río de Cuba. _Caoniya._—Barrio de Utuado, Puerto en Rico. Se escribe por error, _Caonilla_. También es barrio de Aybonito y Juana Diaz. _Caonabó._—Cacique soberano de Maguana. Pedro Mártir escribe erróneamente _Caonaboa_. _Capá._—Arbol. Corrupción de _cabá_. Los indo-antillanos no usaban la p.; y sí los indios de Costa Firme, que acostumbraban á trastocar la _b_ en _p_. Hay en Puerto Rico el capá blanco (_Varronia alba_) y el capá prieto (_Geras canthus_). _Caparra._—Nombre de la primera población de españoles, año de 1508, en Puerto Rico. Algunos escritores modernos cometen el error de creer que es el vocablo de origen indio. La palabra es castellana y corresponde á la _señal_ que se da cuando se hace algún ajuste. Este nombre se lo puso Juan Ponce de León á la primera población en el _Boriquén_, por orden del Comendador Ovando, gobernador de La Española en esa época; y el Rey mandó, que se cambiase por el de _Cibdad de Puerto Rico_, que llevó hasta 1521, en el lugar llamado hoy _Pueblo Viejo_, en la jurisdicción de Bayamón. _Caracurí._—La joya para las narices, según Vargas (_Milicia indiana_). _Carey._—Especie de tortuga (_Chelonia imbricata_). _Careybana._—Según Las Casas, un puerto y una población indígena en La Española, junto á la provincia de Xaragua. _Caribe._—Dice Oviedo (libro XXI, cap. VI): “Este nombre de _caribe_ no quiere decir sino bravo ú osado ó esforzado.” Dice Gomara: “Toda esta costa, que descubrió Bastidas y Nicuesa, y que hay del cabo de la Vela á Paria, es de indios, que comen hombres y que tiran con flechas enhervoladas, á los quales llaman _caribes_, de _Caribana_, ó porque son bravos é feroces, conforme al vocablo.” Los indígenas de Cuba, Haytí y Boriquén llamaban así á los indios de las islas de Barlovento. Los chaymas decían _carib-ná_; los tamanacos (indios del río Cucivero, de Venezuela) _carif-ná_, cambiando la b en f; los galibis, _calina_; y los Caribes de Tierra Firme, _calinago_. Este vocablo procede de _caribo_, hombre valiente. _Carib._—Don Martín Fernández Navarrete, en 1825, anotando el Diario de navegación del Almirante, conservado por Las Casas, fué el que aplicó por vez primera esta palabra _Carib_ á la isla de Puerto Rico; pero con documentos de cronistas y cartógrafos hemos probado ser _Boriquén_ el verdadero nombre indígena de la isla de Puerto Rico. Don Manuel Felipe Castro y don Juan Manuel Echevarría, el año de 1854, en sus cantos épicos consagrados al asedio británico de esta ciudad en 1797, volvieron á cometer el error de Navarrete. Y el padre Nazario (Ob. cit.) á seguirles en esta equivocación. _Carí._—En el mapa para ilustrar los viajes de Sir Walter Raleigh, desde la isla de Trinidad hasta el bajo Orinoco, compilado de observaciones personales y del Atlas de Venezuela de Codazzi, por _Sir Robert Schombuck_, y cuyo mapa se encuentra en la obra de F. Michelena y Rojas titulada: _Exploración Oficial del Orinoco y Amazonas_ (1867), se le aplica el nombre de _Carí_ á la isla de Trinidad. Empero, con documentos del Archivo de Indias podemos probar que los indígenas de la Trinidad no eran _Caribes_ y sí _Aruacas_. _Caricaboa._—Barrio de Utuado, en Puerto Rico. _Caribata._—Región del cacicazgo de Marien, en Haytí. _Caona._—El oro. Pedro Mártir. (Déc. 1ª, lib. I. cap. IV) escribe _cauni_. _Catey._—La especie de papagayo llamado _periquito_. Una clase de palmera dominicana. (Guridi). _Caráira._—Ave de rapiña de Cuba, casi del tamaño del _aura tiñosa_. (Pichardo). _Casabe._—El pan indo-antillano hecho de la harina de la yuca brava. Colón en su Diario dice: “Miércoles 26 de Diciembre. El rey _Guacanagarí_ comió en la carabela con el Almirante, é después salió con él á tierra, donde hizo al Almirante mucha honra é le dió colación de dos ó tres maneras de _ajes_ é camarones é caza é otras viandas quellos tenían é de su pan, que llamaban _cazabí_.” Las Casas anota: “tornando al pan, que los indios llaman _cazabí_.” Pedro Mártir (Déc. 1ª, lib. IX, cap. V) dice: “pidiendo _cazabí_, es decir, pan”. En árabe existe el vocablo _kasabe_, significando _caña de azúcar_, según Eguilaz; pero nada tiene que ver un vocablo con otro. _Casey._—Barrio de Añasco, en Puerto Rico. _Catibía._—La yuca rallada y prensada, una vez esprimido el jugo ó _naiboa_. _Cayagua._—Río tributario del Loiza, en Puerto Rico: corre por Hato Grande. _Cauyo._—Según Oviedo, río de Puerto Rico, junto al cual dieron muerte los indios alzados á don Cristóbal de Sotomayor. Hoy es _Yauco_ por la figura de dicción metatesis, ó trasposición de letras en un vocablo. Herrera llama al mismo río _Coayuco_. Su nombre boriqueño es _Coayu_. _Caya._—Arbol de Santo Domingo. _Cayaguayo._—Según el conquistador Velázquez (1514) una región de Cuba. _Cayama._—Ave zancuda de Cuba. _Cayaya._—Arbusto. _Cayabo._—Barrio de Juana Diaz, en Puerto Rico; por error _Callabo_. _Cayacoa._—Cacique soberano del _Higiiey_. A su muerte casó la cacica con el español Miguel Diaz, después de bautizada con el nombre de Doña Inés. _Cayajabo._—El mate colorado. _Cayagua._—Barrios de Hato Grande y de San Sebastián, en Puerto Rico. _Cayey._—Pueblo de Puerto Rico. Se llamó _Cayey de Muesas_ en obsequio á su fundador el gobernador don Miguel de Muesas. Caen en error los que creen viene el nombre, del español _Cayés_. Aunque en España hay Cayés y Callés, y hasta San Martín de Cayés, no tienen nada que ver con el vocablo indígena _Cayey_. Antes de la fundación del poblejo en 1775, existía ya la _Sierra de Cayey_ en la montaña de _Laybonito_. El nuevo caserío tomó nombre de la inmediata _Sierra_, como el actual _Aybonito_, ya castellanizado y que parece una exclamación, _Ay! bonito_, viene á ser corrupción de _Jatibonicu_, que se conserva, también modificado el vocablo, en Cuba y Santo Domingo. Los españoles solían ligar, en los nombres de las poblaciones, un nombre indio con otro español, anteponiéndolo ó posponiéndolo; y así tenemos _Azua_ de Compostela y Salvaleón del _Higiiey_, en Santo Domingo; _Xagua_ la Grande y San Cristóbal de la _Habana_, en Cuba; y _Cayey_ de Muesas y Santo Antonio de la _Tuna_, en Puerto Rico. Cayey significa _Lugar de agua_. _Ca_ por _gua_, he aquí; _y_ por _ni_, agua; _e_ por _ke_, tierra; _y_ por ni agua: _he aquí agua, tierra, agua_. _Cayguaní._—Según Las Casas, un territorio junto á Xaragua, en La Española. _Cayniabón._—El actual río Loiza, y la ranchería del cacique _Canóbana_, en Puerto Rico. Oviedo escribe _Caryabón_, para designar el río más grande de Puerto Rico. No debe confundirse el _Caryabón_ (Espíritu Santo) con el _Cayniabon_ (Loiza). _Camín._—Las Casas dice: “desciende de aquella frontera y alta sierra (en Haytí) un muy hermoso río, el cual se llamaba, por las lenguas de los indios, _camín_, aguda la última sílaba.” _Cayuco._—Embarcación pequeña, larga y estrecha, sin popa, ni quilla. Juan Ignacio de Armas, en sus _Orígenes del lenguaje criollo_, Habana, 1882, página 85, opina, que es un vocablo derivado de _cayo_. Pichardo lo cree indígena. No hay tal. Es un vocablo nuevo, criollo, derivado de _cayo_, como éste lo es, á su vez, del indo-antillano _cáicu_, arrecife, restinga, bajo, isla. _Ceiba._—Arbol. (_Eriodendron anfractuosum_). Un pueblo de Puerto Rico. Las Casas escribe _Ceyba_. Debería escribirse _seiba_. _Cemí._—Véase _Zemí_. _Ciales._—No es palabra indígena. Nombre de un pueblo de Puerto Rico. Algunos han creído equivocadamente que el vocablo era boriqueño. Es anagrama del apellido del general _Lacy_. La trasposición de las letras es la siguiente: _Ci-al-es_ igual á _Es-la-cy_ equivalente á es _Lacy_. Se fundó Ciales en 1820, el mismo año que las Cortes Españolas hicieron grandes honores á la memoria del desgraciado general Luis Lacy, que en 1817 se sublevó contra Fernando VII á favor de la Libertad y de la Constitución del año 12; y habiendo caido prisionero de las tropas del Gobierno fué llevado á Mallorca y fusilado en el castillo de _Bellver_. Triunfantes los Constitucionales en 1820, el gobernador de Puerto Rico, general Arostegui, dedicó al célebre guerrillero español _Lacy_, ese pueblo, en recuerdo de su amor á la Libertad y á la Constitución. En un documento de la _Capitanía general_, de 27 de Junio de 1822, y garantizado con la firma del capitán general don José de Navarro, _todavía_ se le da á Ciales el nombre de _Lacy_, como se llama á Vega Alta _Espinosa_, á Vega Baja _Naranjal_ y á Trujillo Bajo _Porlier_.[260] _Cicheo._—Según Oviedo, el nombre que daban los indios á la actual isleta _Desecheo_, que está al occidente de Puerto Rico. Debe ser _Sikeo_: tierra alta, montuosa. _Cibuco._—Río de Vega Baja, en Puerto Rico. Oviedo escribe _Cebuco_. Debe ser _Sibuco_, porque la radical indo-antillana es _siba_, piedra. _Ciguayo._—Nombre de una tribu numerosa quisqueyana, que ocupaba un territorio de más de 30 leguas, porque llegaba hasta las sierras de _Macao_ por tierra adentro y por la parte del mar hasta el _Higiiey_. Nombre de un cacique haytiano. _Ciguay._—El aduar principal de los ciguayos. _Cibao._—Lugar del cacicazgo de Maguana, en Santo Domingo. Las Casas (t. v. p. 276) dice: “Los indios, por su lenguaje, llamaban á esta provincia _Cibao_, por la multitud de las piedras, porque _ciba_ quiere decir _piedra_.” Las dos radicales son _siba_, piedra; _o_ montaña; _sibao_, montaña de piedra. _Ciba._—Piedra. Las Casas (t. v. p. 495) dice: “Los señores, y los demás, compraban á los padres las hijas, que habían de ser sus mujeres, enviándoles por pagas ciertas sartas de cuentas, que llamaban _cibas_, por excelencia, que quiere decir _piedras_; porque _ciba_ llamaban á toda piedra.” Preferimos escribir _siba_ con s, porque el boriqueño no _ceceaba_. _Coalibina._—El actual río _Culebrinas_ de Aguada, en Puerto Rico. _Corigiiex._—Según Oviedo, río al poniente de Puerto Rico, cerca del río _Mayagiiex_. Luego, se le llamó río del _Rosario_. _Coamo._—Pueblo y río de Puerto Rico. Algunos han escrito _Cuamo_. _Conuco._—Oviedo (lib. VII, cap. II) “se llama _conuco_ la heredad de la yuca ó de la labranza.” Las Casas (t. V. p. 307) escribe: “esta labranza, en el lenguaje de los indios, se llamaba _conúco_, la penúltima luenga.” Opinamos con Pichardo, que la original debe ser _cunúcu_, y mejor _kunuku_. Armas (Ob. cit.) opina, equivocadamente, que es un derivado del vocablo español _cono_. _Coaguateje._—Planta silvestre, en Santo Domingo. _Corí._—El _giiimo_ de Puerto Rico. Las Casas escribe _curí_ y lo considera muy sano y delicado alimento. Oviedo escribe _corí_. _Cayo._—Véase _Cáicu_. _Cajuí._—Arbol frutal. El actual Pajuil. (_Anacardium occidentale_). _Coa._—Palo endurecido al fuego, de que se servían los indígenas para cavar la tierra y sembrar la yuca y las batatas. A estos palos, que servían de pala y azada, los llamaban los mexicanos _huictles_. El vocablo lo usaba el indo-antillano, como prefijo y sufijo, significando _lugar_, _sitio_. _Coco._—Bachiller y Morales comete el error de creer, que el vocablo es de origen indígena. (Ob. cit. p. 248 y 364). El Sr. Pichardo cae en igual equivocación, y creyéndose firme en su error, anota, página 62: “Asombra, por tanto, que hombres tan ilustrados como el Dr. Hernández, el Plinio de Méjico, asegurase que el _coco_ de América sea originario de las Indias Orientales”. Nosotros opinamos al igual del sabio mejicano. El _cocos nucifera_ no existía en el Archipiélago antillano en la época del Descubrimiento. Existía en el Continente americano, del lado del Pacífico, y muy escasamente. Por eso Las Casas no lo menciona. Oviedo habla de él, haciendo presente que corresponde _á la mar del Sur_ (libro IX, cap. IV), es decir, al Pacífico; y cree que se llama _coco_ porque el casco tiene tres hoyitos que _parecen el gesto de un monillo que coca, é por eso se dice coco_. Ateniéndonos á Oviedo viene entonces el vocablo del griege _cacos_, feo, deforme. Los griegos llamaban _couci_ y los latinos _cuci_ á una especie de palma. En 1549, don Diego Lorenzo, canónigo de Cabo Verde, trajo las palmeras de coco á Puerto Rico y las gallinas de Guinea, según consta en el _Informe_ al Rey (1582), del Capitán Melgarejo. _Cobo._—Caracol del mar. _Cohoba._—Los polvos de tabaco y la ceremonia religiosa de tomarlos y embriagarse con ellos. Las Casas (t. v. pág. 469) dice: “Estos polvos y esta ceremonia ó acto se llamaba _cohoba_, la media sílaba luenga”. _Cojibá._—La planta tabaco. _Cocuyo._—Insecto fosfórico, especie de luciérnaga. Dice Las Casas: “Hay en ella (La Española) unos gusanos ó avecitas nocturnas, que los indios llamaban _cocuyos_.” _Conconí._—Insecto de Manzanillo. (Pichardo.) _Corojo._—Una especie de palmera. (_Cocos crispa_). Los cronistas escriben _coroxo_, _corox_, _coroj_ y _corozo_. De donde procede el nombre de _Corozal_, un pueblo de Puerto Rico. _Corasí._—Una especie de mosquito. _Corúa._—Ave acuática, parecida al pato, que viene á las Antillas de la Florida y Méjico. (Pichardo). _Cosuba._—La película que cubre al grano de maíz. _Corohai._—Lugar del cacicazgo de Maguana. _Cotubanamá._—Cacique de _Higiiey_, en Santo Domingo. _Cotuy._—Barrio de San Germán, en Puerto Rico. _Cotuí._—Población del cacicazgo de Magua. Las Casas anota: _Cotuy_. _Copey._—Véase _Cupey_. _Cokí._—Una especie de rana, en Puerto Rico; cuyo monótono grito nocturno es _coquí, coquí_. _Covares._—Bachiller y Morales comete el error de anotar que son unas “altas palmas que hay en Puerto Rico”. Es la palma _coroxo_, de la cual los campesinos utilizan el fruto en sartas, ó _collares_, para traerlo al mercado. Da un coquito, cuyo endocarpio ensartado en un hilo forma los _coyares_, corrupción la palabra del castellano _collares_. _Cú._—Adoratorio. Las Casas (t. v. pág. 437) habla de las casas que los indígenas dedicaban á sus dioses: pero no da el nombre. Tampoco Fray Román Pane. Bachiller y Morales no acepta el vocablo. Nosotros lo aceptamos, considerándolo derivado este _cú_ ó _kú_ del radical _tu_; pues _tu-rey_, era el cielo y _tu-rei-guá_, celestial ó procedente del cielo. _Cuamo._—Véase _Coamo_. El bachiller Santa Clara, en 1582, escribe _Cuamo_. El cronista de la Catedral, Torres Vargas, en 1647, anota ya _Coamo_. Es corrupción de _Coama_, sitio ó lugar llano, extenso. _Cuaba._—Arbol de Cuba. (_Amyris sylvatica_). Comarca de Neiba, en Santo Domingo. _Cuácara._—Comarca de la Vega dominicana. _Cuaja._—Río de Santo Domingo, tributario del _Camú_. _Cuayo._—Río de Santo Domingo, tributario del _Jaina_. _Cuba._—Nombre de la mayor de las islas del Archipiélago antillano. Bachiller y Morales (ob. cit. p. 255) manifiesta, que la significación de la palabra “no está determinada”. Opinamos, que significa, _sitio grande_. El vocablo tiene dos raíces indo-antillanas: _coa_, lugar ó sitio y _bana_, grande. Aglutinadas estas dos raíces resulta _coabana_. La fermentación del vocablo trae _cuabana_, como tenemos en Puerto Rico _coamo_ y _cuamo_, designando un río y un lugar de la isla. El polisíntetismo trae la contracción de la palabra y tenemos entonces _cuaba_ y _cuba_ finalmente. Pedro Mártir, en su carta CLXIV á Pomponio Leto, dice: “esta región de anchura desigual, que los indígenas llaman _Cuba_”. _Cubanacán._—Región central de Cuba. _Cubao._—Población del cacicazgo de Magua. También los indios de La Española, según Las Casas, llamaban _Cubao_ á la parte de arriba de Macorix. (t. v. p. 256). _Cucubano._—Insecto fosfórico de Puerto Rico, especie de luciérnaga. Viene á ser el _cocuyo_. _Ciiisa._—La paleta ó tablilla para volver las tortas del _casabí_, cuando se están cociendo al fuego sobre el _burén_. _Curí._—Véase _Corí_. _Cupey._—Arbol. (_Clusia rosca_). El fruto por decocción produce una especie de brea. Los conquistadores, faltos de papel y tinta, aprovechaban las hojas de este árbol y con un palillo de punta, ó un alfiler, se escribían y daban avisos y partes. _Curricán._—No es palabra de origen indo-antillano. Pichardo y Bachiller y Morales caen en error al considerar que sí, aunque supriman una r y anoten _curicán_. Ni Las Casas, ni Pedro Mártir, ni el Almirante, ni Oviedo, ni Vargas Machuca la citan. Opinamos, que viene del latín _curro_, _is_, _cucurri_, correr, navegar. Los pescadores llaman _curricán_ al cordel de pescar; de ellos se ha generalizado el vocablo. El nombre indígena era _cabuya_. _Curujey._—Planta parásita. _Curía._—Yerba medicinal. En plural, nombre de una quebrada en Río Piedras, _Las curías_. _Curazao._—Una de las islas del Archipiélago antillano. Oviedo escribe _Corazao_. Corrupción de _Curisao_. Ojeda la denominó _Isla de gigantes_. _Cubui._—Barrio de Loiza, en Puerto Rico. _Cueyba._—Región de Cuba, según la carta de Velázquez, de 1514. D _Daca._—Yo. Las Casas (t. v. p. 485) dice: “y _daca_ quiere decir _yo_.” Fray Román Pane escribe _dacha_, porque la escritura que tenemos del célebre cronista es una mala traducción del italiano, pues el original está perdido. _Dagame._—Arbol de Cuba. (Pichardo). _Daguao._—Barrio de la Ceiba, en Puerto Rico. Lugar boriqueño, donde Johan Enriquez, por orden del Virrey don Diego Colón fundó un poblejo de españoles, que fué destruido por los Caribes de Barlovento. Creemos fué el aduar ó _yucayeque_ del cacique _Yukibo_. _Demajagua._—Barrio de Fajardo, en Puerto Rico. Es corrupción de _Majagua_. Otros escriben _Emajagua_. Y Oviedo _Damahagua_. _Dagiiey._—Barrio de Añasco, en Puerto Rico. _Dajabón._—Lugar del cacicazgo de Marien. Las Casas y Oviedo escriben _dahabon_. _Dajao._—Pez de río. Barrio de Bayamón, en Puerto Rico. Los cronistas escriben _dahao_. _Dantía._—En el informe del bachiller Santa Clara, de 1582, se lee, que “á una isleta que está frente á la bahía _Mosquital_, al Sur de Puerto Rico, se le puso el nombre de _Antías_, por unos animalejos, á modo de conejos, que allí había, que se llamaban _dantía_.” Debe ser corrupción de _jutía_, que algunos cronistas escribían _hutía_; y el copista trastocó la _hu_ en _An_ y surgió otro vocablo. _Datijao._—Esta palabra la trae Oviedo, en el libro XVI, cap. V. como equivalente _al que como yo se nombra_. Creemos, que es corrupción de _guaitiao_, amigo. _Dajilí._—La planta llamada daguilla. _Desecheo._—Islote al O. de Puerto Rico. Oviedo escribe _Cicheo_. Es _Sikeo_. _Si_ por _ti_, alto; _ke_, tierra; _o_ montaña. _Diacanán._—Hablando de las variedades de la _yuca_, Oviedo (lib. VII, cap. II) dice: “Otra se llama _diacanán_, é tiénese por la mejor de todas; porque redunda más pan della”. _Diajaca._—Pez de agua dulce. Las Casas anota _diahaca_. Es corrupción de _biajaca_. _Diahutia._—Véase _Yautía_. _Dita._—No es vocablo indo-antillano. Se aplica en Puerto Rico al vaso hecho de media _jigiiera_ limpia; y se destina á varios usos. El origen del vocablo, según opinamos, es muy original. Los indígenas hacían de _jigiieras_, cucharas, platos y recipientes varios. Los conquistadores los utilizaron; sobre todo, en las casas de campo. Las pequeñas _jigiieras_, una vez bien limpias de su endocarpio, eran ornamentadas en su cubierta y servían para guardar _dinero_ y alhajas. Los primeros pobladores de Puerto Rico llevaron una vida pobre, que perduró hasta el primer tercio del siglo XIX, con una gran escacez de dinero. Una vez vendido algún ganado, guardaban en esas _jigiieritas_ la cantidad de dinero destinada al pago anual del _subsidio_ ó tributo de tierras. Ahora bien, en castellano _dita_ significa lo que se señala para pagar lo que se debe, ó para asegurar lo que se compra, ó toma prestado. Viene del latín _dito_, _ditas_, _ditare_, enriquecer. Fray Luis de León en la traducción de la oda de Horacio _Beatus ille qui procul negotiis_, traduce el final diciendo: “Ayer puso en sus _ditas_ todo el cobro”. Destinando nuestros antepasados las _jigüeras_ pequeñas á guardar dinero para pagos, poco á poco se fué aplicando al continente (la jigüera) el vocablo que correspondía al contenido (el dinero). _Dicayagua._—Dice Las Casas (t. v. p. 280): “Hase cogido también oro en otro arroyo, que está adelante del _Cybú_, que se llama _Dicayagua_”. _Damují._—Río de Santa Clara, que desemboca en el puerto de Cienfuegos, Cuba. _Dayquirí._—Lugar minero de Santiago de Cuba. _Diumba._—Según los escritores dominicanos Guridi y Perez la danza de los _quisqueyanos_. _Donguey._—La zarzaparrilla puertorriqueña. (_Smilax pseudochina_). _Diiey._—Río de Yauco y barrio de San Germán, en Puerto Rico. _Dujo._—Asiento simbólico de piedra ó madera. Los cronistas escriben _duho_. Los _camagiieyanos_ recibieron á los representantes de Colón, en su primer viaje, con gran solemnidad, los sentaron en sus _dujos_, en señal de respeto y veneración y les besaron las manos y los pies, creyéndolos venidos del cielo. (Diario del Almirante, Martes 6 de Noviembre). Fernando Colón (cap. XXVI) dice: “á estos asientos llamaban los indios _duchi_”. G _Gua._—Una raíz indo-antillana. La usaban los indígenas principalmente como prefijo y sufijo. Como prefijo equivalía al articulo _el_, _la_, _lo_; y como sufijo á la preposición _de_. Así como decimos en castellano el Quijote, el Cid, el Rey, el Guadalquivir, el Ebro, etc., ellos, aglutinando el artículo al nombre, decían _Guacanagarí_, _Guarionex_, _Guatiguaná_ para designar sus régulos, y _Guaorabo_, _Guamaní_, _Guaynabo_, para indicar sus ríos. Como sufijo tenemos _Xaragua_, equivalente á de Jara, _Aniguayagua_, de Aniguaya, _Macaguanigua_, de Macaguaní, etc. Pedro Mártir (Déc. III, lib. VII. cap. III) dice: “_gua_ es entre ellos artículo”. También _gua_ equivale, otras veces, á _lugar_ ó _sitio_. _Guaba._—Río que corre por el Cibao, Santo Domingo. Arbol en Puerto Rico. (_Inga vera_). _Guabá._—Una especie de araña, grande, negruzca, cubierta de pelos, llamada también vulgarmente en Puerto Rico, _araña pelúa_, cuya picada causa dolor intenso, tumefacción de las partes atacadas y provoca fiebre. Habita lugares pedregosos y húmedos en pequeños agujeros. _Guababo._—Cacique haytiano. _Guabanisex._—Zemí de piedra, haytiano; según fray Román Pane, creían los indígenas que podía provocar huracanes. _Guabasa._—El fruto con que se alimentaban los indígenas en ultratumba, según fray Román Pane. La pobre fantasía de los indo-antillanos no pudo llegar á crear la _ambrosía_ del paganismo para el sostenimiento del alma _material_; ni tampoco remontarse á la concepción metafísica de los semitas (hebreos) y mantener la inmortalidad del _soplo divino_, mediante la propia inmortalidad y unidad. Para los arios el alma era _material_, aunque etérea; y también para los griegos. Para los romanos (Tertuliano) venía á ser una cosa parecida á la actual creación del _peri-espíritu_ de Allan Kardec y sus discípulos. _Guabairo._—Ave cubana. _Guabate._—Barrio y río que corre por Cayey, tributario del _Toa_, en Puerto Rico. _Guabina._—Pez de agua dulce. Dice Las Casas: “hay otros peces que llaman _guabinas_, la media sílaba breve”. _Guabiniquinax._—Uno de los pocos animalejos encontrados por los conquistadores en Haytí y Cuba. Las Casas (t. v. p. 301) dice: “Estos eran cuatro especies: una se llamaba _quemí_, la última sílaba aguda, é eran los mayores é más duros; la otra especie era la que se llamaba _hutía_, la penúltima luenga; la tercera _mohí_, la última luenga; la quarta era como gazapitos, que se llamaba _curí_, los quales eran muy sanos é delicatísimos. Tenían unos perrillos chiquitos como los que decimos de falda, mudos, que no ladraban sino gruñían, é estos no servían sino para los comer.” Oviedo escribe _quemí_, _hutía_, _mohuy_ y _corí_; y en el libr. XII cap. XXVIII, describe el _guabiniquinax_, como mayor que el conejo, con cola de raton y pelo de tejón, viviendo en los manglares. El señor Poey, en sus _Memorias sobre la Historia Natural de la isla de Cuba_, opina, que el _perro mudo_ era el oso lavandero (_Procyon lotor_), el _mapache_ de _Méjico_ y el _racoon_ de la Florida; que el _corí_ es el _curiel_ de Cuba (nuestro _giiiro_), el conocido _cobaya_ ó conejillo de Indias; y que el _quemí_ era la _jutía conga_ y el _guabiniquinax_ de Oviedo la _jutía carabalí_. Se ve por el estudio de los cronistas que este vocablo lo aplicaba Las Casas al _perro mudo_ y Oviedo á una variedad de _jutía_, la de los manglares. No podemos determinar bien cuál de los dos tenga razón, porque el animalejo era de Cuba y el señor Pichardo anota, que ni siquiera se puede precisar la pronunciación del vocablo, porque Las Casas escribe _Guaminiquinax_; pero nos inclinamos á creer que el nombre era _guabinikinax_ y correspondía al _perro mudo_ de los cronistas. _Guaca._—Pedro Mártir (Déc. III, lib. VII, cap. III) da á entender que equivale á _parte_ ó _región_; y en la Dec. VII, lib. VIII, cap. I. dice, que _guaca_ es región ó cercanía. _Guacabo._—Cacique boriqueño, que vivía en las cercanías del río _Cibuco_, y fué encomendado, en 1509, por Juan Cerón al virrey don Diego Colón. _Guacabina._—Provisión para cuando se va de camino. (Pichardo). _Guacaica._—Ave de Cuba y Santo Domingo. _Guacamayo._—Ave trepadora. El vocablo es de origen _guaraní_. Río de Santo Domingo, tributario del _Camú_ y del _Yaque_. _Guacacoa._—Arbol cuyo libel es textil. _Guacara._—Mentira. _Guacal._—Vocablo de origen azteca: de _huacatl_, cuerda. _Guacanagarí._—Cacique haytiano. Fué el primero que tuvo tratos con Colón y le ayudó generosamente, en el naufragio de la Santa María, á salvar todo lo que había en la perdida carabela; con cuyos restos, y siempre ayudado del generoso cacique, se fundó el fuerte de Navidad, que tan desastroso fin tuvo. _Guacayarima._—Región del cacicazgo de Xaragua. _Guacarayca._—Según Oviedo (lib. VII, cap. IV) una variedad de batata. _Guacanayabo._—Región de Cuba, comarcana á Bayamo, (1514). _Guacio._—Barrio de San Sebastián y río tributario del de Añasco, en Puerto Rico. Debe escribirse _Guasio_. _Guaco._—Planta medicinal. (_Unikania guaco_). Río dominicano, tributario del Yaque del Norte. _Guaconax._—Arbol de que los indios hacían teas para alumbrarse, porque arde bien; y con esas teas iban de noche á la pesca de _jueyes_. Oviedo escribe _goaconex_. Este árbol debe ser alguno de los _terebintáceos_ que hay en el país. _Guachinango._—Vocablo de origen azteca: de _huaxinango_. _Guaguasí._—Arbol. (_Lætia apetala_). _Guagiiey._—Arbol citado por Oviedo. _Guagiií._—Una especie de malanga. (_Arum_). _Guaguao._—El ají bravo, picante. (_Capsicum_). _Guajataca._—Barrio de San Sebastián y río entre Quebradillas é Isabela, en Puerto Rico. El aduar ó _yucayeque_ del cacique boriqueño _Mabodamaca_. _Guajaba._—Región del cacicazgo de Marien, donde fundaron los españoles una población llamada _Lares de Guahaba_. _Guajey._—El instrumento musical llamado hoy _giiíro_. _Guagua._—Según Pichardo y Bachiller y Morales es de origen indígena. Los cronistas no la traen. En el idioma quechua hay el vocablo _huá-huá_, hijo. Tal vez proceda de ahí, dada la significación que hoy tiene entre nosotros, equivalente á _de balde_, por aquello de que los hijos no pagan á sus padres. Tenemos los modismos de _vivir de guagua_, y _leer de guagua_. _Guajiro._—El vocablo pasó de Costa Firme á Cuba. Hoy se aplica á los campesinos cubanos. En Venezuela había la nación _goajira_; y aún perdura el nombre en la península _goajira_, donde viven sus descendientes. Debemos al presbítero Celedón el padre nuestro en lengua _goajira_. _Guajoti._—Pichardo la trae como equivalente á usted. Las Casas (t. v. p. 484) anota _guaoxerí_. _Guaitiao._—Amigo. Herrera escribe equivocadamente _datihao_. _Guainabo._—Pueblo de Puerto Rico. Río tributario del Bayamón. Debe escribirse _Guaynabo_. Aduar ó _yucayeque_ del cacique boriqueño _Mabó_. _Guaicán._—Pez pequeño, de que se valían los indígenas para pescar tortugas. Según Gomara, los españoles le llamaban _reverso_. _Gualí._—Hijo. Se desprende de una frase de la escritura de fray Román Pane. _Guamá._—Arbol frutal. (_Inga laurina_). Nombre de un cacique haytiano. _Guamo._—La trompeta ó _fotuto_ hecho de un caracol. Hoy se usa aún en Puerto Rico para avisarse los ribereños que el río empieza á crecer. _Guamuco._—Región del cacicazgo de Marien, en Santo Domingo. _Guamaní._—Cacique boriqueño; cuyo aduar radicaba en _Guayama_. Un barrio y un río de Puerto Rico. _Guamí._—Señor. _Guamíkení._—Señor de tierra y agua. Así llamaban los haytianos á Cristóbal Colón. _Guana._—Arbol de Cuba. (Pichardo). _Guanabá._—Ave de Cuba. (Pichardo). _Guanâbana._—Arbol frutal y su fruto. (_Annona muricata_). _Guanabacoa._—Lugar de Cuba. Anota el señor Bachiller y Morales que “según el señor Nuñez de Villavicencia este nombre indio significa _lugar de muchas aguas_.” No opinamos así. _Guanabacoa_ quiere decir, _Sitio de palmas altas_. _Guana_, palmera, _ba_ por _bana_, grande, alto; _coa_, sitio ó lugar. _Guanabo._—Islita perteneciente al cacicazgo de Xaragua, en Haytí. Dice Las Casas: “en la isla que allí está, que se llamaba por los indios _Guanabo_”. Hoy, por corrupción del vocablo, se escribe _Gonaive_. _Guanajibo._—Río que corre por Sabana Grande, San Germán y Hormigueros, en Puerto Rico. Santa Clara escribió, en 1582, _Guanaybo_. _Guanabina._—La frutilla de la palma _corozo_. _Guanajo._—El pavo común. Oviedo escribe _guanaxa_ y le llama gallina de la tierra; porque esta clase de pavo es oriunda de América. _Guanana._—Especie de ganso (_anser hyperboreus_) que del Norte se pasa á Cuba. (Pichardo.) También se llama así al mate amarrillo. _Guananagax._—Una variedad de batata. (Oviedo, cap. IV. lib. VII). _Guanahaní._—Dice el Diario del Almirante: “Jueves 11 de Octubre. Amañaron todas las velas y quedaron con el treo, que es la vela grande sin bonetas, y pusieronse á la corda temporizando hasta el día Viernes, que llegaron á una isleta de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios _Guanahaní_.” En la carta escrita por Colón en alta mar para los Reyes escribió _Guanayaní_. _Guanahumá._—Río que desciende del Cibao, en Santo Domingo, según Las Casas. _Guaní._—El sun-sun ó zun-zun de Cuba. (Pichardo). _Guánica._—Laguna y puerto al S. de Puerto Rico; y un barrio de Yauco. Nombre histórico, de los comienzos de la colonización en Puerto Rico, por haber querido poblar los españoles en las cercanías de este sitio é impedírselo la incomodidad de los mosquitos, teniendo que trasladar el nuevo caserío, que se llamó Sotomayor, al noroeste, cerca del _yucayeque_ del cacique _Aymamón_. _Guanía._—Arbusto de Santo Domingo. (_Guanía Dominguensis_). _Guaniguanico._—Lugar de Cuba, donde, según Gomara, pasó Cortés revista á su armada antes de marchar á descubrir y poblar las tierras vistas por Grijalba. Hoy, cabo San Antonio. _Guanín._—Pieza de oro, en forma de lámina, que solían llevar al cuello los indios principales. Las Casas (t. v. p. 496) dice: “cierta hoja, de oro bajo, que tenían por joya preciosa.” El copista de Las Casas le hace llamar _guanín_ al oro bajo. Pedro Mártir (Déc. III. lib. V. cap. III.) dice: “Las láminas, que llevaban en el pecho, que llamaban _guanines_”. El guanín se fabricaba en el Continente (Oviedo) de tres metales. En 32 partes de un _guanín_ dió el ensayo 18 de oro, 6 de plata y 8 de cobre. (Herrera). _Guanimá._—La isla que hoy se llama _Eleuthera_. _Guanaja._—La isla que hoy se llama _Isla de Pinos_ y Colón denominó _San Juan Evangelista_. _Guanina._—Yerba silvestre. La hedionda. (_Cassia occidentalis_). _Guaniquí._—Bejuco de Cuba. (Bachiller y Morales). _Guano._—Arbol. (_Bombax pyramidale_). Dice el doctor Chanca: “se han visto árboles que llevan lana y harto fina, tal que los que saben del arte dicen que podrán hacer buenos paños della”. En Puerto Rico se utiliza para rellenar almohadas; y en Inglaterra en la fábrica de sombreros llamados _de castor_. En Cuba se aplica el vocablo á las distintas variedades de palmeras de _yagua_. _Guao._—Arbusto. (_Comocladia angulosa_). Dice Las Casas: “la leche de este árbol es ponzoñosa é della é de otras cosas hacen los indios la _yerba_ que ponen en las flechas con que matan.” En Puerto Rico se le llama _carasco_. El jugo lechoso de la corteza es cáustico. Hay dos variedades. _Guaora._—Cacique haytiano. _Guaorabo._—El actual río Grande de Añasco. En sus aguas hicieron los boriqueños, por orden del cacique _Urayoan_, la prueba en el joven español Salcedo, de si los invasores europeos eran ó no mortales, manteniéndolo por tres días bajo el agua, hasta que se corrumpió el cadáver. Esto acaeció antes del alzamiento general de 1511. Santa Clara y Fray Iñigo escriben _Guaurabo_. Oviedo anota con razón _Guaorabo_. _Guanuma._—Río de Santo Domingo, tributario del _Ozama_. _Guaoxerí._—Según Las Casas, palabra de distinción entre los indígenas, equivalente á _señor_. _Guaonico._—Barrio de Utuado, en Puerto Rico. _Guara._—El castaño de Santo Domingo. (_Cupania americana_). Lo hay también en Puerto Rico. _Guaraca._—Oviedo (lib. VII, cap. IV) llama así una variedad de batatas. Un cacique boriqueño. Véase _Guayaney_. _Guaracha._—Hoy, canción coreada. Corrupción de _guaraca_ y ésta de _araguaca_, danza. Antiguamente se aplicaba en Puerto Rico el nombre de _gumaracha_ á la mujer de _mal vivir_, que un jinete la llevaba al anca de su caballo, en las carreras nocturnas de las fiestas de San Juan y Santiago. _Guaraguano._—Lugar del cacicazgo de Maguana, en Santo Domingo. _Guaraguao._—Ave de rapiña. Un barrio de Bayamón, en Puerto Rico. Y un árbol. (_Guarea swartzii_). _Guarana._—Planta silvestre. (_Hibiscus guarana_). _Guariao._—Ave grande de Cuba. (Pichardo). _Guarico._—Ven. Lugar y puerto de Haytí. Corrupción de _Guarique_. _Guarionex._—El cacique soberano de _Magua_, en Santo Domingo; y el cacique dueño del _Otoao_, en Puerto Rico. Los dos belicosos. El régulo boriqueño fué el que secundó á _Guaybana_, en la rebelión de 1511 contra los españoles y el que incendió á Sotomayor, el poblejo castellano de las cercanías del Culebrinas. _Guarique._—Una sierra de Haytí, que formaba el puerto de Navidad, donde primeramente acamparon los españoles en América. _Guariquitén._—Dice Las Casas: “cierto lecho, al qual llamaban _guariquiten_, la penúltima breve, que hacen de palos é cañas puestas por el suelo é unas hojas de palmas.” Servían á los indígenas para recoger la yuca rallada. _Guarocuya._—Cacique haytiano, que fué célebre con el nombre de _Enriquillo_, hasta pactar la paz con el emperador Carlos V. D. José de J. Galván, escritor dominicano, bajo ese nombre de _Enriquillo_, ha escrito una novela histórica de la época de la conquista de La Española. _Guasa._—Pez de Cuba. (Pichardo). _Guasabacoa._—Planta silvestre. (_Desmodium axilare_). En Puerto Rico se le llama vulgarmente _zarzabacoa_. _Guasábara._—Las guerrillas de los indígenas. Según Vargas Machuca, el ataque imprevisto, la batalla. Para Oviedo, la guerra. _Guásima._—Arbol medicinal. (_Guazuma ulmifolia_). Dice Las Casas: “De este árbol solo sacaban fuego los indios: tomaban dos palos de él, muy secos, el uno tan gordo como dos dedos, é hacían en él con las uñas ó una piedra una mosquecita, é ponían este palo debajo de los pies; é el otro palo era más delgado, como un dedo, la punta redonda, puesta en la muesca, con ambas palmas de las manos traíanlo á manera de un taladro, é ésto con mucha fuerza.” Oviedo escribe _guasuma_. _Guata._—Mentira. _Guataca._—Vasija de higüera. Por corrupción se dice _Jataca_. _Guatiguaná._—Cacique haytiano. Fué el primero que dió el grito de alzamiento contra los españoles en 1495, y arrastró á los caciques principales Guarionex, Caonabó, Mayobanex y otros; excepto Guacanagarí, que se mantuvo fiel á los españoles. _Guatibirí._—El pitirre. _Guatini._—El tocoloro cubano. (Pichardo). _Guatapaná._—Río de Santo Domingo. Hoy _Masacre_. Arbol de Cuba. (Pichardo). _Guay._—Interjección de dolor, de admiración ó de atención. _Guaybana._—Cacique boriqueño, hermano y sucesor de _Agiieybana_. Fué el que dirigió el alzamiento de 1511 contra los españoles. Significa: _Cuidado, que es grande_. _Guay_, cuidado, atención; _bana_, grande. _Guayo._—El rallo. Tabla de palma de yagua, cuadrilonga, sembrada simétricamente de piedritas silíceas, para rallar la _yuca_, al confeccionar el pan _casabí_. Un río de Juana Díaz, en Puerto Rico. _Guayanés._—Barrio, río y puerto de mar de Yabucoa, en Puerto Rico. De este río, que nace en las alturas de _Guayabota_, y del río _Maunabo_ obtuvo Juan Ponce de León las primeras muestras de oro nativo de _Boriquén_, en su primera visita á la Isla, en 1508. Es corrupción de _Guayaney_. En ese mismo viaje las obtuvo también del _Sibuco_. _Guayaney._—Cacique boriqueño de Yabucoa, encomendado á Juan Ponce de León, en el Repartimiento hecho en Noviembre de 1509 por Juan Cerón. Se llamaba _Guaraca_ y los españoles le llamaban _Guaraca del Guayaney_, y por último se quedó con el nombre de _Guayaney_. _Guayama._—Pueblo y río de Puerto Rico. Significa: _El sitio grande_. _Gua_, el; _ya_ por _yara_, sitio; y _ma_, grande. _Guayaba._—La fruta del árbol _guayabo_. (_Psidium paniferum_). _Guayabacán._—Arbol. (_Myrica divaricata_). _Guayacán._—Arbol medicinal. Los cronistas le llaman _palo santo_, porque el cocimiento de su corteza se aplicaba por los conquistadores á combatir el mal de las _bubas_. (Oviedo). Hay el _guayacum afficinalis_ y el _zygophyllum arboreum_, cuyas cortezas tienen propiedades sudoríficas. Dice Las Casas: “el palo de la isla de San Juan se tiene por mejor, no sé si es de la misma especie del desta isla (La Española) ó de otra que difiera en cualidad, al qual llaman los españoles el _palo santo_”. Los primeros pobladores, para combatir la enfermedad de las _bubas_ (sífilis) bebían por agua común el cocimiento de la corteza del _guayacán_ y se ponían á dieta de yemas de huevo y casabe, y cada quince días un purgante. _Guayamuco._—Río de Santo Domingo. _Guayayuco._—Río del territorio de Xaragua. _Guayaro._—Dice Las Casas: “hay en los montes otras raíces, que llamaban los indios _guayaros_”. _Guayica._—Planta silvestre. _Guaynía._—Nombre del poblejo del cacique Agüeybana, en el Boriquén: radicaba al S. de la isla, en un lugar del territorio de _Guayanilla_. Por error de copista, en documentos del Archivo de Indias, se ha anotado _Guaydía_, trastocando la _n_ en _d_. En Cuba existe un lugar, en Puerto Príncipe, llamado _Guaynía_. El río, que pone en comunicación al Amazonas con el Orinoco, y que hoy se llama _río Negro_, le llamaban los _Aruacas_ de Venezuela _Guaynía_. _Guayanilla._—Pueblo y río de Puerto Rico. El vocablo es diminutivo de _Guayana_, que á su vez procede de _Guaynía_. El cacique _Agiieybana_ con 300 indios fué encomendado á don Cristóbal de Sotomayor. Al visitar la ranchería del primer régulo boriqueño se encontraron los españoles con la palabra _Guaynía_ aplicada al actual río de Guayanilla y al poblejo, y recordando el _Guadiana_, empezó el error de confundir la _n_ con la _d_. Pasada la rebelión indígena de 1511 y marchando á poblar al Sur de la isla don Miguel del Toro, teniente del Conquistador, no es de estrañar que el hidalgo manchego dedicara un recuerdo al célebre río español y echara los cimientos de su villaje bajo el nombre de _Guadianilla_, que, andando los tiempos, ha vuelto en algo á su primitivo origen, llamándose _Guayanilla_. _Guaynía_ significa _El lugar de agua_. _Giiey._—El sol. _Giiiro._—El conejillo de Indias, en Puerto Rico. Viene á ser el _corí_ de Cuba y Santo Domingo. _Giiira._—La jigüera. (_Crescentia cujete_). Arbol cuyo fruto se utiliza para hacer vasijas, cucharas, _jatacas_, orinales (ditas), etc. Don Joaquín Torres Asensio, que ha hecho una bella traducción de las _Décadas_ del cronista Pedro Mártir de Anglería, en el t. 1°, pág. 185 (Fuentes históricas sobre Colón y América, Madrid. 1892) comete el error, en una nota, de confundir el _giiira_ ó _jigiiera_ con el _cocotero_, cuya palmera no existía en las Antillas en el período del Descubrimiento, aunque sí en el Continente americano en la banda del Sur. _Guajana._—La varilla de la caña silvestre, que dividida á lo largo sirve para hacer _chiringas_ y _volantines_ y también jaulas para ruiseñores y otros pajaritos, en Puerto Rico. En Cuba la llaman _giiín_. _Giiiro._—Planta rastrera, que produce un calabacín largo, que lleva el mismo nombre y se utiliza para hacer un instrumento musical, haciéndole en la cubierta, bien seca y libre de su endocarpio, unas rayitas profundas, paralelas, que rascándolas con una varilla de metal, ó madera dura, produce un sonido áspero, con el cual suelen acompañar las danzas, llevando el compás, en Puerto Rico. El nombre indígena de este instrumento era _guajey_. _Guiabara._—Dice Oviedo (lib. VIII, cap. VIII): “del árbol llamado _guiabara_, que los chrystianos llaman _uvero_.” _Gurabo._—Pueblo y río de Puerto Rico. Río de Santo Domingo, tributario del Yaque. _Guanime._—Bollitos de harina de maíz: hoy de plátanos. _Guarapo._—Vocablo de orígen quechú, _huarapu_. H El señor Bachiller y Morales (Ob. cit. p. 289) critica que los cronistas hayan escrito con _h_ algunas palabras indias. Los españoles, al ponerse en contacto con los indo-antillanos, notaron que estos tenían cierta aspiración fonética en la pronunciación de algunos vocablos; y como los castellanos al tomar palabras árabes en su idioma con semejante aspiración la fijaron mediante una _h_, lo mismo hicieron con los vocablos indo-antillanos, que requerían tal anotación. El mismo Almirante lo observó con la palabra _Guanahaní_ y estuvo perplejo en fijar la aspiración y puso en su célebre carta de Lisboa enviada á los Reyes, una _y_ griega. Pedro Mártir (Déc. III, lib. VII, cap. IV) dice: “Digamos aquí algo de la aspiración, que es diferente que entre los latinos. Se ha de advertir, que entre los vocablos de ellos no hay ninguna aspiración que no tenga el valor de letra consonante. Más aún: pronuncian más fuerte la aspiración que nosotros la efe consonante, y todo lo que lleva aspiración se ha de pronunciar con el mismo aliento que la efe, mas sin aplicar el labio inferior á los dientes de arriba, pero con la boca abierta. _Ha_, _he_, _hi_, _ho_, _hu_, y dando golpes en el pecho. Veo que los hebreos y los árabes pronuncian del mismo modo sus aspiraciones.” _Han-han._—Sí. Es _jan-jan_. _Haba._—Dice Oviedo (lib. VII, cap. IX): “hacen unas cestas, que llaman _havas_, para meter lo que quieren guardar”. Se tejían de _bijaos_ y les servían para guardar la _hamaca_. Es _jaba_. _Habana._—Lugar de Cuba, donde vivía el cacique _Yaguacayo_. Hoy nombre de la capital de la isla de Cuba. Los boriqueños, según Juan Ponce de León, daban ese nombre á la desembocadura del río Toa, que perdura aún con el nombre de _boca-habana_. Sitio explorado por el Conquistador en su primer viaje al Boriquén en 1.508. Significa _Lo grande_; _ha_, por _gua_, he aquí, lo; _bana_, grande. La admiración del indígena se refería á la bahía. _Hamí._—Según Las Casas, un riachuelo cerca de _Lares de Guahaba_, en La Española. _Haití._—Véase _Haytí_. _Hamaca._—Las Casas (t. v. p. 485) dice: “las camas, en que dormían, que llamaban _hamacas_, eran de hechura de una honda, cuanto á lo largo, puesto que aquello ancho tenía un estado é medio é dos estados, é uno de longura; é todo de hilos de algodón torcidos, no como red atravesados, sino á la luenga estendidos; atravesaban por todo lo ancho ciertas tejeduras de otros hilos, como randas, de dos dedos en ancho, é había de una á otra, por respecto de lo luengo que tenía toda ella, un palmo é más é menos; á los cabos de la longura de toda ella, ponen unas cuerdas, llamadas _cabuyas_, bien hechas y bien torcidas, de mejor materia que de cáñamo.” Pedro Mártir (dec. VII, lib. I, cap. II) dice “para sus lechos colgados, que necesitan, hacen colchas, que ellos llaman _hamacas_.” Oviedo (lib. V, cap. II) escribe _hamaca_. Y, perdurando aún entre nuestros campesinos la aspiración al principio del vocablo, por lo que dicen _jamaca_, no nos esplicamos porqué el señor Bachiller y Morales escribe, en su Ob. cit. p. 194, el vocablo sin _h_. _Habacoa._—Hoy llamada _Bary_, una de las islas Lucayas. _Hatiiey._—Cacique de _Guahaba_, en Santo Domingo. Se pasó á Cuba é indujo á los _siboneyes_ á hacer resistencia á los conquistadores. Cayó prisionero y fué quemado vivo. _Hatibonico._—Las Casas (t. v. p. 270) dice: “llámase _hatibonico_ en el lenguaje de indios.” En Cuba hay también dos ríos con este mismo nombre. Es corrupción de _Jatibonicu_. Y de este vocablo se deriva el de _Aybonito_, castellanizado ya, y conservado en un pueblo de Puerto Rico. _Hatiey._—Lugar del cacicazgo de Marien, en Santo Domingo. _Hanigajía._—Lugar del cacicazgo de Xaragua. _Henequén._—Planta de la familia del _Maguey_. La _pita_ de los españoles. Otros escriben _heniquén_ y _jeniquén_. _Haytí._—El nombre primitivo de _La Española_, que en la actualidad lo conserva la mitad de la isla, llamándose la otra mitad Santo Domingo. Significa, _tierra alta_. En la parte oriental llamaban los indígenas á la isla _Quisqueya_; y en la setentrional _Bojío_. _Hico._—Véase _Jico_. _Higiiey._—El quinto y último cacicazgo de Santo Domingo, en la parte E. y S. E. de la isla, subdividido en las poblaciones de Asua, Maniex, Bonao, Cayemú, Cacao, Hicayagua y Boyá. Este cacicazgo también tenía el nombre de _Iguayagua_. Su régulo era _Cayacoa_ y más tarde _Cotubanamá_. Tenía de 45 á 50 leguas de costa de mar y de 25 á 30 leguas de territorio hacia el Sur y 30 leguas de tierra adentro. Regado por los ríos Ozama, Yamasá, Guabanimo (hoy Isabela), Quabón. Yuma Yabacoa, Anamuya, Jaina, y Sabita, (Jiguero). _Higuamota._—Hija del cacique Caonabó y Anacaona; casó con el español Guevara, que fué preso por el revoltoso Roldán, por esta unión, falleciendo en la cárcel; y la india, heredera del cacicazgo, le siguió también en su triste fin. _Higua._—Monte de la sierra de San José de las Matas, en Santo Domingo. _Higiiera._—Arbol. (_Crescentia cujete._ Hay otra variedad, llamada _Crescentia cucurbitina_). Hoy se dice en Puerto Rico jigiiero al árbol y _jigiiera_ al fruto. En Cuba le llaman _giiira_. En Venezuela _totumo_ y _totuma_. Oviedo (lib. VIII, cap. IV) dice: “del árbol llamado _higiiero_. El acento de la letra _u_ ha de ser luengo, ó despacio dicho; de manera que, no se pronuncie breve, ni juntamente estas tres letras _gue_; sino que detenga poquita cosa entre la _u_ y la _e_, é diga _hi... gu... ero_. Digo ésto, porque el lector no entienda higuero ó higuera de _higo_.” Pedro Mártir (Déc. 8a. lib. XI, cap. II) hace igual ó parecida advertencia. _Higuanamá._—Vieja cacica del _Higiiey_. _Higuana._—Lagarto grande, que cazaban los indígenas para comerlo. Oviedo escribe _Yuana_. Las Casas, Vargas Machuca y Enciso _Yguana_. Don Fernando Colón anota _Jiguana_. Herrera copia _higuana_. _Hicaco._—Arbusto frutal. (_Chrisobalanus icaco_). También se dice _jicaco_. _Hicotea._—Véase _Jicotea_. _Hequetí._—Uno. El contar de los indios no pasaba de veinte. Según Las Casas, tenían vocablos para designar cantidad hasta diez; de diez á veinte usaban de los dedos de pies y manos. _Higuaca._—El papagayo. Véase este vocablo. _Haniguayagua._—Según Las Casas, una provincia india de La Española, junto al _Baoruco_, de 25 leguas de largo y 12 á 15 de ancho. _Hobo._—El jobo. Oviedo escribe _hobo_. Arbol frutal. (_spondias lutea_). _Holguín._—Pueblo de Cuba. El vocablo está muy corrompido. Debe proceder de _guanín_ ó de _yagiiín_ por _yaragiiín_, lugar de _giiines_. Ese _hol_ ó _jol_ no es indo-antillano. _Humacao._—Santa Clara anota _Jumacao_. Población y río de Puerto Rico. Oviedo llama al río _Macao_. _Humirí._—Arbol resinoso. (_Humiri balsamifera_). _Hupía._—El alma. Las Casas (t. v. p. 500) dice: “tenían gran miedo de los fantasmas de noche, que llamaban _hupías_; é _hupía_ no era otra cosa que el alma del hombre, porque así llamaban el _ánima_”. _Hoconuco._—Barrio de San Germán, en Puerto Rico. _Hutía._—Oviedo, en el lib. XII, cap. I, describe la jutía. _Huracán._—Tempestad. El espíritu maligno. Pedro Mártir (Déc. 1ª lib. IV, cap. IV) dice: “á estas tempestades del aire; como los griegos los llaman _thiphones_, éstos los llaman _huracanes_”. Las Casas (t. v. p. 412) dice: “_huracanes_ llamaban los indios desta isla (La Española) las dichas tormentas”. Washington Irving se equivoca al escribir que los haytianos las llamaban _furicán_. Dándole el valor, fonético de la _h_ sería _juracán_. Los galibis de Venezuela le llaman aún _yuracán_. Santa Clara, en su Informe de 1582, escribe _juracán_. I _Inabón._—Río tributario del _Jacaguas_, en Puerto Rico. _Itabo._—Río de Santo Domingo, que desemboca al S. de la isla. _Imotonex._—Cacique haytiano, encomendado á Hernando de Alcántara, en el Repartimiento de indios de La Española, en 1514. _Iguanamá._—Cacica haytiana, encomendada á Luis García de Mohedas, en 1514. Tomó el nombre de _Isabel de Iguanamá_. _Ibonao._—Villa de Santo Domingo, en 1514. _Inamoca._—Cacique haytiano, encomandado á Miguel de Pasamonte, en 1514. _Inagua._—Isla llamada _Grande Inagua_, á 15 leguas del cabo _Maisí_, de Cuba. La que creyeron los compañeros de Colón que querían indicar los _yucayos_ al decir _babeque_. J _Jaba._—La especie de canasto para trasportar la _jamaca_ y otros objetos, puestos al extremo de un palo y llevado al hombro. Véase _haba_. _Jabacoa._—Lugar de Cuba. Bachiller y Morales (Ob. cit. p. 307) dice, que es un río de Puerto Rico. No hay tal cosa. El río de Arecibo se llamaba aún, en 1582, _Abacoa_, pero sin j. Véase esta palabra. _Jácana._—Un barrio de Yauco y otro de Yabucoa, en Puerto Rico. _Jacaboa._—Barrio y río de Patillas, en Puerto Rico. _Jacaguas._—Río que corre por Juana Díaz, en Puerto Rico. Antiguamente formaba el límite, al S. de la Isla, del _Partido de San Juan_, en oposición al otro llamado _Partido de San Germán_. El límite al N. era el río de Camuy. Hoy divide dicho río los límites de Coamo y Guayama. _Jagua._—Arbol frutal. En Venezuela es llamado _caruto_; y en otras partes de la América meridional _Genipa_. (_Genipa americana_). Las Casas escribe _Xagua_; y dice: “el zumo de la fruta es blanco é poco á poco se hace tinta muy negra con que teñían los indios algunas cosas que hacían de algodón é nosotros escribíamos.” Dice Oviedo: “para pelear, y parecer gentiles hombres, píntanse con _jagua_, que es la fruta de un árbol, de que hacen una tinta negra.” Puerto de Cienfuegos, en Cuba. _Jagiiey._—Deposito de agua dulce. Un barrio de Aguada y otro de Rincón, en Puerto Rico. También se llama _jagiiey_ en Puerto Rico al _ficus laurifolia_. _Jagual._—Lugar de la vega de Arecibo, en Puerto Rico. _Jáiba._—Cangrejo de río. Las Casas escribe xayba. _Jaina._—Lugar y río de Santo Domingo. Las Casas anota _Hayna_. Las minas de oro de Jaina fueron las primeras que se beneficiaron en el Nuevo Mundo. Miguel Díaz había abandonado el fuerte de Navidad por haber herido en una riña á un compañero; y en su huida llegó sin contratiempo á la margen oriental del río _Ozama_, donde vivía la cacica viuda del régulo _Cayacoa_. Díaz hizo amistad con la india, la tomó por mujer y supo por ella la existencia de oro en la región comprendida desde Jaina arriba hasta Bonao. Díaz dió parte del hallazgo al Almirante, quien envió á su hermano Bartolomé y á Francisco de Garay á tomar informes. Se construyó un fortín; y el 4 de Agosto de 1496 se puso la primera piedra de _Nueva Isabela_, que luego se llamó _Santo Domingo_, hasta 1504, que un huracán destruyó la población, cuyas ruinas existen todavía con el nombre de _Torrecillas_. La nueva ciudad de _Santo Domingo_ fué edificada por Ovando al lado opuesto del río. _Jaibón._—Río de Santo Domingo, tributario del Yaque del Norte. _Jabiya._—Arbol que da una almendra emeto-catártica. (_Hura crepitans_). _Jamayca._—Pedro Mártir (Déc. 1ª lib. III, c. III) dice: “al lado meridional de Cuba encontró el Almirante primeramente la isla que los indígenas llaman _Jamayca_”. En la información que Colón hizo practicar ante el escribano de la nave que él capitaneaba, cuando reconoció el sur de Cuba, se lee: “y siguió la costa della (Cuba) al occidente de la parte del Austro, para ir á una isla muy grande, que los indios llaman _Jamayca_, la qual falló, después de haber andado mucho camino, é le puso por nombre la _Isla de Santiago_.” Significa: _Lugar grande con agua_. _Ja_, por _gua_, equivalente á _he aquí_; _ma_, grande; y por _ní_, agua; _ca_ por _coa_, lugar, sitio. _Jan-jan._—Sí. _Jarabacoa._—Sierras del Cibao, de Santo Domingo, coronadas de pinos. _Jaragua._—Uno de los cacicazgos principales de Santo Domingo. Llevaba también el nombre de _Aniguayagua_. Estaba situado al O. y S. O. Era su régulo _Bojekio_. Comprendía á _Hanigagía_, _Yaquino_, _Yaguana_, _Guacayarina_, _Cahaya_ y la islita _Guanabo_. Las Casas escribe _Xaragua_. Anotamos, de paso, que al hablar de _La Española_ en su período indígena la llamamos indistintamente Santo Domingo ó Haytí, sin fijarnos en los límites posteriores de estas dos Repúblicas, que constituyen hoy dos nacionalidades distintas. _Jaruco._—Puerto de Cuba. Dice el capitán Bernal Díaz del Castillo al narrar la _Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España_: “nos hicimos á la vela en el puerto de _Jaruco_, que ansí se llama entre los indios, y es de la banda del Norte”. _Jaimiquí._—Arbol de Cuba. (_Achras_). _Jataca._—Vasija hecha de _jigiiero_, en Puerto Rico. Corrupción de _Guataca_. _Jatibonico._—Véase _Hatibonico_. _Jauca._—Barrio y río de Utuado, en Puerto Rico. _Jayuya._—Lugar poblado en los campos de Utuado, en Puerto Rico. Corrupción de _Guayuya_, de _guayo_ y _ya_ por _yara_, sitio. _Lugar de guayos._ _Jayabacaná._—Arbol. _Jején._—Mosquito pequeño, que al clavar su aguijón produce un molesto escozor. Las Casas escribe _xexén_. _Jeniquén._—Una variedad de maguey. _Jiba._—Bosque. Un arbusto. (_Erithroxylum_). _Jibara._—Lugar y puerto de Cuba. De donde procede nuestro vocablo criollo _jíbaro_, esdrújulo aplicado al _hombre del monte_, al campesino. En Cuba se usa como adjetivo, y se dice _perro jíbaro_, por alzado, como sinónimo de _montaraz_. La palabra _jíbaro_ está compuesta de la radical indo-antillana _jiba_, monte, y _ro_ por _ero_, que, como sufijo en español, equivale á _hombre_. _Jibe._—El cedazo indígena. Dice Las Casas: “tienen un cedazo, algo más espeso que un hornero con los que aechan el trigo en Andalucía, que llaman _híbiz_, hecho de unas cañitas de carrizo muy delicadas; é allí desboronan aquella masa (la yuca rallada), la qual como está seca, é enjuta, sin el zumo que tenía, luego se desborona con las manos, é pasada por el _híbiz_, queda muy cernida é muy buena harina”. _Jicaco._—Véase _Hicaco_. _Jico._—El cordel ó _cabuya_ para sostener la jamaca. Los cronistas escriben _híco_. _Jicotea._—Tortuga de agua dulce. Las Casas anota _hycotea_ y Oviedo _hicotea_. _Jicaya._—Río de Magua, en Haytí. _Jibiría._—La sandía. _Jigiiera._—Véase _Higiiera_. _Jíquima._—Bejuco leguminoso. _Jiquilete._—Añil silvestre. (_Indigofera argentea_). _Jiguaní._—Lugar de Cuba. Significa _El alto del río_; y no _Río del Angel_, como trae Bachiller y Morales, en la p. 311 de la Ob. cit. tomándolo de Noda. _Jimagua._—Gemelo. _Jima._—Río del territorio de Magua, en Haytí. _Jícara._—El vocablo es de orígen mexicano, de _Xicatli_. _Jipato._—El señor Bachiller y Morales (Ob. cit. p. 311) trae la palabra como procedente de _hipa_ ó _xipa_. Error. _Jipato_ viene de _Hepático_, del latín _hepar_, _hepatis_, el hígado. Los _ictéricos_ se ponen _amarillos_ y los _cloro-anémicos_ también, y el vocablo se generalizó para todos los pacientes de color quebrado, amarilloso. De _hepático_ procedió _hipatico_ y _jipato_. _Jobo._—Arbol frutal. (_Spondias lutea_). Oviedo escribe _hobo_, Las Casas _hovo_, y Fray Román Pane _mirabolano_. Un puerto de la costa S. de la isla de Puerto Rico. _Jobabo._—Río de Puerto Príncipe, en Cuba. _Jocabunagus maorocon._—El dios protector de Haytí. Casi todos los nombres indígenas del manuscrito de fray Román Pane, en el Informe hecho en latín por el autor, traducido luego al italiano y de éste al español, están mal consignados por los traductores y copistas. Este mismo nombre de la _Divinidad haytiana_ lo trae Las Casas (t. v. p. 434) anotado _Yocahu Vagua Maorocoti_. Y nosotros escribimos _Yucajú Bagua Maorocotí_. Véase esta frase. _Jobobaba._—Según Pane, una cueva que estaba en las tierras del cacique _Manítibuex_, de donde creían los haytianos que el sol y la luna habían salido. La gruta la tenían en mucha estimación, llena de follaje y ornamentada. Tenían en ella dos _zemís_ de piedra, del tamaño de medio brazo, á los cuales pedían los indígenas la lluvia en tiempos de sequía. Un _zemí_ tenía el nombre de _Boníaex_ y el otro el de _Maroyú_. _Josibí._—Según el señor García, el _perro mudo_ encontrado en Haytí. En las Antillas no había ningún animal de la familia de los _canes_. Los conquistadores llamaron _perro mudo_ al _oso lavandero_. Los indígenas le llamaban _guabiniquinax_. _Jocuma._—Arbol silvestre. (_Bumelia salicifolia_). _Jubo._—Culebra. _Jiiey._—Cangrejo de mangles. _Jutía._—Uno de los animalejos encontrados por los españoles en las grandes Antillas. Pichardo describe las variedades de Cuba. En Puerto Rico parece no la había. En el informe del bachiller Santa Clara al rey Felipe II, describiendo la isla de San Juan, en 1582, hay una palabra, por desgracia mal recogida por el copista, que induce á creer la hubiera. Dice así el cronista: “cinco leguas más arriba á la costa se halla una baya honda, buen puerto, que llaman _Mosquital_, mar muerta, pueden surgir en él nabios de qualquier parte, es arena limpia, haze el abrigo una ysleta que tendrá de amplio tres quartos de legua, llámase _Ysla de Antías_; púsosele este nombre por unos animalejos que hay en ella á modo de conejos, que se llaman _dantía_, tienen la cola como ratón, más corta.” Opinamos que esta _dantía_ debe ser error de copista, por _hutía_, _jutía_. Si las hubo en _Boriquén_ desaparecieron prontamente. L _Lerén._—Oviedo (libr. VII, cap. XIII) dice: “_lirén_ es una fruta que nasce en una planta, que los yndios cultivan”. Las Casas escribe _leren_ (t. v. p. 308). Pichardo anota _llerén_ equivocadamente; y Bachiller y Morales no trae el vocablo como indo-antillano usado en Cuba. Santa Clara escribe _leren_. Opinamos, que es _lirén_ ó _yerén_. (_Marantha allouya_). _Libón._—Río de Santo Domingo. _Lucayos._—Corrupción de _Yucayos_. _Luquillo._—La montaña más elevada de Puerto Rico. Corrupción de _Yukiyu_. Santa Clara (1582) dice: “llámase _Loquillo_, porque los españoles la denominaron ansí, respecto de que un indio cacique en ella posaba; y se alzaba de ordinario contra los cristianos”. _Luquo._—Los franceses escriben _Louquo_. Corrupción de _Yukú_, contracción de _Yukajú_, espíritu benéfico de Haytí. M _Ma._—Radical indo-antillana, significando _grande_, _extenso_. _Mabí._—Arbol. (_Colubrina reclinata_). Su hoja sirve en Puerto Rico para hacer una bebida refrescante, tónica, de uso generalizado. Viene á ser la cerveza criolla. _Maboa._—Arbol. (_Cameraria latifolia_). _Mabú._—Barrio de Humacao, en Puerto Rico. _Maboya._—Espíritu maligno. _Mabuya._—Véase _Maboya_. _Mabodamaca._—Cacique boriqueño, que tomó parte en el alzamiento de 1511, en unión de _Guaybana_, _Guarionex_ y _Urayoán_. Tenía su aduar ó _yucayeque_ en el _Guajataca_. Acampó entre Quebradillas é Isabela con seiscientos indios. Fué á combatirle, de orden de Ponce de León, el capitán don Diego de Salazar, quien lo derrotó, matándole ciento cincuenta indios. _Mabiya._—Un barrio y río de Vega Alta, en Puerto Rico. Hoy escriben, por corrupción del vocablo, _Mavilla_. _Macabón._—Río de Santo Domingo, tributario del Yaque del Norte. _Macabí._—Pez que tiene muchas espinas. _Mabó._—Cacique boriqueño, residente en _Guaynabo_, cuyo _conuco_ con 1.090 montones de yuca y boniatos fué vendido por el conquistador Juan Ponce de León, en 12 de Octubre de 1510, á los pobladores Hernán Sánchez, Alonso de Cuellar y Pedro Alonso, en 92 pesos, 4 tomines y 9 granos, para atender á los gastos de la colonización del _Boriquén_. _Macabuca._—¿Qué me importa? _Macagua._—Arbol de Cuba. (Pichardo). _Macao._—Las Casas escribe: “un pueblo grande de indios (en La Española) que llamaban _Macao_. Punta al E. de Santo Domingo. Un cacique boriqueño cuya ranchería demoraba en _Jumacao_. Nombre que le da Oviedo al río de _Humacao_. _Macana._—Garrote grueso de madera. Arma ofensiva de los indígenas. Según Pichardo, procede la palabra de _Apirama_, cerca de Popayán. Nosotros opinamos, que es de origen indo-antillano, porque lo son sus raíces _ma_ y _cana_. Las Casas (t. v. p. 331) dice hablando de las palmas de yagua: “desta madera hacían los indios las que llamaban _macanas_.” Vargas Machuca (_Milicia indiana_, t. 1º p. 38) dice: “Usan también unas _macanas_ como montantes ó espadas de mano, son de palmas y juéganlas á dos manos.” Es un error de Bachiller y Morales el anotar, que los indo-antillanos le incrustaban espinas y pedernales. Es confundir la azagaya con la macana. Los indios mexicanos incrustaban á sus macanas pedacitos cortantes de _obsidiana_, á uno y otro lado, y esas eran sus espadas. El individuo nombrado por la Real Academia matritense para hacer el glosario de voces americanas empleadas por el cronista Oviedo, y cuyo trabajo figura en el cuarto tomo de la _Historia general de Indias_, de dicho autor, páginas 593 á 607, anota equivocadamente, en la página 601: “_Macana_: especie de maza de armas, usada por los indios, y formada generalmente de una porra guarnecida de pedernales.” Este es un error craso. Oviedo (lib. III, cap. V.). dice: “pelean con _macanas_ los indios desta isla (La Española), que son unos palos tan anchos como tres dedos, ó algo menos, é tan luengos como la estatura de un hombre con dos filos algo agudos; y en el extremo de la macana tiene una manija, é usaban de ellas como hacha de armas á dos manos; son de madera de palma, muy recia, é de otros árboles.” Y no se diga, que Oviedo confunde la _macana_ con la _azagaya_, porque más adelante, en el mismo capitulo, anota: “Así mesmo pelean con varas arrojadizas como dardos, é algunas más delgadas que dardos, é agudas las puntas, que para entre gente desnuda son asaz peligrosas”. Las Casas da de largo á la _macana_ cuatro palmos. Ratzel (_Las Razas Humanas_, Edición española de Montaner. Barcelona. 1889. t. 2º p. 32 y 33) trae dibujos donde se ve claramente, que la tal _manija_ al extremo de la _macana_ era sencillamente una abrazadera de cuerda ó cordón, con que el indio se aseguraba el garrote á la muñeca para evitar, en los golpes y contragolpes, que se le escapara la macana de la mano. Pedro Mártir (Déc. II, libro III, cap. II) dice: “Pelean de ordinario mano á mano, con largas espadas, que llaman _macanas_, pero de madera, porque no tienen hierro; usan en la guerra de palos chamuscados, ó con puntas de hueso, arrojadizos.” No debe, pues, confundirse la _macana_ con el hacha de piedra ó _manaya_, ni con el azagaya ó lanza arrojadiza. _Macaná._—Barrio de Guayanilla y de una quebrada, en Puerto Rico. _Macaguaro._—Planta silvestre. _Macaguanigua._—Río de Baracoa, Cuba, donde Hernán Cortés, expuesto á ahogarse, estuvo luchando en un pequeño esquife contra la corriente, después de haberse huido del barco en donde el gobernador Diego Velázquez le tuvo preso. _Macuaque._—Río tributario del Macorix, en Santo Domingo. _Macorí._—Arbol silvestre. (_Cupania oppositifolia_). _Macorix._—Puerto, río y territorio de Santo Domingo. _Macumara._—Comarca de la parte occidental de Santo Domingo. _Maga._—Arbol, cuya madera es de ebanistería. (_Thespesia grandiflora_). Hay dos variedades. Bachiller y Morales anota equivocadamente: “Caoba de Boriquén”. En Puerto Rico la caoba ha sido importada recientemente de Santo Domingo. _Magua._—Un cacicazgo de Haytí, del cual era régulo _Guarionex_. Comprendía 21 departamentos, con sus correspondientes sub-jefes ó _nitaynos_. Eran _Batey_, _Cabanacoa_, _Coroiay_, _Cotuí_, _Cibao_, _Ciguay_, _Juma_, _Guaybamoca_, _Goacoa_, _Janique_, _Marien_, _Maymón_, _Majagua_, _Macorix_, _Moca_, _Mayonix_, _Maguey_, _Manyico_, _Samaná_, _Yaguax_ y _Yavajayucu_. En una parte de este territorio vivían los célebres _ciguayos_. _Magua_ significa, vega. _Maguayo._—Un barrio del Dorado, en Puerto Rico. _Maguaca._—Río de Santo Domingo, tributario del Yaque del Norte. _Macacuya._—Arbol silvestre. _Maguana._—Uno de los cinco cacicazgos de Haytí, cuyo régulo era _Caonabó_: comprendía 21 departamentos, con sus sub-jefes ó _nitaynos_. Eran _Abayagua_, _Aguaybó_, _Alcobaxa_, _Ayaguana_, _Azua_, _Baní_, _Bánica_, _Bonao_, _Careybana_, _Coroxo_, _Guana_, _Guananea_, _Jayacú_, _Xagüey_ (hoy Laguna), _Macabonao_, _Maguanabo_, _Nití_, _Nixao_, _Nixinao_, _Sabána_ y _Yaguaná_. Los haytianos llamaban _magua_ á la vega grande y _maguana_ á la vega menor. _Maguey._—Planta textil. (_Agave americana_). Sus filamentos servían para cordelería á los indo-antillanos. _Magüey._—El tambor hecho de madera ahuecada. Pedro Mártir (Déc. III, libro VII, cap. II) dice: “al tambor le llaman _magüei_”. Al son de este instrumento cantaban sus himnos ó _areytos_ y danzaban con el ritmo del canto. Oviedo anota _maguey_. _Maguacana._—Planta silvestre. _Maisí._—El maíz. Algunos escritores antiguos anotan mahiz, entre ellos, Oviedo. Pedro Mártir (Déc. I. libr. I, cap. III) dice: “á esta clase de trigo le llaman _maíz_.” Las Casas narra: “Sembraban y cogían dos veces al año, el grano que llamaban _mahiz_, no para hacer pan dél, sino para comer.” El indo-antillano comía el maíz tostado, el indio de Tierra Firme hacía pan de maíz, moliéndolo en un mortero de piedra y haciendo tortas llamadas _arepas_. Fernando Colón (cap. XXVII) dice: “y otro grano que llamaban _maiz_.” La _h_ interpolada por Las Casas y Oviedo induce á creer que el vocablo original fuese _majisí_. _Mahite._—Véase _Buticaco_. _Majá._—En Cuba, la culebra grande. _Majagua._—Cacique boriqueño, cuyo _conuco_ de ocho mil montones de yuca y boniatos fué vendido en almoneda pública, el año de 1510, por el conquistador Juan Ponce de León, en cien pesos á Juan Cerón, á Marcos de Ardón y Garci-Troche, para atender á los gastos de la incipiente colonia del _Boriquén_. Arbol silvestre, (_Paritium tiliaceum_), que produce una corteza filamentosa textil, aprovechada en la industria de cordelería criolla. Río tributario del Loiza, en Puerto Rico. _Mairení._—El nitayno subalterno, en Haytí, según el señor García. Creemos sea error de copista. _Mamey._—Arbol frutal. (_Mammea americana_). Las Casas escribe: “Había en esta isla (La Española) frutas silvestres por los montes, muy buenas, ninguna doméstica, porque no curaban de tener huertos con frutales, contrario de los indios de Tierra Firme, sino que cuando las topaban al acaso, las comían; la mejor de las quales, é quizás de gran parte del mundo, eran las que llamaban _mameyes_”. _Majúbiatibirí._—Cacique haytiano, amigo de fray Román Pane. _Majibacoa._—Planta silvestre. _Malanga._—Vocablo de origen africano, como también _ñame_. _Mambí._—No es palabra indo-antillana; sino un neologismo aplicado á los insurrectos de Cuba y Santo Domingo. _Mana._—Río tributario del Jaina, en Santo Domingo. _Manaca._—La palma real. (_Oreodoxa regia_). Oviedo (libr. IX, cap. IV) dice: “Entre las otras palmas hay un género dellas, que los indios llaman _manaca_”. _Maná._—Barrio del Corozal, en Puerto Rico. _Managüeca._—Batea hecha de yaguas de palma real. Oviedo (libr. XIV, cap. IV). _Manacle._—Palmera dominicana. Corrupción de _manaca_. _Manacua._—Comarca de la parte occidental de Santo Domingo. _Manaya._—El hacha de piedra. Pedro Mártir (Déc. 1ª lib. I, cap. II) dice: “pero es cierto que ellos todo lo cortan con ciertas piedras de río durísimas y bastante agudas.” Y el mismo autor en carta á Pomponio Leto (Carta CLVI) le dice: “Hierro no tienen: pero de ciertas piedras de río forman instrumentos fabriles”. _Manajú._—Arbol silvestre. (_Garcinia morella_). _Maní._—(_Arachis hipogæa_). Opina Pichardo, que esta planta es originaria de la Baja Guinea y la palabra también. Tampoco la trae Bachiller y Morales como indo-antillana. Las Casas (t. v. p. 309) dice: “otra fructa tenían, que sembraban y se criaba de tierra...... llamaban _maní_.” Oviedo (libr. VII, cap. V) anota: “Una fructa tienen los yndios desta ysla Española, que llaman _maní_.” Los mexicanos la llamaban _cacahuetl_, de donde procede el vocablo _cacahuete_. _Manatí._—Pueblo y río de Puerto Rico. Pez. Oviedo comete el error de anotar (libr. XIII, cap. IX), que por tener dos brazos ó manos cerca de la cabeza los cristianos le pusieron el nombre de _manatí_. El vocablo es indo-antillano. Pedro Mártir (Déc. III, libr. VIII, cap. I) dice: “Peces enormes, que los indígenas llaman _manatí_.” Las Casas (t. v. p. 304) dice: “Hay en este mar, en especial por estas islas, á la boca de los ríos, entre el agua salada y dulce, peces que llamaban los indios _manatíes_, la penúltima sílaba luenga”. _Managüís._—Empaque de yagua para trasportar el casabe. _Manigua._—Boscaje. Maleza. _Manioca._—Así llamaban los indios de Tierra Firme á la _yucubía_, de la cual procede la yuca. Hoy se conserva la palabra, corrompida, en el nombre científico de esta planta, escrita _manihoc_. Otros han escrito _maño_ y _mandioca_. La trae Gumilla (_Hist. nat. de las naciones del Orinoco._ Barcelona. 1791). _Manatuabón._—El río de Maunabo. Oviedo lo trae y Herrera también. Santa Clara (1582) lo anota con el nombre de _Unabo_. Nosotros cometimos el error en una nota de nuestra obra _Colón en Puerto Rico_, de confundirlo con el río _Manatí_. Las primeras muestras de oro, que obtuvo Juan Ponce de León en Puerto Rico, cuando visitó, la isla en 1508, por vez primera, fueron de este río, del inmediato _Guayaney_, que corre por Yabucoa, y del _Cibuco_ de Vega Baja. _Maniguatex._—Cacique haytiano, encomendado á Miguel Perez de Almazán, en 1514, en el Repartimiento de La Española. _Manicatoex._—Dos caciques haytianos de este nombre: uno, hermano de Caonabó, que se alzó en armas contra los españoles cuando la prisión del célebre cacique, destructor del fuerte de Navidad. El otro, fué encomendado en 1514 á Juan Fernandez de Guadalupe, cuando las encomiendas de indios. _Manicarao._—Según Gomara, en el Repartimiento de indios de Cuba, el conquistador Diego Velázquez dió á Hernán Cortés los indios de _Manicarao_. _Manibarí._—La verdolaga. (_Portulaca parviflora_). Dice Las Casas: “á estas, las verdolagas, me acuerdo que llamaban los indios _manibarí_.” _Maniey._—Territorio indio de La Española. _Maorocotí._—Palabra polisintética, que comprende los atributos de la divinidad haytiana. En el capítulo sobre la religión de los boriqueños deshacemos el polisintetismo de este vocablo. _Mapiiey._—Raíz nutritiva de Boriquén. (_Dioscorea alata_). Hoy se llama _ñame mapiiey_. Debe ser _mabiiey_. _Maketaorí-Guanana._—Según fray Román Pane, el cacique dueño de _Coaibay_, lugar de la isla de Haytí, donde iban á refugiarse los muertos. _Maraca._—Instrumento musical hecho de la fruta de la _higiiera_, libre de su endocarpio, y llena de piedritas silíceas; el mango es un palillo que atraviesa la _jigiiera_. Se usa golpeando á compás contra la palma de la mano para obtener un sonido rítmico. Aún se utiliza en los campos de Puerto Rico, en algunas fiestas campestres. _Maracapana._—Lugar de indios _Aruacas_ en Costa-Firme. Corrupción de _Maracabana_. _Maragiiay._—Cacique _aruaca_ de Costa Firme. _Maragiiex._—Barrio de Ponce, en Puerto Rico. _Marañón._—Dice el señor Bachiller y Morales que esta palabra se compone de _marany-abbo_, resina y _marem_, río. (Ob. cit. p. 323). Opinamos, que el nombre indio del Amazonas, se haya escrito _Maragnon_, _Marayabón_, _Maraniabón_, que significa _Lugar de mucha agua_. _Mara_ por _para_, mar (en guaraní); _ni_, agua; y _abón_, lugar ó sitio. _Mariá._—Hé aquí un vocablo, que es necesario leer á Oviedo (libr. IX, cap. XVI) para comprender que lo tenían los indígenas. _Mari-á._ Es el _ocuje_ de Cuba. En Puerto Rico conserva el nombre indo-antillano; pero, poniendo el acento en la _i_, dicen _maría_. Servía á los indios el tronco para hacer canoas. (_Caliphyllum calaba_). _Maríen._—Uno de los cacicazgos principales de Haytí. Tenía catorce departamentos; con sus correspondientes lugartenientes ó _nitaynos_. _Bayajá_, _Baynoa_, _Caríbata_, _Caobanicú_, _Coaba_, _Dajabón_, _Guayubón_, _Guajaba_, _Guaraguano_, _Yaití_, _Jatiex_, _Jaibón_, _Mauní_ é _Iguamucú_. El régulo de este cacicazgo era el célebre _Guacanagarí_, aliado de Colón, desde el primer viaje del Almirante; y luego, siempre fiel á los españoles. _Maricao._—Pueblo de Puerto Rico. Y un árbol. (_Byrsonima spicata_). _Marunguey._—Islote al E. de Puerto Rico. Raíz de una planta que da fécula. (_Zamia intermedia_). _Matúnjerí._—Palabra de distinción, que usaban los indígenas con sus caciques. Las Casas escribe, _matunherí_. (t. v. p. 484). _Matún._—Generoso. _Maunabo._—Pueblo y río de Puerto Rico. Oviedo y Herrera lo designan _Manatuabón_. Santa Clara (1582) escribe _Unabo_. Iñigo Abbad, _Maunabón_. _Maya._—Planta textil, que se usa únicamente para limitar predios rústicos, porque sus hojas tienen púas, y se desarrolla fácilmente en cualquier terreno. (_Bromelia antelminthica_). _Mayabón._—Río de Cuba. _Mayaya._—Río de Xaragua, en Santo Domingo. _Mayaní._—Pedro Mártir (Déc. I. libr. I. cap. VI) dice: “llaman á nada, _mayaní_.” _Mayagiiex._—Río de Puerto Rico. Se escribió _Mayagiies_ y _Mayagiiex_; hoy _Mayagiiez_. Oviedo lo anotó; y Santa Clara no lo cita en su célebre Informe. Tampoco Herrera. Por error escriben hoy _Yagiiez_. _Mayagiiez._—Ciudad de Puerto Rico, que toma el nombre del río _Mayagiiex_. Corrupción de _Mayagiiey_. _Maymón._—Río tributario del Yaque del Norte. _Moca._—Pueblos de Puerto Rico y Santo Domingo. _Mojuí._—Uno de los animalejos comibles, encontrados en Haytí. Oviedo anota _mohuy_. Las Casas, _mohí_; y Gomara _moheí_. Era más pequeño que la _jutía_. _Mona._—La isleta entre Puerto Rico y Santo Domingo. Fernando Colón escribe _Amona_, (cap. LIX). En la época del Descubrimiento estaba poblada de indígenas. Cuando Ponce de León vino á explorar el Boriquén, en 1508, hizo escala en ella. _Múcaro._—Ave de rapiña, nocturna. _Mucarabón._—Río tributario del _Toa_, en Puerto Rico. Hoy escriben por error _Mucarabones_. _Matininá._—La isla Martinica. Generalmente escriben los cronistas _Matinino_. N _Na._—Radical indo-antillana. Como prefijo significa _cosa_. Otras veces, _yo_. Como afijo es muchas veces contracción de _bana_, grande. _Naba._—Puerto de Cuba, que indica Colón en su primer viaje. _Naborí._—Hombre de la tribu. Pechero. Siervo. Refiere fray Román Pane, que al tiempo de morir un indio, llamado _Guatícaba_, que después de bautizado se llamó Juan, decía: _Díos naboría-daca_: que equivale á _yo soy siervo de Dios_. Al uso de los Encomenderos pasó el vocablo con la preposición _a_ de sufijo; y decían _nabória_. Las Casas (t. v. p. 475) también explica esta frase que hemos citado. _Nacán._—Centro, medio. _Nagua._—Faldellín de algodón, que de media cintura abajo usaban las indias casadas. Dice Fernando Colón, (cap. XXIV): “las mujeres andaban cubiertas con una fajilla de algodón é otras con un paño tejido, que parecía tela.” Oviedo (libr. III. cap. V) dice: “Las mujeres andan desnudas é desde la cinta abajo traen unas mantas de algodón fasta la mitad de la pantorrilla, é las cacicas é mujeres principales fasta los tobillos. Este hábito traían las que eran casadas, las doncellas ninguna cosa traían destas mantas, que llaman _naguas_.” El vocablo ha pasado al español convertido en _enagua_. _Naiboa._—El jugo venenoso de la yuca brava rallada. No debe confundirse este vocablo con _anaiboa_. El copista de la obra de Las Casas, escribe (t. v. p. 315) equivocadamente _hyen_. _Naguabo._—Pueblo y río de Puerto Rico. _Naje._—Oviedo (libr. v. p. v.) dice: “é se recogieron hasta doce indios, que podrían ser, en las canoas que es dicho; las quales allí tenían, é comenzaron, á dar golpes con los _nahes_ ó remos en las canoas.” _Najasa._—Lugar, río y montaña de Puerto Príncipe, en Cuba. Por error se escribe _Najaza_. _Najesí._—Arbol de Baracoa, en Cuba. (Pichardo). _Naragua._—La bahía de Enriquillo en Santo Domingo. _Neiba._—Región y río de Maguana. Las Casas escribe _Neyba_. _Ni._—Radical indo-antillana. Agua. _Nigua._—Insecto. (_Pulex penetrans_). Dice Las Casas: “la otra enfermedad, que afligió á los españoles, á los principios, fué la que llamaban los indios _nigua_.” Río de Santo Domingo. _Nibajo._—Río dominicano tributario del Yaque. _Nibagua._—Cacique haytiano, encomendado á Juan de Alburquerque, en el Repartimiento de indios de La Española, en 1514. _Niiagua._—Sitio en Santo Domingo, hoy _Nigagua_. _Niti._—Lugar del territorio de Maguana. _Nizao._—Río y sierras de Santo Domingo. Debe escribirse _Nisao_. _Nitabo._—Laguna de agua dulce. _Nitayno._—Pedro Mártir (Déc. 3ª. libr. VII, cap. II) dice: “También tienen todos gran cuidado de conocer los confines y límites de los reinos, y este cuidado es común á los _nitainos_, es decir, á los nobles, que así los llaman.” En el Diario de Colón se lee: (Domingo 23 de Diciembre): “También dicen otro nombre por _grande_, que llaman _nitayno_, no sabía si lo decían por _hidalgo_, _gobernador_ ó _juez_.” Las Casas (t. v. p. 484) anota: “Había en esta isla (La Española) é en cada reino della, muchos nobles é estimados por de mejor sangre que los demás, é tenían cargo sobre otros como de rejillos é guiallos; é éstos, en la lengua común desta isla, se llamaban _nitaynos_, la y luenga.” Venían á ser lugartenientes de los caciques. _Nipe._—Bahía de Cuba. Corrupción de _Nibi_. _Nonum._—Según Bachiller y Morales, la luna. Así era en caribe. Creemos, que en indo-antillano era _caraya_. _Nucay._—Palabra mal anotada, del Diario de Colón, significando _oro_. Este metal se llamaba en indo-antillano _caona_. _Nubaga._—Según Oviedo (libr. VII, cap. II) una especie de _yuca_. O _O._—Radical indo-antillano. Montaña. _Ocoa._—Lugar y río de Santo Domingo y bahía que queda al S. de la isla. _Orocobix._—Cacique boriqueño, encomendado á don Diego Colón; cuyo aduar ó _yucayeque_ radicaba en el _Jatibonicu_. Barrio y río de Barros, en Puerto Rico. _Otoao._—El actual _Utuado_, en Puerto Rico, donde señoreaba el cacique _Guarionex_. _Lugar de altas montañas._ O, montaña; _t_ por _ti_, altas; _o_, montaña; _ao_ por _coa_, lugar ó sitio. _Onícajinax._—Río de Cuba. Gomara anota _onícaxinal_. Bachiller y Morales opina sea _Mayabeque_, á cuyas orillas fundó el conquistador Velázquez la primitiva Habana. _Ozama._—Río de Santo Domingo. Debe escribirse _Osama_. _Osama._—Oye, escucha, atiende. Las Casas (t. 3º, p. 21) trae la siguiente frase indo-antillana: _Osama_, _guaoxerí_, _guarinquén_, _caona yarí_: oye, señor, ven á ver el lugar de oro. _Ocamanirí._—La isla Redonda. _Oribá._—La isla Oruba. _Ojuná._—La isla _Rum Cay_, á la cual llamó Colón _Santa María de la Concepción_. P La _p_ no es letra del lenguaje indo-antillano. Muchas voces de origen _aruaca_ tienen en Venezuela, trastrocada la _b_ por _p_; y se toman hoy como de origen _caribe_. _Pagaya._—Opina Bachiller y Morales sea el _naje_ ó _canalete_. _Papa._—El vocablo es del Continente americano. Gomara, hablando del Callao, dice: “carecen de maíz y comen unas raíces, que parecen turmas de tierra, y que ellos llaman _papas_.” Cieza encontró en Quito que las llamaban también así. Según Andoya, el vocablo viene de Popayán. _Papaya._—El fruto del papayo. (_Carica papaya_). La fruta y el vocablo vinieron á las Antillas del inmediato Continente americano. _Papagayo._—El vocablo no es de origen indo-antillano. Viene del árabe _babagá_. En portugués _papagaio_; en catalán _papagay_. Según Las Casas, los indígenas llamaban á los papagayos _higuacas_ y á los más pequeños _xaxabís_. El vocablo _loro_, aplicado al papagayo rojo, viene del malayo _lori_. _Pauxí._—Así llama Oviedo (libro VIII, cap. XXXXII) al _pajuil_, que en Cuba llaman _marañón_ y en Venezuela _merey_. (_Anacardium occidentale_). Véase _Cajuí_, que es el genuino indo-antillano. _Paraca._—Según Bachiller y Morales, la cotorra. Nosotros creemos que ésta era el _xaxabí_. Pichardo no trae el vocablo. _Paira._—El arco para tirar la flecha. Debe ser _baira_. _Patiya._—La sandía. Viene del Cumanagoto _paita_, sandía. Hoy se escribe en Puerto Rico _Patilla_ y está aplicado el vocablo al melón de agua y á un pueblo de la Isla. _Payabo._—Río de Santo Domingo, tributario del Yuma. Debe ser _Bayabo_. _Petate._—No es vocablo indo-antillano. Viene del mexicano _Petlatl_. En el vocabulario francés-rucuyano del Dr. Crevaux los indios de la Guayana francesa á la _hamaca_ llaman _etati_. _Piña._—Vocablo español, del latín _pinea_. Las Casas dice: “la piña es fruta de olor é sabor admirables, no la había en esta isla (Haytí), sino que de la isla de San Juan se trujo”. Oviedo (libr. VII, cap. XIV) anota: “De las piñas, que llaman los chrystianos, porque lo parecen: la qual fructa nombran los indios _yayama_, é á cierto género de la misma fructa llaman _boniama_, é á otra generación dicen _yayagua_.” _Piragua._—Nombre que daban los indios de Tierra Firme á la canoa pequeña, que destinaban á pescar; de _pira_, (en guaraní) pescado. _Plátano._—Oviedo (libr. VIII, cap. I) dice: “Hay una fructa, que acá llaman _plátanos_; pero, en la verdad, no lo son; ni éstos son árboles, ni los avía en estas Indias, é fueron traydos á ellas; mas quedarse han con este impropio nombre de _plátanos_.” Y luego añade: “Fué traydo este linaje de planta de la isla de Gran Canaria, el año de 1516, por el Reverendo padre fray Thomás de Berlanga, de la orden de los Predicadores, á esta cibdad de Santo Domingo; é dende aquí se han extendido á las otras poblaciones desta isla y en todas las otras pobladas de chrystianos, é las han llevado á la Tierra-Firme, y en cada parte que los han puesto se han dado muy bien.” El vocablo es de orígen griego, _plátanos_ de _platus_, ancho, lato, con relación á la amplitud de las hojas. Los indígenas lo nombraron _banana_; y de aquí surge el error de creer, que en América había plátanos; equivocación en que cae Bachiller y Morales (Ob. cit. p. 210), Echagoian (1561) en su Informe al Rey sobre Santo Domingo (Doc. ind. Arch. de Indias, t. 1º p. 13) y otros escritores. Si los indo-antillanos hubieran tenido la familia de las _musáceas_, al primero que le hubiera llamado la atención la belleza de un _platanal_ hubiera sido al Almirante Colón y después á Las Casas, que tanto tiempo vivió entre ellos. Los primeros españoles, que regresaban á España, hubieran informado también de este fruto á Pedro Mártir de Anglería, como de otras cosas, y lo encontraríamos citado en sus Décadas. _Pitajaya._—Arbol frutal. (_Cactus pitajaya_). Las Casas escribe _pitahaya_. Lo cita Santa Clara (1582) en su cap. 23, como una de las frutas de Puerto Rico. El vocablo original debe ser _bitajaya_. Q _Qué._—Radical indo-antillana, significando tierra. Mejor sería para fijar la fonética escribir _ké_. _Quemí._—Uno de los animalejos comibles, hallados en Haytí, mayor que la _jutía_. _Quiabón._—Río de Santo Domingo, que desagua al Sur. Debe llamarse _Queniabón_. _Quamá._—Una de las islas Turcas. _Quisqueya._—La región oriental de la isla de _Haytí_. Significa: _Lugar de tierras altas_. _Quis_, (_kis_, _tic_), altas; _que_, (ké), tierra; _ya_ por _yara_, sitio, lugar. Ya Pedro Mártir (Déc. 3ª, libr. VII, cap. I) recogió la idea de que los indios querían significar con este vocablo una _cosa grande_. _Quimbombó._—El fruto y la palabra vinieron de Africa. En Cuba lo llaman _molondrón_ y en Panamá _najú_. (_Hibiscus esculentus_). _Quisibaní._—Nombre del río Yuna, de Santo Domingo, hasta llegar al _Higüey_. _Quibicán._—Lugar de Cuba, en el departamento de la Habana. Hoy escriben por error _Quivicán_. _Quinigua._—Río de Santo Domingo, tributario del Yaque del Norte. R _Ri._—Radical indo-antillana, entrañando la idea de _valor_ ó _fortaleza_, y usada como afijo ó sufijo. S _Sabána._—Una gran extensión de terreno llano y con muy pocos árboles. (Oviedo libr. IV, cap. VIII) dice: “Llaman _savána_ los indios, como en otro lugar lo tengo dicho, las vegas ó cerros ó costas de ribera, si no tienen árboles, é á todo terreno que está sin ellos, con hierva ó sin ella”. Y Las Casas (t. v. pág. 258) anota: “esta provincia tiene dos partes, la una de llanos é campiñas, que los indios llamaban _sabanas_; “y en el mismo tomo, pág. 335 manifiesta el mismo autor: “todos los llanos, que llamaban los indios _sabanas_”. Pedro Mártir (Déc. VII, libro IX, cap. I) dice: “los españoles llaman _zavana_ á semejante llanura.” Las Casas y Oviedo escriben _de visu_, Pedro Mártir _de auditu_. Merecen más crédito aquellos que éste. Los castellanos tenían, y tienen, palabra propia para denominar estas llanadas, y es _páramo_; los rusos las llaman _estepas_; los italianos, cuando están anegadas, _marismas_; los franceses, _landas_; y en el Continente sud-americano, se les llama _pampas_. _Sabaneque._—Según la carta de Velázquez, de 1514, una región de Cuba, en la costa norte, á 25 leguas del río Caonao. _Sabicú._—Arbol de Cuba. (_Mimosa odorantissima_). _Sao._—Sabana pequeña. _Saba._—Una de las islas de Barlovento, que conserva el nombre indígena. _Sajes._—Según Las Casas, unos pececitos de río, muy sabrosos. _Samaná._—Península y bahía de Santo Domingo, al E. de dicha isla. _Sarobey._—El algodón. _Saragiiey._—Planta silvestre. _Sagua._—Véase _Xagua_. _Seboruco._—Corrupción de _Sibaorucu_. Lomas pedregosas. _Seiba._—Véase _Ceiba_. _Siba._—Piedra. _Sibucán._—Saquito hecho de filamentos de palma, para echar y prensar la yuca rallada, de la cual se ha de hacer el casabe. Dice Las Casas: “tienen una manga, que llaman _sibucán_, la media sílaba breve, hecha de empleyta de palma, de braza y media, ó poco más; é ancha quanto quepa el brazo; la qual tiene un asa á cada cabo, de donde se puede colgar: esta manga hínchanla de aquella masa, muy llena é apretada, é cuélganla de la rama de un árbol; é por la otra asa meten un palo de dos brazas ó poco más; é metido el cabo del palo en un agujero de un árbol junto á la tierra, siéntanse dos y tres mujeres, ó personas, al otro cabo del palo, é están allí una hora é más sentadas; é así se aprieta y exprime aquella masa.” _Sibuco._—Véase _Cibuco_. _Siboney._—El indio de Cuba. _Sibaguara._—Sitio de la parte occidental de Santo Domingo. _Sibukeira._—La isla de Guadalupe. Pedro Mártir (Déc. I, libr. II, cap. II) anota _Carucueria_. Oviedo escribe _Cibuqueira_. Era la principal morada de los Caribes antillanos. _Sipey._—La tierra muy arcillosa. _Barro sipey_: arcilla pegajosa. Debe ser _sibey_. _Sikeo._—Véase _Cicheo_. _Siguatío._—La isla _Grande Abaco_. _Sigua._—Caracolillo de las costas. _Setí._—Unos pececitos, recien nacidos, que en los plenilunios de Agosto, Septiembre y Octubre, entran por la desembocadura de algunos ríos de la costa norte de Puerto Rico, como el de Arecibo. En Cuba le llaman _tetí_, y entran por la boca del río Duaba, al O. de Baracoa. Las Casas (t. v. p. 279) dice: “en los arroyos pequeños hay unos pececitos chiquitos, que en Castilla llaman _pece-rey_ y los indios _tetí_, la última aguda.” _Semí._—La divinidad tutelar del indo-antillano. Las Casas (t. v. p. 468) dice: “Preguntando yo á los indios algunas veces ¿quién es aqueste _cemí_, que nombráis? respondíanme: el que hace llover é hace que haya sol é nos dá los hijos é los otros bienes que tenemos.” Los cronistas han anotado el vocablo con zedilla, como si la fonética fuera _zemí_. Significa, _señor de la tierra_, _ze_ por _ké_, tierra; y _mí_, contracción de _guamí_, señor. _Susúa._—Barrio y río de Yauco, en Puerto Rico. T _Tabacán._—Oviedo (libr. VIII, cap. II) la cita como la sexta y última variedad de la yuca. _Tabaco._—El cigarro. Hoy se aplica también á la planta _nicociana_, al indígena _cojibá_. _Tabonuco._—Arbol que produce abundantemente una resina blanca, y se utiliza en Puerto Rico, envuelta en _yagua_ para hacer teas, que llaman los campesinos _jachos_. (_Hedwigia balsamifera_). Un barrio de Sabana Grande en Puerto Rico. _Taguagua._—Zarcillo ó arracada de oro. Dice Las Casas: “llamaban en su lengua á estas joyas de oreja _taguagua_”. _Tagua._—Planta abejucada. (_Pasiflora fœtida_). _Tanamá._—La mariposa. Un barrio y río de Arecibo, en Puerto Rico. Un río de Santo Domingo, tributario del Quiabón. _Tau-túa._—El ben purgativo, que los indígenas sembraban en torno de sus bohíos, para purgarse, según Las Casas. _Tayno._—Bueno. Dice el doctor Chanca: “E llegándose alguna barca á tierra á hablar con ellos, diciéndoles _tayno, tayno_, que quiere decir _bueno_.” Bachiller y Morales aplica este nombre á los indo-antillanos, en general, para oponerlo al de _Caribe_. Los caribes insulares procedían de los caribes del Continente; y los otros indígenas, anteriores á los caribes en la ocupación del Archipiélago antillano, venían de los _Aruacas_ de Tierra Firme; por lo tanto, lo natural y lógico es llamarles los _Aruacas insulares_; y al determinarlos decir _haytianos_, _quisqueyanos_, _ciguayos_, _boriqueños_, _siboneyes_, _xamayquinos_, etc. según la isla. _Tayaboa._—Barrio de Peñuelas y río del S. en Puerto Rico. Por error escriben _Tallaboa_. Santa Clara (1582) anota _Taiaboa_. _Tayabacoa._—Río de Cuba. _Tayote._—Parece que viene del español _tallo_; pero el vocablo es de origen mexicano. Refiere Bernal Díaz del Castillo, en su _Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España_, que después de la batalla de Otumba “ibamos muy alegres é comiendo unas calabazas, las que llaman _ayotes_”. _Tibisí._—Vegetal. _Tirigüíbi._—El envoltorio del racimo de la palma real, que desprendido de la palmera cae al suelo. Parece una pequeña yagua y se utiliza por los campesinos de Puerto Rico para muchas cosas. _Taynabon._—Según Oviedo, río al N. de Puerto Rico. No sabemos á cual de los actuales se refería. _Teitoca._—Estate quieto. _Toa._—El río más grande de Puerto Rico. Hoy, en las alturas, se le llama equivocadamente _Río de la plata_. Pedro Mártir (Déc. I, libr. IX, cap. V) opina, que los indígenas con esta palabra querían decir _madre_. Pane (cap. IV) da á entender que significa _teta_. Parece que los muchachos al gritar _toa, toa_, lo que pedían era _agua_. _Toa_, contracción de _tona_, á su vez de _tonía_: es decir: _dadme agua_. La madre en indo-antillano es _bibí_, y la teta, ó glándula lactífera, _manatí_. _Tibe._—Barrio de Ponce, en Puerto Rico. _Ti._—Radical indo-antillana. Alto, elevado. _Tina._—Montaña dominicana. _Tinima._—Río de Cuba. _Tomate._—Del mexicano _tomatl_. _Turabo._—Río tributario del Loiza, en Puerto Rico. _Tocubanamá._—Véase _Cotubanamá_. _Tuna._—Agua. Planta frutal. (_Cactus ficus indica_). Las Casas (t. v. p. 319) dice: “En las riberas de la mar hay una fruta, que llamaban los indios _tuna_.” Pasado el río de _Camuy_, en Puerto Rico, empezaba el territorio de la _Tuna_, perteneciente al _Partido de San Germán_, según la antigua división de la Isla. Hubo en Puerto Rico un pueblo llamado _San Antonio de la Tuna_. La idea de _agua_, en este vocablo, está encapsulada en _tuni-a_ equivalente á _de agua_, porque la radical _ni_ es la que indica agua. Los indígenas, con su polisintetismo, suprimían letras y sílabas. La palabra aplicada al _cactus_ parece venir del árabe _tín_, higo. (Eguilaz). Aunque la frase citada de Las Casas es terminante. Los mexicanos llamaban á esta planta _nopalli_, de donde procede el español _nopal_. _Turey._—El cielo. Herrera comete el error de llamar _turey_ al latón. Chanca y Pedro Mártir (Déc. I, libr. I, cap. IV) explican bien el vocablo. _Tureygua._—Celestial. _Tubagua._—Según Oviedo (libr. VIII, cap. II) la cuarta variedad de la yuca. _Tiburón._—Dice Las Casas: “Hay en la mar, y entran también en los ríos, unos peces de hechura de cazones, ó al menos todo el cuerpo, la cabeza bota, y la boca en el derecho de la barriga, con muchos dientes, que los indios llaman _tiburones_.” Véase _Cajaya_. _Turuqueira._—El Dr. Chanca llama así á la isla Guadalupe. Véase _Sibukeira_. U _Uará._—Tú. _Ubí._—Un bejuco. _Usabón._—Río tributario del Toa, en Puerto Rico. _Umacao._—Región de Higüey, en Santo Domingo. _Urayoán._—Cacique boriqueño, que formó parte del alzamiento de 1511 contra los españoles. Residía en _Yagiieca_. Y para cerciorarse de que los españoles eran mortales mandó ahogar en el río _Guaorabo_ al joven Salcedo, á la sazón que lo cruzaba al hombro de unos indígenas. _Utuado._—Pueblo de Puerto Rico. Corrupción de _Otoao_. Oviedo escribe _Otuao_. Territorio del régulo boriqueño _Guarionex_. _Uikú._—Bebida hecha de casabe fermentado. Creemos, que los boriqueños harían su _cerveza de yuca_, al igual de como la hacían los indios de las riberas del río _Napo_, confluente del Amazonas. (_Carlos Wiener._ Viaje al río de las Amazonas y á las cordilleras. 1879–1882). Es decir, utilizando la saliva, como agente de fermentación. Al casabe echado en agua se le agregaban algunos trozos del mismo casabe, impregnados de la saliva de indias jóvenes, y se dejaba reposar para que fermentase. V _Viequez._—Isla al E. de Puerto Rico. Corrupción de _Bieque_. _Bi_, pequeño; _ké_, tierra. _Tierra pequeña._ Labat la llama, por error, _Boriquén_. X _Xacagua._—Así llaman Oviedo y Santa Clara al río _Jacagua_ de Puerto Rico, que desemboca al S. de la isla. También hay una serranía de este nombre. _Xagua._—Véase _Jagua_. Río de Santo Domingo, que corre por el Cibao. Lugar y río de Cuba. _Xamayca._—Véase _Jamayca_. _Xagiiey._—Las Casas (t. v. p. 259) dice hablando de la isla _Mona_: “Por esta parte que decimos ser de peñas, no hay río alguno, y no carecen de agua, que beben excelente: estas están en aljibes obrados por la misma naturaleza, que en lengua de indios se llaman _xagiieyes_.” Oviedo aplicó el nombre á las _charcas_ de agua. _Xaragua._—Lago y territorio de Haytí. _Xauxáu._—Así llama Oviedo (libr. VII, cap. II) al casabe delgado y blanco, para diferenciar estas tortas de las gruesas comunes. _Xanique._—Según Las Casas, río de Haytí. _Xaxabís._—Véase _Papagayo_. _Xaomatí._—La isla _Long island_, que Colón llamó _Isabela_. _Xamaná._—Véase Samaná. _Xexén._ Véase _Jején_. Y _Y._—Una yerba de Haytí, según Las Casas. _Yaba._—Arbol. (_Andira inermis_). _Yabacoa._—Río de Santo Domingo, tributario del Ozama. _Yabaque._—Isla cerca de _Salvatierra de la Sabána_, en Haytí, según Oviedo. _Yabisí._—Arbol. _Yabucoa._—Pueblo de Puerto Rico. _Yabuna._—Planta silvestre. _Yabón._—Río de Santo Domingo, tributario del _Yuna_. _Yacahiiey._—Cacique de Cuba. Dice Velázquez (1514): “Y de todo lo susodicho fué capitán un indio de la isla Española, criado intérprete del cacique _Yacahiiey_, que se decía _Caguax_, el cual ya es muerto”. _Yagua._—La vagina de cada penca de la palma real. Es una especie de cuero vegetal, de cinco pies de largo y un poco más de dos de ancho, á veces; fuerte, impermeable y hebrosa. Cada mes lunar se produce una _yagua_ en la palma. Se utiliza para el techo y hasta como seto en los _bohíos_ de los campesinos de Puerto Rico. Las yaguas de la palma de sierra son más pequeñas y más resistentes. _Yaguasa._—Especie de pato silvestre. Gomara anota _yaguana_. _Yaguana._—La ranchería del cacique _Bojekio_ en _Jaragua_, Haytí. Allí fundaron los españoles una villa con el nombre de _Vera Paz_. _Yaguanabo._—Río de Santo Domingo, en la parte occidental. _Yaguabo._—Puerto de Jamayca, visitado por Colón. Oviedo, libr. XVIII, cap. I. _Yagiieca._—La región boriqueña de Añasco y Mayaguez, donde era régulo el cacique _Urayoán_. Suponemos, que su ranchería ó _yucayeque_ tenía el mismo nombre. _Yaguatí._—Río de Santo Domingo, tributario del _Nizao_. _Yahiieca._—Barrio de Ponce, en Puerto Rico. _Yabaque._—La isla _Acklin_. _Yahutia._—La yautía. Planta que da un tubérculo comestible. Por error escriben _dautía_. El copista de Las Casas anota _yahubía_, poniendo una _b_ por una _t_. Es _yajutía_; pero en el uso ha perdido la aspiración y decimos hoy _yautía_. _Yaití._—Arbol. (_Excœcaria lucida_). _Yahurebo._—Cacique caribeño de _Bieque_, hermano de _Casimax_. Este murió en un asalto que dieron los Caribes á San Juan; y aquel en un ataque que dieron los españoles á Vieques. _Yamagua._—Río de Cuba. _Yamagiiey._—Arbol. _Yamasá._—Lugar de Santo Domingo. _Yamocá._—Dos. _Yamocún._—Tres. _Yanique._—Río del territorio de Maguana, en Santo Domingo. Las Casas escribe _Xanique_. _Yagruma._—Arbol. (_Cecropia peltata_). Las Casas anota _yabruma_. Los mexicanos le llamaban _ciatotapatl_. Los indios de Panamá _guaruma_. Y los del Perú _Yarumba_. Herrera se equivoca confundiéndolo con el _bambú_. Pedro Mártir escribe _yaruma_. _Yana._—Arbol. (_Conocarpus erecta_). _Yaque._—Ríos de los territorios _Jaragua_ y _Maguana_. Lo hay del norte y del sur. Nombre de una de las montañas más altas de Santo Domingo, donde nacen los dos ríos citados. Las Casas escribe _Yaqui_. _Yaquímo._—Lugar y puerto del cacicazgo de Jaragua. _Yara._—Lugar, sitio. En los vocablos indo-antillanos queda reducido á _ya_, por polisintetismo. _Yarabí._—Lugar ó sitio reducido, pequeño. _Yarey._—Una variedad de palmera. _Yarí._—Palabra que se encuentra en la frase indo-antillana de una india de Santo Domingo, (conservada la frase por Las Casas), indicando el hallazgo de una pepita de oro. _Osama, guajerí, guarinkén caona yarí_: oye, señor, ven á ver un sitio de mucho oro. Este _yarí_, es _yara-ri_, buen sitio. La idea del oro está íntegra en el vocablo _caona_. _Yarima._—Lugar de limpieza. El ano. Pedro Mártir, Dec. III, libr. VII, cap. III. _Yaruma._—Véase _yagruma_. _Yauco._—Pueblo de Puerto Rico. _Yautía._—Véase _yahutía_. _Yayagua._—Una variedad de piña. _Yayama._—La piña. _Yaya._—Arbol. Así llamaban los indo-antillanos á las _bubas_. Según el padre R. Breton (1666) también los caribes insulares le llamaban así. Es el _pénfigo_ de la enfermedad constitucional la _sífilis_; viene á ser una determinación epidérmica de la dolencia. Oviedo, y los que le siguen, cometen el error, de atribuir el _origen_ de esta plaga á Haytí. La había en Europa, antes del descubrimiento de las Indias Occidentales. Dos mil años antes de J. C. los Chinos la tenían. Los africanos también. El origen es prehistórico; y la terrible enfermedad, que ha herido á los tres troncos principales del género humano, se pierde en la noche de los tiempos. En cada raza ha tenido predilecciones morfológicas. _Yayales._—Barrio de Ponce, en Puerto Rico. _Yerén._—Véase _Lerén_. _Yocahu Vagua Maorocotí._—Dice Las Casas, t. v. pág. 434: “La gente desta isla Española tenía cierta fe é conocimiento de un verdadero é solo Dios... é lo nombraban _Yocahu Vagua Maorocotí_: no sé lo que por este nombre quisieron significar.” El traductor italiano de fray Román Pane enredó la frase indo-antillana más que el obispo de Chiapa, y anotó: _Jocabunagus maorocón_ (pág. 281, t. 1º, Hist. del Alm. Cristóbal Colón por su hijo Fernando, Madrid, 1892). Bachiller y Morales (Ob. cit. p. 167) consigna: _Yocauna-Gua-Maonocon_. Nuestra interpretación es _Yucajú Bagua Maorocotí_. Y la traducimos: _Blanca yuca, grande y poderosa como el mar y la montaña_. En el artículo sobre la _religión_ de los boriqueños explicamos el polisintetismo de esta frase indígena. _Yocahuguama._—Según Las Casas, nombre de un _zemí_ de Santo Domingo. _Yú._—Radical indo-antillana. Blanco. _Yuca._—El tubérculo de la _yucubía_, de la cual los indo-antillanos y los indios de Tierra Firme hacían su pan. Dice Las Casas: “Esta labranza (el cultivar la tierra) en el lenguaje de los indios desta ysla se llamaba _conuco_, la penúltima luenga, é la raíz _yuca_, luenga la primera sílaba, é la planta _yucubía_.” En el _tupí_ y en el _guaraní_, los dos dialectos de la lengua hablada por los indios del Brasil, _yuká_ significa _matar_. Indudablemente este verbo procede de las propiedades altamente mortíferas del jugo de la yuca brava. (_Jatropha manihot._) _Yucayo._—El indio natural de las islas _Yucayas_, que hoy, por corrupción del vocablo, se llaman _Lucayas_. Pedro Mártir (Déc. 7ª, libr. I, cap. I) dice: “A todas las llaman con el mismo nombre _Yucaías_ y á sus naturales _yucayos_. _Yucubía._—La planta que da la _yuca_. _Yucaba._—Véase _batata_. _Yuboa._—Río de Santo Domingo. _Yuisa._—La cacica boriqueña _Luisa_. Una vez bautizada trastrocaron aquel nombre indio en este español, que se le asemeja. Su aduar radicaba en las cercanías del actual río _Loiza_. Su ranchería ó _yucayeque_ se llamaba _Jaymanío_, que los cronistas anotan _Haymanio_. Fué encomendada la cacica _Yuisa_ por Juan Cerón, en 1509, á trabajar con sus _naborís_, en las granjerías de S. A., que comprendían las riberas del río _Toa_. _Yuna._—Dice Las Casas: “hay otro río más adelante, yendo hacia Santo Domingo, que se llama _Yuna_, así los indios lo llamaban.” _Yucayu._—En el mapa de Juan de la Cosa hay una isla con este nombre. Hoy es _Pequeña Abaco_. _Yumaí._—La isla _Cat island_, que Colón llamó _Fernandina_. _Yucayeke._—Pueblo. Las Casas escribe _iucaieque_. _Yuní._—Río de Utuado en Puerto Rico. Escriben por error _Yune_. _Ynabón._—Río de Ponce, en Puerto Rico. _Yunque._—La cúspide de la montaña _Luquillo_, en Puerto Rico; el punto más alto de la sierra, envuelto siempre en nieblas blancas. Así como para esplicar el vocablo _Luquillo_, han apelado algunos escritores á un indio _loco_, para sacar el diminutivo español _loquillo_, así á esta cúspide le han buscado semejanza con un _yunque_ de herrero. Oida la palabra indígena por vez primera, el español poblador procuraba acomodarla á un vocablo castellano; y esta voz era la que tenía que perdurar, porque el conquistador se impone siempre en todo lo que puede. _Yunque_ es corrupción de _Yuké_, tierra blanca. Como Luquillo es _Yukiyu_. Una de las montañas más altas de Haytí la llamaban los indios _Yaké_, que hoy escriben _Yaque_. Los españoles encontraron también la palabra indígena _yuké_ en Cuba, en _Sagua-Baracoa_, aplicada á un monte, y la trastrocaron desde luego por la castellana _Yunque_, como en Puerto Rico. ----- Footnote 1: Barbados está á 78 millas de San Vicente. Tiene 66 millas cuadradas. Está casi toda circuida de arrecifes de coral, que avanzan hacia el mar cerca de tres millas. Su montaña más alta _Mount Hillaby_ se levanta 1,104 pies sobre el nivel del mar. Predominan en Barbadas los terrenos de formación coralina hasta constituir las seis-séptimas partes de la isla.—J. L. Ohlson. Footnote 2: Un canal estrecho llamado _La Rivière Salée_ con una anchura de 100 á 400 pies, separa á Tierra Baja, isla volcánica de la calcárea Grande Tierra, que ocupa la parte oriental. Baja Tierra, que ocupa el lado occidental, tiene una extensión de 94,631 hectáreas con el volcán. _La Sonfrière_ que está á 1,870 pies sobre el nivel del mar. La extensión de Grande Tierra es de 65,631 hectáreas. Footnote 3: Ch. Sainte Claire de Deville. E. Rochefort. Footnote 4: A. de Lapperent. Traité de geologie. Paris. 1885. Footnote 5: M. Maury. Phisical Geography of the sea. New York. 1856. Footnote 6: Snider. La Creation et ses mysteres dévoilés. Paris. 1870. Footnote 7: Valdés y Aguirre. Apuntes para la historia de Cuba primitiva. Paris. 1859. Footnote 8: M. Rodríguez Ferrer. Congreso internacional de Americanistas. Madrid. 1881. Footnote 9: F. de Botella y de Hornos. La Atlántida. Congreso de Americanistas de Madrid. 1881. Footnote 10: Girard de Rialle. Atlantes. G. de Mortillet. Atlántide. París. 1881. Footnote 11: Humbold. Cosmos. Tomo 1. Footnote 12: Se designa el segundo período histórico de la tierra bajo el nombre de devoniano, porque el terreno que corresponde á este período apareció muy netamente y con gran extensión en Devonshire, Inglaterra. L. Figuier. La terre avant le déluge. París. 1863. Footnote 13: Cia. Observaciones geológicas de una gran parte de la isla de Cuba. Madrid. 1854. Footnote 14: Martin Duncan, Barret y Woodvart. Footnote 15: Suess. Antlitz der Erde. Footnote 16: Suess. Op. cit. Footnote 17: L. Figuier. La terre avant le déluge. París. 1863. Footnote 18: Cuvier. Recherches sur les ossemens fossiles. París. 1836. Footnote 19: Cia. Observaciones geológicas de una gran parte de la isla de Cuba. Madrid. 1854. Footnote 20: Fernández de Castro. De la existencia de grandes mamíferos fósiles de la isla de Cuba. Habana. 1864. “Considero á Cuba formando parte del Continente, ya fuera que estuviese unida por una lengua de tierra completamente seca, ya por una restinga que permitió el paso de animales que no viven en el agua salada, ni tienen costumbre de hacer nadando travesías marítimas.” Congreso Internacional de Americanistas. Madrid. 1882. Footnote 21: Pomel. Anales de la Real Academia de la Habana. Footnote 22: M. Rodríguez Ferrer. Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba. Madrid. 1876. Footnote 23: Llamado _terciario más moderno_, ó período sub-apenino, por D’Orbigny y Lyell; y exclusivamente _cuaternario_ ó _pos-terciario_, por Dana. Footnote 24: A. de Lapparent. Op. cit. Footnote 25: Alph. Milne-Edwards. Compt rend. XCII. núm. 8. Footnote 26: Al. Agassiz. Trans-America. Academy. XI. 1883. Footnote 27: E. Reclus. La terre. Footnote 28: Humbold. Ensayo político sobre la isla de Cuba. París. 1840. Footnote 29: Sir Robert H. Schomburgk. Reseña de los principales puertos y puntos de anclaje de la República Dominicana. Santo Domingo. 1881. Footnote 30: Entre los 17° 50′ y 18° 30′ de latitud N. y 65° 30′ y 67° 15′ de longitud O. del meridiano de Greenwich. Footnote 31: J. B. Elie de Beaumont. Notice sur les systèmes de montagnes. París. 1852. Esta ley ha tenido sus contradictores. Footnote 32: El Yunque, pico más alto de la sierra de Luquillo está á 3,609 pies de altura sobre el nivel del mar, y puede verse á 68 millas de distancia. Don Julio L. Vizcarrondo (Viaje á la isla de Puerto Rico, el año de 1797, por Ledru y Baudin. Traducción. P. R. 1863, pág. 81.) en una _nota_ da al Yunque 1334 pies de elevación sobre el nivel del mar. Y Pastrana (Catecismo de Geografía de la isla de Puerto Rico, P. R., 1852. pág. 14) anota 1334 varas castellanas. Military Notes on Puerto Rico (Washington Government printing office, 1898, página 12) consigna 1,290 yardas. Footnote 33: A primera vista parece que la isla de Puerto Rico tiene muchas cordilleras; pero no debe confundirse el _eje central_ de rocas eruptivas primitivas con las montañas _calizas_ del período sedimentoso, que casi todas ellas van á estribarse en la _quilla_ que va de E. á O. Footnote 34: Las primeras muestras de oro que obtuvo Juan Ponce de León, en 1508, fueron del rio _Manatuabón_ (hoy Maunabo) y del _Sibuco_. De 1508 á 1536 produjeron los placeres auríferos de Puerto Rico cerca de cuatro millones de pesos. De esa fecha en adelante, no hay datos positivos de esta explotación minera. Footnote 35: Moreau de Jonnes. Historia física de las Antillas. París. 1822. Footnote 36: A. Stahl. Los indios borinqueños. Puerto Rico. 1889. Footnote 37: Lacepède. Histoire naturelle. París. 1860. Footnote 38: Del latín _glossa_, lengua; y _petra_, piedra: lengua de piedra. Footnote 39: Del latín _odontes_, dientes; y _petra_, piedra: dientes de piedra. Footnote 40: Del griego _ichthy_, pez: y el latín _odontes_, dientes: dientes de pez. Footnote 41: Del latín _lamia_, pescado cetáceo (Plinio), y _odontes_, dientes: dientes de lamia. La lamia era un mónstruo fabuloso con rostro de mujer hermosa y cuerpo de dragón. Hoy se aplica el vocablo _lamia_ al tiburón. Footnote 42: Victor Duruy. Historia de los griegos. Barcelona. 1890. Footnote 43: Victor Duruy. Historia de los romanos. Barcelona. 1890. Footnote 44: César. Los comentarios. Trad. de Goya. Madrid. 1882. Footnote 45: Lafuente. Historia gen. de España. Barcelona. 1888. Footnote 46: Tácito. Costumbres de los germanos. Trad. de Coloma. Madrid. 1881. Footnote 47: Thomsen. Ledetrand til Nordisk Oldkyndighed. Traducida al inglés en 1848. Footnote 48: Gabriel de Mortillet. Le Prehistorique. París. 1881. Footnote 49: Memoria descriptiva de la primera Exposición pública de la industria, agricultura y bellas artes de la isla de Puerto Rico, redactada por el Secretario de la Real Junta de Comercio, don Andrés Viña. Puerto Rico. 1854. Footnote 50: Otis T. Mason. Smithsonian Report for 1876. Washington. 1877. Footnote 51: A. Stahl. Los indios borinqueños. Puerto Rico. 1889. Footnote 52: Eduardo Neumann. Benefactores y Hombres notables de Puerto Rico. T. 2º. Ponce. 1899. Pág. XXX. Footnote 53: José Nazario Cancel. Guayanilla y la historia de Puerto Rico. Ponce. 1893. Footnote 54: C. Coll y Toste. Rep. Hist. de Puerto Rico. San Juan. 1896. pág. 29. Footnote 55: Cartas. CLVI. Fuentes históricas sobre Colón y América. Pedro Mártir de Angleria, por el Dr. D. Joaquin Torres Asensio. Madrid, 1892. T. 1º pág. 35. Footnote 56: Relación del oro, é joyas, é otras cosas, que el señor Almirante ha recibo, después que el receptor Sebastián de Olaño partió de esta Isla (La Española) para Castilla. De 10 de Marzo de 1495. Documentos inéditos del Archivo de Indias. Footnote 57: Archivo de Indias. Documentos inéditos, etc. Footnote 58: S. Brau. Puerto Rico y su Historia, pág. 132. Footnote 59: El Dr. Stahl hace de _Urayoán_ y _Broyoán_ dos caciques diferentes cuando es uno solo. _Areziba_ cuando es _Arasibo_. Supone un cacique _Mayagoex_ que no ha existido. Y á la cacica _Luisa_ la llama _Loaiza_. Estos son pequeños errores. Lo fundamental es que reconoce que el pueblo boriqueño, en el período colombino, estaba ya _asentado_, lo cual es cierto. Ob. cit. Footnote 60: Cayetano Coll y Toste. Colón en Puerto Rico. Disquisiciones histórico-filológicas. Puerto Rico. 1894, pág. 140. Footnote 61: Javier A. Guridi. Geografía físico-histórica, antigua y moderna de la isla de Santo Domingo. Santo Domingo. 1871, pág. 45. Declarada de texto escolar en la República Dominicana. Footnote 62: Dr. Agustín Stahl. Los indios borinqueños, P. R. 1889, pág. 41 y 45. Footnote 63: Raymond Breton. Dictionnaire caraibe-francais. Auxerre. 1665. Pág. 229. Footnote 64: Rochefort. Hist. nat. et moral des Antilles. Rotterdam. 1655. Pág. 349. Footnote 65: Pedro Mártir. Década 1ª lib. 2º cap. III. Trad. de Asensio. Madrid 1892. Footnote 66: Carta dirigida al Cabildo de Sevilla. La hemos publicado íntegra, con anotaciones, en nuestro libro _Colón en Puerto Rico_. Véase pág. 49. Footnote 67: El doctor Chanca, ó el copista de su célebre Carta al Cabildo de Sevilla, anota muy mal algunos nombres indígenas. No es _Turuqueira_ sino _Sibuqueira_ y no es _Cayre_ sino _Cavrí_. Como también consigna _Buriquén_ por _Boriquén_. Footnote 68: Ulloa. Noticias Americanas. Entr. XVII. Madrid. 1792 pág. 253. Footnote 69: Quatrefages. Unité de l’especie humaine. París. 1861. Crania ethnica. París. 1882. Footnote 70: Linneo. Systema naturæ. ed. 10. 1758. Footnote 71: Gmelin. Systema nat. ed. 13. Homo. 1766. Footnote 72: Buffón. Hist. natural. París. 1794. Prichard. Researches into the physical history of Mankind. Footnote 73: Pownal. New. Collect. of voyages. Footnote 74: Kant. In the different Races of Men. London. 1775. Footnote 75: Hunter. Essays and Observations in natural history, etc. London. 1861. Footnote 76: Blumenbach. De generis humani varietate nativa. 1775. Footnote 77: Cuvier. Règne animal, ed. 2ª t. 1º, pág. 84. París. 1829. Footnote 78: Moquin-Tandon. Zoologie. París. 1874. Footnote 79: Dumeril. Zoologie analytique. París. 1805. Footnote 80: Malte-Brun. Géographie, etc. París. 1803–7. Footnote 81: Bory de Saint-Vicent. L’Homme. Essai zoologique sur le genre humaine. París, 1821. Footnote 82: D’Orbigny. L’homme americaine del’Amerique meridional consideré sous ses rapporte physiologiques et morales. Paris. 1838–39. Footnote 83: La palabra _guariní_ significa _guerra_, y el vocablo _guariní-ara_, guerrero, según el misionero padre Antonio Ruiz [1639] en su _Tesoro de la lengua guaraní_. Según D’Orbigny, el vocablo _caribe_ es corrupción de _galibi_. Nosotros creemos, que la silaba _ca_, de la palabra _caribe_, ha sustituido á la sílaba _gua_; y la dicción _lí_ á _rí_. Como los vocablos siempre están en fermento, sobre todo en las lenguas bárbaras, antes de su fijación, tenemos de _guaraní_— _guariní_—_guaribí_—_caribí_—_caribe_. Y en las Antillas menores _gualibi_—_galibi_. Footnote 84: Brasseur de Bourbourg. Histoire des nations civilises de Mexique et de la Amerique central, durant les siecles anteriennes á Cristophe Colomb. Paris. 1857. Footnote 85: Brasseur de Bourbourg. _Popol Vuh._ Le livre sacré et les mythes de l’antiquité americaine, avec les livres héroiques et historiques des Quichés. Ouvrage original des indigenes de Guatemala, accompagné de notes philologiques et d’un comentaire sur la mythologie et les migrations des peuples anciens de l’Amerique. etc. París. 1861. Footnote 86: Retzius. Antropométrica. 1842. Footnote 87: Virchow. Antropologie Amerika’s. 1877. Footnote 88: Topinard. Anthropologie. Leipzig. 1887. Footnote 89: Broca. Races humaines. París. 1878. Footnote 90: Humbold. Voyage, etc. París. 1799–1804. Footnote 91: Morton. Inquiry into the Distintive characteristic of the aboriginal Races of America. Footnote 92: Morton. Crania americana. Philad. 1839. Footnote 93: Nott. Types of Mankind. Indigenous races of the earth, etc. Philad. 1868. Footnote 94: Virchow. Clasificación antropológica de los pueblos salvajes antiguos y modernos de América. 1888. Footnote 95: Dally. Races indigenes de l’Amerique. Footnote 96: Deniker. Bull. Soc. d’Anthrop. de París. 1889. Footnote 97: Brinton. Races and Peoples. New York, 1899. p. 99. He aquí la división de este autor 1ª rama: _Septentrional_: troncos, ártico [esquimales], atlántico [tinez, algonquinos, iroqueses] y pacífico [chinsoks, kolosh]. 2ª rama: _Central_: troncos, mexicano [nahuas, tarascos], ismiano [maya, chapanecs]. 3ª rama: _Meridional_: troncos, atlántico [caribes, aruacas, tupís], pacífico [chibchas, quichuas]. Ya en este estudio surge la separación de _Caribes_ y _Aruacas_ que viene en apoyo de nuestra opinión. Footnote 98: Zaborowski. Amerique Ethnographie. París, 1881. Footnote 99: Lacerda y Peixoto. Botocudos. Etnología. Footnote 100: Martius. Beitraege zur Ethnographie und Sprachenkunde Amerikas, zumal Brasiliens. Leipzig, 1866. Este autor divide á los _Guaranís_ en ocho grupos: 1º los _Gés_ ó _Craus_ dispersos del río Pardo y del Gontas hasta el Jurua y el Marañón; 2º los _Goyotacas_, muy exparcidos; 3º los _Crens_ y los _Puris_; 4º los _Parichis_, sobre la meseta que separa las aguas del Tapajoz, el Madeira y el Paraguay; 5º los _Guaycurus_, que bajando al sur del gran Chaco se ligan al grupo pampeyano; 6º los _Gucks_ sobre el Amazonas y Cayena; 7º los _Aruacas_ de las Guayanas; y 8º los _Caribes_. Este autor llamó á los indo-antillanos _Taini_, (Tainos) en cuya idea le ha seguido Bachiller y Morales en su _Cuba primitiva_. No le vemos fundamento científico á _ésto_. Los indo-antillanos eran _Aruacas_ y perdida la memoria de su origen deben llamarse _siboneyes, haytianos, jamaiquinos y boriqueños_, por que en el trascurso del tiempo habían adquirido personalidad propia. Footnote 101: Ameghino opina, que el hombre pasó de América al Asia. _L’homme préhistorique dans La Plata._ Rev. d’Anthropologie. 1879. pág. 210. La teoría de una inmigración asiática por el estrecho de Behring y las invasiones amarillas por el Pacífico, tienen en su contra, no haberse encontrado en América rastros de sus artes, animales domésticos, plantas más usuales, usos, costumbres ó religión. Opinamos, que el contacto con los _mogoles_ debió haber sido en una época muy lejana, indudablemente en el período paleolítico, en que estos pueblos no cultivaban el arroz y otros cereales, ni tenían gallináceas, ni ningún animal domesticado. El hombre de la edad de la _piedra tallada_ [el paleolítico] debió haber vivido de un modo igual en toda la tierra. Footnote 102: Quatrefages. Ob. cit. y Dict. encycl. des sciences med. París. 1875. Footnote 103: Arazandi y Hoyos Sainz. Lecciones de Antropología. Madrid. 1893. t. 1º pág. 103. Footnote 104: Girard de Rialle. Caraibes. Paris. 1881. Footnote 105: Lewis H. Morgan [Smithsoniam Contributions to knowledge. Vol. XVII. Washington 1871] en su _Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family_, sostiene la _unidad_ de origen de la familia india y propone llamarla la _Familia Guanoguaniana_ [Family Ganowanian]. Esta _unidad_ está probada por el _tipo étnico_ y el _polisintetismo_ en los idiomas indios. Footnote 106: Oviedo. Hist. gen. y nat. de Indias. Lib. XXIV. cap. III. Footnote 107: En el lenguaje indo-antillano el vocablo _yaya_ era el nombre dado por los haytianos al pénfigo sifilítico, que hoy se denomina vulgarmente _buba_. Este vocablo _buba_ es de orígen castellano. Hoy, en Puerto Rico, Cuba y Santo Domingo se conserva la palabra _yaya_ en un árbol. Los indígenas llamaban _iguana_ á una variedad de lagarto; y todavía conservamos la voz aplicada al reptil. Oviedo y Herrera escriben _higuana_. Las Casas, Vargas Muchuca y Enciso anotan _Iguana_. Fernando Colón registra _Jiguana_. Hoy ha perdido la aspiración de la primera sílaba, ó la han trastocado algunos en _s_ y pronuncian _siguana_. Footnote 108: Oviedo. Op. cit. Footnote 109: Fernando Colón. Historia del Almirante D. Cristóbal Colón.—t. II, pág. 53. Edición matritense. 1892. Footnote 110: Este espejillo de oro bajo era el guanín, uno de los distintivos de jefe. Footnote 111: Oviedo. Ob. cit. Libro XXIV. cap. VII. Footnote 112: Archivo de Indias. Documentos inéditos. Footnote 113: Ojeda puso á Curazao el nombre de _Gigantes_: pero no perduró. Footnote 114: Archivo de Indias. Doc. inéd. Footnote 115: Archivo de Indias. Doc. inéd. Footnote 116: Castellanos. Hist. y relación de las cosas acaecidas en Santa Marta, etc. Ed. Rivadeneyra. T. IV. Pág. 258. Oviedo. Ob. cit. t. 2º pág. 132. Restrepo. Aborígenes de Colombia. 1892. Footnote 117: Sabido es que el color de esta corteza es _rojo amarillento_. El indígena boriqueño y los demás indo-antillanos, procedentes de tribus _Aruacas_ continentales, habían perdido mucho, con la influencia intertropical de la zona antillana, del fondo _rojo_ fundamental del _tronco étnico_ americano, viniendo á quedar de la color de los _canarios_, como asevera el Almirante, por dos veces, en su Diario de navegación. “De buenas carnes y de color _aceituno_ como los Canaris” afirma el hijo del gran Ligur en su Hist. de Cristóbal Colón, t. 1º pág. 105. Edición matritense de 1892. Footnote 118: Se refiere al color de los naturales de las islas Canarias. Footnote 119: Los antropólogos dividen la forma del cráneo humano en dolicocéfalo [largo] mesaticéfalo [medio] y braquicéfalo [corto]. Footnote 120: El índice de la cara se divide en cameprosópico [larga], mesosema [media] y leptoprosópico [corta]. Footnote 121: El prognatismo es una inclinación particular de la mandíbula superior, que la hace sobresalir. La quijada es antropológicamente ortognática [vertical], mesognática [media] ó prognática [sobresaliente]. Footnote 122: Los ojos se dividen antropológicamente en megasemes [grandes y redondos], mesosemes [medianos] y microsemes [pequeños]. Footnote 123: La nariz se clasifica antropológicamente en leptorrina [estrecha], mesorrina [media] y platirrina [ancha]. Footnote 124: Las Casas dice: “Es cosa de maravilla ver la diligencia é industria que tienen los indios para entallar las cabezas. Las atan y aprietan con vendas de algodón, de tal modo, que las empinan de un palmo grande, quedando hechura y forma de un mortero de barro.—Ob. cit. t. V. pág. 393. Footnote 125: La concesión era de dos arrobas de peso, pero los _Encomenderos_ abusaban con frecuencia, cargando al indio con mayor cantidad. La mortandad de indígenas en el laboreo de las minas fué más por falta de mantenimiento y cuidados, que por el exceso de trabajo corporal: sobre todo, en aquellas _Encomiendas_ que sus dueños estaban en la Corte y los indios entregados á administradores y capataces ambiciosos y de elástica conciencia. Footnote 126: El Dr. Chanca, en su carta al Cabildo de Sevilla, relatando el segundo viaje del Almirante, dice: “Estas gentes (los Caribes) saltean en las otras islas é traen las mujeres, que pueden haber, en especial mozas é hermosas, las quales tienen para su servicio, é para tener por mancebas; é traen tantas que en cinquenta casas no parescieron ellos é de las cautivas se vinieron más de veynte mozas... En la nao había diez mujeres de las que se habían tomado en las islas de Caribes; eran las más de ellas de Boriquén.” Footnote 127: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 394. Footnote 128: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 403. Footnote 129: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 428 y 429. Footnote 130: Fray Iñigo Abbad. Hist. de Puerto Rico, anot. por Acosta. P. R. 1886. pág. 41. Footnote 131: Las Casas.—Ob. cit. t. v. pág. 418. Footnote 132: Las Casas.—Ob. cit. t. v. pág. 508. Footnote 133: P. Joseph Gumilla.—Hist. nat. civil y geogr. de las naciones situadas en las riberas del río Orinoco. Barcelona. 1745. Footnote 134: El censo de almas de _Boriquén_ lo hacen subir algunos cronistas á 600 mil indígenas. Si no es error del copista, que puso 600 en lugar de 60, la cifra la consideramos altamente subida. Para nosotros el máximo es de 80 á 100 mil _boriqueños_. 18 caciques, á mil personas, por ranchería, hacen 18 mil indígenas. A cada _cacique_ asignamos 5 _nitaynos_, con sus incipientes aduares de 500 almas, que hacen unos 45 mil, que unidos á los 18 mil de los caciques hacen un total de 63 mil boriqueños. Creemos, pues, que la cifra de 60 mil indígenas para el _Boriquén_ es la más proporcionada y lógica. Footnote 135: Las Casas.—Ob. cit. t. V. p. 487. Footnote 136: El nombre de este cacique lo escriben mal los cronistas, poniendo _Behechio_. Footnote 137: Las Casas.—Ob. cit. t. v. pág. 484. Si queremos dar á estos vocablos, como han hecho algunos escritores, el valor real de los nombres, que distinguen á los altos personajes de las monarquías europeas, se cae en ridículo. Footnote 138: Hoy el río se llama de _Guayanilla_, habiendo perdido su nombre indígena de _Guaynía_. No es de extrañar. El _Guaorabo_ se llama hoy _Río de Añasco_; el _Abacoa_ se conoce por _Río Grande de Arecibo_; el _Toa_, en las alturas de la Isla se le llama _Río de la Plata_; el _Baramayá_ es ahora _Portugués_; y el _Cayrabón_ es hoy el _Espíritu Santo_. El _Sibuco_ es Cibuco, el _Mabiya_, Mabilla, el _Coalibina_, Culebrinas, el _Coayu_, Yauco, etc. Footnote 139: Algunos cronistas caen en el error de anotar que don Cristóbal de Sotomayor vino á Puerto Rico con el título de _Gobernador_. El joven secretario del rey don Felipe, el Hermoso, vino á las Indias con el virrey don Diego Colón y trajo Cédula real para que se le diera el _mejor_ cacique de _Sanct Xoan_. Arch. de Indias. Doc. inéd. Footnote 140: El falcón.—_Tinnuculus Dominicensis._ Footnote 141: El uvero de playa.—_Cocoloba uvifera._ Footnote 142: El _batey_. Footnote 143: La _barbacoa_. Footnote 144: Fernando Colón.—Hist. del Almirante don Cristóbal Colón, t. 1º pág. 212. Edición matritense de 1892. Footnote 145: A. Pigafetta. Primer viaje al rededor del mundo. Madrid. 1889. Footnote 146: Jones. Antiquities of the Southern Indians. Footnote 147: Brett. Tribes indian of Guiana. Footnote 148: Martius. Von dem Rechtszustande under den Ureinwohnern Brasiliens. 1832. Footnote 149: Zimmer, citado por Duruy. Ob. cit. Footnote 150: Duruy. Ob. cit. Footnote 151: Herodoto. Libro 1. CXCVI. Trad. del P. Bartolomé Pou. Madrid. 1878. Footnote 152: Las Casas. Ob. cit. t. v. p. 495. Footnote 153: Las Casas. Ob. cit. t. v. p. 488. Footnote 154: Las Casas. Ob. cit. t. v. p. 406. Footnote 155: _Bixa orellana._ Footnote 156: _Genipa americana._ Footnote 157: Las Casas.—Ob. cit. t. v. pág. 488. Footnote 158: Stahl.—Ob. cit. p. 182. Footnote 159: Las Casas.—Ob. cit. t. v. p. 507. Footnote 160: Las Casas.—Ob. cit. t. v. p. 506. Footnote 161: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 501. Footnote 162: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 499. Footnote 163: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 319. Tenemos en Puerto Rico tres arbolitos que dan semillas purgativas: el _tau-túa_ (jatropha gossypifolia); el _tártago_ (jatropha curcas); y _don Tomás_ (jatropha multifida). De estas semillas dástricas sacaba partido el curandero, para purgar sus enfermos, y no del _tabaco_, como equivocadamente se registra en algunos cronicones que han inducido á error á algunos escritores modernos. Footnote 164: De donde procede el actual vocablo español _enagua_. Footnote 165: Von Thering. Prehistoria de los Indo-Europeos. Madrid. 1896. Footnote 166: Escritura de fray Román [Pane] del orden de San Gerónimo. Fernando Colón. Hist. del Alm. Don Cristóbal Colón, etc. Madrid. 1892. t. 1º pág. 281. Footnote 167: V. Duruy. Ob. cit. Footnote 168: Las Casas, ob. cit. t. v. p. 436. Footnote 169: Las Casas. Ob. cit. t. v. p. 436 y 438. Footnote 170: Dice Gomara en su Hist. de las Indias: _Atanse á la frente ídolos chiquitos quando quieren pelear_. J. Walter Fewkes. Precolumbian West Indian Amulets. American Anthrop. 1903, ha dedicado á estas figurillas un estudio especial interesante. Footnote 171: Sir John Lubbock.—Los orígines de la civilización y la condición primitiva del hombre. Trad. de Caso. Madrid. 1888. p. 244. Footnote 172: Citado por Bachiller y Morales. Cuba primitiva. Habana. 1883, pág. 145. El ilustrado cubano en la misma obra, pág. 301, le da á la raíz indo-antillana _hu_ el valor de alto, elevado. Nosotros creemos que _hu_, _ju_ y _yu_ es una misma radical: es la vocal _u_ y la aspiración más ó menos manifestada con cualquiera de las tres consonantes, _h_, _j_ ó _y_ griega. Según Ch. Wiener en su _Viaje al río de las Amazonas_ (1870–1882) los indios llamaban _yu-rac_ á lo _blanco_. Footnote 173: Robertson.—Hist. de América, libro IV. En este error le ha seguido el profesor Canestrini, catedrático de la Universidad de Padua, (Antropología, cap. VII. _La religiosidad_) afirmando: “que los _cemís_, en las Antillas eran espíritus malos, á quienes acusaban los indios de producir todos los males que afligían á la especie humana.” Charlevoix, [Hist. de l’ isle espagnole au de St. Domingue. París. 1730], indujo á error á Robertson, confundiendo los _zemis_ con los _maboyas_. Y Lubboch (op. cit. p. 191) copió á Robertson también. Footnote 174: M. Martius.—Beitrage zur Amerika’s zumal Brasiliens. Leipzig. 1867. Footnote 175: P. de Yangues.—Principios y reglas de la lengua Cumanagota general en varias naciones que habitan la provincia de Cumaná. Burgos. 1683. Footnote 176: P. Gily.—Saggio della lengua Tamanaca. Roma. 1780. Footnote 177: Pedro Mártir de Anglería registra este importante dato. Ed. Asensio. t. 2º p. 399. Footnote 178: De Brosses.—Sur le culte de Dieux fétiches. París. 1760. Footnote 179: Refiere el padre Gumilla en su _Orinoco Ilustrado_, t. II. pág 6. [Nueva ed. de Barcelona, 1791] que los indígenas de las riberas del Orinoco, en sus desgracias ó pesares levantaban los ojos al cielo y exclamaban _¡Acayá!_ Nosotros vemos, en esta exclamación al _Espíritu benéfico_, á _Yuka-já_ ó _Yuka-jú_. Enlace de la unidad mitológica de los _Aruacas_. Footnote 180: Lucien Adam.—Grammaire comparèe des dialectes de la famille Caribe. París. 1893. Footnote 181: A los lectores no versados en Filología, les extrañará que en esta interpretación, únicamente nuestra, de la teogonía indígena, derivemos _Yukiyu_, de _Yucajú_, el dios de Haytí, como _Ioloc_ de los Guayanos de _Jurakán_, espíritu maligno indo-antillano. Con un ejemplo nos explicaremos. El dios de los arios [en los indo-europeos] era _Dyaus_, la Luz celestial: y de ese vocablo y mito religioso, vino el _Zeus_ de los griegos, el _Deus_ de los latinos, el _Dio_ de los italianos, el _Dieu_ de los franceses y el _Dios_ de los españoles. Y del dios _Gutha_ de los teutones, de orígen desconocido, vino el _Guth_ de los godos, el _Gud_ de los daneses y suecos, el _Gott_ de los germanos, y el _God_ de los sajones é ingleses. _Dyu-pater_ de los arios, el _Cielo-padre_, es el _Dyaush-pita_ de los mismos arios de las riberas del Penjab, el _Theos pater_, de los griegos, el _Jupiter_ de los romanos, el _Tin_ de los germanos, y el _Padre Celestial_ de los cristianos. Max Müller: Origen y desarrollo de la religión. Lección IV. Los _devas_.—Estanislao Sanchez Calvo, en su interesante obra _Los nombres de los dioses_, Madrid, 1884, pág. 263, dice: “El cielo tiene, por todas partes, el nombre de Dios.” Footnote 182: Las Casas.—Ob. cit. t. v. p. 500. Footnote 183: Las Casas. Ob. cit. t. V. pág. 433. Footnote 184: Las Casas, Ob. cit. t. V. pág. 470. Footnote 185: A. Stahl. Ob cit. pág. 172. Posteriormente, ha publicado el mismo autor un artículo titulado: _La religión de los indios domínicos y borincanos_, sosteniendo la misma tesis.—Diario _El Boletín Mercantil_, del 24 de Septiembre de 1905. Footnote 186: El señor Brau asegura, en la pág. 9, de su _Historia de Puerto Rico_, New York, 1904, que los boriquenses “creían en un poder _sobrenatural_, omnipotente é _infinito_.” Es todo lo contrario, la idea religiosa del indo-antillano, respecto á la Divinidad, era natural, y no sobrenatural, ligando su dios con la naturaleza, en un _animismo difuso_: idea vaga y confusa, como muy acertadamente afirma el padre Las Casas, perito en teogonías, al decir, que _las gentes de aquesta Isla, y todas las de su circuito, tenían delgado, débil y confuso conocimiento de Dios_. Como que el _panteismo_, que es una religión más adelantada, liga _aún_ la divinidad con la naturaleza y las confunde. Footnote 187: También cae en error el señor Brau, en su citada _Historia_, pág. 9, al afirmar, que los boriqueños _adoraran como deidades los luminares celestes_, por seguir á Pedro Mártir de Anglería en sus _primeros_ informes. También Colón, en las anotaciones de su _primer viaje_, les negaba equivocadamente secta ó idolatría alguna. Footnote 188: Pedro Mártir de Anglería. 1ª década, lib. IX., cap. IV. Footnote 189: Doctor Julio Crévaux. De Cayena á los Andes. Primera parte. Cap. IV. Trad. Montaner y Simón.—Barcelona, 1884, pág. 128. Footnote 190: Creemos con el padre Raymond Breton, que los indígenas tenían, entre sus amuletos domésticos, dioses y diosas. Dice el ilustre religioso de la orden de Predicadores: “Le nom de Dieu chez nos Insulaires sauvages est du genre commun: parce que chaque Boyé á la sien. Et comme les femmes se mesteut de ce mestier, elles ont aussi les leurs: car les divinités imaginaires de ces gens la suivent leurs sexes”. P. Raymond Breton. Gram, caraibe. Paris. 1877. pág. 9. Footnote 191: Gabriel de Mortillet. Agriculture. París. 1881. En el cantón de Zurich (Suiza) hay un lugar llamado _Robenhausen_, rico en depósitos neolíticos. Esta localidad prehistórica está caracterizada por un _pulimento_ avanzado en los instrumentos de piedra. El sabio Mortillet ha dado el nombre de _época robenhausiana_ á una parte del período _neolítico_. Footnote 192: Las Casas. Ob. cit. t. v. p. 307. Footnote 193: Las Casas. Ob. cit. t. v. p. 305. Footnote 194: Alvaro Reinoso. Notas acerca del cultivo en camellones. Agricultura de los indígenas de Cuba y Haytí. París. 1881. Footnote 195: Tuvimos un preciosísimo ejemplar de estos _guayos_, encontrado en Arecibo; haciendo unas escavaciones en una cantera de _barro amarillo_, en el lugar llamado _El Tanque_. Lo llevó á Madrid don Fernando de Urréjola, y debe estar en algún museo de aquella ciudad. Footnote 196: El padre Gumilla (Op. cit.) está de acuerdo, en este punto, con Las Casas; por lo que se ve que los indígenas de las Antillas seguían preparando su pan _casabí_ al igual que sus antepasados los _Aruacas_ de la América Meridional. Footnote 197: El europeo explotaba ya el trigo en la edad de la _piedra pulimentada_. Para hacer su pan trituraba el grano sobre una piedra, mediante otra piedra, manejada á mano. Con es a grosera harina hacía galletas, que cocía sobre piedras fuertemente calentadas. Algunos granos de trigo quedaban á medio triturar, y, conservando su película, aparecían en la galleta como incrustados. Footnote 198: En el período precolombino la islilla _Mona_ estaba muy poblada de indios. Llamaban los naturales á su islilla _Amoná_. Utilizaban el agua de _xagüeyes_ ó depósitos de piedras, hechos por la misma naturaleza. Los sitios de estas _charcas_, están hoy muy llenos de _cactus_; y la islilla no tiene agua potable: falta de que se quejan todos los viajeros que visitan hoy la despoblada islita. Footnote 199: Las Casas. Ob. cit. t. V. pág. 315. Footnote 200: Llamada por algunos cronistas _chibcha_. Gumilla anota _chicha_. Ob. cit. Footnote 201: Rodolph Von Ihering.—Prehistoria de los indo-europeos. Footnote 202: El ilustrado historiador dominicano don José Gabriel García (His. de Santo Domingo, 1893. pág. 14.) cae en el error de anotar que los _haytianos_ tenían el coco, el ñame, el mango, el aguacate, la naranja y el limón, cuando estos frutos fueron traidos á las Antillas después del Descubrimiento. Habrá _cocos_ en el Continente americano _del lado_ del Pacífico; y _aguacate_ en México y otros puntos de Sud América; pero no en las Antillas. El _ñame_ se trajo de Africa; y las naranjas y limones de Andalucía y Canarias. El _mangó_ hace poco tiempo, de las Colonias inglesas. Footnote 203: Las Casas. Ob. cit. t. V. pág. 505. Footnote 204: Las Casas. Ob. cit. t. V. pág. 319. Footnote 205: Ratzel. Las razas humanas. Barcelona. 1889. Ed. Moutaner y Simón, t. 2º p. 38. Footnote 206: Islilla de la bahía Leogane, que hoy se llama _Gonaive_, corrupción del vocablo indígena _Guanabo_. Footnote 207: Pedro Mártir de Anglería. Ob. cit. t. I. pág. 248. Footnote 208: Las Casas. Ob. cit. t. v. pág. 328. Footnote 209: La palmera real. _Oreodoxia regia._ Footnote 210: Las Casas. Ob. cit. t. v. p 494. Footnote 211: No hemos podido obtener en el país ninguna de estas puntas de _silex_ para flechas. Footnote 212: Nos congratulamos de ver quien acepte este estado de relativa civilización. Mr. J. Walter Fewkes (Porto Rican stone collars and tripointed idols. Washington 1904), dice: “Before their discovery the aboriginal inhabitants of the West Indies had developed a culture which was peculiar.... The centers of this peculiar Antillean culture were Porto Rico and Santo Domingo....” Este estudio de Mr. Fewkes es interesantísimo y nos ocuparemos de él en nuestra obra _Rectificaciones á la Historia de Puerto Rico_. Footnote 213: El presbítero don J. M. Nazario, en su libro _Guayanilla_ y _la Historia de Puerto Rico_, Ponce, 1893, pág. VIII, opina que los indios de Puerto Rico, á la que llama _Carib_, tenían una escritura más perfecta que la de Méjico y el Perú. Error craso. Dice fray Román Pane en el cap. V. de su célebre _Escritura_: “_los endios no tienen escritura ni letras_”. Véase la pág. 185 de nuestra obra _Colún en Puerto Rico_, donde refutamos extensamente, en una _nota_, este error del ilustrado presbítero Nazario. Footnote 214: Puso Colón _Fernandina_ á la isla que los indios llamaban _Yumaí_. Footnote 215: El erudito cubano don Juan Ignacio de Armas, en su obra _La fábula de los Caribes_, Habana, 1884, niega que los naturales de las islas de Barlovento fueran _antropófagos_. En esta opinión le sigue el Dr. Stahl, Ob. cit., pág. 55. Todos los Cronistas están contestes en que lo eran: lo mismo los de _auditu_, que los de _visu_. La mitología y la historia nos presentan la _antropofagia_ en todos los pueblos primitivos. Saturno, Tántalo, Thieste y Lycaón son antropófagos, así como los Lestrigones y los Ciclopes. Y Herodoto nos refiere, que fueron _canibales_ los Scitas, Germanos, Celtas, Fenicios, Tártaros y Etíopes. El hambre es mala consejera. No es de extrañar que el salvaje aguijoneado por la necesidad de comer pusiera en práctica el axioma de Hegel, _el hombre es el lobo del hombre_ [Homo hominis lupus]. Por supuesto, revistiendo la antropofagia con el carácter de festividad religiosa. Los sacrificios mexicanos y aún el mismo sacrificio de Ifigenia, son el reflejo y reminiscencia de tiempos antropofágicos muy posteriores. _Moralmente_ somos antropófagos, ¿qué tiene de extraño que en la atrasada época de la _bestia humana_ lo fuéramos _materialmente_? Footnote 216: Arch. de Indias. Doc. inéd. Footnote 217: Bernal Diaz del Castillo. Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España. Ed. Rivadeneyra. Madrid 1853. p. 9. Footnote 218: “Le P. Breton rapporte, dans son dictionnaire caraibe-francais, ce dire des capitaines de la Dominique «que lors de la conquête des eles, le chef caraibe avait exterminé tous les naturals du pays à la réserve des seules femmes qui ont toujours gardé quelque chose de leur langue». Lucien Adam. Introducción á la Grammaire Caraibe, composée par le P. Raymond Breton. París, 1877. pág. XII. Footnote 219: E. Uricoechea.—Gramática, vocabulario, catecismo y confesionario de la lengua Chibcha, según antiguos manuscritos anónimos é inéditos, aumentados y corregidos. París. 1871. Footnote 220: E. Uricoechea.—Vocabulario Paez-Castellano, etc., conforme á lo que escribió E. del Castillo; cura de Talaga.—París. 1877. Footnote 221: L. Bertonio.—Vocabulario de la lengua Aymara. Impreso en la casa de la Comp. de Jesus. Prov. de Chucuito. 1612. Footnote 222: A. Febres.—Arte de la lengua general del reyno de Chile, etc. Lima. 1765. Footnote 223: Joseph de Anchieta.—Arte de Grammatica da lingua mais usada na costa do Brasil. Leipzig. 1874. Novamente dado a luz por J. Platzmann. Footnote 224: Luis Figueira.—Gramatica da lingua do Brasil. Leipzig. 1878. Nov. publ. Footnote 225: A. Ruiz de Montoya.—Vocabulario y tesoro de la lengua guaraní, ó más bien tupí. Viena. 1876. Footnote 226: Padre Horacio Carochi.—Arte de la lengua Mexicana, etc. México. 1645.— Alonso de Molina. Vocabulario de la lengua Mexicana y Castellana. México. 1571. Fray Antonio de los Reyes. Arte en lengua Mixteca. México. 1593. Ignacio Paredes. [S. J.] Promptuario Mexicano. México. 1759. Footnote 227: Juan Ignacio de Armas.—Orígenes del lenguaje criollo.—Habana. 1882. Footnote 228: Arch. de Indias. Doc. inéd. Footnote 229: Arch. de Indias. Doc. inéd. Footnote 230: Pascual de Gayangos. Cartas y Relaciones de Hernán Cortés al Emperador Carlos V. París. 1866. Pág. 196. Footnote 231: Op. cit., pág. 166. Footnote 232: Op. cit. pág. 137. Footnote 233: Op. cit. pág. 255. Footnote 234: A. H. Keane. Central and South America. 1878. Sayce. Science of Language. 1886. A. H. Keane. Indians Americans. 1903. Footnote 235: P. Sagot. Vocabulaire Francais—Arrouge. Paris. 1882. Footnote 236: Hernhutes de Zittau.—Vocabulaire Arrouge—Allemand. Paris. 1882. Footnote 237: Th. Schulz. Grammaire Arrouge. París. 1882. Footnote 238: R. Breton. Op. cit. Footnote 239: Raymond Breton. Op. cit. Footnote 240: Voyage du Pere Labat aux isles de l’Amerique. La Haye. 1724. En el t. 2° p. 123 dice: “Ils reconnoissent du moins confusement deux principes, l’un bon et l’autre manvais.” J. Ballet. Les Caraibes. Congrés intern. des Americanistes. Nancy. 1875 t. 1° pág. 433. Footnote 241: Revue des Deux Mondes. S. Champlain.—Voyages et Descouvertry. París. 1620. Footnote 242: La _ou_ francesa tiene sonido de ú española. Footnote 243: Ihering.—Prehist. de los indo-europeos. Madrid. 1896. Footnote 244: Schleicher.—Jahrbücher fur Nationalokonomie. Footnote 245: Diario de bitácora de Cristóbal Colón del primer viaje.—Anotación del Domingo 16 de Diciembre de 1492. Footnote 246: Edición de Viena, tipografía imperial y real de la Corte.—1868. Footnote 247: Pedro Mártir de Anglería. Década II. cap. IV. Footnote 248: Véanse estas palabras indo-antillanas en el Vocabulario. Footnote 249: Guayama—_Gua-yara-ma_: _gua_, este; _yara_, sitio; y _ma_, grande. Este sitio grande. Footnote 250: Canuy—_Canua-ní_: _canua_, canoa; _ní_, agua. Es decir, _canoa_ y _agua_. Hoy sintetizamos la idea en el español _pasaje_. Footnote 251: Guanajibo—_Gua-sabana-ní-abo_: _gua_, he aquí, _na_, por _sabana_, llano; _ji_, por _ní_, agua; _bo_ por _abo_, lugar. _He aquí un lugar llano con agua._ Como si di dijéramos: Buen sitio de labranza. Una de las ideas principales del boriqueño era buscar en la isla buenos sitios donde sembrar sus _yucubías_ y sus _ajes_ y batatas. Así como elegir los lugares de agua abundante para sus baños, después del juego de pelota. Footnote 252: Según el moderno viajero doctor Crévaux, también los _tarumas, trios, rucuyús, apalais y carijonas_ llaman al agua _tuna_. Y según Segarra y Juliá (_Costa Rica_. 1907. pág. 585) los indios _guatusos_ la llaman _tí_ y las otras tribus indígenas de Costa Rica, _dí_. Footnote 253: Arístides Rojas.—El padre nuestro en lenguas venezolanas.—Caracas. 1878. Footnote 254: Fray Matías Ruíz Blanco.—Conversión en Piritú (Colombia) de los indios cumanagotos y palenques. Nueva edición matritense. 1892, pág. 162. Footnote 255: R. Breton.—Ob. cit., p. 35. Footnote 256: Lucien Adam. Matériaux pour servir à l’établissement d’une grammaire comparée des dialectes de la famille Caribe. París. 1893, pág. 32. Footnote 257: Cayetano Coll y Toste. Rep. hist. de Puerto Rico. 1896. pág. 17. Footnote 258: Arístides Rojas.—Ob. cit. Footnote 259: Pbro. Rafael Celedón.—Gramática de la lengua koggaba. París. 1886. Footnote 260: Don Pedro Tomás de Córdova guarda silencio sobre este particular en sus _Memorias_, porque era un empleado muy adicto á la Monarquía _absoluta_. Carlos _Espinosa_ fué un general, gobernador de Cádiz y capitán general de Andalucía, muy adicto á los principios liberales. Se distinguió en la guerra de la Independencia y mandó el ejército constitucional de Navarra en 1822. Murió de avanzada edad, en 1850. Juan Díaz _Porlier_, fué uno de los mártires de la libertad española. Nació en Cartajena de Indias, en 1775. Se halló de guardia marina en Trafalgar. Fué mariscal de campo en la guerra de la Independencia. Combatió el despotismo de Fernando VII de abolir la Constitución. Fué preso. Se sublevó en Septiembre de 1815. Le nombraron presidente de la junta revolucionaria de Galicia. Cayó prisionero y fué ahorcado en la Coruña el 3 de Octubre del mismo año. La tremenda reacción borbónica hizo desaparecer de la topografía de Puerto Rico los nombres de estos tres ilustres generales españoles, salvándose _Lacy_ en un anagrama y quedando el nombre del general _Espinosa_ en un barrio de Vega Alta. Del bravo _Porlier_ no queda recuerdo alguno. ------------------------------------------------------------------------ TRANSCRIBER’S NOTESNOTAS DEL TRANSCRIPTOR Página Cambiado de Cambiado a vi de Tierra Firme á una franca de Tierra Firme á una franca paz, como al principio, por que paz, como al principio, porque las expediciones las expediciones vi Iñigo Abbad.—Facultades Íñigo Abbad.—Facultades mentales del aborigen.—La vida mentales del aborigen.—La vida en tribu ó en tribu ó 7 una línea casi regular, que una línea casi regular, que sirva de límite en este sirva de limite en este 11 por que el terreno que porque el terreno que corresponde á este período corresponde á este período apareció muy netamente y con apareció muy netamente y con gran extensión en Devonsgire, gran extensión en Devonshire, Inglaterra. L. Figuier. La Inglaterra. L. Figuier. La terre avant le déluge. Paris terre avant le déluge. París 13 L. Figuier. La terre avant le L. Figuier. La terre avant le deluge. París. 1863 déluge. París. 1863 16 contemporánea de piedras se contemporánea de piedras se produce ámpliamente produce ampliamente 16 estos acinamientos calizos estos hacinamientos calizos 18 induce á creer, según la ley induce á creer, según la ley geognósica de Elie de geognóstica de Elie de 18 J. B. Elie de Beaumont. Notice J. B. Elie de Beaumont. Notice sur le systeme des montagnes. sur les systèmes de montagnes. París. 1852. Esta ley París. 1852. Esta ley 19 Dou Julio L. Vizcarrondo (Viaje Don Julio L. Vizcarrondo (Viaje á la isla de Puerto Rico, el á la isla de Puerto Rico, el año de 1797, por Ledru y año de 1797, por Ledru y 23 zonas. Los terrenos compredidos zonas. Los terrenos en la zona N. y en comprendidos en la zona N. y en 24 contíguos á la carretera contiguos á la carretera central, en los cortes de central, en los cortes de 25 granito desprendidos, han sido granito desprendidos, han sido producido por la dislocación producidos por la dislocación 25 antidiluvianos por estos antediluvianos por estos territorios. En un territorios. En un 36 Hallado en Bayaney, Hatillo. Hallada en Bayaney, Hatillo. 39 descubridor, en estado nómade, descubridor, en estado nómada, á semejanza de las á semejanza de las 51 americano. En un principio, americano. En un principio, creimos que creímos que 53 El triunfo de los invasores El triunfo de los invasores hnbiera sido seguro en hubiera sido seguro en 56 Monquin-Tandon siguió á Cuvier. Moquin-Tandon siguió á Cuvier. Dumeriel Dumeril 56 Malte Brun clasificó al hombre Malte-Brun clasificó al hombre en diez y seis en diez y seis 56 Cuvier. Reyne animal, ed. 2ª t. Cuvier. Règne animal, ed. 2ª t. 1º, pág. 84. París. 1829 1º, pág. 84. París. 1829 56 Malte Brum. Geographie, etc. Malte-Brun. Géographie, etc. París. 1803–7 París. 1803–7 56 Bory de Saint-Vicent. L’Homme. Bory de Saint-Vicent. L’Homme. Essai zoologique sur le genre Essai zoologique sur le genre humaine. Paris humaine. París 61 clasiflcación de Ulloa, que clasificación de Ulloa, que visto un indio estaban visto un indio estaban 62 llarmarse siboneyes, haytianos, llamarse siboneyes, haytianos, jamaiquinos y boriqueños, por jamaiquinosboriqueños, por que que en el trascurso del tiempo en el trascurso del tiempo 63 caracteres especia es caracteres especiales sostenidos y se origina la sostenidos y se origina la subraza subraza 63 á ser dos razas fundament les y á ser dos razas fundamentales y una tercera por una tercera por 63 Todo e to es la influencia del Todo esto es la influencia del medio ambiente, con medio ambiente, con 65 en su Systemes of Consanguinity en su Systems of Consanguinity and Affinity of the Human and Affinity of the Human Family, sostiene la unidad Family, sostiene la unidad 70 en combatir y hacer frente. Los en combatir y hacer frente. Los indios seraín unos indios serían unos 70 españolas, seis de á caballo y españoles, seis de á caballo y cien de á pie. La caballería cien de á pie. La caballería 71 de igual modo que lo hacían los de igual modo que lo hacían los indo antillanos indo-antillanos 81 de S. A. Los _Caribes_ se los de S. M. Los _Caribes_ se los comen é hácenles comen é hácenles 82 rescibir á su conversasión á recibir á su conversasión á los los chrystianos, ni á los chrystianos, ni á los predicadores predicadores 82 del dicho Golfo, está otra del dicho Golfo, está otra provincia, que se dise de los provincia, que se dice de los Oleros, los quales Oleros, los quales 83 de más arriba hasta lo demás de más arriba hasta lo de más abajo, que no son declaradas abajo, que no son declaradas por de por de 83 las dichas tierras é las dichas tierras é provincias, guerra, ni fuerza, provincias, guerra, ni fuerza, ni violencias, ni extorciones, ni violencias, ni extorsiones; 84 un sin número de pueblos un sinnúmero de pueblos indígenas con distintas indígenas con distintas 84 Archivos de Indias. Doc. inéd Archivo de Indias. Doc. inéd 88 sobresalir. La quijada es sobresalir. La quijada es antropológimente ortognática antropológicamente ortognática [vertical] mesognática [media] [vertical] mesognática [media] ó ó 94 ni mucho menos; pero, si ni mucho menos; pero, sí expresiones de aprecio expresiones de aprecio 97 de Uravoán estaba junto al de Urayoán estaba junto al Guaorabo, en Yagüeca Guaorabo, en Yagüeca 97 la de Avmamón en las riberas la de Aymamón en las riberas del Coalibina del Coalibina 104 En ellos tendrián también los En ellos tendrían también los caciques, bohiques caciques, bohiques 106 magiiey, se le ha agregado el magüey, se le ha agregado el retumbante cuero retumbante cuero 107 Estrañará á alguno, que hayamos Estrañará á algunos, que concedido hayamos concedido 113 ofrendas. La explicación de ofrendas. La explicación de ésto es bien sencilla: el esto es bien sencilla: el 113 V. Durny. Ob. cit. V. Duruy. Ob. cit. 117 (Fitolatría) á la bienhechora y (Fitolatría) á la bienhechora y mistoriosa planta misteriosa planta 125 Pedro Mártir de Anglería. 1ª Pedro Mártir de Anglería. 1ª decada, lib. IX., cap. IV. década, lib. IX., cap. IV. 126 Para los indo-antillanos no Para los indo-antillanos no todo terrminaba todo terminaba 127 de continuo y ruje y se de continuo y ruge y se encrespa, y los ríos desde la encrespa, y los ríos desde la 131 por el ontrario, de peces en por el contrario, de peces en los ríos y ensenadas los ríos y ensenadas 139 están trabajadas ligeramente están trabajadas ligeramente oblícuas; pero con una oblicuas; pero con una 147 fermentación, habían de fermentación, habían de producirse necesamente producirse necesariamente 147 Puso Colón Fernandina á la isla Puso Colón Fernandina á la isla que los indios llamaban Yumai que los indios llamaban Yumaí 148 entre ellos, según como están entre ellos, según como están más cercas ó más cerca ó 148 Lestrigones y los Ciclopes. Y Lestrigones y los Ciclopes. Y Herodoto nos refiere, que Herodoto nos refiere, que fueron canibales los Scitas, fueron canibales los Scitas, Germanos, Celtas, Fenicios, Germanos, Celtas, Fenicios, Tártaros y Etiopes. El hambre Tártaros y Etíopes. El hambre es mal es mala 148 los Scitas, Germanos, Celtas, los Scitas, Germanos, Celtas, Fenicios, Tártaros y Etiopes. Fenicios, Tártaros y Etíopes. El hambre es mal consejera. No El hambre es mala consejera. No 148 que tiene de extraño que en la ¿qué tiene de extraño que en la atrasada época de la bestia atrasada época de la bestia humana lo fuéramos humana lo fuéramos materialmente. materialmente? 150 de la Dominique «que lors de la de la Dominique «que lors de la conquête des êles, le chef conquête des eles, le chef caraibe avait exterminé tous caraibe avait exterminé tous les les 151 debemos la Avmara. A los debemos la Aymara. A los misioneros Vega, Valdivia misioneros Vega, Valdivia 151 Joseph de Anchieta.—Arte de Joseph de Anchieta.—Arte de Grammatica da lingua mais usada Grammatica da lingua mais usada nacosta do Brasil na costa do Brasil 152 que nosotos afirmamos, que nosotros afirmamos, apoyándonos en el estudio apoyándonos en el estudio 152 mallorquín y él dialecto mallorquín y él dialecto catalán, proceden de la lenua catalán, proceden de la lengua 153 que caney procede cana; maíz se que caney procede de cana; maíz origina en mahizo se origina en mahizo 153 relación ó estracto de una relación ó extracto de una carta que escribió el carta que escribió el 158 los caños del Delta y en su los caños del Delta y en su desagiie en el mar, en desagüe en el mar, en 160 del escritor que lo anota, del escritor que lo anota, sufre también cierta variente sufre también cierta variante 166 El lenguaje indo antillano, por El lenguaje indo-antillano, por lo poco que conservamos lo poco que conservamos 167 ésto lo hemos recopilado con esto lo hemos recopilado con paciente labor. No paciente labor. No 167 sabána, llano; ji, por ní, sabana, llano; ji, por ní, agua; bo por abo, lugar. He agua; bo por abo, lugar. He aquí un lugar llano con agua. aquí un lugar llano con agua. Como si di dijeramos: Buen Como si di dijéramos: Buen sitio de labranza. Una de las sitio de labranza. Una de las ideas principales del boriqueño ideas principales del boriqueño era buscar en la isla buenos era buscar en la isla buenos sitios donde sembrar sus sitios donde sembrar sus yucubías y sus ajes y batatas. yucubías y sus ajes y batatas. Así como elejir Así como elegir 173 Espíritu benéfico.—Yukivu; Espíritu benéfico.—Yukiyu; Haytí, Yukajú; Ci. Haytí, Yukajú; Ci. 175 Generoso.—Matum. Generoso.—Matún 175 nim; Dk. tanka; DD. tcho; nim; Dk. tanka; DD. tcho; Nabajo (apaches) cha Navajo (apaches) cha 175 Hilo para canastos.—Biiao. Hilo para canastos.—Bijao 187 que Montes de Oca traduce que Montes de Oca traduce padre, adaptándo padre, adaptando 187 Nosotros, siguiendo á Lucien Nosotros, siguiendo á Lucien Adam, traduciriamos Adam, traduciríamos 187 Lucien Adam. Matériaux pour Lucien Adam. Matériaux pour servir á l’établissement d’ une servir à l’établissement d’une grammaire comparée grammaire comparée 189 Ki-umú-e titanvem ubécuvum, Ki-umú-e titanyem ubécuyum, santiket ála evéti.—Nuestro santiket ála eyéti.—Nuestro 190 dóminical en tupí-guaraní, dominical en tupí-guaraní, sometiéndola á algunas sometiéndola á algunas 197 que nabos comunmente.” El que nabos comunmente.” El mismo mismoa utor, en el autor, en el 199 aves llamaban los españoles aves llamaban los españoles alcatraces.” En árabe alcatraces.” En arabe 199 para componer arevtos ó para componer areytos ó ritmos.” Por orden de ritmos.” Por orden de 202 dos primeras palabras llevan dos primeras palabras llevan radicales indo-antillanas radicales indo-antillanos 203 Ateque.—Arbol de Cuba. (Cordia Ateque.—Arbol de Cuba. (Cordia callo cocca). callococca). 203 que el aborígen la cultivara. que el aborigen la cultivara. Oviedo (lib. VII Oviedo (lib. VII 203 pepo) con la candungo ó marimbo pepo) con la candungo ó marimbo (cucurbita lagenaira (cucurbita lagenaria 203 (crecentia cujete). (crescentia cujete). Probablemente, después de Probablemente, después de importada importada 207 se denomina punta Maisí. Las se denomina punta Maisí. Las Casas anota Bavatiquiri. Casas anota Bayatiquiri. Corrupción de Bavatikeri. Corrupción de Bayatikeri. 208 Bajaraque.—El bohío que tenía Bajareque.—El bohío que tenía mucha extensión mucha extensión 214 Terræ Novœ; y así aparece en Terræ Novæ; y así aparece en las obras de Oviedo las obras de Oviedo 219 buena como de lino, é ésta buena como de lino, é ésta llaman cabuva, la penúltima llaman cabuya, la penúltima 219 la voz cabuva viene de cabo la voz cabuya viene de cabo 221 Hay también el Chrvsophvllum Hay también el Chrysophyllum oliviforme oliviforme 222 Caiaguala.—Vegetal silvestre. Calaguala.—Vegetal silvestre. Es el polipodio Es el polipodio 222 y el Presbítero Ponce de León y el Presbítero Ponce de León anotaron Camuv anotaron Camuy 222 tomando la e par una s, han tomando la e por una s, han hecho el vocablo hecho el vocablo 226 padre Nazario (Ob. cit.) á padre Nazario (Ob. cit.) á seguirles en esta equivocacion seguirles en esta equivocación 226 Sir Walter Ralegh, desde la Sir Walter Raleigh, desde la isla de Trinidad hasta isla de Trinidad hasta 229 Ciales.—No es palabra indígena. Ciales.—No es palabra indígena. Nombre de nu Nombre de un 234 cuyo monotono grito nocturno es cuyo monótono grito nocturno es coquí, coquí coquí, coquí 234 este cú ó kú de la radical tu; este cú ó kú del radical tu; pues tu-rey, era pues tu-rey, era 234 Cuaia.—Río de Santo Domingo, Cuaja.—Río de Santo Domingo, tributario del tributario del 236 El nombre indígena era cabuva El nombre indígena era cabuya 237 Daiabón.—Lugar del cacicazgo de Dajabón.—Lugar del cacicazgo de Marien. Las Marien. Las 250 Guaraca del Guavaney, y por Guaraca del Guayaney, y por último se quedó con último se quedó con 251 Guavabacán.—Arbol. (Myrica Guayabacán.—Arbol. (Myrica divaricata) divaricata) 255 Haití.—Véase Havtí Haití.—Véase Haytí 262 su régulo Boiekio. Comprendía á su régulo Bojekio. Comprendía á Hanigagía, Yaquino Hanigagía, Yaquino 262 de los sucesos de la conquista de los sucesos de la conquista de la Nueva Espana de la Nueva España 265 haze el abrigo una ysleta que haze el abrigo una ysleta que tendrá de amplido tres tendrá de amplio tres 272 Manaca.—La palma real. Manaca.—La palma real. (Oreodoxia regia) (Oreodoxa regia) 274 Leónen Puerto Rico, cuando León en Puerto Rico, cuando visitó, la isla en 1508 visitó, la isla en 1508 278 también esplica esta frase que también explica esta frase que hemos citado hemos citado 279 Nibajo.—Río dominican Nibajo.—Río dominicano tributario del Yaque. tributario del Yaque. 280 O.—Radical indo-antillana. O.—Radical indo-antillano. Montaña Montaña 287 Semí.—La divinidad tutelar del Semí.—La divinidad tutelar del indo-anttillano indo-antillano all Pedro Mártir (Dec. Pedro Mártir (Déc. 1. Errores tipográficos palpables corregidos silenciosamente; retuvo ortografía y dialecto no estándar. 2. Notas a pie de página reindexadas utilizando números y recopiladas al final del último capítulo. 3. Fuente en cursiva cerrada entre _guiones bajos_. 4. Fuente en negrita adjunta en =igual a=. *** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK PREHISTORIA DE PUERTO-RICO *** Updated editions will replace the previous one—the old editions will be renamed. Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright law means that no one owns a United States copyright in these works, so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United States without permission and without paying copyright royalties. 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